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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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sábado, 4 de junio de 2011

¿Por qué te glorías del mal? / Por Conchi Vaquero

Meditación en vídeo grabada en directo

4 de junio de 2011.-Conchi Vaquero Callejas, laica casada y madre de dos hijos, miembro de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, reflexiona en esta enseñanza sobre la Iglesia Católica, Cuerpo de Cristo, rica y diversa que es un puñado de levadura con respecto a la inmensa incredulidad del mundo. Cada cristiano es una piedra viva necesaria del Cuerpo de Cristo, pero el diablo divide la propia Iglesia e inyecta el veneno de la presunción y del individualismo en los corazones. A eso solo podemos hacer frente con la oración, la escucha, la adoración y los sacramentos, unidos como hermanos en Cristo. Conchi Vaquero pertenece también al grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo esta charla, el lunes 23 de mayo de 2011. Leer más...

martes, 31 de mayo de 2011

Miguel Vidal, periodista: De la televisión-basura y contrario a la religión a convertirse en una playa

* “Un día del mes de junio me encontraba a las siete de la mañana andando por la playa. Era un parque natural y muy temprano. No había nadie. Yo entonces no era creyente. Pero en unos segundos me vi arrastrándome por el suelo y llorando como un loco. De alegría, de susto, de gratitud y de miedo…. No conocía ninguna Iglesia ni ningún sacerdote. Me fui a internet y busqué una Iglesia. Solo sabía que me quería confesar”

31 de mayo de 2011. - Trabajó en la televisión basura de los años noventa. Periodista de profesión, humanista de vocación y peregrino de la fe. Miguel Vidal relata en su historia de conversión. Hoy es un discreto pero eficaz peón de la batalla de las creencias que trabaja en Hazteoir y Mas Libres.org.. Antes había trabajado en TVE, Canal Sur, Telemadrid y Onda Madrid. Leer más...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Los juicios te impiden ver el rostro de Dios en los demás / Por P. Fernando Simón


Meditación en vídeo grabada en directo

15 de septiembre de 2010.-
El padre Fernando Simón Rueda es asesor espiritual de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, director de la Oficina de la Familia y la Vida de la Conferencia Episcopal Española y este mes de septiembre será nombrado párroco de la Parroquia de San Juan Crisóstomo de Madrid. En esta meditación profundiza en el daño que hacemos a los demás y a nosotros mismos cuando juzgamos a las otras personas, lo que nos impide ver el rostro de Dios en ellas. El padre Fernando Simón compartió esta enseñanza en el grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo, el lunes 30 de agosto de 2010. Ver vídeo...

viernes, 5 de marzo de 2010

Cuaresma / Por Rebeca Reynaud

5 de marzo de 2010.- Benedicto XVI dice que La Cuaresma es como un largo “retiro” durante el que debemos volver a entrar en nosotros mismos y escuchar la voz de Dios para vencer las tentaciones del Maligno y encontrar la verdad de nuestro ser. Podríamos decir que es un tiempo de “combate” espiritual que hay que librar juntamente con Jesús, sin orgullo ni presunción, sino más bien utilizando las armas de la fe, es decir, la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la penitencia. De este modo podremos llegar a celebrar verdaderamente la Pascua, dispuestos a renovar las promesas de nuestro Bautismo (cfr. Benedicto XVI, L’Osservatore Romano, Año XLII, n. 9, 27 feb-5 marzo, 2010, p. 3).

“Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo milenio nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo alto (...) puede hacer esperar un futuro menos oscuro”, escribió Juan Pablo II (Rosarium Virginis Mariae, 49). El cuidado de la paz reclama de cada uno un constante dominio de sí mismo. Si en el corazón de las personas persisten rencores y malquerencias, no puede germinar allí la paz. Se debe purificar el alma del afecto al pecado. De allí la importancia de la propia lucha interior y de que cada uno se proponga pequeñas y grandes ascensiones en la vida espiritual.

Hemos sido creados para amar. El amor es la más alta forma de existencia. Para ser uno mismo hay que salir de sí mismo. ¿Cómo salir de sí mismo? Pensando en hacer felices a los demás, en hacerles el bien a los demás y a uno mismo. Y el bien personal supone, muchas veces, buscar la purificación, el sacrifico pequeño y escondido. Todos son llamados a la santidad, es decir, al amor. Leer más...

Confesión sacramental / Por Rebeca Reynaud

Motivos que hacen muy conveniente la confesión

a) Necesitamos paz interior. El reconocimiento de nuestras culpas es el primer paso para recuperar la paz interior. Negar la culpa no la elimina: sólo la esconde, haciendo más penosa la angustia. Sólo quien reconoce su culpa está en condiciones de liberarse de ella.

b) Necesitamos aclararnos a nosotros mismos. La confesión nos "obliga" a hacer un examen profundo de nuestra conciencia. Saber qué hay «adentro», qué nos pasa, qué hemos hecho, cómo vamos… De esta manera la confesión ayuda a conocerse y entenderse a uno mismo.

c) Todos necesitamos que nos escuchen. ¿En qué consiste el primer paso de la terapia de los psiquiatras y psicólogos sino en hacer hablar al "paciente"? Y te cobran para escucharte… y al "paciente" le hace muy bien. Estas dos profesiones han descubierto en el siglo XX algo que la Iglesia descubrió hace muchos siglos (en realidad se lo enseñó Dios). El decir lo que nos pasa, es una primera liberación. Leer más...

miércoles, 30 de abril de 2008

Iván Ojlobystin: de cineasta bohemio a pope con familia numerosa / Autores: Tatiana Fedótova - Pablo G. Rodríguez

En su época bohemia tenía más tiempo para hacer escalada
Converso, actor y escritor popular, pocos habrían adivinado en los años 80 que Ojlobystin dirigiría parroquias, no películas.

A sus 41 años, el padre Iván Ojlobystin es uno de los popes más famosos y peculiares de Rusia. Premiado actor y director de teatro y de películas, experto en relaciones públicas, motero, padre de familia numerosa, converso ex-bohemio, su historia enlaza modernidad y tradición, glamour y austeridad.

Iván Ojlobystin nació en 1966. Su padre era cirujano, un materialista enamorado de la revolucion bolchevique. Nacido en 1905 tuvo a su hijo Iván con 61 años. Su madre era, según Iván, "una pionera con trenza [de la rama juvenil del Partido Comunista] que creía sólo en Lenin".

Iván siempre tuvo vocación de hacerse escuchar. Y para ello, dice, hay dos grandes vías: hacerse pastor espiritual o gurú bohemio, estrella del arte. "Mi herencia atea fue decisiva. Con la religion nada me unía. Toda mi familia era comunista practicante y convencida. Así que con el tiempo me hice director de películas".

Siendo niño, un incidente escolar activó en él la fe, contra toda previsión. Una compañera de clase le regaló un curioso libro de antes de 1917 a cambio de una cámara fotográfica. El libro cautivó al joven Iván: era el Salterio, el Libro de los Salmos. Cuando el padre de la niña vino a devolver la cámara y recoger el libro Iván ya se había enamorado del "espíritu antiguo" de los cantos del Rey David.

Eso le animó a leer la Biblia. Le pareció cercana, misteriosa, incognoscible. Lo sedujo. Se bautizó a los 16 años, como una locura adolescente. Con ardor de neófito intentaba convertir a sus familiares. Su madre le llamaba "el pequeño pope". Pero nadie le tomaba en serio. Cosas de chavales, decían.

Triunfando en el cine

Ni el ambiente ni la sociedad de entonces podían alimentar esa fe. Se centró en sus estudios y en el arte. Sacó su licenciatura en la Universidad Nacional de Cinematografia. Siendo aún estudiante, fue elegido secretario de la Asociacion de Cinematografistas. Llegó la vida adulta. Empezó a recibir premios, hasta unos cuarenta: premios nacionales e internacionales al director, mejor guión y mejor actor principal. Escribía artículos de cultura en periódicos de alcance nacional, colaboraba en los principales canales de TV, dirigió dos obras teatrales en uno de los teatros principales de Moscú.

Iván en su época de joven actor

Iván seguía reflexionando sobre la fe cuando conoció en el bar de un club nocturno para VIPs a la que sería su esposa. Ella era actriz y guionista, Oksana Arbúzova, nacida en 1973. Entre sus 13 películas había de todo: alguna película erótica, dramas, tragicomedias... “Cuando vi a Oksana - dice Iván años después - aparecieron en mi mente siete críos, una lavadora y una predisposición a la hipertonía”. En aquella época ella era creyente "a su manera", pero no ortodoxa. Apenas dos semanas después de conocerse ya se casaban.

Pocos años después, Iván tenía ya tres hijas y firmes convicciones religiosas. Recibía encargos de filmar películas poco compatibles con su fe reavivada. “Me comí el coco pensando cómo negarme a participar en la película Ocho dólares y medio. Se me ocurrió exigir unos honorarios desorbitados. Les pedí 500 dólares diarios. Se rascaron la cabeza ¡y aceptaron!", comenta divertido.

"Mi creatividad era entonces una forma de divertirme y ganar dinero. Yo era muy rico para ser tan joven. Me podía permitir mucho, pero era muy tonto y no adquirí nada útil pensando en el futuro, como un piso o un terreno. Empecé a pensar en estas cosas después de ordenarme, con 33 años. Soy un niño de maduración tardía”, admite Iván.



Oksana hoy es "mátushka Ksenia";
aquí, con los seis niños del matrimonio


Iván siempre quiso una familia numerosa. De niño sólo había tenido hermanastros mucho mayores que él y se había sentido solo. Oksana también quería muchos hijos, algo infrecuente en una Rusia en pleno invierno poblacional. A pesar de ser una actriz exitosa, llegado el momento eligió las alegrías sencillas de la vida familiar. Hoy tienen seis hijos.

Bombazo: de bohemio a sacerdote

En el año 2000 llega el bombazo: Iván Ojlobystin, cineasta y bohemio famoso, anuncia en prensa que deja el cine para servir a Dios en la Iglesia Ortodoxa Rusa. En 2001 se ordena diácono y después sacerdote.

Su mujer aceptó ilusionada su nuevo estatus de "mátushka" ("madrecita", esposa de pope). Dejó su nombre artístico ("Oksana" es un nombre informal, Ksenia en ucraniano) y ahora todos la conocen como "mátushka Ksenia".

La Iglesia Ortodoxa ordena sacerdotes a hombres casados. Lo que no hace es casar a hombres ordenados: quien se ordena siendo soltero renuncia a casarse. Las esposas de los popes tienen casi siempre un papel intenso en la vida parroquial. Muchas veces son hijas o sobrinas de popes, chicas "de familia eclesiástica". No era el caso de la familia Ojlobystin.

Por su condición de famosos, a menudo Iván y Ksenia conceden entrevistas. ¿Cómo es la vida familiar de estos ex-cineastas tan peculiares? "Después de ordenarme no ha cambiado nada en nuestras relaciones conyugales, no nos tratamos de usted ni nos hablamos en eslavo eclesiástico", bromea el padre Iván.

Iván considera que el marido debe aceptar la primacía de la mujer en la casa por causas evidentes: ella sabe donde esta la sopa, domina la situación de los niños. Mientras ella dirige la casa, el marido gana el dinero fuera. Iván explica que "de los hijos los dos nos preocupamos por igual, pero de formas diferentes".

Vídeo sí, TV no

La chiquillería familiar ni se dio cuenta de que su padre se había hecho cura. En su clase hay una mezcla social que los niños ni siquiera notan: hijos de empresarios, de funcionarios, de jefes del crimen... todos juegan juntos en el parque.

En la casa de los Ojlobystin no se permite a los niños ver la televisión, solo el video.


El P. Iván con 5 de sus seis hijos posando para una revista

Considera que los hijos son la mejor inversión. "Nadie de mi banco vendra a cambiarme el orinal cuando sea anciano", explica. "Para pagar esos servicios hace falta mucho dinero. Es más fácil parir y educar bien."
Por supuesto, siempre habrá críticas contra un pope tan políticamente incorrecto. "Tengo un todoterreno grande, y muchos me lo reprochan. ¡Pero es que tengo una familia de 8 personas! Y tampoco vivimos en el coche", protesta. Sus estrecheces son las de una familia numerosa.

Actualmente el padre Iván tiene a su cargo tres parroquias. Aunque algunos famosos vienen a hablar o a confesarse con él, ha comprobado que no está preparado para llevar la dirección espiritual de ningún feligrés de manera estable. "Intento controlar todo y a todos, incluso durante la misa. Tengo muy poca experiencia personal, muy poca cultura eclesiástica como cura. Por eso no soy director espiritual de nadie", admite.


Confesión y relaciones públicas

Sí es un gran defensor del sacramento de la confesión. “La confesion es una forma ideal de autocontrol y autoperfección. Si una persona es capaz de confesar a tiempo sus errores anulará las posibles consecuencias de esos errores. El sacerdote es tan sólo un testigo de este milagro”, explica."Muchos profesionales de las relaciones públicas vienen a confesarse o simplemente a hablar conmigo. Saben que entiendo sus debilidades y pecados mejor que cualquier otro cura. Saben que no les tengo piedad ni tampoco les humillo", dice Iván, que durante una temporada formó parte del departamento de relaciones públicas de Asuntos Presidenciales, es decir, de Vladimir Putin.

Actualmente forma parte del comité de la Iglesia Ortodoxa que lleva las relaciones con la Federación Rusa. Mantiene por lo tanto experiencia en el mundo de las relaciones públicas. Por su experiencia en este campo, no todos se escandalizan cuando "predica fuerte" sobre las miserias del oficio. “A los de relaciones públicas hay que enterrarlos fuera de tierra sagrada", ha declarado, provocador, en algunas ocasiones. Luego se explica: “A veces para crearte publicidad no te paras ante el posible daño que puedes causar, sales de los limites del mundo civilizado. Así que es justo que cuando te entierren sea fuera de sus limites”.

Como hombre de cultura, se muestra escéptico con un posible “renacimiento” de la cultura ortodoxa en Rusia. Cuando le preguntan por sus películas cristianas preferidas menciona Sentido y Sensibilidad y El Señor de los Anillos. Éxitos de taquilla nacidos de libros ingleses.

Pero el padre Iván no ha dejado de todo el cine. En 2007, ya siendo clérigo, interpretó -con permiso de las autoridades eclesiásticas- al monje Rasputín en la pelicula El Complot, de Estanislao Libin. Actualmente se prepara para dirigir una serie televisiva de 365 documentales: La Vida de los Santos, uno para cada día. Además, forma parte de un proyecto que intenta conseguir que el cine y la novela rusa hablen bien de los hombres de negocios, que siempre aparecen asociados al crimen y el lujo desmedido.

"Hoy en día es muy común ver a comerciantes ricos que van a la iglesia y besan la mano al cura. No sé porqué. Pero es obvio que el retrato del hombre de negocios siempre en casinos y prostíbulos se ha quedado anticuado. Cansados de divertirse, ahora ya tienen principios y familias fuertes. Muchos de ellos han visto la proeza salvadora de Jesús, la nobleza de Dios que se sacrifica para salvar a los hombres. Creo que empezamos a ver muestras de que nuestra oligarquía empieza a convertirse en aristocracia", explica Iván esperanzado. Anima a los ricos a invertir en la Iglesia. "La Iglesia es la única estructura que se preocupa por la moral de la sociedad, la que asegura estabilidad", dice convencido.
Y una propuesta para todo hombre: ser libre. “Para el hombre existe solo una libertad: ser libre del pecado. Estar libre del pecado, tener una familia normal, no robar ni matar, una orientación sexual tradicional: eso es libertad. Lo demás es libertinaje. Libertad es voluntad. Y la libertad debe llevarnos a su cumbre, que es la libertad del espíritu”.

Más sobrIván Ojlobystin, en ruso:

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martes, 5 de febrero de 2008

La Cuaresma, tiempo para llegar a ser auténticos cristianos / Autor: Benedicto XVI:


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Intervención durante la audiencia general

Publicamos la meditación que ofreció Benedicto XVI en la audiencia general dedicada al Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma.

* * *

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, Miércoles de Ceniza, volvemos a emprender, como todos los años, el camino cuaresmal animados por un espíritu más intenso de oración y de reflexión, de penitencia y de ayuno. Entramos en un tiempo litúrgico «intenso» que, mientras nos prepara para las celebraciones de la Pascua, corazón del año litúrgico y de toda nuestra existencia, nos invita, es más, nos provoca a imprimir un impulso más decidido a nuestra existencia cristiana.

Dado que los compromisos, los afanes y las preocupaciones nos hacen volver a caer en la rutina, exponiéndonos al riesgo de olvidar hasta qué punto es extraordinaria la aventura en la que nos ha involucrado Jesús, tenemos necesidad, cada día, de comenzar de nuevo nuestro itinerario exigente de vida evangélica, retirándonos en nosotros mismos a través de momentos de pausa que regeneran el espíritu. Con el antiguo rito de la imposición de las cenizas, la Iglesia nos introduce en la Cuaresma como en un gran retiro espiritual que dura cuarenta días.

Entramos, por tanto, en el clima cuaresmal, que nos ayuda a redescubrir el don de la fe recibida con el Bautismo y nos lleva a acercarnos al sacramento de la Reconciliación, poniendo nuestro compromiso de conversión bajo el signo de la misericordia divina. En los orígenes, en la Iglesia primitiva, la Cuaresma era el tiempo privilegiado para la preparación de los catecúmenos a los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía, que se celebraban en la Vigilia pascual. Se consideraba la Cuaresma como el tiempo para hacerse cristianos, que no se vivía en un solo momento, sino que exigía un largo camino de conversión y renovación.

A esta preparación se unían también los ya bautizados, reactivando el recuerdo del sacramento recibido, y preparándose a una renovada comunión con Cristo en la celebración gozosa de la Pascua. De este modo, la Cuaresma tenía, y todavía hoy lo conserva, el carácter de un itinerario bautismal, en el sentido de que ayuda a mantener despierta la conciencia de que ser cristianos se realiza siempre como un nuevo hacerse cristianos: no es nunca una historia concluida que queda a nuestras espaldas, sino un camino que exige siempre un nuevo ejercicio.

Al imponer sobre la cabeza las cenizas, el celebrante dice: «Polvo eres y en polvo te convertirás» (Cf. Génesis 3, 19), o «Convertíos y creed en el Evangelio» (Cf. Marcos 1, 15). Ambas fórmulas recuerdan la verdad de la existencia humana: somos criaturas limitadas, pecadores que siempre necesitamos penitencia y conversión. ¡Qué importante es escuchar y acoger este llamamiento en nuestro tiempo! Cuando proclama su total autonomía de Dios, el hombre contemporáneo se convierte en esclavo de sí mismo, y con frecuencia se encuentra en una soledad desconsolada. La invitación a la conversión es, por tanto, un impulso a volver a los brazos de Dios, Padre tierno y misericordioso, a fiarse de Él, a encomendarse a Él como hijos adoptivos, regenerados por su amor. Con sabia pedagogía la Iglesia repite que la conversión es ante todo una gracia, un don que abre el corazón a la infinita bondad de Dios. Él mismo anticipa con su gracia nuestro deseo de conversión y acompaña nuestros esfuerzos hacia la plena adhesión a su voluntad salvífica. Convertirse quiere decir, entonces, dejarse conquistar por Jesús (Cf. Filipenses 3, 12) y «volver» con Él al Padre.

La conversión implica por tanto seguir humildemente las enseñanzas de Jesús y caminar siguiendo dócilmente sus huellas. Son iluminantes las palabras con las que Él mismo indica las condiciones para ser sus auténticos discípulos. Después de haber afirmado que «quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará», añade: «¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?» (Marcos 8, 35-36).

La conquista del éxito, la obsesión por el prestigio y la búsqueda de las comodidades, cuando absorben totalmente la vida hasta llegar a excluir a Dios del propio horizonte, ¿llevan verdaderamente a la felicidad? ¿Puede haber felicidad auténtica prescindiendo de Dios? La experiencia demuestra que no se es feliz por el hecho de satisfacer las expectativas y las exigencias materiales. En realidad, la única alegría que llena el corazón humano es la que procede de Dios: tenemos necesidad, de hecho, de la alegría infinita. Ni las preocupaciones cotidianas, ni las dificultades de la vida, logran apagar la alegría que nace de la amistad con Dios. La invitación de Jesús a cargar con la propia cruz y a seguirle en un primer momento puede parecer algo duro y en contra de lo que queremos, mortificador para nuestro deseo de realización personal. Pero si lo analizamos con más atención, nos damos cuenta de que no es así: el testimonio de los santos demuestra que en la Cruz de Cristo, en el amor que se entrega, renunciando a la posesión de sí mismo, se encuentra esa profunda serenidad que es manantial de entrega generosa a los hermanos, en especial, a los pobres y necesitados.

Y esto también nos da alegría a nosotros mismos. El camino cuaresmal de conversión, que hoy emprendemos con toda la Iglesia, se convierte, por tanto, en la ocasión propicia, «el momento favorable» (Cf. 2 Corintios 6, 2) para renovar nuestro abandono filial en las manos de Dios y para aplicar lo que Jesús sigue repitiéndonos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Marcos 8, 34), y de este modo emprenda el camino del amor y de la auténtica felicidad.

En el tiempo de Cuaresma, la Iglesia, dando eco al Evangelio, propone algunos compromisos específicos que acompañan a los fieles en este itinerario de renovación interior: la oración, el ayuno y la limosna. En el Mensaje para la Cuaresma de este año, publicado hace pocos días, he querido reflexionar sobre «la práctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales» (n. 1).

Por desgracia sabemos hasta qué punto la sugestión de las riquezas materiales penetra en la sociedad moderna. Como discípulos de Jesucristo, no estamos llamados a idolatrar los bienes terrenales, sino a utilizarlos como medios para vivir y para ayudar a los que tienen necesidades. Al presentarnos la práctica de la limosna, la Iglesia nos educa a salir al paso de las necesidades del prójimo, a imitación de Jesús, que, como observa san Pablo, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (Cf. 2 Corintios 8, 9).

«Siguiendo sus enseñanzas podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total --he escrito en el mencionado Mensaje--; imitándole conseguimos estar dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos». Y añadía: «¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica cuaresmal de la limosna se convierte en un medio para profundizar nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor» (n. 5).

Queridos hermanos y hermanas: pidamos a la Virgen, Madre de Dios y de la Iglesia, que nos acompañe en el camino cuaresmal, para que sea un camino de auténtica conversión. Dejémonos guiar por ella y llegaremos interiormente renovados a la celebración del gran misterio de la Pascua de Cristo, revelación suprema del amor misericordioso de Dios.

¡Buena Cuaresma a todos!


[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:


Hoy, con el rito de la imposición de la ceniza, la Iglesia nos introduce en la Cuaresma, que es como un gran retiro espiritual de cuarenta días, en el cual se nos invita a redescubrir el don de la fe recibida con el Bautismo y a acercarnos al sacramento de la Reconciliación, poniendo nuestro esfuerzo de conversión interior bajo el signo de la misericordia divina. Convertirse es acudir a la escuela de Jesús y seguir dócilmente sus huellas. A la luz del Evangelio, la Iglesia propone a los fieles algunos compromisos específicos para este itinerario: la oración, el ayuno y la limosna. Sobre esta última he querido detenerme en el Mensaje para la Cuaresma de este año. El cristiano está llamado a no idolatrar los bienes terrenos, sino a utilizarlos como medios para vivir y ayudar a los necesitados, imitando así al Señor, quien, según San Pablo, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Cor 8,9).

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. En particular, a los fieles venidos de San Sebastián, de las parroquias de El Salvador de La Roda y de San Juan Bautista de Carballo, a la Asociación "Palabra culta y buenas costumbres", así como a los demás grupos procedentes de España, México y de otros países latinoamericanos. Dejémonos guiar por la Virgen María en el camino cuaresmal y llegaremos, renovados interiormente, a la celebración de la Pascua de Cristo, revelación suprema del amor misericordioso de Dios. Os deseo a todos una Santa Cuaresma. Muchas gracias.

[Al final de la audiencia, volviendo a hablar en italiano, el Papa lanzó este llamamiento:]

En estos días estoy particularmente cerca de las queridas poblaciones de Chad, sacudidas por dolorosas luchas internas, que han causado numerosas víctimas y la fuga de miles de civiles de la capital. Confío también a vuestra oración y a vuestra solidaridad a estos hermanos y hermanas que sufren, pidiendo que se les ahorren ulteriores violencias y se les asegure la necesaria asistencia humanitaria, mientras dirijo un urgente llamamiento a abandonar las armas y a recorrer el camino del diálogo y de la reconciliación.

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[Traducción del original italiano realizada por Zenit

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