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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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Mostrando las entradas para la consulta Raniero Cantalamessa, OFM Cap. ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
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viernes, 14 de mayo de 2021

La Iglesia necesita al Espíritu Santo / Por Cardenal Raniero Cantalamessa Ofm Cap


Camino Católico
.- El padre Rainiero Cantalamessa, que ha sido nombrado Cardenal por el Papa Francisco el pasado año 2020, profundiza en una meditación a jóvenes consagradas en el año 2009 sobre la Iglesia necesita al Espíritu Santo el Espíritu Santo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual ungüento, partiendo en su meditación de nuevo de la segunda estrofa del himno ‘Veni Creator’: “Tú llamado Paráclito, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual ungüento.”

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jueves, 6 de mayo de 2021

Espíritu Santo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual ungüento / Por Cardenal Raniero Cantalamessa Ofm Cap 

 


Camino Católico.- El padre Rainiero Cantalamessa, que ha sido nombrado Cardenal por el Papa Francisco el pasado año 2020, profundiza en una meditación a jóvenes consagradas en el año 2009 sobre el Espíritu Santo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual ungüento, partiendo en su meditación de nuevo de la segunda estrofa del himno ‘Veni Creator’: “Tú llamado Paráclito, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual ungüento.”

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domingo, 8 de junio de 2008

Qué sacrificio y misericordia pide Dios / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Comentario del padre Cantalamessa a la liturgia del próximo domingo

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap. --predicador de la Casa Pontificia-- a la Liturgia de la Palabra del próximo domingo.

* * *
X Domingo del Tiempo Ordinario
Oseas 6,3-6; Romanos 4,18-25; Mateo 9, 9-13

Misericordia quiero y no sacrificios

Hay algo conmovedor en el Evangelio dominical. Mateo no relata algo que Jesús dijo o hizo un día a alguien, sino lo que dijo e hizo personalmente por él. Es una página autobiográfica, la historia del encuentro con Cristo que cambió su vida. "Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: 'Sígueme'. Él se levantó y le siguió".

El episodio, sin embargo, no se cita en los Evangelios por la importancia personal que revestía para Mateo. El interés se debe a cuanto sigue al momento de la llamada. Mateo quiso ofrecer "un gran banquete en su casa" para despedirse de sus antiguos compañeros de trabajo, "publicanos y pecadores". No podía faltar la reacción de los fariseos y la respuesta de Jesús: "No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio". ¿Qué significa esta frase del profeta Oseas que repite Jesús? ¿Acaso que es inútil todo sacrificio y mortificación y que basta con amar para que todo vaya bien? Partiendo de este pasaje se puede llegar a rechazar todo el aspecto ascético del cristianismo, como residuo de una mentalidad aflictiva o maniquea, hoy superada.

Ante todo hay que observar un profundo cambio de perspectiva en el paso de Oseas a Cristo. En Oseas, la expresión se refiere al hombre, a lo que Dios quiere de él. Dios quiere del hombre amor y conocimiento, no sacrificios exteriores y holocaustos de animales. En labios de Jesús, la expresión se refiere en cambio a Dios. El amor del que se habla no es el que Dios exige del hombre, sino el que da al hombre. "Misericordia quiero, que no sacrificio" significa: quiero usar misericordia, no condenar. Su equivalente bíblico es la palabra que se lee en Ezequiel: "No quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva". Dios no quiere "sacrificar" a su criatura, sino salvarla.

Con esta puntualización se entiende mejor también la expresión de Oseas. Dios no quiere el sacrificio "a toda costa", como si disfrutara viéndonos sufrir; no quiere tampoco el sacrificio realizado para alegar derechos y méritos ante Él, o por un malentendido sentido del deber. Quiere en cambio el sacrificio que es requerido por su amor y por la observancia de los mandamientos. "No se vive en amor sin dolor", dice la Imitación de Cristo, y la misma experiencia cotidiana lo confirma. No hay amor sin sacrificio. En este sentido, Pablo nos exhorta a hacer de toda nuestra vida "un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios".

Sacrificio y misericordia son ambas cosas buenas, pero pueden hacerse uno y otra perjudiciales si se reparten mal. Son cosas buenas si (como hizo Cristo) se elige el sacrificio para uno y la misericordia para los demás; se vuelven malas si se hace lo contrario y se elige la misericordia para uno y el sacrificio para los demás. Si se es indulgente con uno mismo y riguroso con los demás, dispuestos siempre a excusarnos y a ser despiadados al juzgar a los demás. ¿No tenemos nada que revisar al respecto en nuestra conducta?

No podemos concluir el comentario de la vocación de Mateo sin dedicar un pensamiento afectuoso y agradecido a este evangelista que nos acompaña, con su Evangelio, en el curso de todo este año litúrgico primero. Gracias, Mateo, llamado también Levi. Sin ti, ¡qué pobre sería nuestro conocimiento de Cristo!

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[Traducción del original italiano por Marta Lago]

Evangelio del domingo 8 de junio - Mateo 9, 9-13
Para ver el video haz click sobre la imagen


"Misericordia quiero y no sacrificios" / Video-reflexión: P.Jesús Higueras

jueves, 20 de mayo de 2021

Espíritu Santo, autor de siete dones, de Dios dedo derecho / Por Cardenal Raniero Cantalamessa Ofm Cap #ResurreccióndeCristo #Pascua #EspíerituSanto

 


Camino Católico.- El padre Rainiero Cantalamessa, que ha sido nombrado Cardenal por el Papa Francisco el pasado año 2020, profundiza en una meditación a jóvenes consagradas en el año 2009 sobre el Espíritu Santo, autor de siete dones, de Dios dedo derecho, partiendo en su meditación de la tercera estrofa del himno ‘Veni Creator’: “Autor de siete dones, de Dios dedo derecho, fiel promesa del Padre, que por nosotros hablas con la letra que pone la palabra sobre nuestros labios”.

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miércoles, 10 de diciembre de 2008

Primera meditación de adviento del predicador de la Casa Pontificia
La conversión de san Pablo modelo de verdadera conversión evangélica / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.,
"Lo que podría ser una ganancia, lo he considerado una perdida con motivo de Cristo"
5 de diciembre 2008.- Publicamos la primera predicación de Adviento a la Curia Romana que, en presencia de Benedicto XVI, ha pronunciado el padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia. En el corazón del Año Paulino, el padre Cantalamessa ha propuesto una reflexión sobre el papel que ocupa Cristo en el pensamiento y en la vida del apóstol de las gentes, para renovar el esfuerzo por poner a Cristo en el centro de la teología de la Iglesia y de la vida espiritual de los creyentes. En esta primera predicación, en la Capilla "Redemptoris Mater" el predicador reflexiona sobre el acontecimiento del camino de Damasco, que califica como "el que más ha influido en el cristianismo, después de la muerte y la resurrección de Cristo". Leer...

sábado, 5 de agosto de 2023

La Transfiguración en el Tabor nos invita a buscar solo a Jesús / Por Cardenal Raniero Cantalamessa Ofm Cap


Camino Católico
.- El padre Rainiero Cantalamessa, que ha sido nombrado Cardenal por el Papa Francisco el pasado año 2020, profundiza en una meditación a jóvenes consagradas en el año 2011 sobre la Transfiguración en el Tabor que nos invita a querer y buscar solo a Jesús para invocando al Espíritu Santo conocer a Dios Padre.

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domingo, 29 de junio de 2008

"¡Tú eres Pedro!", invitación a reconciliarse con la Iglesia / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Comentario del padre Cantalamessa al evangelio de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo, 29 de junio, solemnidad de los santos Pedro y Pablo.

* * *
Hechos 12, 1-11; 2 Timoteo 4, 6-8.17-18; Mateo 16, 13-19

¡Tú eres Pedro!

El Evangelio de este domingo es el Evangelio de la entrega de la llaves a Pedro. Sobre él siempre se ha basado la tradición católica para fundamentar la autoridad del Papa sobre toda la Iglesia. Alguno podría decir: pero, ¿qué tiene que ver el Papa con todo esto? Esta es la respuesta de la teología católica. Si Pedro tiene el papel de ser "fundamento" y "roca" de la Iglesia, dado que la Iglesia sigue existiendo, entonces debe seguir existiendo también el fundamento. Es impensable que prerrogativas tan solemnes ("te daré las llaves del Reino de los cielos") se refirieran sólo a los primeros veinte o treinta años de vida de la Iglesia y que terminaran con la muerte del apóstol. El papel de Pedro se prolonga, por tanto, en sus sucesores.

Durante todo el primer milenio, este oficio de Pedro fue reconocido universalmente por todas las Iglesias, si bien se interpretó de manera diferente en oriente y occidente. Los problemas y las divisiones nacieron con el milenio terminado recientemente. Y hoy también nosotros, católicos, admitimos que no todos estos problemas han nacido por culpa de los demás, de los así llamados "cismáticos": primero los orientales y después los protestantes. El primado instituido por Cristo, al igual que todas las cosas humanas, fue ejercido a veces bien y a veces menos bien. Al poder espiritual se le mezcló, poco a poco, un poder político y terreno, y de este modo se dieron abusos. El mismo Papa, Juan Pablo II, en la carta sobre el ecumenismo, Ut unum sint, ha previsto la posibilidad de revisar las formas concretas con las que se ha ejercido el primado del Papa para permitir la concordia de todas las Iglesias a su alrededor. Como católicos, deseamos que se continúe cada vez con más valentía y humildad por este camino de la conversión y de la reconciliación, especialmente incrementando la colegialidad querida por el Concilio.

Lo que no podemos desear es que el ministerio mismo de Pedro, como signo y factor de la unidad de la Iglesia, se desvirtúe. Sería privarnos de uno de los dones más preciosos que Cristo ha hecho a su Iglesia, así como contraponerse a su voluntad precisa. Pensar que a la Iglesia le basta tener la Biblia y el Espíritu Santo para interpretarla, para poder vivir y difundir el Evangelio, es como decir que a los fundadores de los Estados Unidos les hubiera bastado escribir la constitución norteamericana y mostrar en sí mismos el espíritu con que se debía interpretar, sin prever algún gobierno para el país. ¿Existirían todavía los Estados Unidos?

Algo que podemos hacer desde ahora y todos es allanar el camino a la reconciliación entre las Iglesias, comenzando por reconciliarnos con nuestra Iglesia. "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia": Jesús dice mi Iglesia, en singular, no mis Iglesias. Él ha pensado y querido una sola Iglesia, no una multiplicidad de Iglesias independientes, o peor aún, una lucha entre ellas. Mí, además de ser singular, es un adjetivo posesivo. Jesús, por tanto, reconoce la Iglesia como suya; dice mi Iglesia, como un hombre diría: mi mujer, o mi cuerpo. Se identifica con ella, no se avergüenza de ella. En los labios de Jesús la palabra Iglesia no tiene nada de esos significados sutiles negativos que nosotros hemos añadido.

En esa expresión de Cristo, se da un fuerte llamamiento a todos los creyentes a reconciliarse con la Iglesia. Renegar de la Iglesia es como renegar de la propia madre. "No puede tener a Dios por Padre --decía san Cipriano-- quien no tiene a la Iglesia por madre". Sería un hermoso fruto de esta fiesta de los santos Pedro y Pablo aprender a decir también nosotros, al hablar de la Iglesia a la que pertenecemos: "¡mí Iglesia!".

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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]


El Evangelio del domingo 29 de junio, Solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, en vídeo:
Mateo 16, 13-19
Para verlos haz click sobre las imagenes


"Tu eres Pedro" / Video-reflexión: P. Jesús Higueras

sábado, 13 de diciembre de 2008

Segunda meditación de Adviento del Predicador del Papa a Benedicto XVI y a la Curia Romana
"Llamados por Dios a la comunión con su Hijo Jesucristo" / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Sábado 13 de diciembre 2008.- El año del bimilenario de san Pablo es una oportunidad para acabar con la causa que llevó a la división entre los cristianos: dar más importancia a detalles secundarios que al mismo Cristo; considera el predicador del Papa.El padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, ofreció este viernes la segunda predicación de Adviento a la Curia Romana, en presencia de Benedicto XVI, en la capilla "Redemptoris Mater" del palacio apostólico del Vaticano.Continuando con las lecciones para la vida de la Iglesia y la vida espiritual de cada creyente que deja el apóstol de las gentes, el sacerdote capuchino consideró que "el año paulino podría revelarse la ocasión providencial para cerrar todo un periodo de discusiones y enfrentamientos ligados más al pasado que al presente". Leer la meditación...

lunes, 25 de agosto de 2008

“La divinidad de Jesús es el punto neurálgico del cristianismo” / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo.

XXI domingo del tiempo ordinario

Isaías 22, 19-23; Romanos 11, 33-36; Mateo 16, 13-20

¿Quién decís vosotros que soy yo?

Existe, en la cultura y en la sociedad de hoy, un hecho que nos puede introducir a la comprensión del Evangelio de este domingo, y es el sondeo de las opiniones. Se practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito político y comercial. También Jesús un día quiso hacer un sondeo de opinión, pero con fines, como veremos, muy diversos: no políticos sino educativos. Llegado a la región de Cesarea de Filipo, es decir, la región más al norte de Israel, en una pausa de tranquilidad, en la que estaba solo con los apóstoles, Jesús les dirigió a quemarropa la pregunta: "¿Quién dice la gente que es el hijo del Hombre?"....Leer más

viernes, 31 de mayo de 2019

¿Qué significa convertirse? Responde el padre Raniero Cantalamessa, predicador del Papa

Raniero Cantalamessa, ofmcap Camino Católico.- Publicamos la segunda meditación del padre Raniero Cantalamessa O.F.M Cap., predicador de la Casa Pontificia, en preparación del gran encuentro que el el Papa Francisco presidirá, el 9 de junio, en el Vaticano con motivo de Pentecostés (www.charis.international), que ha hecho pública inicialmente Aleteia,. La meditación forma parte de la campaña de oración por la Iglesia lanzada por el nuevo servicio único de la Renovación Carismática Católica, creado por la Santa Sede, con el nombre de Charis, en preparación de Pentecostés. La primera meditación del padre Cantalamessa, quien es también  asistente eclesiástico de Charis, está disponible aquí.

domingo, 1 de junio de 2008

La Palabra de Dios, roca eterna / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Comentario del padre Cantalamessa a la liturgia del próximo domingo


Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap. --predicador de la Casa Pontificia-- a la liturgia de la Palabra del próximo domingo.

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IX Domingo del Tiempo Ordinario

Deuteronomio 11, 18.26-28; Romanos 3, 21-25a.28; Mateo 7, 21-27

La casa en la roca
Todos sabían, en tiempos de Jesús, que es de necios construir la propia casa sobre arena, en el fondo de los valles, en lugar de hacerlo en lo alto de la roca. Después de cada lluvia abundante se forma, en efecto, casi de inmediato un torrente que barre las casitas que encuentra a su paso. Jesús se basa en esta observación, que probablemente había hecho en persona, para construir a partir de ella la parábola de este domingo sobre las dos casas, que es como una doble parábola.

"Así pues todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca; cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre roca".

Con simetría perfecta, variando sólo poquísimas palabras, Jesús presenta la misma escena en negativo: "Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena; cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina".

Construir la propia casa sobre arena quiere decir volver a poner las propias esperanzas y certezas en cosas inestables y aleatorias que no se sustraen al tiempo y a los vuelcos de fortuna. Tales son el dinero, el éxito, la propia salud. La experiencia lo pone ante nuestros ojos cada día: es muy poco lo que basta -un pequeño coágulo en la sangre, decía el filósofo Pascal- para que todo se derrumbe.

Construir la casa sobre roca quiere decir, al contrario, fundar la propia vida y las propias esperanzas en aquello que "los ladrones no pueden robar ni la polilla deshacer", sobre lo que no pasa. "Los cielos y la tierra pasarán -decía Jesús--, pero mis palabras no pasarán".

Construir la casa en la roca significa, muy sencillamente, construir en Dios. Él es la roca. Roca es uno de los símbolos preferidos de la Biblia para hablar de Dios: "Nuestro Dios es una roca eterna" (Is 26,4); "Él es la Roca, perfecta es su obra" (Dt 32,4).

La casa construida sobre la roca ya existe; ¡se trata de entrar en ella! Es la Iglesia. No, evidentemente, la que está hecha a base de ladrillos, sino la formada por las "piedras vivas" que son los creyentes, edificados en la "piedra angular" que es Cristo Jesús. La casa en la roca es aquella de la que hablaba Jesús cuando decía a Simón: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra (literalmente ‘roca')" edificaré mi Iglesia (Mt 16, 18).

Fundar la propia vida sobre la roca significa por lo tanto vivir en la Iglesia; no quedarse fuera apuntando sólo el dedo contra las incoherencias y los defectos de los hombres de Iglesia. Del diluvio universal se salvaron sólo pocas almas, las que habían entrado con Noé en el arca; del diluvio del tiempo que todo engulle se salvan sólo los que entran en el arca nueva que es la Iglesia (cf. 1 P 3, 20). Esto no quiere decir que todos los que están fuera de ella no se salven; existe una pertenencia a la Iglesia de otro tipo, "conocida sólo a Dios", dice el Concilio Vaticano II respecto a quienes, sin conocer a Cristo, obran según los dictados de la propia conciencia.

El tema de la palabra de Dios, que está en el centro de las lecturas de este domingo y sobre el que se celebrará en octubre el próximo Sínodo de los obispos, me sugiere una aplicación práctica. Dios se ha servido de la palabra para comunicarnos la vida y revelarnos la verdad. ¡Los seres humanos usamos a menudo la palabra para dar muerte y esconder la verdad! En la introducción a su famoso Dizionario delle opere e dei personaggi, Valentino Bompiani relata el siguiente episodio. En julio de 1938 tuvo lugar en Berlín el congreso internacional de los editores, en el que él también participó. La guerra se palpaba ya en el aire y el gobierno nazi se mostraba maestro en la manipulación de las palabras con fines de propaganda. El penúltimo día, Goebbels, que era ministro de Propaganda del Tercer Reich, invitó a los congresistas al aula del Parlamento. Se pidió a los delegados de los distintos países una palabra de saludo. Cuando llegó el turno a un editor sueco, éste subió al estrado y con voz grave pronunció estas palabras: "Señor Dios, debo pronunciar un discurso en alemán. Carezco de vocabulario y de gramática, y soy un pobre hombre perdido en el género de los nombres. No sé si la amistad es femenino o si el odio es masculino, o si el honor, la lealtad y la paz son neutros. Así que, Señor Dios, recobra las palabras y déjanos nuestra humanidad. Tal vez lograremos comprendernos y salvarnos". Estalló un aplauso, mientras Goebbels, que había captado la alusión, salía airado de la sala.

Un emperador chino, interrogado sobre qué era lo más urgente para mejorar el mundo, respondió sin dudar: ¡reformar las palabras! Quería decir: devolver a las palabras su verdadero significado. Tenía razón. Hay palabras que, poco a poco, han sido vaciadas completamente de su significado original y colmadas de un significado diametralmente opuesto. Su uso no puede más que resultar perjudicial. Es como poner en una botella de arsénico la etiqueta "digestivo efervescente": alguien se envenenará. Los Estados se han dotado de leyes severísimas contra los falsificadores de moneda, pero de ninguna contra la falsificación de las palabras. A ninguna palabra le ha ocurrido lo mismo que a la pobre palabra "amor". Un hombre abusa de una mujer y se justifica diciendo que lo ha hecho por amor. La expresión "hacer el amor" frecuentemente representa el acto más vulgar de egoísmo, en el que cada uno piensa en su satisfacción, ignorando totalmente al otro y reduciéndole a simple objeto.

La reflexión sobre la palabra de Dios nos puede ayudar, como se ve, también a reformar y rescatar de la vanidad la palabra de los hombres.
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[Traducción del original italiano por Marta Lago]
El evangelio del domingo en video
Mateo 7, 21-27
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La casa estaba cimentada sobre roca / Video-reflexión: P. Jesús Higueras

sábado, 8 de junio de 2019

¿Cómo rezar un Rosario en el que con “los 5 misterios” evocar la presencia del Espíritu Santo en la historia de la salvación? / Responde P. Cantalamessa, predicador del Papa

Raniero Cantalamessa, ofmcap Camino Católico.- Publicamos la tercera meditación del padre Raniero Cantalamessa O.F.M Cap., predicador de la Casa Pontificia, en preparación del gran encuentro que el  Papa Francisco presidirá, este 9 de junio, en el Vaticano con motivo de Pentecostés (www.charis.international), que ha hecho pública inicialmente Aleteia,. La meditación forma parte de la campaña de oración por la Iglesia lanzada por el nuevo servicio único de la Renovación Carismática Católica, creado por la Santa Sede, con el nombre de CHARIS, en preparación de Pentecostés y en ella el padre Cantalamessa propone como rezar un rosario dedicado al Espíritu Santo y como orar cada uno de los 5 misterios.
La primera meditación del padre Cantalamessa, quien es también  asistente eclesiástico de Charis, está disponible aquí y la segunda aquí.

domingo, 22 de junio de 2008

Hay que tener temor, pero no miedo / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo.

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XII Domingo del tiempo ordinario
Jeremías 20, 10-13; Romanos 5, 12-15; Mateo 10, 26-33

¡Tened temor, pero no tengáis miedo!

El Evangelio de este domingo ofrece varias sugerencias, pero todas se pueden resumir en esta frase aparentemente contradictoria: "¡Tened temor, pero no tengáis miedo!". Jesús dice: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna". No debemos tener temor ni miedo de los hombres; de Dios debemos tener temor, pero no miedo.

Por tanto hay una diferencia entre miedo y temor; tratemos de comprender por qué y en qué consiste. El miedo es una manifestación de nuestro instinto fundamental de conservación. Es la reacción a una amenaza para nuestra vida, la respuesta a un verdadero o presunto peligro: desde el peligro más grande, que es el de la muerte, a los peligros particulares que amenazan la tranquilidad o la incolumidad física, o nuestro mundo afectivo.

Según se trate de peligros reales o imaginarios, se habla de miedos justificados y de miedos injustificados o patológicos. Como las enfermedades, los miedos pueden ser agudos o crónicos. Los miedos agudos han sido determinados por una situación de peligro extraordinario. Si estoy a punto de ser atropellado por un coche, o comienzo a sentir que la tierra tiembla bajo mis pies a causa de un terremoto, entonces estoy ante miedos agudos. Estos sustos surgen improvisadamente, sin avisar, y así desaparecen al terminar el peligro, dejando quizá un mal recuerdo. Los miedos crónicos son los que conviven con nosotros, se convierten en parte de nuestro ser, e incluso acabamos encariñándonos de ellos. Los llamamos complejos o fobias: claustrofobia, agorafobia, etc.

El evangelio nos ayuda a liberarnos de todos estos miedos, revelando el carácter relativo, no absoluto, de los peligros que los provocan. Hay algo de nosotros que nadie ni nada en el mundo puede quitarnos o dañar: para los creyentes se trata del alma inmortal, para todos el testimonio de la propia conciencia.

Algo muy diferente del miedo es el temor de Dios. El temor de Dios se aprende: "Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor" (Salmo 33,12); por el contrario, el miedo, no tiene necesidad de ser aprendido en el colegio; la naturaleza se encarga de infundirnos miedo.

El mismo sentido del temor de Dios es diferente al miedo. Es un elemento de fe: nace de la conciencia de quién es Dios. Es el mismo sentimiento que se apodera de nosotros ante un espectáculo grandioso y solemne de la naturaleza. Es el sentimiento de sentirnos pequeños ante algo que es inmensamente más grande que nosotros; es sorpresa, maravilla, mezcladas con admiración. Ante el milagro del paralítico que se alza en pie y camina, puede leerse en evangelio, "El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: 'hoy hemos visto cosas increíbles'" (Lucas 5, 26). El temor, en este caso, es otro nombre de la maravilla, de la alabanza.

Este tipo de temor es compañero y aliado del amor: es el miedo de disgustar al amado que se puede ver en todo verdadero enamorado, también en la experiencia humana. Con frecuencia es llamado "principio de la sabiduría", pues lleva a tomar decisiones justas en la vida. ¡Es nada más y nada menos que uno de los siete dones del Espíritu Santo (cf. Isaías 11, 2)!

Como siempre, el evangelio no sólo ilumina nuestra fe, sino que nos ayuda además a comprender nuestra realidad cotidiana. Nuestra época ha sido definida como una época de angustia (W. H. Auden). El ansia, hija del miedo, se ha convertido en la enfermedad del siglo y es, dicen, una de las causas principales de la multiplicación de los infartos. ¿Cómo explicar este hecho si hoy tenemos muchas más seguridades económicas, seguros de vida, medios para afrontar las enfermedades y atrasar la muerte?

El motivo es que ha disminuido, o totalmente desaparecido, en nuestra sociedad el santo temor de Dios. "¡Ya no hay temor de Dios!", repetimos a veces como una expresión chistosa, pero que contiene una trágica verdad. ¡Cuanto más disminuye el temor de Dios, más crece el miedo de los hombres! Es fácil comprender el motivo. Al olvidar a Dios, ponemos toda nuestra confianza en las cosas de aquí abajo, es decir, en esas cosas que según Cristo, el ladrón puede robar y la polilla carcomer (Cf. Lucas 12, 33). Cosas aleatorias que nos pueden faltar en cualquier momento, que el tiempo (¡la polilla!) carcome inexorablemente. Cosas que todos queremos y que por este motivo desencadenan competición y rivalidad. (el famoso "deseo mimético" del que habla René Girard), cosas que hay que defender con los dientes y a veces con las armas en la mano.

La caída del temor de Dios, en vez de liberarnos de los miedos, nos ha impregnado de ellos. Basta ver lo que sucede en la relación entre los padres y los hijos en nuestra sociedad. ¡Los padres han abandonado el temor de Dios y los hijos han abandonado el temor de los padres! El temor de Dios tiene su reflejo y su equivalente en la tierra en el temor reverencial de los hijos por los padres. La Biblia asocia continuamente estos dos elementos. Pero el hecho de no tener temor alguno o respeto por los padres, ¿hace que sean más libres o seguros de sí los muchachos de hoy? Sabemos que no es así.

El camino para salir de la crisis es redescubrir la necesidad y la belleza del santo temor de Dios. Jesús nos explica precisamente en el evangelio que la confianza en Dios es una compañera inseparable del temor. "¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos".

Dios no quiere provocarnos temor sino confianza. Justamente lo contrario de aquel emperador que decía: "Oderint dum metuant" (¡que me odien con tal de que me teman!). Es lo que deberían hacer también los padres terrenos: no infundir temor, sino confianza. De este modo se alimenta el respeto, la admiración, la confianza, todo lo que implica el nombre de "sano temor".

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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]


El Evangelio del domingo 22 de junio en video:
Mateo 10, 26-33
Para ver los videos haz click sobre la imagenes


"No tengáis miedo a los que matan el cuerpo" /
Video-reflexión: P. Jesús Higueras