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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

escucharlavoz@yahoo.es

Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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Mostrando las entradas para la consulta Comunidad Cenáculo ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
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viernes, 3 de septiembre de 2010

Evelina: De la bulimia a pedir "a Dios morir y ¡Él me respondió trayéndome a la Comunidad Cenáculo!"

* "He aprendido que la vida es un don"

* "El momento más importante fue cuando entendí que es Jesús el que cambia y sana mi vida, no yo. Tenía necesidad de rezar no porque todos rezaban, sino porque sólo Dios podía sanar las heridas de mi corazón. Descubrí que el camino de fe dura toda la vida y no puedo jamás conformarme con lo que soy hoy."
3 de septiembre de 2010.- (Evelina / Comunidad Cenáculo) Soy Evelina, de Polonia (en la fotografia de la derecha). Quisiera contarles mi historia para dar gracias a Dios y a la Comunidad Cenáculo, que hoy más que nunca, siento como mi familia. Mi infancia estuvo marcada por mucho sufrimiento, pero lo que más recuerdo es mucha soledad. Crecí en una pequeña familia: mi padre bebía y mi madre hacía de todo por hacernos la vida menos pesada. Nos hemos unido en el sufrimiento pero quizás en forma inmadura, y con pocos años de vida ya me sentía adulta, llamada a cargar todos estos pesos sola. Leer más...

jueves, 19 de agosto de 2010

Daniele, adicto recuperado en la Comunidad Cenáculo: De la droga a los brazos de Dios


"Una de las cosas más extraordinarias que me ha dado la Comunidad es la fe en Dios: ha transformado mi grito de desesperación y de tristeza, en fe y esperanza de que hay algo bello para cada uno de nosotros. He descubierto un Dios misericordioso a través de los chicos que están a mi lado y las personas que he encontrado, que perdonan mis errores y mi pobreza"
19 de agosto de 2010.- (Daniele /
Comunidad Cenáculo) Me llamo Daniele y tengo treinta y un años. Soy un chico que ha hecho mucho daño, tanto a mí mismo como a los que me rodeaban. He vivido muchos años en la ilusión de la droga, en el egoísmo, en la soledad, siempre a la búsqueda de “algo más”. Estaba habituado a hacer todo lo que quería. Hoy veo que fui esclavo del mal aún antes de encontrar a la droga, por aquella necesidad de emociones fuertes, de algo que me hiciera escapar de la fatiga y de los sufrimientos de la vida. Leer más...

sábado, 17 de abril de 2010

Juan, Gregory, Michael y Nicola: recuperados por Cristo de las tinieblas de las drogas y de la vida en la Comunidad Cenáculo

Explican en este vídeo testimonial de 76 minutos de duración su proceso de encuentro personal con el Señor en la Comunidad Cenáculo y como cualquier joven puede acudir a hacer una experiencia de recuperación como la que ellos han vivido

8 de abril de 2010.- Juan García es de Madrid, España, tiene 38 años. Michael Amari es de San Antonio, Texas, Estados Unidos, tiene 36 años. Nicola Ayelo es de Napolés, Italia, tiene 28 años. Los tres tienen algo en común: por distintos motivos se vieron sumergidos en las tinieblas de la adicción a las drogas y acudieron a la Comunidad Cenáculo, fundada por la religiosa Elvira Pettrozzi en 1983, para recuperarse.
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viernes, 26 de marzo de 2010

22 ex drogadictos recuperados por el Señor explican su conversión en la Comunidad Cenáculo

* Su cambio ha sido posible con oración, trabajo y convivencia fraternal durante algunos años

* El padre Carlos García Malo narra su testimonio de como ha vivido, colaborando con la comunidad, la recuperación de los jóvenes: "conocí un ex drogadicto italiano, de Turín, llamado David. Me contó su testimonio, cómo en el Cenáculo dejó la droga. Hoy está felizmente casado, tiene dos niños. Pinta iconos, los vende, le encargan vía crucis, rosarios... aprendió a pintar iconos en el Cenáculo”

26 de marzo de 2010.-
Carlos García Malo, sacerdote de la diócesis de Madrid y asesor espiritual de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, de 41 años, nunca pensó que dedicaría buena parte de su ministerio a combatir la droga y ayudar drogadictos. “Me parecía que no era para mí, muy difícil... hasta que conocí la Comunidad del Cenáculo”, nos explica. El padre Carlos es quien ha ayudado conjuntamente con los amigos del Cenáculo a propiciar que la Comunidad tenga previsto abrir una casa en la Diócesis de Terrassa, España, después de años de colaborar con ella en tareas de atención espiritual y sacramental. El padre Carlos García Malo explica para Escuchar la Voz del Señor su testimonio de como viven los jóvenes en la comunidad su camino de recuperación y sirve de pórtico para poder entender a los 22 jóvenes que han visto como su vida cambiaba radicalmente y lo cuentan para la gloria de Dios.Leer más....

sábado, 24 de octubre de 2009

Henri, joven belga de 30 años, recuperado por el Señor de su drogadicción en la Comunidad Cenáculo

24 de octubre.- Me llamo Henri, tengo treinta años y soy de Bélgica. Agradezco poder compartir lo más bello de mi vida. Como muchos de los jóvenes que convivimos en la Comunidad Cenáculo, también yo me drogué, consumía heroína y cocaína. Llegué al Cenácolo muy joven, era un adolescente muerto, desesperado. Conocí la Comunidad por una amiga de una tía que presenció un testimonio en Medjugorje. Despúés de un tiempo de estar en la Comunidad Cenáculo y recuperarme me marché. Recaí en la droga, peor que antes, porque necesitaba mucho mal para sofocar la verdad que estaba dentro mío. Yo sabía muy bien que Dios existía, la conciencia lo gritaba dentro mío, pero no quería escucharlo. Terminé en la calle, era un vagabundo, me inyectaba la droga cada dos o tres horas, pedía limosna, robaba, hedía, había perdido la dignidad de hombre. No obstante Dios volvió a mi encuentro a través de la fundadora de la Comunidad Cenáculo, Madre Elvira. Leer más...

viernes, 28 de agosto de 2009

El P. Ivan rescatado por Cristo de la droga es sacerdote en la Comunidad Cenáculo

"Viví por mucho tiempo, cerca de diez años, prisionero de la droga, en la soledad, en la marginación, inmerso en el mal. Comencé a consumir marihuana cuando tenía sólo quince años. Todo comenzó con mi rebelión contra todo y contra todos"
28 de agosto de 2009.- El padre Ivan jamás pensó que el año 2004 llegaría a ser ordenado sacerdote y serviría con Amor en la Comunidad Cenáculo a jóvenes que desean salir de la droga como él lo hizo. Al contrario, estando en la Comunidad Cenáculo, Ivan no tenía ninguna intención de vivir una conversión y mantener un encuentro personal con el Señor, sino que deseaba llevar a cabo otros proyectos en su vida . Como cuenta el mismo vivió por mucho tiempo, cerca de diez años, prisionero de la droga, en la soledad, en la marginación, inmerso en el mal. Comenzó a consumir marihuana cuando tenía sólo quince años. Todo empezó con su rebelión contra todo y contra todos...Ahora da testimonio que Cristo le resucitó saliendole al encuentro y le cambio la vida para siempre. Este es su testimonio contado en primera persona. Leer más...

Konrad, polaco de 23 años: "En la Comunidad Cenáculo he aprendido a pedir perdón y a levantarme"

-"He hecho un camino interior, no sólo para curarme de mi adicción a las drogas, sino para sanar los motivos por los cuales me drogaba"
-"La oración diaria me da paz y lucidez para ver mi vida con los ojos de Cristo"

28 de agosto de 2009.-La historia de Konrad es una historia de desesperación que se ha convertido en testimonio de esperanza. No se trata de un caso aislado, sino del recorrido humano y cristiano que la Comunidad del Cenáculo, fundada en 1983 por la religiosa italiana Elvira Petrozzi, propone a los jóvenes drogadictos a través de la oración, la amistad y el trabajo. Konrad lleva cuatro años y medio en la comunidad. Leer más...

sábado, 13 de junio de 2009

Lena: De la droga, los robos, el mal y el ateísmo a "intuir las necesidades de los demás y dejarme transformar por Dios"
*"En el momento más oscuro de mi pasado, cuando sentía la soledad más intensa, el mayor vacío y lo absurdo de mi existencia, Dios vino a mi encuentro a través de la Comunidad Cenáculo y me ha salvado, dándome las ganas de vivir."
*"La dificultad más grande fue comenzar a creer en Dios y rezar. Provengo de una tierra donde a causa de la historia política, el pueblo se olvidó de Dios. En mi familia nadie iba a la Iglesia. Mis padres me habían dado mucho afecto pero tenía necesidad de un amor más profundo, que ni siquiera ellos conocían."
13 de junio de 2009.- (Lena / Comunidad Cenáculo) Si algunos años atrás alguien me hubiera dicho que leería la Biblia y que hubiera encontrado la felicidad en Dios, no lo hubiera creído. ¡En cambio hoy, mi alegría está justo allí, en Jesucristo!
Me llamo Lena y estoy extra-feliz de haber descubierto que ¡mi vida es un don precioso y que vale más que cualquier otra cosa en el mundo!
En el momento más oscuro de mi pasado, cuando sentía la soledad más intensa, el mayor vacío y lo absurdo de mi existencia, Dios vino a mi encuentro a través de la Comunidad Cenáculo y me ha salvado, dándome las ganas de vivir.
Hoy tengo la gracia de estar en esta casa de Dios y agradezco a la Comunidad Cenáculo por haberme acogido vacía, así como era, sin pedirme nada.
Entré a los veintiún años después de vivir en la tóxico- dependencia, enojada conmigo misma, con mis padres, con la sociedad. Me sentía cansada y muerta por dentro por todo el mal que había hecho. No había terminado la escuela, estaba enojada, vivía en la falsedad y robaba. Delante de los demás aparentaba ser fuerte, impulsiva y decidida, mientras en el corazón sentía lo contrario: inseguridad, miedos y tantos porqués a los que no les encontraba la respuesta.

Las amistades que construía no eran duraderas porque no se basaban en el amor verdadero sino en el interés. En la droga me parecía que había encontrado la seguridad y la novedad de la vida. En cambio, fue sólo la ilusión de la libertad y me tomó por esclava.
En esta vida equivocada hería a quien me quería, especialmente a mis padres. En mi corazón no había ninguna confianza, sólo duda, frialdad. No creía más ni en mí misma y no esperaba que algún día la vida fuera diferente.
Por esto los primeros meses de Comunidad fueron durísimos; muchas veces quería dejar todo y escapar. Era difícil creer que otros me querían, era muy orgullosa y me justificaba siempre porque temía no ser aceptada por las otras chicas, el miedo a la verdad me paralizaba.
Pero aún en medio de estas dificultades comenzaba a percibir la paciencia y la confianza que la Comunidad tenía conmigo: sentí el amor verdadero que me dio la fuerza para seguir adelante y confiar.
La dificultad más grande fue comenzar a creer en Dios y rezar. Provengo de una tierra donde a causa de la historia política, el pueblo se olvidó de Dios. En mi familia nadie iba a la Iglesia. Mis padres me habían dado mucho afecto pero tenía necesidad de un amor más profundo, que ni siquiera ellos conocían.
En Comunidad me encontré con muchas chicas, de distintas partes del mundo, de diferentes edades, con pasados muy dolorosos… pero que unidas rezaban delante del Santísimo. Aunque no creía, estos momentos me conmovían, ayudaban a “derretir” mi corazón. Después de la oración percibía en las chicas un cambio: estaban más serenas, sonreían más.
La Santa Misa y los momentos compartidos poco a poco fueron acercando la Palabra de Dios a mi historia y en mí se encendió una pequeña luz de esperanza que me hizo abrazarme a Jesús, con toda mi fragilidad. El amor de Dios me hizo experimentar que sólo Él conoce y sana todo lo que tengo en el corazón. Rezando he visto que en el pasado no fui capaz de administrar bien mi libertad, buscando la alegría y el sentido de la vida sin la fe, muchas veces dije “sí” al mal.
Un valor precioso que he recibido en la Comunidad es el de compartir un diálogo profundo y verdadero. En mi casa siempre hablábamos sobre las cosas materiales, sobre lo que faltaba, sobre el dinero que no alcanzaba nunca… y así poco a poco, nos fuimos alejando y las cosas del mundo nos dividieron. Éramos incapaces de mirarnos a los ojos y preguntarnos. “¿Cómo estás hoy?”
Nos juzgábamos y pretendíamos uno del otro, nadie cambiaba y yo escapé a la droga. Hoy el diálogo se ha vuelto una necesidad cotidiana que me ayuda a estar bien y a vivir en paz conmigo misma y con los demás.
Cuando mi mamá hizo una experiencia conmigo pude conocerla mejor, bajo una nueva luz, la de la oración, que me hizo descubrir muchos gestos positivos y muchas cosas buenas que antes no veía en ella. Lo que me ha dado más alegría fue vernos de rodillas, juntas en nuestra capilla, mientras rezábamos: “Ave, o María…”, agradeciendo de corazón a la Virgen porque a pesar que éramos una pequeña familia perdida en el mundo, hoy vamos al encuentro de la misericordia de Dios, Padre de todos.
¡Hoy estoy segura de que el bien existe, que el perdón existe!
¡Gracias a la Comunidad he “tocado” el amor verdadero que es la vida de Jesús entregada gratuitamente y para siempre por nosotros!
Estoy forjando amistades de verdad, mis jornadas son muy ricas de vida, de situaciones que me hacen crecer y madurar y de trabajo amado y bendito, porque me reconstruye y me hace dar más de cuanto hubiera imaginado. Aprender a coser, a tocar la guitarra, a cocinar… para mí es una gran alegría.
¡Intuir las necesidades de los demás y dejarme transformar por Dios me está dilatando el corazón y no quiero perder más ni un minuto de mi vida!
¡Con Dios en el corazón cada día es una novedad, porque Él da sabor a todo!
¡Y yo quiero seguirlo!

miércoles, 27 de mayo de 2009

Paola y Mauricio: De la esterilidad a la fertilidad biológica después de comprometerse con los niños de la calle de Brasil
27 de mayo de 2009.- (Comunidad Cenáculo) Cuando Paola y yo vinimos a Brasil, no podíamos tener hijos. Paola quedaba embarazada, pero al tercer o cuarto mes, nuestro hijo se iba al Paraíso... En cierto momento hicimos un gesto de fe. Hacía un año que estábamos en Brasil, con diez niños de la calle y pensamos: tal vez es un gesto de egoísmo pensar en querer un hijo nuestro, éstos son nuestros hijos y si nosotros volvemos a Italia. . . ¡los abandonamos!

Así renovamos nuestro Sí a Dios, con nuestras pobrezas, con nuestras debilidades, pero con mucha, mucha fe, y decidimos quedarnos en Brasil. Dios hizo el milagro: Paola quedó embarazada y nació Francesco, después nació Stefano, luego Tommaso, Filippo, Lorenzo, Giovanni Paolo... bastó un sí pequeño, pequeño. . . y Él lo transformó en tanta, tanta vida. Es un sí, que se debe renovar todos los días con un gesto de la voluntad. Lo quiero, Jesús, quiero ser bueno hoy, quiero amar a quien me has puesto al lado: la esposa, el marido, la suegra, los hijos. Este es el prójimo que debemos amar. Y la cosa más linda del mundo es que cuando uno dice Sí, Dios te da la fuerza de ser fiel a ese sí para siempre.

Escuchen qué nos sucedió en estos días: con nosotros en la misiónde la Comunidad Cenáculo, viven sesenta niños de la calle, y entre ellos hay seis hermanitos, entre los tres y los diez años, que tienen un pasado muy triste.

Habían sufrido mucho a causa de los padres, y unas semanas antes de Pascua nos comunicaron desde el juzgado que serían dados en adopción. Dentro de mi corazón nació el deseo de darles nosotros una familia a estos seis niños, pero no lo hablé con Paola porque tenía un poco de temor de proponerle una cosa de esta magnitud. Entonces le escribí a Madre Elvira de la Comunidad Cenáculo pidiéndole si había alguna familia italiana que quisiese adoptarlos a todos juntos. Paola tuvo el mismo deseo, pero tampoco ella me dijo nada: entre tanto personalmente pedíamos a Jesús en la oración , sin saberlo , la misma cosa: "Jesús, si Tú nos consideras una familia adecuada y capaz de educar a estos seis niños, aparte de nuestros seis, contá con nosotros, pero debes confirmárnoslo Tú a través de la Comunidad Cenáculo y Madre Elvira". En estos once años Madre Elvira nunca nos pidió adoptar un niño. Estos seis niños serían dados en adopción en seis familias distintas.

Cuando comenzamos a prepararlos para la posible adopción, les dijimos: “Es posible que dentro de poco, vayan por un tiempo uno a una familia, otro en otra…”, ellos comenzaron a llorar y a decir: “No nos abandones tío, no nos abandones”.

Están muy unidos porque el lazo fraterno es el único que les ha quedado, y por eso se ha fortificado. Desde Italia llegó la respuesta diciéndonos que no había ninguno que quisiese adoptarlos a los seis, pidiéndonos de buscar a alguien en Brasil.

Una de nuestras misioneras “Anna”, preocupada escribió a Italia, a las fraternidades de la Comunidad Cenáculo pidiendo oración para que se cumpla un milagro y alguien los adoptase a todos juntos. ¡Muchos han rezado por estos niños!

El día de Pascua nos levantamos y el primer e-mail era de padre Stefano, que nos decía: “Desde que nos han comunicado el sufrimiento por los seis hermanitos, rezando por esta situación, siento que debo decirles esto: ¿y si fuesen ustedes esta familia que adopta a los seis niños? Si se convierten en hijos vuestros… serán hijos también nuestros. Lo he hablado con Elvira y ella me dijo de comunicárselos con alegría. Pero siéntanse libres, tienen ya seis hijos, son responsables de otros sesenta niños…”. Imprimí el e-mail, y fui corriendo a Paola, nos miramos a los ojos conmovidos y ella me dijo: “Estaba pidiéndole esto a la Virgen”.

En ese momento supimos que los dos le pedíamos a Jesús lo mismo. De ahí en adelante todo anduvo viento en popa: a veces hay muchos obstáculos para adoptar niños, se necesitan años para cerrar todos los trámites legales. Yo fui al juez, que conoce bien nuestra institución y nos estima, y le dije: “Estamos disponibles nosotros y queremos adoptar estos niños”. Él y las asistentes sociales quedaron muy asombrados por esto. Saben que nosotros no ganamos dinero, como todos los misioneros de la Comunidad Cenáculo, pero sabe la seriedad de nuestra Obra…

Para hacerla breve, en dos semanas nosotros obtuvimos la adopción de los niños: ¡ahora son nuestros hijos! Viven con nosotros y es algo maravilloso. (Toda la familia se puede ver en la fotografia primera de este testimonio, arriba a la izquierda)

Teníamos una única duda: tenemos seis hijos, si adoptamos otros seis, tal vez descuidemos los nuestros. En cambio estamos experimentando lo contrario: el amor, más se entrega, más se recibe, es la única cosa en el mundo que dividiendo se multiplica. Nunca nos habíamos sentido tan en paz, tenemos doce niños vivaces en casa, y muchas veces nos parece que Jesús nos lleva en brazos. Pensé en la tristeza de nuestros países, donde nadie quiere tener más hijos , porque son considerados un costo y un peso. Es una gran verdad que el egoísmo mata la vida y que el amor la revitaliza multiplicando fuerzas, energías y alegrías.

Los sentimos hijos nuestros e hijos de la Comunidad Cenáculo.

Maurizio, Paola y los 12 apóstoles…

…¡Esperamos!
Para comunicar con la Comunidad Cenáculo en Brasil:
cenacolo.mogi@itelefonica.com.br Tel ++55 - 114 721 7413

martes, 26 de mayo de 2009

Santiago: De la droga y el odio a formar parte de la familia de los Hijos de Dios
*"Sentía una vocecita que me empujaba a buscar el bien, pero no sabía dónde buscarlo: probé con la política, con la carrera, con la literatura. . . pero la droga todo lo volvía una ilusión."
*"Luego comenzaron años cargados de psicólogos, psiquiatras, clínicas, hospitales y demás. Siempre recaía, cada vez estaba peor; la rabia y la falta de confianza en mí me habían hecho perder los estímulos vitales y siempre estaba fuera de control. Me odiaba, odiaba a todos, odiaba a Dios."
*"Nadie había tenido el coraje de proponerme el encuentro con Dios y una vida cristiana. Al ingresar en una clínica psiquiátrica, mi mamá que también estaba agotada de tantos fracasos y sin saber qué hacer, me hablo de la Virgen de Medjugorgie y de una Comunidad que había ahí."
25 de mayo de 2009.- (Comunidad Cenáculo) Soy Santiago y hoy vivo en la Fraternidad de Argentina de la Comunidad Cenáculo, mi tierra de origen. Crecí en una familia que deseaba lo mejor para mí, creyendo que lo mejor era el estudio y el éxito.

Buscaba en los libros una respuesta que se convirtió en un medio para hacerme ver y aplastar a los otros. Me aislaba, me sentía diferente de mis compañeros de
escuela y detrás de la máscara de “chico muy inteligente”, crecía en mí el miedo y la inseguridad.

Cuando finalicé el colegio me hice los primeros amigos de la droga: me parecía que eran más fuertes, más inteligentes, más profundos. También yo me zambullí en la droga con toda la insatisfacción que llevaba adentro.

En poco tiempo la droga fue mi refugio, la anestesia para todos mis miedos, la fuerza para recorrer las calles del mal, la mentira y la violencia. Ahora comprendo que todo ese mal, no sólo la droga, me despojaba de la dignidad, me hacía cada vez más débil y desilusionado, hasta incapaz de pensar en una vida mejor.

Sin embargo, sentía una vocecita que me empujaba a buscar el bien, pero no sabía dónde buscarlo: probé con la política, con la carrera, con la literatura. . . pero la droga todo lo volvía una ilusión.

Luego comenzaron años cargados de psicólogos, psiquiatras, clínicas, hospitales y demás. Siempre recaía, cada vez estaba peor; la rabia y la falta de confianza en mí me habían hecho perder los estímulos vitales y siempre estaba fuera de control. Me odiaba, odiaba a todos, odiaba a Dios.

Nadie había tenido el coraje de proponerme el encuentro con Dios y una vida cristiana. Al ingresar en una clínica psiquiátrica, mi mamá que también estaba agotada de tantos fracasos y sin saber qué hacer, me hablo de la Virgen de Medjugorgie y de una Comunidad que había ahí.

Todo me parecía ciencia ficción, pero ya no tenía nada que perder, estaba desesperado y ya no podía ocultar mi fracaso: acepté y la Comunidad Cenáculo me acogió..

Los primeros meses todavía estaba muy enojado, perdido en las fantasías del pasado, no tenía ni un poquito de fe y toda la vida comunitaria me parecía imposible. Me recuerdo que todos los días pensaba en escaparme y me decía a mí mismo: “Mañana, mañana”. Porque aunque no tenía deseos de quedarme en la Comunidad Cenáculo, comprendía que por algún motivo esos jóvenes estaban contentos ¡aún sin tener nada! Y yo también quería esa felicidad, dentro mío todavía estaba encendido el deseo de alegría, de plenitud, de luz.

Hasta que en un momento, por gracia de Dios, empecé a abrir los ojos y descubrí que lo que toda la vida había buscado, lo tenía delante de mí: la amistad sincera y limpia, una vida sencilla, un trabajo que me hace madurar y el pertenecer a una nueva familia, sana, que continuamente me ayuda a ver quién soy, a reconciliarme con mi pasado, a aprender a amar. Ese fue el momento en que Dios entró en mi existencia. El mal había tratado de arrancarme la vida y Él me daba una nueva… ¡sólo por amor! Comprendí entonces que no había terminado en otra institución sino que había entrado a formar parte de la familia de los hijos de Dios.

Empecé a percibir los signos de la Providencia, a madurar en el sacrificio y la amistad, a confrontar mi vida con el Evangelio, a rezarle a un Amigo, a un Padre a quien veía concretamente en las pequeñas cosas de cada día y que se hacía sentir en el corazón. Dentro de mí, en ese período explotó una “bomba” de alegría y de entusiasmo que colmó de sentido lo que estaba viviendo. Ahí emprendí mi camino para transformarme en un hombre cristiano, para conquistar la confianza en Dios, en mí mismo, la constancia, la fidelidad.

En suma, entablé una “lucha” santa. En el año 2005 se abrió la Fraternidad en la Argentina y tuve el regalo más grande de mi camino que fue formar parte del grupo de los “fundadores”. Una vez más sentí cómo la Comunidad me quiere bien: la confianza, el deseo de hacernos vivir aventuras grandes, bellas. . . y además experimentar el Amor de Dios y de la Virgen por nosotros, que se manifiesta en la Providencia que cada mañana nos precede, que se ocupa de nuestro futuro, que nos mantiene unidos, que aún en el sacrificio nos hace vivir en armonía, que nos hace comprender con la vida las palabras que escuchamos en el Evangelio, de Madre Elvira, de los hermanos . . . la Santa Providencia que me hace decir ¡Gracias!!

domingo, 20 de julio de 2008

La gracia del Espíritu Santo, puro don / Autor: Benedicto XVI

Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI en la mañana de este domingo durante la celebración eucarística que presidió con motivo de la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud en el hipódromo de Randwick.

Queridos amigos

«Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza» (Hch 1,8). Hemos visto cumplida esta promesa. En el día de Pentecostés, como hemos escuchado en la primera lectura, el Señor resucitado, sentado a la derecha del Padre, envió el Espíritu Santo a sus discípulos reunidos en el cenáculo. Por la fuerza de este Espíritu, Pedro y los Apóstoles fueron a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra. En cada época y en cada lengua, la Iglesia continúa proclamando en todo el mundo las maravillas de Dios e invita a todas las naciones y pueblos a la fe, a la esperanza y a la vida nueva en Cristo.

En estos días, también yo he venido, como Sucesor de san Pedro, a esta estupenda tierra de Australia. He venido a confirmaros en vuestra fe, jóvenes hermanas y hermanos míos, y a abrir vuestros corazones al poder del Espíritu de Cristo y a la riqueza de sus dones. Oro para que esta gran asamblea, que congrega a jóvenes de «todas las naciones de la tierra» (Hch 2,5), se transforme en un nuevo cenáculo. Que el fuego del amor de Dios descienda y llene vuestros corazones para uniros cada vez más al Señor y a su Iglesia y enviaros, como nueva generación de Apóstoles, a llevar a Cristo al mundo.

«Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza». Estas palabras del Señor resucitado tienen un significado especial para los jóvenes que serán confirmados, sellados con el don del Espíritu Santo, durante esta Santa Misa. Pero estas palabras están dirigidas también a cada uno de nosotros, es decir, a todos los que han recibido el don del Espíritu de reconciliación y de la vida nueva en el Bautismo, que lo han acogido en sus corazones como su ayuda y guía en la Confirmación, y que crecen cotidianamente en sus dones de gracia mediante la Santa Eucaristía. En efecto el Espíritu Santo desciende nuevamente en cada Misa, invocado en la plegaria solemne de la Iglesia, no sólo para transformar nuestros dones del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor, sino también para transformar nuestras vidas, para hacer de nosotros, con su fuerza, «un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo».

Pero, ¿qué es este «poder» del Espíritu Santo? Es el poder de la vida de Dios. Es el poder del mismo Espíritu que se cernía sobre las aguas en el alba de la creación y que, en la plenitud de los tiempos, levantó a Jesús de la muerte. Es el poder que nos conduce, a nosotros y a nuestro mundo, hacia la llegada del Reino de Dios. En el Evangelio de hoy, Jesús anuncia que ha comenzado una nueva era, en la cual el Espíritu Santo será derramado sobre toda la humanidad (cf. Lc 4,21). Él mismo, concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, vino entre nosotros para traernos este Espíritu. Como fuente de nuestra vida nueva en Cristo, el Espíritu Santo es también, de un modo muy verdadero, el alma de la Iglesia, el amor que nos une al Señor y entre nosotros y la luz que abre nuestros ojos para ver las maravillas de la gracia de Dios que nos rodean.

Aquí en Australia, esta «gran tierra meridional del Espíritu Santo», todos nosotros hemos tenido una experiencia inolvidable de la presencia y del poder del Espíritu en la belleza de la naturaleza. Nuestros ojos se han abierto para ver el mundo que nos rodea como es verdaderamente: «colmado», como dice el poeta, «de la grandeza de Dios», repleto de la gloria de su amor creativo. También aquí, en esta gran asamblea de jóvenes cristianos provenientes de todo el mundo, hemos tenido una experiencia elocuente de la presencia y de la fuerza del Espíritu en la vida de la Iglesia. Hemos visto la Iglesia como es verdaderamente: Cuerpo de Cristo, comunidad viva de amor, en la que hay gente de toda raza, nación y lengua, de cualquier edad y lugar, en la unidad nacida de nuestra fe en el Señor resucitado.

La fuerza del Espíritu Santo jamás cesa de llenar de vida a la Iglesia. A través de la gracia de los Sacramentos de la Iglesia, esta fuerza fluye también en nuestro interior, como un río subterráneo que nutre el espíritu y nos atrae cada vez más cerca de la fuente de nuestra verdadera vida, que es Cristo. San Ignacio de Antioquía, que murió mártir en Roma al comienzo del siglo segundo, nos ha dejado una descripción espléndida de la fuerza del Espíritu que habita en nosotros. Él ha hablado del Espíritu como de una fuente de agua viva que surge en su corazón y susurra: «Ven, ven al Padre» (cf. A los Romanos, 6,1-9).

Sin embargo, esta fuerza, la gracia del Espíritu Santo, no es algo que podamos merecer o conquistar; podemos sólo recibirla como puro don. El amor de Dios puede derramar su fuerza sólo cuando le permitimos cambiarnos por dentro. Debemos permitirle penetrar en la dura costra de nuestra indiferencia, de nuestro cansancio espiritual, de nuestro ciego conformismo con el espíritu de nuestro tiempo. Sólo entonces podemos permitirle encender nuestra imaginación y modelar nuestros deseos más profundos. Por esto es tan importante la oración: la plegaria cotidiana, la privada en la quietud de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento, y la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia. Ésta es pura receptividad de la gracia de Dios, amor en acción, comunión con el Espíritu que habita en nosotros y nos lleva, por Jesús y en la Iglesia, a nuestro Padre celestial. En la potencia de su Espíritu, Jesús está siempre presente en nuestros corazones, esperando serenamente que nos dispongamos en el silencio junto a Él para sentir su voz, permanecer en su amor y recibir «la fuerza que proviene de lo alto», una fuerza que nos permite ser sal y luz para nuestro mundo.

En su Ascensión, el Señor resucitado dijo a sus discípulos: «Seréis mis testigos... hasta los confines del mundo» (Hch 1,8). Aquí, en Australia, damos gracias al Señor por el don de la fe, que ha llegado hasta nosotros como un tesoro transmitido de generación en generación en la comunión de la Iglesia. Aquí, en Oceanía, damos gracias de un modo especial a todos aquellos misioneros, sacerdotes y religiosos comprometidos, padres y abuelos cristianos, maestros y catequistas, que han edificado la Iglesia en estas tierras. Testigos como la Beata Mary Mackillop, San Peter Chanel, el Beato Peter To Rot y muchos otros. La fuerza del Espíritu, manifestada en sus vidas, está todavía activa en las iniciativas beneficiosas que han dejado en la sociedad que han plasmado y que ahora se os confía a vosotros.

Queridos jóvenes, permitidme que os haga una pregunta. ¿Qué dejaréis vosotros a la próxima generación? ¿Estáis construyendo vuestras vidas sobre bases sólidas? ¿Estáis construyendo algo que durará? ¿Estáis viviendo vuestras vidas de modo que dejéis espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad? ¿Cómo estáis usando los dones que se os han dado, la «fuerza» que el Espíritu Santo está ahora dispuesto a derramar sobre vosotros? ¿Qué herencia dejaréis a los jóvenes que os sucederán? ¿Qué os distinguirá?

La fuerza del Espíritu Santo no sólo nos ilumina y nos consuela. Nos encamina hacia el futuro, hacia la venida del Reino de Dios. ¡Qué visión magnífica de una humanidad redimida y renovada descubrimos en la nueva era prometida por el Evangelio de hoy! San Lucas nos dice que Jesucristo es el cumplimiento de todas las promesas de Dios, el Mesías que posee en plenitud el Espíritu Santo para comunicarlo a la humanidad entera. La efusión del Espíritu de Cristo sobre la humanidad es prenda de esperanza y de liberación contra todo aquello que nos empobrece. Dicha efusión ofrece de nuevo la vista al ciego, libera a los oprimidos y genera unidad en y con la diversidad (cf. Lc 4,18-19; Is 61,1-2). Esta fuerza puede crear un mundo nuevo: puede «renovar la faz de la tierra» (cf. Sal 104,30).

Fortalecida por el Espíritu y provista de una rica visión de fe, una nueva generación de cristianos está invitada a contribuir a la edificación de un mundo en el que la vida sea acogida, respetada y cuidada amorosamente, no rechazada o temida como una amenaza y por ello destruida. Una nueva era en la que el amor no sea ambicioso ni egoísta, sino puro, fiel y sinceramente libre, abierto a los otros, respetuoso de su dignidad, un amor que promueva su bien e irradie gozo y belleza. Una nueva era en la cual la esperanza nos libere de la superficialidad, de la apatía y el egoísmo que degrada nuestras almas y envenena las relaciones humanas. Queridos jóvenes amigos, el Señor os está pidiendo ser profetas de esta nueva era, mensajeros de su amor, capaces de atraer a la gente hacia el Padre y de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad.

El mundo tiene necesidad de esta renovación. En muchas de nuestras sociedades, junto a la prosperidad material, se está expandiendo el desierto espiritual: un vacío interior, un miedo indefinible, un larvado sentido de desesperación. ¿Cuántos de nuestros semejantes han cavado aljibes agrietados y vacíos (cf. Jr 2,13) en una búsqueda desesperada de significado, de ese significado último que sólo puede ofrecer el amor? Éste es el don grande y liberador que el Evangelio lleva consigo: él revela nuestra dignidad de hombres y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios. Revela la llamada sublime de la humanidad, que es la de encontrar la propia plenitud en el amor. Él revela la verdad sobre el hombre, la verdad sobre la vida.

También la Iglesia tiene necesidad de renovación. Tiene necesidad de vuestra fe, vuestro idealismo y vuestra generosidad, para poder ser siempre joven en el Espíritu (cf. Lumen gentium, 4). En la segunda lectura de hoy, el apóstol Pablo nos recuerda que cada cristiano ha recibido un don que debe ser usado para edificar el Cuerpo de Cristo. La Iglesia tiene especialmente necesidad del don de los jóvenes, de todos los jóvenes. Tiene necesidad de crecer en la fuerza del Espíritu que también ahora os infunde gozo a vosotros, jóvenes, y os anima a servir al Señor con alegría. Abrid vuestro corazón a esta fuerza. Dirijo esta invitación de modo especial a los que el Señor llama a la vida sacerdotal y consagrada. No tengáis miedo de decir vuestro «sí» a Jesús, de encontrar vuestra alegría en hacer su voluntad, entregándoos completamente para llegar a la santidad y haciendo uso de vuestros talentos al servicio de los otros.

Dentro de poco celebraremos el sacramento de la Confirmación. El Espíritu Santo descenderá sobre los candidatos; ellos serán «sellados» con el don del Espíritu y enviados para ser testigos de Cristo. ¿Qué significa recibir la «sello» del Espíritu Santo? Significa ser marcados indeleblemente, inalterablemente cambiados, significa ser nuevas criaturas. Para los que han recibido este don, ya nada puede ser lo mismo. Estar «bautizados» en el Espíritu significa estar enardecidos por el amor de Dios. Haber «bebido» del Espíritu (cf. 1 Co 12,13) significa haber sido refrescados por la belleza del designio de Dios para nosotros y para el mundo, y llegar a ser nosotros mismos una fuente de frescor para los otros. Ser «sellados con el Espíritu» significa además no tener miedo de defender a Cristo, dejando que la verdad del Evangelio impregne nuestro modo de ver, pensar y actuar, mientras trabajamos por el triunfo de la civilización del amor.

Al elevar nuestra oración por los confirmandos, pedimos también que la fuerza del Espíritu Santo reavive la gracia de la Confirmación de cada uno de nosotros. Que el Espíritu derrame sus dones abundantemente sobre todos los presentes, sobre la ciudad de Sydney, sobre esta tierra de Australia y sobre todas sus gentes. Que cada uno de nosotros sea renovado en el espíritu de sabiduría e inteligencia, el espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y piedad, espíritu de admiración y santo temor de Dios.

Que por la amorosa intercesión de María, Madre de la Iglesia, esta XXIII Jornada Mundial de la Juventud sea vivida como un nuevo cenáculo, de forma que todos nosotros, enardecidos con el fuego del amor del Espíritu Santo, continuemos proclamando al Señor resucitado y atrayendo a cada corazón hacia Él. Amén.
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Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana

sábado, 5 de julio de 2008

El viaje de la esperanza continúa / Autora: Madre Elvira, fundadora de la Comunidad Cenáculo

Hace veinticinco años el amor de Dios ha iniciado en la Comunidad Cenacolo un viaje que continúa: aquel de la esperanza! La esperanza que teníamos en el corazón en ese entonces, cuando dimos los primeros pasos de esta aventura encomendándonos solamente al amor de Dios, ha crecido y se ha radicado aún más confirmándonos en la fidelidad de Dios en la cual nos hemos sumergido, en aquel amor que hemos visto y en el cual hemos creído.

Esta fe en Él ha tenido encendida en nosotros la llama de la esperanza viva, que se ha vuelto servicio a través de pequeños gestos de acogida y de amor cotidianos. Hoy este amor es visible a todos los que contemplan asombrados con nosotros el milagro vivo de la resurrección, que se da en las vidas de los jóvenes que la Comunidad recibe: no podemos negar más que el resucitado está vivo en medio de nosotros, porque es Él que nos hace renacer cotidianamente.

Su amor se extiende y se dona gratuitamente a todos los hombres, nos protege, nos defiende, se sumerge en nuestra vida hecha de bien y de mal, de salud y enfermedad, de fuerza y de debilidad, de fe y de ateísmo… nuestro Dios no pasa por alto a nadie, es un Dios universal que siempre, todos los días y en todas las situaciones, está presente y continúa a inclinarse hacia nosotros. También aquellos que no quieren reconocerlo, que niegan la resurrección, también ellos son abrazados por el sol de Su misericordia que cada día sale sobre buenos y malos, sobre justos e injustos, sobre todos nosotros y que llega también a aquellos que lo rechazan. Él es la ternura infinita que reviste e ilumina todo el mundo, que realza y perdona.

Dios ama más allá de nuestras medidas, es amor infinito que no tiene barreras, es misericordia sin límites que se ha mostrado a nosotros en los gestos de Jesús: nosotros lo hemos escuchado, lo hemos contemplado, lo hemos tocado, lo hemos comido… y ahora deberíamos decir como el apóstol Juan “lo anunciamos a ustedes”.

El ser cristianos debe recorrer nuestra vida desde la cabeza a los pies; en cada gesto, mirada y sentimiento se debe manifestar espontáneamente nuestra pertenencia, nuestro credo. No se es cristiano solo cuando los otros nos piden de serlo, sino siempre!

Nuestra misión de creyentes es anunciar la alegría de aquel encuentro, que ha transformado nuestras vidas a través del amor que se hace don en nosotros con sonrisas que comunican esperanza, con bondad vivida en la gratitud, con el corazón libre de intereses y ambiciones. Estos gestos de bien auténtico permiten a nuestro Dios, que ha tomado sobre sí en Jesús de Nazaret nuestra naturaleza humana, de santificar también nuestra fragilidad haciéndonos capaces de dar la vida y de experimentar así el secreto de la alegría verdadera, aquel céntuplo que Jesús nos ha prometido: la vida es un don de amor que se debe donar! La misericordia de Dios ha iniciado con nosotros un viaje que paso tras paso, se está abriendo con asombro delante de nuestros ojos como una verdadera, original, fascinante y bellísima historia que continúa.

El Señor nos conceda la fidelidad de seguirlo y la alegría de servirlo!
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Fuente: Comunidad Cenáculo

viernes, 13 de junio de 2008

Testimonios de Iván y Mirsa de como el Señor les rescató de la droga

Viven en la casa de Medjugorje de la Comunidad Cenáculo con 80 jóvenes más
Trabajo y oración para salir de la heroína
L. Moreno/M. Velasco (La Razón)
MEDJUGORJE- Aunque la «Casa Madre» de la Comunidad se encuentra sobre la colina de Saluzzo, una ciudad en la provincia de Cúneo (Piemonte), en el noroeste de Italia, aquí, en Medjugorje, cerca de la colina de las apariciones de la Virgen, cuentan con una de las casas más numerosas, en la que conviven 80 jóvenes adictos a la droga. El alma de la comunidad es Sor Elvira Pettrozi, una religiosa italiana que, sin ninguna formación en psiquiatría o en psicología, fundó en 1983 la primera casa de acogida y ha conseguido liberar a cientos de jóvenes drogadictos de su adicción. Trabajo, oración y amistad verdadera es lo que consigue sacar a estos jóvenes de la desesperación, la tristeza y la dependencia. Un horario muy estricto, trabajo y oración: ése es el secreto de sor Elvira.


Uno de estos jóvenes es Iván, que llegó a la comunidad huyendo de la Policía: «Fuera de aquí yo era un esclavo. Tenía mucho dinero y, cuando empezó la guerra, como me daban dinero en casa, me sentía superior a los demás. No estaba a acostumbrado a esforzarme, me hacía muchas preguntas y busqué las respuestas en lugares equivocados, hasta que la heroína fue la respuesta a todo», recuerda.

«No sabía vivir»

«Llegué drogado. Pero nadie me preguntó nada, ni qué drogas había tomado, ni si había matado a alguien, ni de qué religión era. Nadie me juzgó. Sin embargo, todos me abrazaron», recuerda conmovido.

«Cuando llevaba aquí tres meses, me mandaron como trabajo ordeñar dos vacas, a las cuatro y media de la mañana. La primera noche no dormí. Si me quedaba dormido no habría leche para el desayuno, ¡y 80 ex-drogadictos me matarían! Al darme ese trabajo, entendí que confiaban en mí y entonces empecé a mejorar», prosigue Iván.

«Cuando entré me pusieron un ángel (cuidador), que era pesadísimo. Me decía por favor y gracias. Yo no estaba acostumbrado a eso y me ponía enfermo. Dormía en la litera encima de la mía, y hasta venía al cuarto de baño y llamaba a la puerta si tardaba para ver si estaba bien. Comprendí que el problema no era la droga: era que yo no sabía vivir. Aquí he aprendido a vivir. ¡Cristo es el Maestro que te enseña a vivir! El Señor nos ha dado otra oportunidad, ¡...a nosotros!», recalca Iván.

Mirsa, otro joven toxicómano reincidente, llegó a la comunidad cuando apenas tenía 16 años. «Empecé a drogarme muy joven. Mi vida era unos amigos que en realidad eran mis peores enemigos; una novia a la que nunca amé; la heroína y la música. Cuando llegué, yo ya había probado de todo; me había desintoxicado incluso durante dos meses, pero siempre volvía. Aquí me aceptaron como era. Desde que he entrado en la comunidad no he vuelto a pensar en drogarme», asegura Mirsa. «No tenemos chicas, ni tabaco, ni drogas, pero yo he vuelto a la vida. Estaba muerto, pero me han rescatado», asegura.

La fuerza de la oración

La comunidad del Cenáculo propone a los jóvenes que acoge un estilo de vida simple, familiar y disciplinado, basado en el redescubrimiento de la oración y del trabajo («ora et labora»). Una vida de amistad verdadera, sacrificio y fe en Jesús. La espiritualidad de la comunidad es profundamente eucarística y mariana. Se alternan en la jornada momentos de oración (rosario, adoración eucarística, liturgia de las horas) con momentos de trabajo y de ocio. Todo ello compartiendo la vida delante de la Palabra de Dios y de los hermanos. Sor Elvira está convencida de que la vida cristiana, en su simplicidad y plenitud, es la respuesta a toda inquietud del corazón y que el encuentro con Dios hace renacer el hombre a toda esperanza.

miércoles, 11 de junio de 2008

Testimonio: "Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendiamos nada" / Autora: Madre Elvira, fundadora de la Comunidad Cenáculo

Palabras pronunciadas en la Basilica San Juan de Letrán, el 4 de abril de 2008, durante el primer congreso de la Divina Misericordia

Cuando a nuestros jóvenes les piden que hablen de la Comunidad comienzan a hablar de su propia vida: de las tinieblas a la Luz. Es lo que voy a hacer yo.

Deseo contarles sobre la Misericordia de Dios en mi familia cuando yo era pequeña, en los años ’40. Durante la guerra mi papá fue llamado al frente. Nosotros vivíamos en el sur. . . . y tenía que presentarse en Piemonte. Ni siquiera sabíamos qué era el Piemonte. Así es que mi papá le dijo a mi madre que nos íbamos todos con él. Éramos siete niños, llenos de hambre, de frío, de todo lo que no tendría que tener un niño. Pero teníamos una mamá fuerte, capaz de soportar el peso de de todos. ¿Por qué les digo esto? Porque mirando posteriormente mi historia he comprendido que en esos momentos la Misericordia abundaba.

Luego, mi papá se hizo alcohólico, bebía. Nosotros no sabíamos, éramos chicos y veíamos a nuestro padre transformado, nervioso, con rabia. Durante muchos años, mis hermanos, lo juzgaron: “¡Qué padre que tuvimos! ¡Qué familia que éramos!” Se avergonzaban. Hoy, a la Luz de mi encuentro con Dios , cuando los encuentro les digo: “Se avergüenzan de nuestro padre porque no han podido transformar con la fe esas llagas profundas que teníamos en el corazón .” En un momento de mi camino de fe comprendí que en mi vida la Misericordia ya estaba en ese momento, que el Espíritu Santo guiaba a mis padres hacia la fortaleza, en la humillación, porque vivimos muchas humillaciones, mucha marginación.

Nadie quería a los del sur, nos dieron una casa que era casi un gallinero ¡no nos querían en ningún lado porque éramos muchos hijos! Sin embargo hoy, luego de haber encontrado al Señor, leo esta historia con nuevos ojos y eso le propongo a los jóvenes: no avergonzarse de su propia historia porque justamente está sostenida por la Misericordia que la transforma en amor.

Hoy, las llagas sangrantes se volvieron puertas y ventanas abiertas para darle a todos misericordia, amor, justicia, para dar mucho, mucho de mí misma. Hay que vivir la Misericordia en lo concreto de la propia historia para poder expresar: “Lo pude asimilar en mi propia carne.” Reconozco que el Señor fue muy bueno conmigo, desde chica me fue preparando para lo que Él sabía que yo iba a vivir en mi vida…

Me puse de novia con un joven bueno, que me quería, pero en un momento me dije: “Toda la vida solo con este chico, con esta cara, con estas palabras…no. . . jamás podré.” Sentía que mi corazón estaba dilatado al máximo, y en ese momento, en esa elección lo encaucé.Ya habíamos programado tener quince, veinte hijos, pero eran pocos. Veinte hijos ¿y después? ¿Después?

Después la Misericordia me alcanzó en la pobreza, en la humillación. Es una Misericordia que se mezcló con mi carne, con mis sentimientos, con mi amor. Y es por eso que hoy estoy aquí con un “equipo” de jóvenes.Tenemos muchas casas de jóvenes que vienen de todas partes del mundo, sabiendo que la nuestra es una Comunidad exigente. Nuestro amor, que es todo, total, incondicional, es un amor exigente porque ellos deben sentir que les tenemos confianza a pesar de su fragilidad y debilidad. Ellos ya no eran personas, eran pedazos rotos. Pero creo que tienen derecho no a los caramelos para hacerlos sentir bien, sino a la fuerza de una propuesta educativa.

En cuanto llegan, lo primero que les enseñamos – para no engañarlos, pues anteriormente todo fue engaño - es la oración. Afortunadamente, nuestros obispos, cada vez que abro una Comunidad, cuando de rodillas les pido que nos den la Eucaristía, siempre han dicho que sí. Nuestras capillas a veces todavía no tienen los bancos, pero ahí vamos, de rodillas, en el piso, día y noche con Jesús Eucaristía. Se hacen turnos, siempre con Jesús: y somos felices. No tenemos nada… ¿no tenemos nada?

¡Tenemos todo! Pero no hemos aceptado el dinero del Estado sino que hemos creído en el amor de Dios Padre. También creímos en el amor del hombre y, en efecto, a nosotros no nos falta nada porque todo se vuelve Providencia y nosotros la podemos contemplar en las personas que llegan. Los jóvenes desean comer una buena pasta y no hay salsa de tomate, quince minutos antes de la comida llega una señora con el marido y descargan una gran cantidad de “pumarola”. ¡Así es todo, todo!!

En veinticinco años que hace que recibimos a estos jóvenes, jamás fui a hacer las compras. Cuando algo falta, falta: lo echamos de menos pero así experimentamos que no son las cosas las que nos hacen felices, sino la amistad, la paz…

Comencé con mi historia desde que era niña porque quiero que cuando estemos tristes, o todavía no hayamos abrazado al papá o a la mamá, lo digo sobretodo por ustedes, chicos y chicas de la Comunidad: “Aprendamos a perdonar, a perdonar a nuestros padres por cualquier equivocación que hayan tenido. Ellos fueron más castigados que nosotros cuando eran chicos.”Luego de estar un tiempo en la Comunidad, nuestros jóvenes van a su casa para hacer la verífica. Yo siempre les digo: “Cuando veas a tu padre, desde lejos, corre, corre, corre hacia él y abrázalo. Y mientras lo abrazas, debes contar, sin soltarlo, hasta siete.” Y verás que tu papá llora: ¡todos se ponen a llorar! Ya no podemos decirle “¡Hola, papá! “ e irnos.

¿ Quieres detenerte un momento? Porque tu papá debe hacer memoria y recordar que cuando eras pequeña o pequeño, no te quiso, no dialogó, ni te miraba. En un punto cuando el hijo lo abraza, el “hijo pródigo” es realmente el padre, quien se da cuenta de que es padre. Estos jóvenes que hoy están rebosantes de oración, de compasión, de amor, nunca más pueden tener un gesto que no entre en el corazón, en sus vísceras , en las de sus padres. Cuando regresan de la verifica me dicen: “Elvira, en cuanto lo vi a mi papá me dije, si no voy ahora no voy más.” Se puso a correr, abrazó al papá hasta que los dos se confundieron en el llanto.

Debemos ser más humanos, más amantes del amor. El amor es vida, gestos concretos, sacrificio, humillaciones, a veces hambre: primero hay que vivirlo y luego entregarlo a todos. Dios es amor y nosotros elegimos a Dios. Más bien, es Él quien nos eligió ¡y estamos felicísimos de haberlo encontrado!(. . .)¿Cómo se hace para vivir con jóvenes que vienen de tantas experiencias del mal? El cómo siempre es difícil pero hay Alguien que te lo va enseñando por dentro. Cada minuto es una novedad, también para nuestros jóvenes. ¿Cómo se hace para reprenderlos, amarlos, abrazarlos, castigarlos, sonreírles y jugar con ellos? Son todos momentos de amor.

Pero recordé lo que una vez aprendí en mi infancia. Tenía una madre santa, exigente. Especialmente recuerdo una oración que ella decía todos los días y varias veces al día: “¡Santa Cruz de Dios , no nos abandones!” Ella lo decía en su dialecto del sur, yo soy del sur, de Sora, cerca de Frosinone.Mi padre muchas veces perdía su trabajo porque faltaba, pero ella no le pedía al Señor un nuevo trabajo para su marido, ¡no!! : ¡La Cruz! Ella amó la cruz, la abrazó.. Por eso les he propuesto a los jóvenes el encuentro con la Cruz de Jesús, con el crucifijo…

¿Cómo hice para vivir con los jóvenes? No fui yo a vivir con ellos sino que fue la Misericordia: ese rostro del Padre que se empeña en hacer florecer la misericordia junto a la miseria. Ellos llegan ya sin más dignidad, sin más rostro, sin más palabras, sin más esperanza . Vienen y confían: no sé cómo hacen para confiar pero confían, también para mí es un milagro. Y nosotros les proponemos el “camino” de la oración, de la fe viviéndola junto a ellos, porque los jóvenes hoy no necesitan tantas palabras sino vida. A los jóvenes las cosas le entran por los ojos, no más por los oídos: entienden con los ojos porque mira, observan si nosotros no hacemos lo que decimos. La coherencia , con ellos es muy importante la coherencia. . .

Comenzamos durmiendo en el piso, porque no había nada en esa villa que nos habían dado en comodato. Pero nunca pensé en eso: ¡teníamos de más! Cuando no teníamos nada más, ¡había de más! Porque había de más solidaridad, amor, sonrisas, había de más lágrimas a veces, pero no importa, la vida es así: con luces y sombras, hecha de coraje y de miedo, de fortaleza y de debilidad, y nosotros se la enseñamos tal cual es, también a través de nuestra vida.Ahora debo agradecer a la Virgen, que luego de algunos años nos mandó sacerdotes, seminaristas, hermanas consagradas que ya están en las distintas misiones. Yo no pensaba en todo esto, pero Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendíamos nada ha dado todo para que se lo donemos a los demás.

Gracias por haberme escuchado.
Cardenal Schonborn: “Una vez le pregunté a Madre Elvira: ¿Pero, cómo se hace para abrazar la Cruz? Espontáneamente ella me respondió: abrazando el crucifijo.”


Madre Elvira: “Es verdad, no les propuse la cruz sino que les dije a ellos: “abracemos el crucifijo”. Abrazándolo nos volvemos más fuertes en nuestras cruces. Abrazándolo , también sentimos los clavos. La cruz sin Jesús es un oprobio. Nosotros abrazamos al Salvador, El que nos ha salvado en esa cruz victoriosa.”

El viaje de la esperanza continúa / Autora: Madre Elvira, fundadora de la Comunidad Cenáculo

Hace veinticinco años el amor de Dios ha iniciado en la Comunidad Cenacolo un viaje que continúa: aquel de la esperanza! La esperanza que teníamos en el corazón en ese entonces, cuando dimos los primeros pasos de esta aventura encomendándonos solamente al amor de Dios, ha crecido y se ha radicado aún más confirmándonos en la fidelidad de Dios en la cual nos hemos sumergido, en aquel amor que hemos visto y en el cual hemos creído.

Esta fe en Él ha tenido encendida en nosotros la llama de la esperanza viva, que se ha vuelto servicio a través de pequeños gestos de acogida y de amor cotidianos. Hoy este amor es visible a todos los que contemplan asombrados con nosotros el milagro vivo de la resurrección, que se da en las vidas de los jóvenes que la Comunidad recibe: no podemos negar más que el resucitado está vivo en medio de nosotros, porque es Él que nos hace renacer cotidianamente.

Su amor se extiende y se dona gratuitamente a todos los hombres, nos protege, nos defiende, se sumerge en nuestra vida hecha de bien y de mal, de salud y enfermedad, de fuerza y de debilidad, de fe y de ateísmo… nuestro Dios no pasa por alto a nadie, es un Dios universal que siempre, todos los días y en todas las situaciones, está presente y continúa a inclinarse hacia nosotros. También aquellos que no quieren reconocerlo, que niegan la resurrección, también ellos son abrazados por el sol de Su misericordia que cada día sale sobre buenos y malos, sobre justos e injustos, sobre todos nosotros y que llega también a aquellos que lo rechazan. Él es la ternura infinita que reviste e ilumina todo el mundo, que realza y perdona.

Dios ama más allá de nuestras medidas, es amor infinito que no tiene barreras, es misericordia sin límites que se ha mostrado a nosotros en los gestos de Jesús: nosotros lo hemos escuchado, lo hemos contemplado, lo hemos tocado, lo hemos comido… y ahora deberíamos decir como el apóstol Juan “lo anunciamos a ustedes”.

El ser cristianos debe recorrer nuestra vida desde la cabeza a los pies; en cada gesto, mirada y sentimiento se debe manifestar espontáneamente nuestra pertenencia, nuestro credo. No se es cristiano solo cuando los otros nos piden de serlo, sino siempre!

Nuestra misión de creyentes es anunciar la alegría de aquel encuentro, que ha transformado nuestras vidas a través del amor que se hace don en nosotros con sonrisas que comunican esperanza, con bondad vivida en la gratitud, con el corazón libre de intereses y ambiciones. Estos gestos de bien auténtico permiten a nuestro Dios, que ha tomado sobre sí en Jesús de Nazaret nuestra naturaleza humana, de santificar también nuestra fragilidad haciéndonos capaces de dar la vida y de experimentar así el secreto de la alegría verdadera, aquel céntuplo que Jesús nos ha prometido: la vida es un don de amor que se debe donar! La misericordia de Dios ha iniciado con nosotros un viaje que paso tras paso, se está abriendo con asombro delante de nuestros ojos como una verdadera, original, fascinante y bellísima historia que continúa.

El Señor nos conceda la fidelidad de seguirlo y la alegría de servirlo.
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Fuente: Comunidad Cenáculo

miércoles, 23 de abril de 2008

El Bautismo en el Espíritu Santo y los carismas debatidos en Roma / Autor: Kees Slijkerman

Cerca de 150 invitados, obispos, teólogos y líderes de la Renovación Carismática Católica de todos los continentes se reunieron en Roma, del 3 al 6 de abril, para examinar el bautismo en el Espíritu Santo y los carismas. Hubo conferencias y testimonios dados desde el punto de vista bíblico, patrístico, teológico y pastoral. Subrayamos algunos puntos importantes en este breve informe.

APÓSTOLES DEL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU
Tenemos una misión, ser ‘apóstoles del bautismo en el Espíritu’. Esta fuerte afirmación la hizo el Arzobispo Alberto Taveira, que es el enlace entre la conferencia episcopal brasileña y los nuevos movimientos en Brasil. ‘El don de la Renovación Carismática Católica es llevar a todo el mundo al Cenáculo, llevar a las personas a una intimidad nueva con el Señor,’ dijo el Arzobispo, quien procede del movimiento Focolar. Comenzó su charla con una cita del Vaticano II. El Cardenal Stanislaw Rylko, el Obispo Joseph Grech y otros, también citaron los documentos del Concilio que contienen la teología sobre los carismas del Vaticano II: la Constitución sobre la Iglesia (Lumen gentium) 12; el Decreto sobre los Laicos (Apostolicam Actuositatem) 3; y el Decreto sobre los Sacerdotes (Presbyterorum ordinis) 9.

El Prof. P. Robert Faricy dio su testimonio sobre ser bautizado en el Espíritu Santo y afirmó: ‘Tenemos que orar con las personas por el bautismo en el Espíritu Santo, o como quiera que lo llamemos. No lo hacemos suficientemente’. Dijo: ‘El Bautismo en el Espíritu no es propiedad de la Renovación Carismática Católica (RCC). Puede suceder en cualquier momento’. Varios de los demás oradores enfatizaron la importancia de no institucionalizar el bautismo en el Espíritu. Lo que queremos decir por ‘bautismo en el Espíritu’ debería ser explicado más claramente en el lenguaje teológico de la Iglesia. ¿Cómo está relacionado con el bautismo sacramental, la confirmación, la conversión, la experiencia, el nacer de nuevo, los carismas? La comisión doctrinal de ICCRS trabajará sobre ello.
CARISMAS

El P. Raniero Cantalamessa repasó la historia. ‘Los carismas nunca desaparecieron de la Iglesia, pero desaparecieron de la teología’, dijo. Los padres de la Iglesia comenzaron a relacionar los carismas con la santificación y con los dones del Espíritu en Isaías 11, 1-3. En esa época comenzó una clericalización de los carismas y una institucionalización del don de sanación. Se perdió el contexto original de los carismas como parte de la constitución de la Iglesia. El Papa León XIII, en su encíclica sobre el Espíritu (1897), habló de dones, no de carismas. Pero ahora, desde el Vaticano II, los carismas están de nuevo en la teología y en la práctica de la Iglesia. ‘Debemos repensar fundamentalmente la doctrina sobre los siete dones’, dijo el P. Raniero. Él ve un vacío en la teología sobre los carismas.
OBJETIVO DE LOS CARISMAS
El P. Francis Martin de EEUU trató el tema de los carismas desde un punto de vista bíblico. Explicó la presencia de los carismas y la dimensión carismática en las vidas de Abraham, Moisés y los autores del Antiguo Testamento. ‘Hebreos 11 describe carismáticos del Antiguo Testamento. La buena nueva se manifiesta en las acciones de Dios’, dijo el P. Martin. ¿Cuál es el objetivo de los carismas? ‘Si las personas empiezan a ver el rostro de Dios nuestro Padre, los carismas han alcanzado su objetivo’.

APÓSTOLES Y PROFETAS

La Prof. Mary Healy de EEUU dio una excelente conferencia sobre todo el tema y sobre el discernimiento. ‘Ahora la RCC está en una segunda generación. De manera que es momento de reflexionar, escribir y consolidar lo que hemos experimentado—como al principio de la Iglesia’, dijo. ‘La Renovación ha normalizado los carismas. Pero tenemos que evitar releer nuestras propias experiencias desde la Biblia’. Destacó el hecho de que un grupo de carismas son llamados por Pablo pneumatika, dones espirituales (1 Corintios 12). ‘Estos dones sólo pueden recibirse por un sometimiento consciente al Espíritu Santo. Quizá más que otros carismas, exigen una docilidad infantil a la influencia del Espíritu’, dijo la bastante joven Prof. Healy, que se doctoró en teología con una tesis en 1 Corintios 2. La diferencia entre éstos y los aparentemente más ordinarios charismata mencionados en Romanos 12, Efesios 4 y 1 Corintios 7, 7 (matrimonio y celibato) no es absoluta, dijo. Añadió que Pablo no afirma haber mencionado todos los carismas. El Papa Juan Pablo II dio otra lista durante la visita ad limina a los obispos belgas en 1982.1
Mary Healy es miembro del comité doctrinal de ICCRS. Dijo que los carismas deberían ser estudiados no principalmente en espiritualidad o hagiografía, sino en eclesiología. Los carismas pertenecen a la constitución de la Iglesia. Un detalle interesante que dio fue: la Iglesia está edificada sobre el cimiento de los apóstoles y los profetas, como Pablo escribió en Efesios 2, 20. La Iglesia necesita no sólo los apóstoles, presentes en los obispos, sino también los profetas. Respondiendo a una pregunta del Obispo Joe Grech sobre este punto, Mary dijo que cada cristiano está incluido en el elemento carismático profético que es fundamental a la Iglesia.

PUBLICACIONES
Este coloquio teológico fue organizado por ICCRS (Servicios Internacionales de la Renovación Carismática Católica) y CFCCCF (Fraternidad Católica de Comunidades de Alianza y Hermandades Carismáticas), en colaboración con el Pontificio Consejo para los Laicos. Como muy bien dijo la Presidenta de ICCRS Michelle Moran, éste era un encuentro histórico. Era el segundo coloquio de este tipo. El primero fue en 2001 sobre sanación, y sus conferencias y testimonios han sido publicados en un libro, Oraciones de Sanación (320 páginas). Existe también un librito, Directrices sobre las oraciones de sanación escrito por la Comisión Doctrinal de ICCRS (53 páginas). Ambos pueden pedirse en info@iccrs.org.
DE TODO EL MUNDO
Fue un encuentro impresionante con el Señor entre nosotros, y muchos detalles interesantes en los testimonios y durante el desayuno, la comida y la cena cada día con personas de África, Asia, Australia y América. Uno de los testimonios lo dio el exorcista de Roma, el P. Gabriele Amorth. Henry Cappello trajo buenas noticias sobre los 15 millones de católicos en China. Francis MacNutt expresó su profunda preocupación por las personas heridas. El Prof. Jean Pliya de Benin explicó una manera de sanación, liberación y cuidado de las almas. El P. Alberto Ibáñez de Argentina ha escrito cinco tomos sobre el don de lenguas. Hermanos de países islámicos contaron sobre la grave falta de libertad religiosa en sus países. Están limitados por muchas limitaciones injustas; los africanos están oprimidos por la pobreza y la corrupción, pero llenos de alegría. En Indonesia cientos de iglesias han sido incendiadas, pero la Iglesia está creciendo. En Brasil la Renovación está creciendo rápidamente. Uno citó al Papa diciendo algo como: cuando fui al Brasil, pensé, ‘cada mes nace una nueva secta’; ahora tengo la impresión de que cada mes nace una nueva comunidad. Corea del Sur es otro milagro. Una obra de misericordia desarrollada en un centro llamado Kkottongnae, que ayuda a miles de personas pobres y discapacitadas que incluso no pueden pedir ayuda. Este centro incluye un instituto de formación en amor, con una universidad y lugares de reunión para 10.000 personas en el interior, con equipamiento de alta tecnología, y para 100.000 personas en el exterior. Ver www.flower-vill.com. En junio de 2009 albergarán una asamblea de ICCRS.

¿Y QUÉ PASA CON EUROPA?

Europa no es desde luego el centro del mundo ni el centro de la RCC. Pero también hacemos una buena contribución al conjunto, por ejemplo desarrollando estudios teológicos sólidos. El P. Peter Hocken de Viena es una persona clave en la Comisión Doctrinal de ICCRS, y los miembros de la comisión teológica de la RCC alemana han producido material sólido. (Ver el artículo del P. Norbert Baumert SJ sobre el bautismo en el Espíritu Santo, que podéis encontrar en http://www.sankt-georgen.de/leseraum/index.html#baumert.) Y, por cierto, en este momento el papa y los presidentes de ICCRS, CFCCCF y el Pontificio Consejo para los Laicos todos vienen de Europa.
ORAR Y DAR
Oremos por los 15 millones de católicos en China que esperan una Biblia, y por el millón de católicos en Arabia Saudita, a quienes todavía no se les permite construir una iglesia o tener sacerdotes, como nos contó su obispo, pero que están ‘viviendo su fe en situaciones difíciles de un modo ejemplar’. Y no os olvidéis de recoger y enviar dinero a ICCRS para que sea posible que continúen su importante labor en el centro de la Renovación y la Iglesia. Existe una gran necesidad financiera, como nos explicó a todos Charles Whitehead. Pero vivimos por fe y nuestro Señor es por siempre fiel.
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El autor, Kees Slijkerman, es secretario del subcomité europeo de ICCRS.
Fuente: BOLETÍN INFORMATIVO DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA EUROPEA (Euccril)