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domingo, 27 de enero de 2008

La senadora más votada de España, Mercedes Aroz, se convierte y deja el escaño

La senadora socialista Mercedes Aroz deja su escaño y anuncia su conversión al cristianismo

Divorciada, antigua militante comunista, cofundadora del PSC, 21 años de parlamentaria... la senadora más votada dice que "hay algo más que razón y ciencia".

En un país como España de listas cerradas y bloqueadas sólo hay un sistema donde la gente pueda elegir nombres propios: las elecciones al Senado. Y el senador más votado de la historia del Senado es Mercedes Aroz (1.602.225 votos en la última legislatura, el 53,67%), senadora socialista por Barcelona.

En una época de "cuotas" en listas electorales, donde hay mujeres "políticas" de curriculum brevísimo, la senadora Aroz aparece como una veterana de primera línea: marxista ortodoxa durante décadas, se afilió al PSOE en 1976, proveniente de la rojísima Liga Comunista Revolucionaria. En el PSC formó parte de su dirección política durante 18 años, así como del Comité Federal del PSOE. En 1986 fue elegida diputada por Barcelona a las Cortes.

Fue una de las fundadoras del PSC en 1978: desde la Federación Catalana del PSOE, ella participaba en la comisión que consiguió unir a los tres partidos socialistas que había entonces en Cataluña (eran el PSOE, PSC-C y PSC-R).

Esta es la mujer que ahora ha anunciado con una nota difundida por Europa Press que deja el escaño y que la razón es su conversión al cristianismo, un proceso que le ha llevado varios años. Aroz anuncia con alegría su "plena integración como miembro de la Iglesia Católica".

Y no es un cristianismo del "todo vale, nada cambia". Al contrario: todo cambia. Y por eso deja el escaño y los cargos en el partido, aunque seguirá siendo militante de a pie del PSC. ¿Es, quizá, una forma de decir "otro socialismo es posible"?

Compromiso cristiano y coherencia

"Mi actual compromiso cristiano me ha llevado a discrepar con determinadas leyes del Gobierno que chocan frontalmente con la ética cristiana, como la regulación dada a la unión homosexual o la investigación con embriones, y que en conciencia no he podido apoyar. En consecuencia se imponía la decisión que he tomado", afirma en su comunicado.

Ya en junio de 2005 Mercedes Aroz anunció su oposición a la ley socialista del matrimonio homosexual (como publicaba ForumLibertas aquí) y cuando se debatió en el Senado.

Los senadores socialistas Mercedes Aroz y Francisco Vázquez (ex-alcalde de La Coruña, hoy embajador ante la Santa Sede y terciario carmelita) se ausentaron durante la votación en el Senado y ambos hablaron contra la ley. Mercedes Aroz insistió esos días en que ella se alineaba con las tesis del líder socialista francés Lionel Jospin -y de casi todo el socialismo europeo- de que reconocer derechos ligados a la convivencia no justificaba cambiar la definición y el sentido del matrimonio, que era un bien a proteger.

El Senado votó. Los senadores del PP (126), 4 de CiU y 1 regionalista aragonés votaron contra la ley del matrimonio gay; sólo 119 parlamentarios apoyaron esta ley. El Senado vetó, por lo tanto el matrimonio homosexual. El peculiar sistema bicameral español, sin embargo, permitió que el Congreso de los Diputados, con mayoría socialista, ignorase el veto de los senadores y así se aprobó una ley criticada por el Consejo de Estado (dictamen 2628/2004), la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia, el Consejo General del Poder Judicial, 700.000 firmas avaladas por la Junta Electoral Central y una manifestación de 700.000 personas en Madrid (si usamos las cifras de la prensa italiana, por ejemplo).

La fe, para "comprender la propia identidad y el sentido de la vida"

En su comunicado Mercedes Aroz es de una claridad y una sinceridad casi escandalosa. Y más después de las declaraciones de Tony Blair, el ex-premier británico laborista, que no acaba de dar el paso al catolicismo y no tiene del todo claros los temas de bioética, derechos del ser humano en estado embrionario o el matrimonio natural. Con todo, Blair ha hablado con franqueza del significado de tener fe, de la fuerza que da. Y también de la persecución que inevitablemente implica. Decía el 25 de noviembre en la BBC “Si hablas de tu fe religiosa, la gente te toma por un pirado”.

¿Cuántos pensarán que Mercedes Aroz es una "pirada"? ¿Dejar un puesto de poder y sueldo en un partido que gobierna Barcelona, Cataluña, España? ¿A cambio de qué?

"He querido hacer pública mi conversión para subrayar la convicción de la Iglesia Católica de que el cristianismo tiene mucho que decir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, porque hay algo más que la razón y la ciencia. A través de la fe cristiana se alcanza a comprender plenamente la propia identidad como ser humano y el sentido de la vida", recoge en declaraciones Europa Press.

Esta antigua marxista no sólo deja la política no sólo anunciando su fe íntima... sino que proclama con descaro el papel positivo de la institución más denigrada en la prensa española y en los medios políticos de izquierda: la Iglesia Católica.

Aroz además denuncia la ideología laicista: "la libertad religiosa reclama el respeto y un reconocimiento positivo del hecho religioso, frente a un intento de imponer el laicismo". Y pide al Estado que facilite "la educación religiosa en la escuela".

Un proceso paulatino y reflexivo

Hace ya unos años que Mercedes Aroz se fue acercando a la fe, a través de testimonios muy cercanos en su misma familia. Con la llegada de Zapatero a la Moncloa, la senadora hizo esfuerzos por tender puentes entre el "zapaterismo" y la Iglesia; escribía cartas al Presidente con sugerencias, propuestas de cooperación con la Iglesia. Casi agotada la legislatura con leyes radicalmente incompatibles con una visión cristiana coherente, Mercedes Aroz ha decidido "salir del armario" de cristiana oculta en el que ha macerado su fe durante los últimos años. con la

En la inmensa mayoría de países, Mercedes Aroz habría podido seguir siendo senadora socialista y defender la vida, el matrimonio y la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos. En España, pese a su esfuerzo por conciliar su fe y el trabajo en un partido, parece que no ha sido posible posible.

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Fuente: ForumLibertas.com

Por una ciencia con conciencia / Autor: Benedicto XVI


Discurso a un congreso organizado, entre otros, por la Academia de las Ciencias de París

Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI este lunes a los participantes en el congreso interacadémico sobre el tema «La identidad cambiante del individuo», organizado, entre otras instituciones, por la Academia de las Ciencias de París y por la Academia Pontificia de las Ciencias.

* * *

Señores cancilleres,

excelencias,

queridos amigos académicos,

Señoras y señores:

Con mucho gusto os doy la bienvenida al final de vuestro coloquio que se ha concluido aquí, en Roma, después de haberse desarrollado en el Instituto de Francia, en París, consagrado al tema «La identidad cambiante del individuo».

Doy las gracias ante todo al príncipe Gabriel de Broglie por las palabras de saludo con las que ha querido introducir este encuentro. Quisiera saludar al mismo tiempo a los miembros de todas las instituciones que organizan este encuentro: la Academia Pontificia de las Ciencias y la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, la Academia de las Ciencias Morales y Políticas de Francia, la Academia de las Ciencias de Francia, el Instituto Católico de París. Me alegra el que por vez primera se haya podido instaurar una colaboración interacadémica de esta naturaleza, abriendo el camino a amplias investigaciones interdisciplinares cada vez más fecundas.

En el momento en el que las ciencias exactas, naturales y humanas han alcanzado prodigiosos avances en el conocimiento del ser humano y de su universo, la tentación consiste en querer circunscribir totalmente la identidad del ser humano y de encerrarle en el saber que podemos tener. Para evitar este peligro, es necesario dejar espacio a la investigación antropológica, a la filosofía y a la teología, que permiten mostrar y mantener el misterio propio del hombre, pues una ciencia no puede decir quién es el hombre, de dónde viene o adónde va. La ciencia del hombre se convierte, por tanto, en la más necesaria de todas las ciencias. Es lo que decía Juan Pablo II en la encíclica «Fides et ratio»: «Un gran reto que tenemos es el de saber realizar el paso, tan necesario como urgente, del fenómeno al fundamento. No es posible detenerse en la sola experiencia; incluso cuando ésta expresa y pone de manifiesto la interioridad del hombre y su espiritualidad, es necesario que la reflexión especulativa llegue hasta su naturaleza espiritual y el fundamento en que se apoya» (n. 83).

El hombre constituye algo que va más allá de lo que se puede ver o de lo que se puede percibir por la experiencia. Descuidar la cuestión sobre el ser humano lleva inevitablemente a negar la búsqueda de la verdad objetiva sobre el ser en su integridad y, de este modo, a la incapacidad para reconocer el fundamento sobre el que se apoya la dignidad del hombre, de todo hombre, desde su fase embrionaria hasta su muerte natural.

A lo largo de vuestro coloquio, habéis experimentado que las ciencias, la filosofía y la teología pueden ayudarse a percibir la identidad del hombre, que está en constante devenir. A partir de la cuestión sobre el nuevo ser surgido de la fusión celular, que lleva en sí un patrimonio genético nuevo y específico, habéis presentado elementos esenciales del misterio del hombre, caracterizado por la alteridad: ser creado por Dios, ser a imagen de Dios, ser amado hecho para amar. En cuanto ser humano, nunca está encerrado en sí mismo; siempre conlleva una alteridad y se encuentra desde su origen en interacción con otros seres humanos, como nos lo revelan cada vez más las ciencias humanas. No es posible dejar de evocar la maravillosa meditación del salmista sobre el ser humano, formado en lo secreto del seno de su madre y al mismo tiempo conocido en su identidad y misterio únicamente por Dios, que le ama y protege (Cf. Salmo 138 [139], 1-16).

El hombre no es fruto del azar, ni de un conjunto de circunstancias, ni de determinismos, ni de interacciones fisicoquímicas; es un ser que goza de una libertad que, teniendo en cuenta su naturaleza, la trasciende y es el signo del misterio de alteridad que lo habita. Desde esta perspectiva el gran pensador Pascal decía que «el hombre sobrepasa infinitamente al hombre». Esta libertad, propia del ser humano, hace que pueda orientar su vida hacia un fin, que por sus actos puede orientarse hacia la felicidad a la que está llamado para la eternidad. Esta libertad pone de manifiesto que la existencia del hombre tiene un sentido. En el ejercicio de su auténtica libertad, la persona realiza su vocación; se cumple; da forma a su identidad profunda. En el ejercicio de su libertad ejerce también su responsabilidad sobre sus actos. En este sentido, la dignidad particular del ser humano es al mismo tiempo un don de Dios y la promesa de un porvenir.

El hombre tiene una capacidad específica: discernir lo bueno y el bien. Impresa en él como un sello, la sindéresis le lleva a hacer el bien. Movido por ella, el hombre está llamado a desarrollar su conciencia por la formación y por el ejercicio para orientarse libremente en su existencia, fundándose en las leyes esenciales que son la ley natural y la ley moral. En nuestra época, cuando el desarrollo de las ciencias atrae y seduce por las posibilidades ofrecidas, es más importante que nunca educar las conciencias de nuestros contemporáneos para que la ciencia no se transforme en el criterio del bien, y el hombre sea respetado como centro de la creación y no se convierta en objeto de manipulaciones ideológicas, de decisiones arbitrarias, ni tampoco de abuso de los más fuertes sobre los más débiles. Se trata de peligros cuyas manifestaciones hemos podido conocer a lo largo de la historia humana, y en particular en el siglo XX.

Todo progreso científico debe ser también un progreso de amor, llamado a ponerse al servicio del hombre y de la humanidad y de ofrecer su contribución a la edificación de la identidad de las personas. En efecto, como subrayaba en la encíclica «Deus caritas est», «El amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el tiempo... El amor es "éxtasis", pero no en el sentido de arrebato momentáneo, sino como camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo» (n. 6).

El amor permite salir de sí mismo para descubrir y reconocer al otro; al abrirse a la alteridad, afirma también la identidad del sujeto, pues el otro me revela a mí mismo. Es la experiencia que han hecho numerosos creyentes a lo largo de la Biblia, a partir de Abraham. El modelo por excelencia del amor es Cristo. En el acto de entrega de su vida por los hermanos, al darse totalmente, se manifiesta su identidad profunda y la clave de lectura del misterio insondable de su ser y de su misión.

Encomendando vuestra investigación a la intercesión de santo Tomás de Aquino, a quien la Iglesia honra en este día, quien sigue siendo un «auténtico modelo para quienes buscan la verdad» («Fides et ratio», n. 78), os aseguro mi oración por vosotros, por vuestras familias, por vuestros colaboradores y os imparto con afecto la bendición apostólica.

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[Traducción del original en francés realizada por Zenit

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]

Teresa Iriarte: "África es un continente con esperanza, está despertando" / Autor: Alfredo Urdaci











La misionera afirma que "sin la ayuda de la Iglesia, sería imposible mantener las misiones".


Trabajan en un país donde la esperanza de vida no pasa de los 52 años. Llevar un centro de salud en Bata es enfrentarse al paludismo, a las tifoideas, a los parásitos intestinales, al sida, sobre todo al sida. Abren a diario, además, un comedor nutricional, lleno hasta la bandera.

¿Cómo es un día en el centro?

El trabajo empieza a las siete, y hasta que no están entregados todos los resultados no se cierra. Tenemos consulta, laboratorio, farmacia, control de embarazadas, sala de cunas…

¿Y cuántas son?

Cuatro hermanas y 18 nativos. Intentamos que ellos lleven el centro. Ponemos mucho esfuerzo en su formación, y en conseguir becas para que hagan estudios fuera y mejoren su nivel.

¿Y el comedor?

Damos comida diaria a los niños desnutridos, ayuda de leche a madres seropositivas. Muchos niños han perdido a su madre.

Hay quien piensa que África es un continente sin esperanza.

No es verdad. Los jóvenes de hoy piensan de otra manera, va a costar mucho el cambio, pero se está empezando. África es un continente con esperanza, está despertando a algo nuevo, a pesar de sus muchas dificultades y carencias. Son gentes alegres. Hay grupos de jóvenes que animan la Eucaristía. Los jóvenes africanos nos ayudan a vivir la fe, eso nos falta en España.

En España hay una campaña para que los contribuyentes pongan la cruz del impuesto en la casilla de la Iglesia… y hay polémica.

Si no fuera por la ayuda económica y humana de la Iglesia sería imposible mantener las misiones. Pueden estar muy seguros de que todo lo que llega por la Iglesia va destinado a la ayuda de estas gentes.

¿En qué lo emplean?

En ancianos crónicos, que no tienen servicios sanitarios, ni alimentos. En atender a paralíticos por la polio, en los que se han quedado ciegos por las filarias. Sería largo de detallar.

¿Y los niños?

También tenemos un grupo de niños apadrinados. Se les paga la matrícula, material escolar y medicación. Y me alegra tener esta ocasión para dar infinitas gracias a todas las mujeres y hombres de gran corazón, que nos ayudan en esta labor de ayudar a los necesitados.

¿Cómo afronta un trabajo diario tan duro?

Con alegría. Cada hombre que se acerca es una buena nueva. Lo importante para mi es estar entre esta gente y transmitir los valores cristianos, estar cerca de ellos en el dolor, acompañarles en sus fiestas. Ellos sienten que alguien les quiere, y nos sienten como su familia.

Darse a los demás, ¿le agota?

El trabajo es duro, y no hay horarios, pero en África recibes siempre más de lo que das.

¿Qué le ayuda en los momentos de desánimo, que los tendrá?

Por temperamento soy optimista y aunque asome el cansancio o el desánimo, encuentro pronto resortes para salir. Recuerdo mucho la frase "Dios me ha creado para ser feliz", la llevo a la oración. Y el Evangelio de San Mateo 25: "Tuve hambre y sed y me diste...", Los Hechos de los Apóstoles, el apoyo firme de mi congregación... Estos han sido pilares firmes que me han ayudado.

Hospitalaria

Nació en Rípodas (Navarra) en 1934. Recuerda una infancia feliz, con el cariño de sus padres y hermanos. Era la pequeña. Sus padres la educaron en la honradez, la justicia, la solidaridad y el respeto. Estudió enfermería e ingresó en la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Ha dedicado su vida al cuidado de los enfermos en hospitales de Zaragoza. Al cumplir los 65 años, edad de su jubilación, pidió a sus superiores ir a trabajar a Guinea Ecuatorial. Dice que se fue para poder seguir cumpliendo los valores de su congregación, en especial la hospitalidad.

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Fuente: La Gaceta de Negocios

Día 29 / Tienes un mensaje: Evangelio y reflexión para hoy

Día 29 / Buenos días, Señor: Oración nacida de la Palabra de Dios

CRISTO: la solución para la droga / Charla en Sant Cugat del Vallés el lunes 28 de enero

Oremos!!! : La Comunidad Cenáculo puede instalarse en Catalunya para recuperar a drogadíctos

Hay una posibilidad muy seria de que la Comunidad Cenáculo venga a la provincia de Barcelona.

Como preparación para ello se ha iniciado un grupo de oración por esta intención desde hace unos meses.

Y para dar a conocer un poco más la Comunidad del Cenáculo se ha organizado una primera charla que dará el P. Carlos García Malo, sacerdote amigo de la Comunidad.

Esta charla será el próximo lunes 28 de enero después de Misa de 20h en la Parroquia de San Juan Bautista de Mirasol en Sant Cugat del Vallés (Barcelona).

El P. Carlos nos hablará más a fondo sobre la espiritualidad de la Comunidad, la “Cristoterapia” para sacar a los chicos de la droga, la confianza en la Providencia, ...

¡Gracias a Dios y por su misericordia se abre en España una gran puerta de esperanza para todos aquellos que sufren por el problema de la droga!

Dirección Parroquia: c/ Victoria 21 – Mirasol (Sant Cugat del Vallés)
frente al Restaurante “La Ponderosa”
A 5 min. en coche del Hospital General de Cataluña y del
Colegio La Farga

Para más información: amigosdelacomunidad@gmail.com

“La resurrección está dentro nuestro, porque Jesús no nos engaña, Él es la verdad, la vida, el amor.” (Madre Elvira, fundadora de la Comunidad)

La Comunidad Cenáculo trata a jóvenes drogodependientes desde hace 25 años

Cristo es el centro del
tratamiento de rehabilitación

Más del 90% de los que terminan
el proceso se rehabilitan

El secreto: trabajo y oración, cultivar la amistad con Cristo en la Eucaristía

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Para conocer la comunidad Cenáculo y su revista
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Para leer los articulos de Madre Elvira publicados en el Blog haz click A Q U Í

Espiritualidad misionera de San Pablo / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM

San Pablo tiene conciencia de haber sido elegido por Dios para consagrarse enteramente al anuncio del Evangelio. Polemizando con los corintios llegará a decirles: «no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio» (1 Cor. 1,17). Sabe que su misión consiste en evangelizar, en anunciar a Cristo, poniendo así el fundamento sobre el cual otros continúen construyendo (1 Cor. 3,10).

Las palabras que figuran en el título de este capítulo indican lo mismo: tiene viva conciencia de que ha sido «escogido -por Dios mismo- para el Evangelio», es decir, para el anuncio del Evangelio. La palabra que se traduce por «escoger» significa en realidad «separar», «poner aparte», y es la misma que encontramos en Gal. 1,15 cuando Pablo habla de su vocación: Dios mismo le ha separado de las actividades ordinarias que los hombres realizan en su vida cotidiana para consagrarle enteramente al anuncio del Evangelio; ha sido sustraído a otras tareas para que su vida entera esté dedicada al ministerio de la Palabra.

De hecho, comprobamos que, si bien no tiene inconveniente en trabajar con sus manos para procurarse el sustento y no ser gravoso a nadie, en cuanto tiene posibilidad se deja absorber por la tarea evangelizadora. Así, por ejemplo, durante su estancia en Corinto, Pablo trabaja como tejedor de tiendas (He. 18, 3); pero cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia trayendo ayudas materiales «Pablo se dedicó enteramente a la Palabra» (He. 18,5)

«La fe viene de la predicación» (Rom. 10,17)

Esta insistencia de San Pablo en la importancia del valor de la evangelización nace de una convicción fundamental: la predicación está en la base de todo; es el cimiento del edificio de la vida cristiana de cada hombre y de la vida de la Iglesia toda (1 Cor. 3,10).

Es muy significativa en el texto de Rom. 10,13-17 la concatenación de los verbos: al «ser enviado» sucede el «predicar»; al «predicar» sucede el «oír»; al «oír» sucede el «creer»; al «creer» sucede el «invocar»; y al «invocar» sucede el «ser salvado». En consecuencia, todo arranca de la predicación. La fe es la que justifica al hombre y le reconcilia con Dios, hace del hombre una criatura nueva; ahora bien, la fe es esencialmente acogida del kerygma, es decir, del anuncio de Cristo muerto y resucitado para nuestra salvación (este es el «Evangelio» que Pablo predica y en el que invita a todos a creer, cuyo resumen más antiguo encontramos en 1 Cor. 15,3-5; ver desde el v. 1 hasta el 11).

Pues bien, es a esta misión sublime a la que Pablo se sabe llamado sobre todo. Pues sin la evangelización -sin el anuncio de Cristo- no puede suscitarse la fe, ni -en consecuencia- tampoco la vida cristiana en toda su extensión, ni puede construirse la comunidad cristiana, ni es posible la salvación... Ciertamente podrá haber «diez mil pedagogos» que eduquen y cultiven la vida en Cristo; pero esta vida no existirá sin alguien que -mediante el anuncio del Evangelio- la «engendre» en el corazón de los hombres (1 Cor. 4,15).

Será preciso que alguien «riegue», abone y cuide la planta de la fe y de la vida nueva en Cristo; pero todo ello sería inútil y sin sentido si no fuera porque alguien antes «ha plantado» mediante la predicación la semilla de la fe y la raíz de la vida nueva (1 Cor. 3,6)

«Anunciar la inescrutable riqueza de Cristo» (Ef. 3,8)

Ya hemos visto cómo el contenido de la predicación de Pablo no es otro que la persona de Jesucristo y su obra de salvación en favor de los hombres: «yo, hermanos, cuando fui a vosotros... a anunciaros el misterio de Dios, no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo» (1 Cor. 2,1-2).

Lo que llena de admiración a Pablo es el hecho de que «ahora», precisamente en los días de su vida, haya sido revelado y dado a conocer por Dios el «Misterio», ese maravilloso plan de salvación que Dios tenía concebido en su designio «desde siglos eternos»; ese grandioso e increíble proyecto de ofrecer la salvación a todos, también a los gentiles (y no sólo a los judíos como creían los miembros del pueblo de la antigua alianza), mediante la fe en Jesucristo (Rom. 16,25-27; Ef. 3,3-12).

Pero lo que sobre todo le hace enloquecer es que además haya sido elegido precisamente él para la misión maravillosa de anunciar a los gentiles este misterio y conducirlos así a la fe y a la salvación: «a mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: anunciar a los gentiles la inescrutable riqueza de Cristo» (Ef. 3,8).

Este hecho le llena de gratitud y de gozo. Pero sobre todo le impulsa a entregar todas sus energías al servicio de la evangelización. Como un hombre que en medio de una epidemia mortal y muy extendida tuviera en sus manos el remedio para curarla de raíz. Pablo sabe que en medio de esta humanidad sumergida en el pecado (Rom. 1,18-3,20; ver especialmente 3,10) es portador de la única medicina capaz de salvar: «el Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación» (Rom.1,16). Y ello por pura gracia, sin mérito alguno de su parte (pues, como vimos, él ha sido el primer sanado por esta medicina: 1 Tim. 1,12-16).

«Heraldo de Cristo» (1 Tim. 2,7)

Para exponer el sentido de su tarea de evangelizador Pablo encuentra una expresión que gusta aplicarse a sí mismo: heraldo (keryx; aunque el sustantivo sólo aparece tres veces, el verbo, Keryssein -«proclamar»- lo usa 19 veces).

El heraldo era un mensajero que en nombre del emperador anunciaba al pueblo un mensaje que les afectaba para su vida; en realidad, él era un instrumento por cuya mediación la voz del gobernante llegaba al pueblo; no proclamaba sus propias convicciones, sino que era el portavoz del rey y hablaba con su autoridad.

Al principio sólo se les exigía tener buena voz, una voz clara y potente. Pero como a veces el heraldo exageraba o deformaba las noticias, comenzó a exigírseles fidelidad a las instrucciones recibidas de su superior, tanto en el contenido como en el modo de anunciarlo; no podían añadir ni quitar nada por propia iniciativa, pues su anuncio no tenía origen en ellos mismos...

Pues bien, Pablo tiene conciencia de hablar como heraldo de Cristo. Pero lo que transmite no es una información cualquiera, sino la noticia de un acontecimiento (la muerte y la resurrección de Jesús) a través del cual Dios ha comenzado su intervención definitiva en la historia; y este acontecimiento es de tal importancia que si no fuera real, toda la predicación carecería de sentido (1 Cor. 15,14). Además, es un mensaje que afecta a toda la humanidad, pues habiendo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación, Cristo comunica su victoria a los que le acogen por la fe (Rom. 4,23-25).

Como mensajero personal de Cristo, Pablo sabe que él es puro instrumento e intermediario; instrumento necesario, desde luego, pues «¿cómo creerán en Aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique?» (Rom. 10,14); pero instrumento al fin. Y como tal, es consciente de que está al servicio de un diálogo que debe instaurarse entre Dios y los hombres: a través de él Dios habla a los hombres -a cada hombre-, y estos deben dar una respuesta personal al Dios que les dirige su palabra, mediante lo que Pablo llama la «obediencia de la fe» (Rom. 1,5; 16,26). Por medio de él se inicia ese «diálogo de salvación» en el que los hombres son urgidos a dar la respuesta de fe que les introduzca en el acontecimiento que transformará tanto sus vidas como la historia misma del mundo. La predicación es absolutamente necesaria para que se inicie ese diálogo de fe y salvación: «plugo a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación» (1 Cor. 1,21). Los hombres sólo pueden ser salvados si les son enviados mensajeros que les anuncien con autoridad la Buena Nueva (Rom. 10,14-17).

«Habla Cristo en mí» (2 Cor. 13,3)

Como heraldo de Cristo, Pablo tiene perfecta conciencia de estar transmitiendo Palabra de Dios, no su propia palabra, fruto de su personal elucubración. Espontáneamente dirá: «os decimos esto como Palabra del Señor» (1 Tes. 4,15). Es y quiere ser fiel a toda costa, transmitiendo todo y sólo aquello que ha recibido (1 Cor. 11,23; 15,3: las palabras «recibir-transmitir» son términos técnicos usados entre los rabinos para expresar la absoluta fidelidad).

En 1 Tes. 2,13 da gracias a Dios porque los tesalonicenses recibieron su predicación «no como palabra de hombre, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios». Ciertamente se trataba de un mensaje salido de sus labios, anunciado por un hombre; pero él sabe muy bien que no es su mensaje particular, sino la Palabra de Dios mismo. Porque, como en el caso de los antiguos profetas, Dios mismo ha puesto sus palabras en la boca de su enviado (Jer. 1,9). Y Pablo podría repetir con toda verdad lo que Jesús mismo había dicho: «Mi palabra no es mía, sino del Padre que me ha enviado» (Jn. 7,16; 8,28).

Precisamente por eso, reacciona con tanta energía cuando alguien deforma o trastoca el único Evangelio que salva. Porque lo que él predica no tiene su origen en los hombres, sino en Jesucristo mismo (Gal. 1,11), afirma con violencia: «aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!» (Gal. 1,8).

Pues hay más. No sólo transmite Pablo las palabras de Cristo, sino que afirma que es Cristo mismo quien habla en él (2 Cor. 13,3). Quien afirma: «vivo, no yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gal.2,20), dice también «habla Cristo en mí». Hay tal identificación entre Cristo y su enviado, que ya no son dos, sino una sola cosa. El evangelizador es como un sacramento de Cristo. En él y a través de él es Dios mismo quien exhorta (2 Cor. 5,20).

Quizá por esta identificación de Pablo con Cristo es por lo que insiste tantas veces a lo largo de sus cartas: «imitadme» (1 Cor. 4,16; Fil. 3,17; 2 Tes. 3, 7). Lo que podría parecer presunción suya, tiene en realidad un significado muy profundo: «Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo» (1 Cor. 11,1). De este modo, el Evangelio que Pablo predica no es sólo palabras, sino Palabra hecha carne y vida; el anunciar ese Evangelio hecho realidad; de este modo, él mismo se había convertido en Evangelio, en Palabra; dejando vivir a Cristo en sí mismo (Gal. 2,20), podía presentarse a sí mismo como modelo y ejemplo de una existencia auténticamente cristiana y evangélica.

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En la plaza de San Pedro Benedicto XVI libera dos palomas por la paz con la Acción Católica de jóvenes

Conversiones por la oración ante la Eucaristia / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

Refieren los biógrafos de S. Antonio de Padua que, estando en Rímini en 1225, un hereje albigense, llamado Boniville, negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía y le pedía una prueba convincente. El hereje llevó a la plaza su mula, a la que había dejado tres días sin comer, Y le llevó un saco de cebada al tiempo que S. Antonio llevaba el Santísimo
Sacramento, y la mula dejando sin probar la cebada, se arrodilló a su manera ante la Eucaristía. A la vista de este milagro, se convirtió Boniville con varios de sus seguidores. Y allí se construyó una capilla para recordar el milagro.

Cuando el santo cura de Ars llegó a ese pequeño pueblo francés, apenas tres o cuatro ancianas iban a misa. El, entonces, se dedicó a pasarse muchas horas de adoración ante el Santísimo y siempre con el rosario entre las manos y los ojos fijos en el sagrario. Poco a poco, la gente empezó a ir a la Iglesia y a querer confesarse. Así empezó un ministerio
de confesión que lo hizo famoso, pues venían hasta de los últimos rincones de Francia y del extranjero para ver y oír a aquel sacerdote con fama de santo, que tanto amaba a Jesús sacramentado.

Algo parecido sucedió en el pueblo de S. Giovanni Rotondo con el famoso
P. Pío de Pietrelcina, capuchino estigmatizado. Cuando El llegó, era
un pueblo desconocido; hoy es un centro espiritual, sanitario y cultural
de fama internacional. ¿Qué es lo que hizo el milagro? El P. Pío,
sencillo y enfermizo, se pasaba las horas ante el sagrario, orando por los
pecadores y sufriendo por ellos.Poco a poco, la gente comenzó a visitarlo para confesarse con él. Y, como le había sucedido al cura de Ars, tuvo que dedicar sus horas libres a confesar. El 20 de septiembre de 1918, estando en oración ante el Santísimo, recibió de Jesús las santas llagas en manos, pies y costado.

Y ¿qué hizo que el Bto Damián de Veuster convirtiera el infierno de
Molokai, la isla de los leprosos, en un lugar digno de vivir? Su amor a la
Eucaristía. El decía: "Sin la presencia de Jesús en mi pobre capilla
jamás hubiera podido mantener unida mi suerte a la de los leprosos de
Molokai". Es por esto también que la M. Teresa de Calcuta, exige a sus
hermanas una hora de adoración diaria ante el Santísimo para tener
fuerza, para poder servir a los más pobres de entre los pobres.

Elizabeth Ann Seton, la primera santa norteamericana, se convirtió a la
Iglesia católica por la Eucaristía. Después de la muerte de su esposo
en Italia, regresó a Nueva York y buscó la paz en su propia Iglesia
episcopal. Un día se sentó en una silla de su iglesia, desde donde podía
ver la torre de la vecina iglesia católica, y mirando el altar vacío de
su iglesia, comenzó a hablar con Jesús, presente en el Santísimo de la
iglesia católica cercana. Así empezó a sentir amor a Jesús Eucaristía,
que la atraía como un imán, y éste fue el comienzo de su conversión.

Otro convertido es el músico judío Herman Cohen, nombrado maestro de
capilla de la iglesia de S. Valerio de París, que sintió por dos veces
una emoción extraordinaria en el momento de la bendición con el Santísimo
Sacramento. El 28 de agosto de 1847 fue bautizado por el sacerdote,
también judío convertido, S. Alfonso de Ratisbona. Después se hizo
carmelita descalzo con el nombre de P. Agustín María del Sacramento.

Poema de las manos / Autor: P. Miguel Segura

¡Las manos! Obreras inquietas, regalo de Dios. Se abren, se cierran pero siempre son caricia, consuelo, amor.
Manos maternales que brindan calor.
Manos que se extienden, donando perdón
Manos de maestro, que saben decir.
Manos que suplican, mirando hacia Dios.
Manos cansadas de tanto esperar...
cerrarse algún día apretando el pan.
Manos temblorosas ante la maldad porque han nacido para acariciar.
Manos enlazadas en una oración.
Manos que se mueven pidiendo perdón
Manos suaves, manos de novia que estrechan una rosa con néctar de amor.
Manos duras, callosas, pesadas; manos de labriego que oscurece el sol.
Manos de poeta que sueñan y cantan
Manos que golpean frente a la ansiedad.
Manos musicales que vibran y ríen porque han nacido para recrear.
Manos que levantan al hombre caído.
Manos enfermeras que saben curar.
Manos de médico que cortan y sanan porque son las manos de la humanidad.
Manos religiosas, manos consagradas que tienen el gesto de saber rezar.
Manos siempre limpias, manos siempre blancas... manos que se abren y nos dan el pan.
Manos prodigiosas, las más bellas manos de la amistad.

En qué consiste el Reino de Cristo / Autor: Benedicto XVI

Intervención con motivo del Ángelus

Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo antes y después de rezar la oración mariana del Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

* * *

Queridos hermanos y hermanas:


En la liturgia de hoy, el evangelista Mateo, que nos acompañará durante todo este año litúrgico, presenta el inicio de la misión pública de Cristo. Consiste esencialmente en la predicación del Reino de Dios y en la curación de los enfermos, mostrando que este Reino está cerca, es más, ya ha llegado entre nosotros.

Jesús comienza predicando en Galilea, la región en la que creció, territorio que está en «las afueras» del centro de la nación judía, que es Judea, y en ella Jerusalén. Pero el profeta Isaías había preanunciado que esa tierra, asignada a las tribus de Zabulón y de Neftalí, tendría un futuro glorioso: el pueblo en tinieblas habría visto una gran luz (Cf. Isaías 8, 23-9,1), la luz de Cristo y de su Evangelio (Cf. Mateo 4, 12-16).

El término «evangelio», en los tiempos de Jesús, era utilizado por los emperadores romanos para hacer sus proclamas. Independientemente del contenido, eran definidos como «buenas nuevas», es decir, anuncios de salvación, pues el emperador era considerado como el señor del mundo y cada uno de sus edictos era portador de bien. Aplicar esta palabra a la predicación de Jesús tuvo, por tanto, un sentido fuertemente crítico, era como decir: «Dios, y no el emperador, es el Señor del mundo y el verdadero evangelio es el de Cristo».

La «buena nueva» que Jesús proclama se resume en estas palabras: «El reino de Dios --o reino de los cielos-- está cerca» (Mateo 4, 17; Marcos 1, 15). ¿Qué significa esta expresión? Ciertamente no indica un reino terreno, delimitado en el espacio y en el tiempo, sino que anuncia que Dios reina, que Dios es el Señor y que su señorío está presente, es actual, se está realizando.

La novedad del mensaje de Cristo es por tanto que Dios se ha hecho cercano en Él, que ya reina entre nosotros, como lo demuestran los milagros y las curaciones que realiza. Dios reina en el mundo a través de su Hijo, hecho hombre, y con la fuerza del Espíritu Santo, que es llamado el «dedo de Dios» (Cf. Lucas 11, 20).

Allí donde llega Jesús, el Espíritu creador trae vida y los hombres quedan curados de las enfermedades del cuerpo y del espíritu. El señorío de Dios se manifiesta entonces en la curación integral del hombre. De este modo, Jesús quiere revelar el rostro del verdadero Dios, el Dios cercano, lleno de misericordia por cada ser humano; el Dios que nos dona la vida en abundancia, su misma vida. El reino de Dios es, por tanto, la vida que vence a la muerte, la luz de la vedad que disipa las tinieblas de la ignorancia y de la mentira.

Pidamos a María santísima que obtenga siempre para la Iglesia la misma pasión por el Reino de Dios que alentó la misión de Jesucristo: pasión por Dios, por su señorío de amor y de vida; pasión por el hombre, con el que se encuentra verdaderamente con el deseo de entregarle el tesoro más precioso: el amor de Dios, su Creador y Padre.

[Al final del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En italiano, comenzó diciendo:]

Saludo con mucho afecto a los niños y muchachos de la Acción Católica de Roma, que como todos los años han venido al concluir el «Mes de la Paz», acompañados por el cardenal vicario, por sus padres y educadores. Dos de ellos están a mi lado. Me han presentado un mensaje y dentro de poco me ayudarán a liberar el vuelo de dos palomas, símbolo de la paz. Queridos pequeños amigos: sé que estáis comprometidos a favor de vuestros coetáneos que sufren a causa de la guerra y de la pobreza. ¡Seguid por este camino que Jesús nos ha indicado para construir la verdadera paz!

Hoy se celebra la Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra, comenzada hace 55 años por Raoul Follereau. A todas las personas que sufren por esta enfermedad dirijo mi afectuoso saludo, asegurando una oración especial por ellos, que ofrezco también por todos los que están comprometidos a su lado de diferentes maneras, en particular a los voluntarios de la asociación Amigos de Raoul Follereau.

El lunes pasado, 21 de enero, dirigí a la diócesis y a la ciudad de Roma una Carta sobre la tarea urgente de la educación. Quise ofrecer de este modo mi contribución particular a la formación de las nuevas generaciones, compromiso difícil y crucial para el futuro de nuestra ciudad. El sábado, 23 de febrero, mantendré un encuentro durante una audiencia especial en el Vaticano con todos los que, como educadores o como niños, adolescentes y jóvenes en formación, participan directamente en el desafío educativo, y les entregaré simbólicamente mi carta.


[Hablando en francés, dijo:]

Os saludo, queridos peregrinos de lengua francesa, congregados con motivo de la oración del Ángelus. En este domingo, en el que celebramos la 55ª Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra, invito a los responsables políticos y sanitarios a comprometerse aún más en los cuidados a los que padecen la enfermedad. Que todos nuestros contemporáneos estén junto a sus hermanos y hermanas en humanidad. Cada uno de vosotros está llamado por Cristo y debe ser un misionero de la buena nueva, con la palabra y con la caridad activa. Con mi bendición apostólica.

[El Papa habló luego en cinco idiomas. En español, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. Os invito a que, teniendo presente la llamada a la conversión que Jesús nos dirige hoy en el Evangelio, pidamos a la Virgen María que interceda por nosotros ante su Hijo para que, siguiendo el ejemplo de los Apóstoles, podamos responder también nosotros con generosidad a nuestra vocación cristiana y dar frutos abundantes de santidad. ¡Feliz domingo!

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[Traducción del original plurilingüe realizada por Jesús Colina

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]

jueves, 24 de enero de 2008

Iniciador del Octaviario centró obra en Reconciliación

¿Y quiénes son los pobres? / Autor: Carlos Padilla LC

“Sería mejor darlo a los pobres”, “hay que trabajar por los pobres” “pensemos primero en los pobres”, “hay que hacerse pobre…”. Todas son frases muy usadas, escuchadas a menudo pero desprovistas de un verdadero rostro. Todas usan ese término: “pobres”, en abstracto. Pero… ¿quiénes son los pobres?

¿Es la pobreza un estado o una virtud? ¿Es alcanzable o se debería huir de ella? Y suponiendo que quisiese conseguirla ¿la esposa estará de acuerdo en vivir con menos cosas? ¿Hay diversos modos de vivir la pobreza? ¿O es la misma pobreza la de san Francisco de Asís, la Madre Teresa, los ciudadanos del tercer mundo, los desempleados, los virtuosos, o los mendigos de los puentes?

Con un planteamiento así la pobreza se nos presenta con un rostro completamente diverso al trazado por nuestra traicionera imaginación. Curiosamente al escuchar “pobreza” vienen a la mente telas roídas, caras pálidas y desnutridas, llagas abiertas, costillas esqueléticas... La pobreza en cambio, también puede ser virtud, de lo contrario estaría reservada a unos cuantos.

Es virtud cuando se convierte en una disposición constante del alma que orienta rectamente los deseos y el apego a las riquezas y cosas de este mundo (Catecismo de la Iglesia Católica 2545). Forja un gran hábito el que se ejercita en el desprendimiento y la renuncia de lo que no es fundamental. Siguiendo este sendero la pobreza le fue posible al arquitecto más grande del siglo XX, al artífice de la futura catedral de Barcelona, “La Sagrada Familia”.

Su nombre: Antonio Gaudí, su siglo: ¡El nuestro! Era el artista más renombrado de la ciudad, su originalidad y talento le situaron en la cúspide de la fama. Le llovían trabajos con remuneraciones magníficas, estaba a cargo de obras de envergadura, materialmente no le faltaría nada, podría resolver su vida y la de las cuatro generaciones subsiguientes. ¡Todo resuelto, a disfrutar se ha dicho!

El arquitecto de Dios, el viejo de la barba blanca y los ojos de un color azul encendido, eligió otro camino. Una senda estrecha pero libre, exigente pero feliz, congruente y generosa. Optó por una pobreza digna y elocuente. Vivió sus últimos años en un pequeño cuarto debajo de la catedral, tal como lo atestiguan las hermanas religiosas que lo conocieron. “Cuando fuimos no encontramos nada, ni un bote, ni una cuchara, ni un trozo de papel, nada. Apenas tenía nada ni para encender el fuego”.

Gaudí es ejemplo de una pobreza callada y desprendida de todo lo superfluo. Pobre es aquél que teniendo bienes, sólo los usa en la medida en que estrictamente los necesita. Al pobre por virtud le basta lo indispensable y cuando incluso eso le falta le sobra amor para suplir aquel hueco material.

Hay muchos casos así, hombres de nuestro tiempo, emprendedores, luchadores, empresarios o profesionistas de éxito que arrancan de su corazón y su vida lo inútil, lo superfluo, lo cómodo. Saben dar a los demás con generosidad y a la vez administrar con responsabilidad y competencia. Buscan fortalecer sus empresas para así dar más trabajo a la gente. No dan el pescado: enseñan a pescar, alimentan el capital, no lo destruyen. El objetivo es socorrer convenientemente a los necesitados y acortar (no solo por unas semanas) las distancias entre unos y otros.

Constituirse pobre con el pobre significa promover su bienestar, el de su persona como el de su familia y entorno, establecer bases equitativas en las relaciones entre patronos y obreros, vivificar y robustecer en los unos y en los otros la conciencia de los propios deberes y la observancia de los preceptos evangélicos. El hombre, sea pobre o rico, que se hace sordo al clamor de sus hermanos limita la visión de sí mismo y de los demás. Es un ciego engañado en la sombra efímera que le presentan los bienes del dinero, el poder y los placeres.

La pobreza en esa perspectiva es activa. No se duerme bajo las llagas de la miseria ni se acomoda en un egoísta “tengo lo necesario apenas para mí, los demás que se las arreglen”.

Por ello para cultivar con integridad esta virtud y evitar todo individualismo, la pobreza viaja acompañada de la caridad, de la generosidad. Hay pobres en lo material que son también ejemplares en la aceptación de su estado. Agradecen todos los dones, aprecian las ayudas, se esfuerzan por superarse y, lo que es más importante, acompañan sus carencias materiales con una ancha pobreza de espíritu. Por eso no caben en sus pechos los celos, la envidia, el odio hacia el rico, el burgués, el jefe, el sistema, el gobierno y un largo etcétera de posibles culpables. El pobre que desea con rabia lo es sólo en los bolsillos, el pobre que desea vaciarse para enriquecer su corazón lo es en plenitud ¡Ese es pobre virtuosamente!

Entonces, las cosas materiales, ¿estorban? ¿Son el cáncer de este mundo, la enfermedad del espíritu? San Ignacio de Loyola, con sus ejercicios espirituales, nos contestaría: “Tanto en cuanto, hermano mío, tanto en cuanto”. Lo material es bueno o malo en tanto en cuanto me lleve a mi Creador o me aleje de Él. En acercarme a mi Creador se encierra mi ideal, mi prójimo, mi felicidad. “Soy más feliz mientras más doy. Dar lo que tengo, lo que soy, lo que puede servirte, lo que puede llevarnos, a los dos, a nuestra máxima plenitud”.

El hombre vale más que sus bolsillos, sea que estos estén llenos o agujereados, porque el peso del hombre está en su corazón.

Señor, Tú que te hiciste pobre para enriquecernos a todos, ¡enséñame a seguir Tu ejemplo y vivir tu bienaventuranza!

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos” (Mt 5,3).

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Fuente: GAMA - Virtudes y valores

El Papa recibe al grupo de trabajo conjunto Iglesia católica-Consejo mundial de las Iglesias

El ecumenismo visto por sus líderes

Evangelizar con el teléfono móvil

600 jóvenes evangelizarán diócesis española

Día: 25 / Tienes un mensaje: Evangelio y reflexión de hoy

Día 25: Buenos días, Señor: Oración: se que me has llamado

La Palabra de Dios te realiza en tu humanidad / Autora: Madre Elvira, fundadora de la Comunidad Cenáculo

Cada vez estoy más convencida que la única fuente de vida es Dios. Nosotros hemos nacido de esa fuente de Luz. Aún inconcientemente el abrazo del amor de Dios envuelve nuestra historia; cada respiro nuestro es el aliento de Dios que sopla dentro de nosotros.

El encuentro que hoy vivimos con este Dios que se ha revelado espontáneamente en la plenitud de los tiempos, a través de la Palabra del Padre y que se llama Jesús de Nazareth, nos revela que nuestra historia es amada por Dios. Hoy tenemos la posibilidad de rescatar toda la verdad de nuestro Credo porque la fe se hace Amor que camina, que se entrega. No basta solamente creer, conocer a Dios con la mente: la experiencia de Dios no es sólo intelectual, científica, sino que Él es el Amor, así lo definió San Juan. Dios se reveló como don de amor, y con gestos concretos de amor.

En estos días me resuena en la mente esta Palabra: “El que cree en mí no cree en mí, sino en El que me ha mandado…Yo he venido al mundo como Luz y el que cree en mí no permanece en las tinieblas”¨ Tenemos la certeza de que si creemos en El no permanecemos en las tinieblas: la oscuridad no está solo en la noche sino también cuando estamos insatisfechos, también es la oscuridad de nuestras confusiones mentales, de nuestros miedos, de nuestras huidas. Cuando vivimos esto quiere decir que decaemos en nuestra fe, que no creemos en El, porque “Él como Luz ha venido al mundo”, principalmente Luz del mundo interior. Tenemos una luz dentro nuestro: la Palabra de Dios. Jesús no se burla de nosotros, Él es la verdad. Si hay algo que es verdaderamente concreto humano, profundamente humano, que te realiza en tu humanidad como mujer, como hombre, es la Palabra de Dios. Porque no es simplemente una Palabra, sino que es la Vida de nuestra vida, Carne de nuestra carne, la sustancia de nuestro ser, el camino de la verdadera libertad. A menudo me pregunto: “¿Por qué tenemos entonces tanto miedo?¿En que punto está nuestra Fe?”

El Amor y la Luz de Dios alejan el miedo, “en el amor no hay temor”. El Amor genera la Confianza, la Confianza genera la Paz, al principio de este año renovamos con alegría nuestra confianza en el Amor de Dios, que nos ha ofrecido María. Repitamos día y noche en nuestra mente en nuestro corazón y en cada situación que vivamos:”Jesús en vos confío”, con la certeza de que cada momento de nuestro vivir será iluminado por Su Luz.
¡Feliz Año nuevo a todos!

Quiero ver a Jesús / Autor: P. Jesús Higueras

Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. Vivía en ella un hombre rico llamado Zaqueo, jefe de los que cobraban impuestos para Roma. Quería conocer a Jesús, pero no conseguía verle, porque había mucha gente y Zaqueo era de baja estatura. Así que, echando a correr, se adelantó, y para alcanzar a verle se subió a un árbolb junto al cual tenía que pasar Jesús. Al llegar allí, Jesús miró hacia arriba y le dijo:
–Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.
Zaqueo bajó aprisa, y con alegría recibió a Jesús. Al ver esto comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo, levantándose entonces, dijo al Señor:
–Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes; y si he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
–Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido.
Lc 19, 1-10

Siempre me ha costado levantarme por las mañanas, siempre, excepto en algunas ocasiones especiales, en las que hay un plan interesantísimo para ese día. Entonces no me cuesta nada, y me pongo en pie casi sin despertador. Esto creo que nos pasa a todos: cuando algo nos importa mucho, no escatimamos los medios y los esfuerzos para llevarlo a cabo.

Así le sucedió a Zaqueo, el protagonista del Evangelio: tenía tanto interés en ver a Jesús, que intentaba distinguirlo ante el gentío, e incluso, sin miedo al ridículo, como un niño pequeño, se subió a un árbol, recordando tal vez su infancia y olvidando los achaques de su edad. Y este gesto conmovió a Jesús y provocó una intervención especial de Dios en su vida.

Ya me gustaría que el mismo deseo que tuvo Zaqueo por ver al Señor, lo tuviera yo y lo tuvieran tantos cristianos que tal vez hemos dejado que se nos meta la rutina y el “acostumbramiento” en las cosas de Dios. “Quiero ver a Jesús”, debería ser la exclamación interior de cada cristiano cuando se dirige a la Santa Misa, o cuando va a orar en su interior, o cuando va a socorrer a un necesitado. Porque ver a Jesús en el cada día, en cada persona, en cada acontecimiento, es una meta que puede ilusionarnos y volver a llenar de sentido nuestras jornadas grises y monótonas. Y Jesús claro que se deja ver, claro que se conmueve con los atrevimientos y los esfuerzos que la gente de buena voluntad hace por encontrarle. Pero hay que insistir. Zaqueo no se rindió a la primera, no le importó la opinión de los demás ni el sentido del ridículo. Cuántas voces nos dicen: ¡no luches más! ¡Dios no te oye! ¡No va a actuar en tu vida! ¡Es inútil que te esfuerces! Y hay que decirles a todas esas voces agoreras que no es verdad. Que Dios se sigue conmoviendo contigo y con tu ilusión por verle. Que Dios tiene sed de que tengas sed de Él. Lo hemos oído muchas veces: “El santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta de sus caídas”. Y yo tengo que levantarme cada día de mis cansancios, de mis desilusiones; y el único que puede hacerlo es el Espíritu Santo, que puede poner en mi alma el deseo de ver a Jesús.

El enemigo del alma siempre intentará provocar en ti la desesperanza, y como consecuencia de ésta, la indiferencia, de tal modo que tu vida parezca que está como tierra abrasada. Pero esta tierra tuya vuelve a germinar con la presencia del Espíritu de Dios, el gran Renovador de todo.

Si no tuviéramos cada día una renovación interior de nuestros sueños y deseos, caeríamos en ese pecado de la indiferencia ante la vida y sobre todo ante Dios. Por eso necesitamos al “Renovador” del interior, y hay que pedirle con insistencia: ¡Que nunca me canse de soñar, de esperar!.

Llegará el día en que Jesús, como a Zaqueo, te diga: “Baja, porque hoy quiero hospedarme en tu casa”. Y a Jesús no le importa que seas pecador o que tu vida sea de pecado. Se conmueve ante tu situación y quiere sanarla y salvarte. Basta con que tengas un poco de interés por Él. Pídeselo.

Homosexualidad y Esperanza / Autor: Asociación Médica católica EEUU

Los trabajos citados en este informe contradicen el mito de que la atracción homosexual sea genéticamente predeterminada y que no se pueda cambiar, y ofrece esperanzas para la prevención y el tratamiento

La Asociación Médica Católica (EEUU) se dedica a mantener los principios de la Fe Católica en todo lo que se relaciona con la práctica de la medicina y a promover los principios éticos Católicos en la profesión médica, incluyendo profesionales de salud mental, el clero y el público en general.

Ningún tema ha causado más revuelo en la década pasada que el de la homosexualidad, y por ello la Asociación Medica Católica Americana (AMCA) presenta el siguiente resumen y examen de la cuestión en el momento actual. Este resumen se basa en gran medida en las conclusiones de varios estudios, y pone énfasis a la consistencia de las enseñanzas de la Iglesia y de estos estudios. Es de esperar que esta revisión servirá también como instrumento de educación y de referencia para el clero Católico, los médicos, el personal de salud mental, educadores, padres, y para el público en general.

AMCA apoya las enseñanzas de la Iglesia Católica, como ha sido expuesta en la versión revisada del Catecismo de la Iglesia Católica, especialmente las enseñanzas en materia de sexualidad. "Todos los bautizados están llamados a vivir la castidad" (CIC, n.2348) "Los casados están llamados a vivir la castidad matrimonial; los demás viven la castidad en forma de continencia" (CIC 2349) "...la tradición ha afirmado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados... No pueden ser aprobados bajo ninguna circunstancia." (CIC 2333)

Es posible, con la ayuda de la Gracia de Dios, para todas la personas el vivir la castidad, incluyendo aquellos que sienten atracción homosexual, como el Cardenal George, Arzobispo de Chicago, ha expresado en lenguaje muy fuerte, en su discurso a la Asociación Nacional Diocesana Católica para el ministerio a Lesbianas y Homosexuales. "Negar que el poder de la Gracia hace que aquellos que experimentan atracción homosexual, puedan vivir la castidad, es negar, en efecto, que Jesús ha resucitado de entre los muertos" (George, 1999).

Ciertamente hay circunstancias tales como desórdenes psicológicos y experiencias traumáticas, que pueden, a veces, hacer tal castidad más difícil, y aún hay condiciones que pueden disminuir significativamente la responsabilidad individual, en casos de faltas contra la castidad. Sin embargo, tales circunstancias y condiciones, no niegan la libertad de conciencia, ni eliminan el poder de la gracia. Aunque muchos hombres y mujeres que se sienten atraídos homosexualmente, dicen que esos deseos sexuales fueron experimentados como un "hecho dado" (Chapman, 19871) esto no puede implicar una predeterminación genética o una condición inmutable. Algunos se rindieron a la atracción por personas del mismo sexo porque se les dijo que habían nacido con esa inclinación, y que era imposible cambiar el tipo de atracción sexual. Tales personas pueden creer que es fútil y sin esperanza el resistir tal atracción, de modo que abrazan la identidad gay.* Estas personas, entonces, pueden sentirse oprimidas por el hecho que la sociedad y la religión, en especial la Iglesia Católica, no acepta que tales deseos se expresen a través del acto sexual. (Schreier 19982)

Los trabajos citados en este informe contradicen el mito de que la atracción homosexual sea genéticamente predeterminada y que no se pueda cambiar, y ofrece esperanzas para la prevención y el tratamiento.

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Fuente:

Gracias por no quejarte / Enviado por Vivy

En un viaje que hice recientemente estaba sentado detrás de dos niños pequeños que no estaban nada contentos de estar en aquel avión. Sus llantos de queja llenaban la cabina.

Justo antes de despegar, una azafata se detuvo junto a ellos y les dijo con una gran sonrisa: "¿De qué se trata todo este quejido?" Luego de hacerle gracia al irritable niño de 3 años y a su hermanita por unos minutos, la azafata se inclinó y les susurró muy seriamente: "Debo recordarles que en este vuelo no se permiten las quejas."

Los pequeños se quedaron increíblemente callados. Eso hizo sentir mejor a todo el mundo. El viaje se hace muy largo cuando uno se tiene que sentar en la sección de quejas.

Estoy seguro de que Dios quisiera recordarme cada mañana que Él desea que el día de hoy sea un vuelo donde no se permiten las quejas, aunque mi tendencia natural es quejarme.

Meditación para el octavo y último día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos




Publicamos el comentario a los textos bíblicos escogidos para el octavo y último día de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el 19 de enero.

El texto forma parte de los materiales distribuidos por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias y el Consejo Pontificio para la promoción de la Unidad de los Cristianos.


DÍA OCTAVO. Orad siempre para que sean uno

Que la paz reine entre vosotros (1 Tes 5,13b)

Is 11,6-13. El lobo habitará con el cordero

Sal 122. Haya paz dentro de tus muros

1 Tes 5,13b-18. Que la paz reine entre vosotros

Jn 17,6-24. Que sean uno

Comentario

Dios desea que los seres humanos vivan entre ellos en paz. Esta paz no es simplemente una ausencia de guerra o de conflictos; el shalom querido por Dios nace de una humanidad reconciliada, de una familia humana que comparte y refleja en sí misma la paz que solo Dios puede dar. La imagen del lobo viviendo con el cordero, del león dormido cerca del cabrito, intenta ofrecernos una visión simbólica del futuro que Dios desea para nosotros. Puesto que no podemos establecer este shalom por nuestra sola voluntad, estamos llamados a ser instrumentos de la paz del Señor, artesanos de la obra divina de la reconciliació n. La paz, como la unidad, es un don y una llamada.

La oración de Jesús por la unidad de sus discípulos no era ni una orden ni una petición, sino una invocación dirigida al Padre en la víspera de su muerte. Es una oración que surge de lo más profundo de su corazón y de su misión, en el momento en el que prepara a sus discípulos para el tiempo futuro: Padre, que sean uno.

Mientras celebramos el centenario de la Semana de Oración por la unidad y recordamos todas las aspiraciones, oraciones e iniciativas en la búsqueda de la unidad de los cristianos suscitadas durante siglos, es conveniente hacer balance de los pasos que hemos realizado hasta ahora, guiados por el Espíritu Santo. Para nosotros es ocasión de dar gracias por los numerosos frutos que nos ha dado la oración por la unidad. En muchos lugares, la animosidad y los malentendidos han cedido su lugar al respeto y la amistad entre los cristianos y sus distintas comunidades. Sucede a menudo que cristianos que se reúnen para rezar juntos por la unidad dan a continuación un testimonio común del Evangelio a través de acciones concretas y trabajando codo a codo al servicio de los más necesitados. El diálogo permitió construir puentes de comprensión recíproca y solucionar desacuerdos doctrinales que nos dividían.

No obstante, el momento presente deberá ser también para nosotros un tiempo de arrepentimiento, ya que nuestras divisiones están en contradicción con la oración de Cristo por la unidad y con el mandato de Pablo de vivir en paz entre nosotros. Actualmente, los cristianos están abiertamente en desacuerdo sobre distintos temas: más allá de las diferencias doctrinales que nos separan aún, tenemos a menudo posiciones divergentes sobre cuestiones de moral y ética, sobre la guerra y la paz, sobre problemas de actualidad que necesitan un testimonio común. Debido a nuestras divisiones internas y a los conflictos entre nosotros, no estamos en condiciones de responder a la noble vocación de ser signos e instrumentos de la unidad y de la paz queridos por Dios.

¿Qué decir entonces? Tenemos razones para alegrarnos pero también para estar tristes. Damos gracias, en este centenario, por las últimas generaciones que se consagraron generosamente al servicio de la reconciliació n; renovemos hoy nuestro compromiso de ser artífices de la unidad y de la paz queridas por Cristo. Finalmente, este momento particular nos ofrece la ocasión de reflexionar de nuevo sobre lo que significa orar sin cesar, a través de nuestras palabras y nuestras acciones, a través de la vida de nuestras Iglesias.

Oración

Señor, haz que seamos uno: uno en nuestras palabras para que te dirijamos una oración humilde y común; uno en nuestro deseo y en nuestra búsqueda de la justicia; uno en el amor, para servirte en el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas; uno en la espera de ver tu rostro. Señor, haz que seamos uno en ti. Amén.

«Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla» / Autor: Benedicto XVI

Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2008

Publicamos el mensaje que ha escrito Benedicto XVI con motivo de la XLII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará el 4 de mayo de 2008 en torno al tema: «Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla».

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Queridos hermanos y hermanas


1. El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, «Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla», señala la importancia del papel que estos instrumentos tienen en la vida de las personas y de la sociedad. En efecto, no existe ámbito de la experiencia humana -más aún si consideramos el amplio fenómeno de la globalización- en el que los medios no se hayan convertido en parte constitutiva de las relaciones interpersonales y de los procesos sociales, económicos, políticos y religiosos. A ese respecto escribía en mi Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del pasado 1 de enero: «los medios de comunicación social, por las potencialidades educativas de que disponen, tienen una responsabilidad especial en la promoción del respeto por la familia, en ilustrar sus esperanzas y derechos, en resaltar su belleza» (n.5).

2. Gracias a una vertiginosa evolución tecnológica, estos medios han logrado potencialidades extraordinarias, lo cual plantea al mismo tiempo nuevos e inéditos interrogantes. Es innegable la aportación que pueden dar al flujo de noticias, al conocimiento de los hechos y a la difusión del saber. Han contribuido de manera decisiva, por ejemplo, a la alfabetización y la socialización, como también al desarrollo de la democracia y al diálogo entre los pueblos. Sin su aportación sería realmente difícil favorecer y mejorar la comprensión entre las naciones, dar alcance universal a los diálogos de paz, garantizar al hombre el bien primario de la información, asegurando a la vez la libre circulación del pensamiento, en orden sobre todo a los ideales de solidaridad y justicia social. Ciertamente, los medios en su conjunto no solamente son medios para la difusión de las ideas, sino que pueden y deben ser también instrumentos al servicio de un mundo más justo y solidario. No obstante, existe el riesgo de que en vez de ello se transformen en sistemas dedicados a someter al hombre a lógicas dictadas por los intereses dominantes del momento. Éste es el caso de una comunicación usada para fines ideológicos o para la venta de bienes de consumo mediante una publicidad obsesiva. Con el pretexto de representar la realidad, se tiende de hecho a legitimar e imponer modelos distorsionados de vida personal, familiar o social. Además, para ampliar la audiencia, la llamada audience, a veces no se duda en recurrir a la trasgresión, la vulgaridad y la violencia. Puede suceder también que a través de los medios se propongan y sostengan modelos de desarrollo que, en vez de disminuir el abismo tecnológico entre los países pobres y los ricos, lo aumentan.

3. La humanidad se encuentra hoy ante una encrucijada. También para los medios es válido lo que escribí en la Encíclica Spe salvi sobre la ambigüedad del progreso, que ofrece posibilidades inéditas para el bien, pero abre al mismo tiempo enormes posibilidades de mal que antes no existían (cf. n.22). Por lo tanto, es necesario preguntarse si es sensato dejar que los medios de comunicación se subordinen a un protagonismo indiscriminado o que acaben en manos de quien se vale de ellos para manipular las conciencias. ¿No se debería más bien hacer esfuerzos para que permanezcan al servicio de la persona y del bien común, y favorezcan «la formación ética del hombre, el crecimiento del hombre interior»? (cf. ibíd.). Su extraordinaria incidencia en la vida de las personas y de la sociedad es un dato ampliamente reconocido, pero hay que tomar conciencia del viraje, diría incluso del cambio de rol que los medios están afrontando. Hoy, de manera cada vez más marcada, la comunicación parece tener en ocasiones la pretensión no sólo de representar la realidad, sino de determinarla gracias al poder y la fuerza de sugestión que posee. Se constata, por ejemplo, que sobre algunos acontecimientos los medios no se utilizan para una adecuada función de informadores, sino para «crear» los eventos mismos. Este arriesgado cambio en su papel es percibido con preocupación por muchos Pastores. Justamente porque se trata de realidades que inciden profundamente en todas las dimensiones de la vida humana (moral, intelectual, religiosa, relacional, afectiva, cultural), poniendo en juego el bien de la persona, es necesario reafirmar que no todo lo que es técnicamente posible es también éticamente realizable. El impacto de los medios de comunicación en la vida de las personas contemporáneas plantea, por lo tanto, interrogantes ineludibles y espera decisiones y respuestas inaplazables.

4. El papel que los medios de comunicación han adquirido en la sociedad debe ser considerado como parte integrante de la cuestión antropológica, que se plantea como un desafío crucial del tercer milenio. De manera similar a lo que sucede en el campo de la vida humana, del matrimonio y la familia, y en el ámbito de los grandes temas contemporáneos sobre la paz, la justicia y la tutela de la creación, también en el sector de la comunicación social están en juego dimensiones constitutivas del ser humano y su verdad. Cuando la comunicación pierde las raíces éticas y elude el control social, termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano, y corre el riesgo de incidir negativamente sobre su conciencia y sus opciones, condicionando así la libertad y la vida misma de las personas. Precisamente por eso es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad. Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una «info-ética», así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida.

5. Se ha de evitar que los medios se conviertan en megáfono del materialismo económico y del relativismo ético, verdaderas plagas de nuestro tiempo. Por el contrario, pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad sobre el hombre defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla. Se puede decir incluso que la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la más alta vocación de la comunicación social. Utilizar para este fin todos los lenguajes, cada vez más bellos y refinados, de los que los medios disponen, es una tarea entusiasmante confiada, en primer lugar, a los responsables y operadores del sector. Es una tarea que, sin embargo, nos corresponde en cierto modo a todos, porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de la comunicación social. Los nuevos medios, en particular la telefonía e Internet, están modificando el rostro mismo de la comunicación y tal vez ésta es una maravillosa ocasión para rediseñarlo y hacer más visibles, como decía mi venerado predecesor Juan Pablo II, las líneas esenciales e irrenunciables de la verdad sobre la persona humana (cf. Carta ap. El rápido desarrollo, 10).

6. El hombre tiene sed de verdad, busca la verdad; así lo demuestran también la atención y el éxito que tienen tantos productos editoriales y programas de ficción de calidad en los que se reconocen y son adecuadamente representadas la verdad, la belleza y la grandeza de la persona, incluyendo su dimensión religiosa. Jesús dijo: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8,32). La verdad que nos hace libres es Cristo, porque sólo Él puede responder plenamente a la sed de vida y de amor que existe en el corazón humano. Quien lo ha encontrado y se apasiona por su mensaje, experimenta el deseo incontenible de compartir y comunicar esta verdad: «Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos -escribe San Juan-, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de Vida [...], os lo anunciamos para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestra alegría sea completa» (1 Jn 1, 1-3).

Invoquemos al Espíritu Santo para que no falten comunicadores valerosos y testigos auténticos de la verdad que, fieles al mandato de Cristo y apasionados por el mensaje de la fe, «se hagan intérpretes de las actuales exigencias culturales, comprometiéndose a vivir esta época de la comunicación no como tiempo de alienación y extravío, sino como un tiempo oportuno para la búsqueda de la verdad y el desarrollo de la comunión entre las personas y los pueblos» (Juan Pablo II, Discurso al Congreso Parábolas mediáticas, 9 noviembre 2002, 2).

Con estos deseos os imparto con afecto mi bendición.

Vaticano, 24 de enero 2008, Fiesta de San Francisco de Sales.



BENEDICTUS PP. XVI

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[Traducción distribuida por la Santa Sede

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]

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