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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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miércoles, 11 de junio de 2008

El Carisma de Sabiduría / Autor: Neil Velez

La Sabiduría de Dios, el Pensamiento y la Palabra eterna del Padre.

Adorar la Sabiduría de Dios, e implorarle que nos conceda conocer el misterio del Padre y que nos ilumine para acertar en la vida, es una urgencia para todos los creyentes.

Identificar a Jesucristo con la sabiduría Divina fue un caminar progresivo en la compresión de la revelación. Antiguamente los israelitas llamaban “sabiduría” al discernimiento [1 R 3,9). Luego para subrayar su importancia, la compararon con la mujer amada, con la madre bondadosa, con la esposa

También los antiguos vieron en el espíritu de sabiduría un don del Espíritu de Yahvé que caracterizaría al Mesías
[Is 11,2].

Este don, que después fue estudiado como el primero de los dones del Espíritu Santo, posibilita “saborear” las cosas de Dios, y juzgarlo todo, a partir no solamente del conocimiento intelectual de Dios, sino de una relación experimental y amorosa con Él.

Conocer el misterio divino produce un gusto especial. Es sabroso, tiene buen gusto estudiar la Palabra divina, aficionarse por ella, experimentarla y vivirla. Eso es lo que significa la palabra “sabiduría”.

El hombre queda como embelezado al contemplar el abismo de la Sabiduría Divina. “Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios”, exclama Pablo [Romanos 11,33]; en el Misterio de Dios están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia [Col 2,3], y Dios los hace conocer por medio del Espíritu [1 Cor 2,10].

Un carisma de Enseñanza

En la primera carta de San Pablo a los Corintios, al enumerar los carisma concedidos ala Iglesia, se menciona en primer lugar, y por lo tanto con subraya importancia, ía [1 Cor 12,8].

Precisar exactamente en qué consiste este carisma no es fácil. Algunos lo identifican con el don de la sabiduría, a que acabamos de aludir, pero la mayoría de los exegetas piensan que la Palabra de Sabiduría es el carisma que permite expresarse con facilidad acerca de las verdades de la fe, y enseñarlas a quienes deseen instruirse en ellas.

Los dones de Dios son para beneficio de la Iglesia. Es posible que el conocimiento de los misterios divinos aproveche sólo a quien lo tiene, pero normalmente habrá de servir a toda la comunidad, mediante una enseñanza correcta y pedagógica.

La Palabra de Sabiduría asegura la formación de los cristianos ya avanzados.

La Palabra, fruto de la acción del Espíritu, es la que posibilita la correcta presentación de la enseñanza teológica, de la catequesis avanzada, de los cursos de crecimiento.

Sería, pues, la palabra de sabiduría un carisma de enseñanza para cristianos maduros, que han pasado por las primeras etapas de conocimiento “perfecto” [1 Cor 10,20; Col 1,28; 4,12; Fil 3,15; Hb 5,11-6,8].

Así dice San Pablo. “Hablamos de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría de este mundo, ni de los príncipes de este mundo, abocados a la ruina; sino que hablemos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra” [1 Cor 2,6-7].

Este carisma caracterizaría los ministerios de la enseñanza y exhortación de que habla la carta a los [Rom 12,7-8].

Las cartas de San Pablo fueron escritas con sabiduría. El apóstol enseño el misterio de Dios a las comunidades que fundo y a toda la Iglesia, según la sabiduría que le fue otorgada [2 Pe 3,15]. Con razón, pues, el apóstol podía invitar a sus discípulos a que se exhortasen con toda sabiduría [Col 3,16].

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Fuente: Misioneros de Jesus

sábado, 7 de junio de 2008

Cómo evitar otra crisis de abusos sexuales / Autor: Karna Swanson

Entrevista con Phil Scrofani, psicólogo
ARLINGTON, (
ZENIT.org).- El mejor enfoque para prevenir otra crisis de abusos sexuales en la Iglesia es evitar que candidatos con tendencias a la pedofilia lleguen a ser sacerdotes afirma el psicólogo Phil Scrofani.
Scrofani es doctor en Psicología y director de práctica clínica en el Instituto de Ciencias Psicológicas, una escuela universitaria católica de Psicología en Arlington, Virginia.


Será ponente en el seminario "Psicología al servicio del Ministerio Pastoral", organizado por el Instituto de Ciencias Psicológicas y patrocinado en colaboración con el Instituto Sacerdos.
El seminario, que tendrá lugar del 11 al 15 de agosto en Bethesda, Maryland, tratará la necesidad de pericia psicológica cuando se trabaja con candidatos al sacerdocio. Scrofani dirigirá una conferencia de un día titulada "Discernir problemas psicológicos: Un Seminario para sacerdotes".

En esta entrevista concedida a Zenit, Scrofani comenta la crisis de abusos sexuales en la Iglesia, así como el papel de la Psicología en el proceso de escrutinio de candidatos al sacerdocio.

--Durante el viaje de Benedicto XVI a Estados Unidos en abril, el Papa habló sobre la crisis de abusos sexuales en la que más de cuatro mil sacerdotes estadounidenses han sido acusados de abusar de menores desde 1950. El Santo Padre hizo un compromiso de mantener a los pedófilos fuera del sacerdocio, y añadió que era más importante tener buenos sacerdotes que muchos sacerdotes. ¿Qué puede hacer la Iglesia para que esto suceda?

--Scrofani: Muchos seminarios han dado ya grandes pasos a este respecto instituyendo procedimientos formales para hacer escrutinios psicológicos a los solicitantes de los seminarios. Por supuesto, los escrutinios se hicieron en el pasado para identificar a individuos que podían tener impedimentos psicológicos que podían cercenar su capacidad de completar el seminario y ulteriormente responder a las muy complejas exigencias del sacerdocio. Lamentablemente, el proceso de escrutinio no era en muchos casos muy completo y se hizo menos esfuerzo en identificar a la gente que podía ser proclive a una visión torcida de la sexualidad humana.

Actualmente, muchos seminarios están utilizando psicólogos que tienen mayor experiencia en el escrutinio psicológico para el sacerdocio. Los escrutadores tienden a usar una más completa batería de tests psicológicos y están más centrados en temas de la historia y presentación del solicitante que indican madurez psicosexual. El papel de una historia evolutiva cuidadosamente compilada no puede ser excesivamente enfatizado y es también importante obtener otras impresiones sobre el solicitante de la gente que le conoce bien.

Los seminarios también necesitan revisar continuamente sus impresiones de un seminarista mientras se dirige a su proceso preparatorio, tratando cualquier tema que pueda preocupar respecto a su habilidad de relacionarse con los demás y sus rasgos de carácter.
De importancia suprema para todos los interesados es la necesidad de una clara comprensión de la persona humana que sea coherente con la doctrina de la Iglesia, especialmente respecto al papel de la sexualidad. No hay espacio para las componendas a este respecto, dado que una actitud laxa respecto a la castidad y las inclinaciones sexuales en el pasado ha contribuido en parte a la crisis.

--¿Cuáles son los principales elementos para tratar a un sacerdote que ha abusado sexualmente de menores?

--Scrofani: Tratar a quienes tienen una historia de abuso sexual de menores es difícil y a menudo inefectivo. El índice de recidiva es muy alto en esta población y los perpetradores también tienden a estar lastrados por otras condiciones psicológicas malsanas como abuso de sustancias, alcoholismo, depresión y diversos desórdenes de personalidad. El mejor enfoque es escrutar cuidadosamente y la prevención en primer lugar.

--El Papa dijo que en muchos casos la crisis estuvo "mal manejada". Desde un punto de vista psicológico, ¿qué debería haber hecho la Iglesia y qué puede hacer en el futuro para ayudar a las víctimas a confiar de nuevo en la Iglesia en su clero?

--Scrofani: La Iglesia está ahora intentando tomar medidas agresivas para tratar este gran problema. Muchas de las pasadas tragedias podrían haber sido evitadas o al menos cortadas si se hubiera emprendido una acción más agresiva. La Iglesia debe ahora tener una postura de tolerancia cero hacia cualquier forma de explotación de la juventud.
Debería haber entrenamiento formal tanto para el clero como para los feligreses adultos sobre una base regular, basada en los principios defendidos por la Iglesia. La conducta "de riesgo", o conducta que tan siquiera crea la impresión de impropiedad, debería ser cuidadosamente señalada junto con claras líneas de denuncia.

Las antiguas víctimas que están deseando unirse al esfuerzo de hacer de la Iglesia un lugar seguro para los niños de nuevo pueden ser una fuente inestimable de información sobre cómo su vulnerabilidad fue explotada. Se deberían usar expertos clínicos orientados por la investigación para ayudar a organizar reuniones de información. Clero, feligreses y ex víctimas deberían colaborar para desarrollar procedimientos de prevención.

La jerarquía de la Iglesia debería estar visiblemente y en gran medida implicada en el proceso y la presencia del Santo Padre debería sentirse a lo largo de toda la Iglesia en este tema.

--¿Qué más debe realizar el Papa en el proceso de curación de las víctimas y de la Iglesia de Estados Unidos? ¿Está la Iglesia preparada para superar esta crisis?

--Scrofani: Parece que este Papa y el Papa Juan Pablo II dieron valientes primeros pasos hacia la corrección de esta tragedia. Hay que continuar el trabajo hasta el punto en el que las víctimas y sus organizaciones se sientan más satisfechas con las medidas.

Como ya he dicho, aquellas víctimas que deseen realizar un impacto genuinamente positivo en estos esfuerzos pueden ser una fuente valiosa de información y comprensión.

--En una conferencia este verano sobre el papel de la Psicología en la formación de sacerdotes y religioso, usted habló de cómo discernir los problemas psicológicos. ¿Pueden los sacerdotes y religiosos con trastornos de personalidad tener éxito en su vocación?

--Scrofani: Técnicamente, los trastornos de personalidad son clasificados como categorías de diagnóstico de buena fe y por lo tanto cualificados como condicionamientos psicológicos formales, o más tradicionalmente, formas de enfermedad mental. Son más difíciles de identificar que otros condicionamientos mentales como trastornos de ansiedad, depresión o enfermedades mentales mayores como esquizofrenia y trastornos bipolares. Se debe a que usualmente afectan a cómo la gente se comporta con las relaciones en gran amplitud y esto requiere tiempo.

Cualquier trastorno de personalidad en su forma más severa debería ser un problema para una persona confrontada a los desafíos de la vida del seminario y sacerdocio. Ciertos tipos de trastornos de personalidad son muy problemáticos incluso en una forma suave o moderada y son una causa para descartar a un solicitante. Esto debería incluir condicionamientos como una personalidad antisocial, personalidad paranoide, esquizoide y personalidad esquizotípica. Otros trastornos de personalidad en la categoría dramática, como personalidad narcisista y personalidad histriónica tienen probabilidad de representar grandes problemas.

Es posible que personas con formas muy benignas de personalidad huidiza, personalidad dependiente y personalidad obsesiva compulsiva podrían ajustarse a los rigores de algunas órdenes religiosas o incluso la vida diocesana, pero la comunidad
o la jerarquía tendrían que hacer un compromiso de tratamiento de apoyo para estas personas y suplir sus áreas de vulnerabilidad o actuaciones de riesgo. Esto a menudo no es posible.

Aunque la Iglesia debe ser prudente en su selección de personas para la vida religiosa, no estamos en ningún modo deduciendo que estas personas con enfermedades mentales o condicionamientos psicológicos no puedan ser como laicos notablemente santos seguidores de Cristo, e incluso santamente.

--¿Cuál es el papel de los psicólogos en las evaluaciones vocacionales? ¿Qué clase de perfil psicológico debería tender a ser asociado con ulteriores problemas?

--Scrofani: Los psicólogos son cruciales en el proceso de escrutinio. Ponen sobre la mesa habilidades entrevistadoras y de examen psicológico cuando se evalúa a los solicitantes.

Generalmente hablando, cualquier condicionamiento psicológico grande es un problema en la selección. Los rasgos que coinciden con categorías de trastornos de personalidad requieren más deliberación y juicio.
Para más información en la red: "Psychology Serving Pastoral Ministry":
http://ipsciences.edu

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Traducido del inglés por Nieves San Martín

lunes, 25 de febrero de 2008

Centro de Orientación para la vocación contemplativa: empieza a discernir tu llamada desde casa

Los primeros contactos se realizan por internet

Esta iniciativa partió de las comunidades de vida contemplativa de León con el apoyo y bajo la dirección del obispo de la diócesis D. Julián López..


El objetivo era crear un Centro para orientar, acompañar y ayudar a discernir a las jóvenes con inquietudes vocacionales hacia la vida contemplativa.

Dejando de lado intereses personales, esta iniciativa intercongregacional pretende ofrecer un servicio eclesial donde las jóvenes puedan conocer y experimentar nuestros diferentes carismas contemplativos: Agustinas Recoletas, Benedictinas, Carmelitas Descalzas, Cistercienses, Clarisas, Concepcionistas y Jerónimas.

Mediante el correo electrónico y un “blog” creado, las interesadas inician un primer diálogo desde sus lugares de residencia y trabajo sin ningún tipo de compromiso y totalmente confidencial. Posteriormente, y si lo desean, pueden tener un contacto personal con el Centro.

En este sentido tenemos previsto la posibilidad de convivir durante un tiempo con nosotras el ritmo comunitario de oración y trabajo en el que se les da la oportunidad de una mayor profundización y conocimiento de aquellos valores que desean desarrollar: la oración, el silencio, la adoración, alabanza, la vida comunitaria...

Otra actividad importante del Centro es la organización de cursos para formarnos en este campo del acompañamiento.

Creemos que esta iniciativa puede contribuir a dar cauce a las llamadas que Dios sigue haciendo a nuestros jóvenes

Muchas gracias a todos los que nos apoyáis con la oración y la difusión de esta iniciativa.

Correo electrónico: vocacioncontemplativaleon@gmail.com
“Blog”: http://vocacioncontemplativa.blogspot.com/

lunes, 11 de febrero de 2008

Once frutos de la oración por los enfermos / Autor: Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo

Cuando se menciona hoy el ministerio de curación corporal como elemento valioso e integral de la pastoral se ponen los gritos en el cielo.

Por experiencia personal sé que si uno trabaja pastoralmente en este campo se expone a incomprensiones, críticas y burlas. Pero tengo que afirmar también que este ministerio le acerca a uno a sus hermanos de una manera especial y es fuente de compensaciones insospechadas. Lo único que lamento es haber descubierto tan tarde la importancia y la riqueza de este ministerio al que Jesús dedicó tanto tiempo y con tanto amor. Muchas de las prevenciones que se tienen contra este ministerio se deben a falta de buena información.

Se tiene, por ejemplo, la idea errónea de que curación y milagro son casi sinónimos. Por eso llaman milagreros a quienes ejercen este ministerio. Sin embargo, se trata de cosas muy distintas, pues aunque una curación pueda ser milagrosa, esto será la excepción. San Pablo distingue en la enumeración que hace de los carismas entre curaciones y milagros (1 Cor 12,9). La misma distinción encontramos en Hechos 4,30.

Otros creen que ejercer el ministerio de sanidad corporal es propio de santos. Olvidan que el ejercicio de cualquier carisma puede darse en personas que estén en pecado, y que lo que muestra la santidad de una persona es el amor con que ejerza los carismas. Judas y Caifás ejercieron carismas, a pesar de lo que eran, y nosotros los sacerdotes podemos estar en pecado y consagrar válidamente en virtud del carisma que recibimos el día de nuestra Ordenación.

Otros toman una posición muy cómoda para no ejercer el carisma de sanidad y es la de afirmar que para eso están los médicos y las medicinas modernas. Pero cuántas personas carecen por pobreza de estos recursos, y cuántas enfermedades son incurables. La oración por curación no excluye ni la visita al médico ni el uso de medicamentos, quien pueda disponer de estos recursos debe hacerlo; pero en estos casos no sobra la oración, pues ésta puede ayudar para que el médico acierte mejor el diagnóstico y en la formulación de la droga mejor y para que ésta obre con mayor eficacia. (La lectura del capítulo 38 del Eclesiástico da mucha luz sobre este punto).

Tampoco hay que esperar resultados inmediatos cuando se ora por un enfermo. A nosotros nos toca solamente orar y dejar al Señor el resultado. Generalmente la salud se recupera mediante un proceso que puede ser muy largo pero que es muy útil para que el enfermo vaya conociendo mejor al Señor y vaya mejorando sus relaciones con Dios.

Otros sacerdotes dicen que para este fin tenemos el Sacramento de la Unción de los enfermos y que lo demás sobra; no tienen en cuenta que la Renovación Carismática Católica da gran importancia a este sacramento. Además, hay muchos casos de enfermedad que no permiten la administración del Sacramento pero sí el Ministerio de Sanidad por la Oración.

FRUTOS DEL MINISTERIO DE SANACIÓN

1- Experiencia del Amor de Cristo


El gran valor pastoral de este ministerio de sanidad consiste en la experiencia que reciben los enfermos del amor de Cristo que aparece de manera concreta en su compasión por los que sufren. Cuando uno ora al Señor por un enfermo y con él, siempre hay una manifestación de paz y alegría en él, aunque no se dé ningún cambio aparente en el estado de su salud.

Con este ministerio la gente comprende mejor la realidad de un Jesús vivo que es el mismo siempre y que ahora hace por ministerio de la Iglesia todo lo que aparece en el Evangelio.

Muchos que han oído decir frecuentemente que "Dios es amor", sienten por primera vez la realidad de ese amor paternal cuando alguien implora de Él la salud para uno de sus hijos y éste la obtiene, sea de una manera total o al menos parcial.

Hablamos mucho en teoría del amor de Dios, pero nos da miedo hablar de su experiencia. Y ¿cómo vamos a predicar con fuerza el amor de Dios si no hacemos nada para que un enfermo lo palpe?

Lo que hallo más interesante en el Ministerio de Sanación es este aspecto pastoral del encuentro real de los enfermos con el poder y el amor del Señor. Más aún, si no fuera por este aspecto, yo no hallaría mucha razón de ser en esta tarea. Mientras no se descubra este aspecto, que es primordial, no se comprenderá ni se valorará debidamente la oración por la curación de los enfermos.

Cuando leemos el Santo Evangelio, vemos cómo un endemoniado, una vez liberado por Jesús, quiere acompañarlo (Mc 5, 18). Como la suegra de Pedro, una vez curada de su calentura, inmediatamente se pone a servir a Jesús (Mc 1,30). Era la reacción lógica de quienes habían experimentado la caridad del Señor y querían corresponder a ella con demostraciones concretas de gratitud..

2- Anestesia divina

Así llama un autor el fruto de la oración en algunos enfermos. No se curan, pero desaparecen o disminuyen los dolores. Estas personas reciben un gran alivio con la oración que se hace por su curación, y pueden alabar mucho al Señor y desempeñar sus deberes o parte de ellos.

La fuente de la sanación es el amor. Cuando nos acercamos con compasión verdadera a un enfermo él siente esa corriente de amor del Señor en su ser y los dolores disminuyen o desaparecen. Las madres saben esto por intuición y por eso con sus caricias quitan tantos dolores del cuerpo de sus pequeños enfermos.

3- Que el médico descubra la causa de la enfermedad y acierte en el tratamiento

No pocas veces esa es la respuesta de la oración que se hace por un enfermo. El Señor es el autor del hombre, de la Ciencia y de las medicinas. Cuando Él lo quiere, da su respuesta a través de estos medios naturales que deben ser tenidos por todos en alto aprecio.

Recuerdo el caso de una señorita que había estado sometida a minuciosos exámenes y a largo tratamientos sin curarse de unos cólicos muy fuertes. Al día siguiente de una oración por su salud, se hizo tomar una nueva radiografía ordenada por el especialista y éste al estudiarla descubrió inmediatamente la causa de la dolencia y dijo que nunca había visto una radiografía tan bien tomada. Casualidad dirán algunos. Respuesta amorosa del Señor decimos quienes creemos en su amor y en su Providencia adorable y paternal.

Parecido resultado de la oración es a veces el que un paciente ha rechazado una intervención quirúrgica por miedo y con distintas excusas, reciba el valor necesario para someterse a ella y ésta tenga pleno éxito.

4- Discernir que en algún caso lo prioritario es una sanación interior, no corporal

Puesto que más del 80% de las enfermedades son psicosomáticas, hay que buscar ante todo, la sanación interior de la causa que origina la dolencia corporal. Para conocer esto en casos especiales se necesita más claridad y ésta es el fruto de la oración.

En el ejercicio de este Ministerio aparece a cada paso la acción maravillosa del Espíritu de verdad que conduce sabiamente a quienes confían sobre todo en su luz y en su amor.

Con el carisma del discernimiento se consigue en determinados momentos la claridad que, de manera distinta, no habría aparecido.

Sobra advertir que en estos casos habrá que orar primero por la sanación interior y dejar la física para el segundo lugar.

También aparecerá a veces que hay en el enfermo resentimientos profundos y falta de perdón y que a causa de esto no es escuchada su oración por la curación. Con esta visión se procede entonces a pedir al Señor su amor para con él poder perdonar y suprimir así el obstáculo.

5- Liberación de un hábito nocivo

Muchas enfermedades pulmonares, gástricas, bronquiales, etc,,, son el resultado del exceso en el uso del cigarrillo, el alcohol, la droga, etc...

Las personas son prisioneras de esos hábitos y se sienten incapaces de dejarlos. Será inútil orar por la sanación de tales enfermedades mientras subsista la causa de ellas.

La oración en estos casos tiene que buscar, ante todo, la liberación de esa adicción o de ese hábito. Y se consigue cuando se ora con fe y perseverancia y cuando el enfermo añade a la oración humilde el deseo sincero de corregirse y toma para ello las medidas que estén a su alcance. Quizás no nos hemos detenido a reflexionar sobre la necesidad y sobre las posibilidades de esta clase de oración.

Quienes tienen experiencia en esta clase de oración pueden aportar experiencias admirables. Lo que sucede es que frente a nuestra voluntad débil e inconstante tenemos el poder del Espíritu, pero contamos muy poco con él. Su acción quiere llegar a todas las áreas de nuestra persona y una de las más importantes es la de nuestra voluntad tan debilitada por el pecado y por los malos hábitos. Aprendamos a iniciar muchas de nuestras oraciones con el lenguaje de la Iglesia: "Señor, fuerza de los que en ti esperan...".

6- Visión para organizar mejor la vida y tener así mejor salud

La causa de malestares y aún enfermedades en muchos es la falta de organización y orden en el desenvolvimiento de sus ocupaciones y de la debida distribución del tiempo. Aún muchos apóstoles sucumben pronto agobiados por el trabajo debido a esta circunstancia.

Hay personas que se encuentran en situaciones más difíciles y que exigen de ellas un trabajo agobiador. Otras se entregan sin necesidad a un activismo exagerado, expresión a veces de situaciones psicológicas anormales. Unos creen falsamente que a Dios le agrada únicamente el trabajo y que el descanso es, al menos, imperfecto.

Otros son incapaces de decir no y se entregan al servicio hasta quedar extenuados e incapacitados durante un tiempo para continuar ayudando a los demás con su ministerio. No pocos creen que tienen que llevar sobre sus hombros todo el peso de la humanidad y pronto caen sin fuerzas.

La oración, la docilidad al Espíritu que muchas veces nos habla a través de personas y de acontecimientos, pueden darnos la luz oportuna para distribuir mejor el tiempo, para actuar de esta o de aquella manera y para proceder en cada circunstancia como el Señor quiere que lo hagamos.

Somos seres racionales y el Señor quiere que obremos como tales. Él nos da su luz para ver con claridad: si se la pedimos con humildad y con confianza de hijos.

7- Solución de un problema que influye en nuestra salud

Las preocupaciones y los problemas cuando son graves y persistentes nos ponen tensos y terminan por afectar nuestra salud. Mientras no encontremos la solución adecuada o mientras no obtengamos la paz y la fuerza del Señor para llevar la cruz con tranquilidad, no sanaremos físicamente, sino que el mal crecerá.

La oración consigue esta gracia y nos sana indirectamente. Aprendemos cuando oramos a "lanzar nuestras preocupaciones en el Corazón amorosísimo del Señor y Él nos reconforta". Entendemos entonces el valor de la palabra de Dios cuando nos dice: "Encomienda tu camino al Señor, confía en Él y Él actuará" (Salmo 36).

"Confiad al Señor todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros" (1 Pe 5,7)

"Por eso os digo: no andéis preocupados por vuestra vida" (Mt 6,25).

Cuando la oración por sanación consiga la paz, la confianza en el Señor y la seguridad en su amor, entonces vendrá la recuperación corporal como resultado necesario.

En los Grupos de Oración encuentran muchos la solución de diversos problemas que los tienen agobiados y enfermos, pues la oración unánime de varios tiene una fuerza especial delante del Señor y consigue más de lo que creemos.

8- Mejoría progresiva

En muchos casos, principalmente cuando se trata de enfermedades graves o crónicas, el fruto de la oración no es la curación total e inmediata, sino el comienzo de una recuperación que avanzará en la medida en que perseveremos en la oración. Esta mejoría, más o menos apreciable, es la primera respuesta del señor y encierra una invitación a perseverar en la oración.

La paciencia y la fidelidad en la oración son necesarios en este ministerio de curación. Quienes deseen conseguir efectos inmediatos y extraordinarios sufrirán muy pronto una gran decepción.

Debemos creer en el amor y en el poder del Señor, pero también en su sabiduría que conoce qué es lo que más conviene a su gloria y a la persona por quien oramos. Él es el señor y nosotros somos sus siervos.

Entre las causas que explican el lento proceso de la curación que aparece frecuentemente está nuestra debilidad y limitación como instrumentos del Señor. Esto debemos admitirlo con humildad, pero sin angustia. Podemos estrechar nuestra unión con Jesús y recibir más poder de su Espíritu, así nuestro ministerio tendrá más eficacia.

9- Curación inmediata y total

En este ministerio de sanación encontramos casos verdaderamente admirables y aún extraordinarios. El Señor obra a veces a través de nosotros de una manera especial, sea por la gran fe del enfermo, sea por la mucha oración que se ha efectuado, o porque en un caso particular quiere demostrar de manera más patente su amor y su poder infinitos.

Cuando empezamos a orar por un enfermo, nunca sabemos qué le acontecerá. Este ministerio está lleno de misterios y también de sorpresas. Estamos viendo cómo actualmente aparecen curaciones inmediatas de graves enfermedades como cáncer, leucemia, soplos cardíacos, asmas, etc...

Esto aparece muy claro para quien tiene fe en el poder y en el amor del Señor y está convencido de que Él es el Amo de la vida y de la muerte y que "se le ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra" (Mat 28, 18)

Al orar por los enfermos entreguémonos con humildad y confianza a la acción del Espíritu y dejemos que Él actúe en cada caso como quiera. A nosotros nos corresponde solamente orar. El resultado depende del Señor. Suyo es el Reino, suyo el poder y la gloria.


10- Fortalecimiento mental y físico

Fruto también del ministerio de oración por sanación es recibir más salud mental y corporal, lo mismo que la conservación de la misma. En la oración que recita el sacerdote antes de comulgar pide que el cuerpo y la sangre de Cristo que va a recibir le sirvan de "defensa para el alma y el cuerpo" y se conviertan en remedio de salvación.

Agnes Sanford, en su libro Healing Light aconseja que nos pongamos en oración y le pidamos al Señor que su vida recorra cada parte de nuestro organismo, la reanime, la fortalezca y la sane si está enferma. Esta súplica estará acompañada de una visualización de la acción del Señor en cada parte del cuerpo y de una profunda acción de gracias por el amor infinito que nos tiene.

Nuestra oración tiene que pedir, antes de todo, la santificación y el crecimiento espiritual, pero debe incluir también nuestra fortaleza y salud corporales que constituyen también un gran bien y deben ser tenidas en alta estima.

11- Apresurar el descanso de la muerte

Más de una vez al orar por un enfermo que está penando mucho, el resultado es que éste muere pronto y con gran paz. ¿No es éste un fruto maravilloso del ministerio de sanación? ¿No constituye un gran beneficio para quienes tienen que asistirlo?

Nunca sabemos cuál va a ser la respuesta del Señor a nuestra oración. De lo que sí estamos seguros es de que la única oración que se pierde es la que no se hace.


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Extracto del librito de Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo Pastoral Renovada, Librería Parroquial de Clavería, México.

jueves, 31 de enero de 2008

Godspeed - La llamada de Dios / La pelicula

Una película que relata el discernimiento de la vocación de un joven español, Diego Lalanda, que recuerda aquel verano en el que conoció el sentido de su vida. Con la ayuda del párroco del pueblo, el Padre Jaime, y rodeado de sus amigos Luis y Rafa, Diego descubre su vocación sacerdotal.

PARTE 1

PARTE 2

PARTE 3

PARTE 4

PARTE 5