“Desde pequeña fui chora”(audaz, agresiva) reconoce Francisca Martínez, la mayor de tres hermanas, predilecta de su abuela, criada en la fe católica por sus padres, quien a los 13 años decidió rapar su largo cabello, dejando sólo una cresta colorinche en la nuca como bandera de esa nueva identidad. Vistiendo pantalones ajustados, chaqueta con tachas metálicas, bototos y medias rotas se sumergió –recuerda- en el mundo punky, con gente mayor que ella, que le mostraban un atractivo credo de ruptura con todo orden social. Pero también donde lo normal era drogarse y beber hasta quedar borrado. Leer más...
En la noche..
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Las luces se esfuman y todo alrededor pierde forma, perfil, realidad. Todo
se desvanece. Nos gana la tristeza, la nostalgia por lo que teníamos y ya
no ...
Hace 5 horas