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Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

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lunes, 17 de marzo de 2008

Cardenal Bertone en el funeral de Chiara Lubich, «un canto al amor de Dios» / Autora: Roberta Sciamplicotti

En la Basílica de San Pablo Extramuros

ROMA, (ZENIT.org).- «Un canto al amor de Dios». Así ha definido el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI, la vida de Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolores, en su funeral celebrado este martes.

Miles de personas participaron dentro y fuera de la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma en el rito fúnebre, en el que católicos, cristianos de otras confesiones, así como personas de diferentes religiones o no creyentes, rindieron tributo a la promotora de la unidad, fallecida a los 88 años, el pasado 14 de marzo.

Media hora de aplausos saludó al féretro de Chiara Lubich, pionera de esta realidad, que ella inició en 1943, esparcida en 182 países, con más de dos millones de adherentes y una irradiación entre varios millones de personas.

El cardenal Bertone, quien presidió las exequias, recordó en la homilía «el ardiente deseo por el encuentro con Cristo», que ha caracterizado toda la existencia de la fundadora.

«Y aún más intensamente los últimos meses y días, en los que se agravó la enfermedad, que la desnudó de toda energía física, llevándola a una subida paulatina del Calvario, culminada en el dulce regreso al seno del Padre».

«Ahora todo se ha verdaderamente cumplido --afirmó el secretario de Estado--: el sueño de los inicios se ha hecho verdad, el anhelo apasionado se ha saciado. Chiara encuentro a aquél que amó sin ver y, llena de alegría, puede exclamar: "Sí, ¡mi redentor está vivo!"».

«La vida de Chiara Lubich es un canto al amor de Dios, a Dios que es Amor», constató el purpurado italiano.

«No hay otro camino para conocer a Dios y para dar sentido y valor a la existencia. Sólo el Amor, el Amor divino, nos hace capaces de "engendrar" amor, de amar incluso a los enemigos. Esta es la novedad cristiana, en esto consiste todo el Evangelio».

«¿Cómo vivir el Amor?»,
se preguntó Bertone.

Tras la Última Cena, Jesús reza «para que todos sean uno»; «la oración de Cristo, por tanto, sostiene el camino de sus amigos de todos los tiempos», respondió.

«Su Espíritu suscita en la Iglesia testigos de Evangelio vivo; es Él, el Dios viviente, quien nos guía en las horas de tristeza y de duda, de dificultad y dolor. Quien se encomienda a Él no teme nada, ni el miedo de la travesía de mares tempestivos, ni los obstáculos ni ningún tipo de adversidad. Quien edifica la casa sobre Cristo, edifica sobre la roca del Amor que todo lo soporta, que todo lo vence».

La fundadora del Movimiento de los Focolares, «con estilo silencioso y humilde», no creó «instituciones de asistencia y de promoción humana», sino que se dedicó «a encender el fuego el amor de Dios en los corazones».

«Suscita personas que ellas mismas sean amor, que vivan el carisma de la unidad y de la comunión con Dios y con el prójimo; personas que difundan el amor-unidad, haciendo de sí mismos, de sus casas, de su trabajo un "hogar" [focolare, en italiano, ndt.], en el que ardiendo el amor contagia e incendia todo lo que está a su lado».

Esta misión, observó el cardenal, es posible para todos, pues el Evangelio «está al alcance de cada uno».

«La preciosísima llave para entrar en el Evangelio», para Chiara Lubich, «era la Virgen, y decidió precisamente encomendar a María su obra, llamándola precisamente Obra de María. "Quedará en la tierra como otra María --afirmó--: toda Evangelio, nada más que Evangelio, y dado que es Evangelio, no morirá».

El purpurado concluyó la homilía dando gracias al Señor por este testimonio, «por sus intenciones proféticas que han precedido y preparado los grandes cambios de la historia y los acontecimiento extraordinarios que vivió la Iglesia en el siglo XX».

En este sentido, mencionó la «valiente apertura ecuménica y la búsqueda del diálogo con las religiones», que han promovido los Focolares, definidos por Juan Pablo II en una de sus cartas como «apóstoles del diálogo», camino privilegiado para promover la unidad: diálogo dentro de la Iglesia católica, diálogo ecuménico, diálogo interreligioso, diálogo con los no creyentes.

Esta obra estaba testimoniada en la basílica por representantes cristianos, como el reverendo Martin Robra, del Consejo Ecuménico de las Iglesias; el metropolita Gennadios Zervos, de la Iglesia ortodoxa; el obispo de la Iglesia luterana Christian Krause; así como numerosos representantes de comunidades surgidas de la Reforma evangélica.

Participaban en el funeral, además, Lisa Palmieri, representante ante la Santa Sede del Comité Judío Americano; el imán Izak-El M. Pasha de la Mezquita de Harlem (Estados Unidos); el director del Centro Islámico Cultural de Roma, Abdulá Redouane; y el presidente de la Comunidad Islámica de Florencia, el imán Elzir Ezzedine.

El mundo budista estaba representado por el presidente del Consejo directivo de la Rissho Kosei Kai, Watanabe Yasutaka, y por el monje tailandés budista Phara-Maha Thongratana.

Entre los representantes de movimientos y nuevas comunidades eclesiales, se encontraba Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio; Ernesto Olivero, fundador del Servicio Misionero Juvenil; el padre Laurent Fabre, fundador de la comunidad Chemin Neuf; el padre Julián Carrón, presidente de Comunión y Liberación; y Salvatore Martinez, presidente de la Renovación en el Espíritu, de origen carismático.

Sobre el féretro de Chiara Lubich se colocaron tres claveles, para recordar el día en que decidió consagrarse a Dios en la iglesia del colegio de los Capuchinos en Trento, su ciudad natal. Era el 7 de diciembre de 1943 y Chiara, antes de llegar al colegio, compró tres claveles rojos para el crucifijo.

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La Pasion del Cristo a traves del arte con musica de Stanislao Marino

"Este vehículo sufre síntomas de abandono..." / Autor: Arturo Guerra

El alma es algo vivo. Insiste. No puede reaccionar con la frialdad pasota del coche abandonado.

Caminaba otra vez por aquella calle de Barcelona. Como siempre una larga y compacta hilera de coches estacionados en batería contemplaban impávidos mi paso por la acera. Pero esa vez un viejo automóvil llamó mi atención. Descolorido, sucio y con muchas cicatrices, llevaba en el parabrisas -que alguna vez fue transparente- una pegatina fresca, redonda, de color amarillo chillante, y con un breve texto negro escrito en buen catalán. Comenzaba más o menos así:

“Aquest vehicle pateix símptomes d´abandonament…” ("este vehiculo padece sintomas de abandono")

Y la doctora pegatina continuaba explicando las consecuencias que acarrearía una agudización seria de los síntomas diagnosticados a la pobre creatura. O sea, que si en cuestión de unos cuantos días el propietario no venía y lo movía, aquel automóvil se lo llevarían al depósito de coches huérfanos. La cartulina terminaba citando con lujo de detalles el número, el folio, la barra, la fecha y el código secreto de la disposición municipal que autorizaba tamaña operación…
Modernas y civilizadas ciudades éstas en las que no pasa desapercibido a las autoridades competentes ningún infeliz vehículo que sufre en lámina propia el terrible abandono de su insensible e inhumano dueño…

Y es que así solemos ser los humanos con nuestras cosas. Cuando ya están viejas, o ya no nos gustan, o ya nos aburrieron, las arrinconamos. Las abandonamos. Es algo que venimos practicando desde niños con los juguetes de hace dos navidades…

Al fin y al cabo, las posesiones materiales terminan por oxidarse y estropearse; pero, luego, esto del abandono compulsivo, lo empezamos a aplicar también a un proyecto, a un trabajo, a un compromiso, a una amistad, o a la propia alma… Empezamos por arrinconarla. Sabemos que está ahí en el fondo pero en verdad nos importa poco. Con las prisas, con las ocupaciones, con los mil proyectos de cada día, termina metida en el baúl de las cosas etéreas, esas que no sabemos por dónde ni cómo agarrarlas…

Quizá de vez en cuando nos topamos con ella, y hasta nos dan ganas de desempolvarla, de dedicarle un tiempo, pero nos zambullimos de nuevo en el trajín diario y, ¡adiós alma!…

Y la cosa es que lo de vivir dormida como que no le va. El alma es algo vivo. Insiste. No puede reaccionar con la frialdad pasota del coche abandonado. Unas veces tímidamente intentará despertarnos. Otras veces nos tocará el hombro suavemente como intentando llamar nuestra atención.

O nos susurrará: “oye, ¿hoy sí tendrás un par de minutos para mí?" O nos intentará pedir ayuda. O nos dará ideas. O nos sugerirá comportamientos y decisiones. O nos pedirá cambios.
Otras veces, la muy inquieta, nos empezará a preguntar un montón de cosas serias en ese preciso momento en el que estamos totalmente enfrascados en resolver un problema tan vital y crucial como lo es lograr aparcar en el centro de la ciudad en zona gratuita a la hora punta… Y ¡anda!, que justo ahí, se le ocurre preguntarnos que si sabemos qué viene después de la vida, que a dónde vamos, que de dónde venimos, que para qué estamos en este mundo, que cuál es el sentido de todo esto…

Y cuando por falta de atención ya no puede más, el alma se sentirá débil, se pondrá pálida, respirará con dificultad, querrá gritar con todas las menguadas fuerzas que le quedan que el poco alimento que le damos la está matando…

Es entonces quizá cuando el Buen Fabricante de nuestra alma, usa un sistema parecido al de las pegatinas. Y es que no se resigna a que abandonemos sin más ese don tan precioso que puso en nuestras manos con muchísima ilusión allá en los inicios de la aventura de la vida.

Son medidas extraordinarias, de emergencia. Son como mensajes más directos. Avisos que necesitamos para reaccionar. Motivaciones más personales. Un problema particularmente difícil, una crisis, una caída, una sorpresa desagradable, una enfermedad que no cede, un imprevisto que lo rompe todo, un fracaso especialmente doloroso, una pérdida nunca imaginada…

Vicisitudes que Él permite sabiendo que nos pueden ayudar a despertar, reflexionar, recapacitar, cambiar, convertir… Oportunidades para darnos cuenta de que por ahí no, de que seguir así nos hará mucho daño, de que maltratarla es maltratarnos a nosotros mismos, porque sin el alma no podemos vivir pues es tan nuestra como el cuerpo.

En otros países, eso de la identificación de coches abandonados se complicaría más porque el 65% de los vehículos plenamente activos que siete días a la semana trotan despavoridos las calles, están en condición física tan deplorable que si los trajeran a aquella calle barcelonesa, seguro que a las dos horas de aparcados se ganan la pegatina… Pero en eso de las almas, Dios siempre nos sigue muy de cerca. Si no le hemos dejado entrar, ahí se queda, paciente, a la puerta, cubierto de rocío, pasando las noches del invierno oscuras.

Así que si algún día notamos una pegatina en el parabrisas de nuestra alma, no nos lo tomemos a mal. No es alguien que nos quiere fastidiar. Es Dios, quien con la urgencia de su amor quiere avisarnos en nuestro propio idioma que la nostra ànima aquesta pateix greus símptomes d’abandonament. Y que quizá mañana va a ser tarde para reaccionar.

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Fuente: Forum Libertas
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Otro articulo del autor:

Para entender la Iglesia, hay ponerse en zapato ajeno

http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=10400

Carta de Benedicto XVI en el funeral de Chiara Lubich / Autor: Benedicto XVi

Da gracias a Dios por el don de la fundadora de los Focolares

Publicamos la carta que ha enviado Benedicto XVI al cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, durante los funerales de Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares (Obra de María), celebrado en la tarde de este martes, en la basílica de San Pablo Extramuros.

Al señor cardenal Tarcisio Bertone,
secretario de Estado


Participo espiritualmente en la solemne liturgia con la que la comunidad cristiana acompaña a Chiara Lubich en su despedida de esta tierra para entrar en el seno del Padre celestial. Renuevo con afecto mi profundo pésame a los responsables de toda la Obra de María - Movimiento de los Focolares, así como a quienes han colaborado con esta generosa testigo de Cristo, que se ha entregado sin reservas por la difusión del mensaje evangélico en todo ámbito de la sociedad contemporánea, siempre atenta a los «signos de los tiempos».

Hay muchos motivos para dar gracias al Señor por el don que ha hecho a la Iglesia en esta mujer de fe intrépida, mansa mensajera de esperanza y de paz, fundadora de una gran familia espiritual que abarca campos múltiples de evangelización.

Sobre todo quisiera dar gracias a Dios por el servicio que Chiara ha ofrecido a la Iglesia: un servicio silencioso e incisivo, siempre en sintonía con el magisterio de la Iglesia: «Los Papas --decía-- siempre nos han comprendido». Esto porque Chiara y la Obra de María siempre han tratado de responder con dócil fidelidad a cada uno de sus llamamientos y deseos.

El vínculo ininterrumpido con mis venerados predecesores, desde el siervo de Dios Pío XII y el beato Juan XXIII a los siervos de Dios Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, es un testimonio concreto. El pensamiento del Papa era para ella una guía segura de orientación. Es más, al ver las iniciativas que ha suscitado, se podría incluso afirmar que tenía casi la profética capacidad de intuirlo y de actuarlo de manera anticipada.

Su herencia pasa ahora a su familia espiritual: que la Virgen María, modelo constante de referencia para Chiara, ayude a cada focolarino y focolarina a seguir por el mismo camino, contribuyendo a hacer que la Iglesia sea cada vez más casa y escuela de comunión, como escribió el querido Juan Pablo II tras el Jubileo del Año 2000.

Que el Dios de la esperanza acoja el alma de nuestra hermana, consuele y apoye el compromiso de quienes recogen su testamento espiritual. Por esta intención, aseguro un recuerdo particular en la oración, mientras envío a todos los presentes en el rito sagrado la bendición apostólica.

Vaticano, 18 de marzo de 2008

Benedictus PP XVI


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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]

Premian a obstetriz peruana por salvar a joven madre discapacitada y su hija no nacida

Ivonne Arriaga Castañeda (a la izquierda)

LIMA,(ACI).- El Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (MIMDES) condecoró a diez destacadas mujeres peruanas en mérito a su desempeño y labor en diversos campos sociales y económicos. Una de las condecoradas fue Ivonne Arriaga Castañeda, una dedicada obstetriz del departamento de Huánuco que salvó con tenacidad la vida de una joven madre discapacitada y su hija no nacida.

Ivonne trabaja en el Centro de Salud de Acomayo, Huánuco, y hace un año descubrió en el aislado poblado de Vervenapampa el dramático caso de Jovita Jara, una joven de 20 años de edad con retardo mental leve que no tiene piernas, padecía anemia y estaba embarazada.

Ivonne caminó varias veces los 15 kilómetros entre Acomayo y Vervenapampa para visitar a Jovita y convencer a sus padres, unos humildes campesinos, sobre la urgencia de que la joven recibiera atención médica durante el resto del embarazo y someterla luego a una cesárea.

"Tenaz, sin hacer caso a las iniciales negativas familiares, Ivonne vuelve una y otra vez a Vervenapampa. Vuelve a la carga con varios argumentos y un solo objetivo: salvar a Jovita. Finalmente triunfa y el papá, con Jovita en sus hombros, camina los 15 kilómetros hasta el centro de salud. Jovita recibe las acciones pre-natales y el 22 de junio nace Noemí por cesárea", sostiene el sitio web del MIMDES.

Ivonne ganó el concurso Orden al Mérito de la Mujer 2008, en la categoría Acción Heroica, gracias a sus compañeras de trabajo que la postularon y los votos de unas 30mil personas que se conmovieron con su historia

El testimonio del médico sobre los últimos días de Chiara Lubich

*El homenaje de miles de personas a la fundadora de los Focolares
*Entre las personalidades venidas a rendirle homenaje a Chiara, el Card. Rylko y algunos responsables de Movimientos y Comunidades Eclesiales
*Han llegado además mensajes del Presidente de la República Giorgio Napolitano y del Presidente de la CEI, Card. Bagnasco.


En un clima denso de serenidad, conmoción y oración, es continuo el flujo de personas de todas las edades que vienen a rendir homenaje a Chiara Lubich. En la capilla ardiente, preparada en la sala de encuentros del Centro Internacional de los Focolares en Rocca di Papa, Chiara se encuentra acomodada en el centro de la sala, rodeada por muchísimas flores. Detrás de ella un icono de María con el Niño Jesús, regalo del Papa Juan Pablo II.

Entre las personalidades: un testigo de los últimos 30-40 días de su vida en el Policlínico Gemelli, el Dr. Salvatore Valente, titular de la Cátedra de Neumología quien le hizo el tratamiento: “En este tiempo Chiara ha soportado, ha tolerado todos los sufrimientos con una serenidad, con una participación constructiva, verdaderamente conmovedora. Muchas veces el sufrimiento es sólo un peso doloroso. En cambio ella ha mantenido una mirada serena que me ha impresionado muchísimo. Hasta el momento del “pasaje”.


También el Card. Stanislao Rylko, Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos ha querido subir a Rocca di Papa: “He tenido varios encuentros con Chiara: el último con ocasión de las fiestas de Navidad. Pero cada encuentro con ella ha sido para mi vida un acontecimiento que ha dejado unas huellas muy profundas. Era una persona que, con su entusiasmo por las cosas de Dios, contagiaba a todos sus interlocutores”. El Cardenal ha dejado un mensaje a sus hijos espirituales: “lleven adelante esta llama del Carisma con mucha valentía: es una historia, en la Iglesia, que no se cierra, sino que se abre”. También el Subsecretario del Consejo Pontificio, Guzmán Carriquiry, vino personalmente.

Andrea Riccardi, de la Comunidad de San Egidio expresó, como fundador, una impresión personal: “Chiara me ha enseñado la dignidad del carisma, su valor, que es la cosa más preciosa que tenemos” y agregó “Chiara es de todos: es de la Iglesia, es también de la gente de otras religiones, Chiara es del mundo, porque ha sido de Jesús. Ahora que está en silencio debemos aprender a escucharla mejor y la podremos escuchar sólo si hacemos unidad entre nosotros”.

Salvatore Martínez, coordinador nacional de la Renovación Carismática italiana afirmó: “La herencia de Chiara es una herencia de amor signo de una maternidad espiritual de la cual todos nosotros laicos estamos agradecidos”. Resaltó el testimonio de esta mujer “que no se ha detenido ante los desafíos de la secularización y de los antagonismos culturales, ideológicos y religiosos”.

Permanecieron en oración ante Chiara también Frère Alois, el prior de la Comunidad de Taizé, sucesor de Fr. Roger, junto a dos hermanos. “Nosotros en Taizé –dijo Fr. Alois- damos gracias a Dios por la vida de Chiara. Es una luz para nosotros. Y esta luz permanece entre nosotros”. Y recordó “la gran estima y el gran amor que Fr. Roger sentía por ella”.

Mientras tanto siguen llegando mensajes de todo el mundo de personalidades políticas y religiosas:

El presidente de la República italiana Giorgio Napoletano define a Chiara Lubich como “una de las figuras más representativas del diálogo interreligioso e intercultural, una voz fecunda y límpida en el debate contemporáneo. Ha sabido fundar –se lee- un Movimiento entre los más extensos del mundo, en grado de confrontarse con espíritu abierto, con el mundo laico sobre la base de la supremacía de los ideales humanos de la solidaridad, la justicia y la paz entre los pueblos y naciones”.

El telegrama de la Conferencia Episcopal Italiana firmado por el Presidente Card. Bagnasco y por el Secretario General Mons. Betori, habla de la experiencia de Chiara, como de “una experiencia de comunión que enriquece la vida de la Iglesia en Italia y en el mundo”. Y recuerda “con particular reconocimiento la fuerza de su testimonio que ha propuesto un camino de fe fundado en el principio de la unidad, fuente en la Iglesia y en el mundo de itinerarios de vida bajo el signo de la plenitud de la alegría”.

Muchos los testimonios de fundadores y presidentes de Movimientos y nuevas Comunidades con los que Chiara tenía una relación muy profunda, en especial a partir de 1998 cuando Juan Pablo II los había invitado a la comunión recíproca. Citamos sólo dos:

La comunidad del Padre Benzi en las palabras del sucesor Paolo Ramonda, expresa la gratitud “por su amor por los otros Movimientos, asociaciones y nuevas comunidades para los que Chiara era una conductora incansable hacia la comunión”.

El Padre Julio Carrón, sucesor del Padre Giussani guía de la Fraternidad de Comunión y Liberación, en una carta “recuerda los largos años de amistad con el Padre Giussani. Habla de su Carisma “suscitado para hacer vivo el acontecimiento cristiano como luz que sostiene la esperanza”.

Oreste Basso, copresidente de1os Focolares, ha explicado a HM Televisión que «por una parte es el momento más bonito porque Chiara está en el Paraíso y nosotros estamos todavía aquí, nos abre el camino, por esto nos toca seguirla, no con palabras sino haciendo bien las cosas, con la vida. Es necesario un testimonio siguiendo lo que ella ha hecho, siguiendo lo que ella ha vivido, no hay otra, lo más bonito es vivir lo que Chiara ha vivido, la vida del amor, la vida de la unidad, la vida del amor recíproco».

Angela Punzi, focolar, ha relatado así sus últimas horas: «Antes de venir a casa, dos días antes, decía que sentía mucho la presencia de María y estaba muy serena y daba serenidad a todos los que estaban alrededor de ella...»

Horas antes de morir, explica, «yo le besé la mano. Otra le dio las gracias, otro le dijo: "mira prontito estarás en el seno del Padre para siempre". Y ella contesto: "sí". Porque estaba muy alerta aunque estaba tan mal. Y a las dos [en la madrugada del 14 de marzo] se fue tan suavemente», añade Punzi.

El funeral tiene lugar este martes en la basílica de San Pablo Extramuros presidido por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado. Chiara Lubich será enterrada en Rocca di Papa junto a Igino Giordani, cofundador de los Focolares en proceso de beatificación. Se espera la participación en el entierro de decenas de miles de personas. Antes del funeral habrá una hora de oración y cantos típicos de los focolares, así como testimonios de personas de otras confesiones y religiones.

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Fuente: http://www.focolare.org/ y http://www.zenit.org/

El Amor de Dios recibido de Chiara Lubich se manifiesta en su despedida: un saludo a Chiara
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Meditación sobre el Viernes Santo: la heroica lección de amor / Autora: Chiara lubich

Publicamos la meditación que escribió Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, para los lectores de Zenit con motivo del Viernes Santo del año 2000, jubileo de la encarnación de Jesús.

* * *

Lo había dado todo: una vida al lado de María, en medio de las incomodidades y en la obediencia. Tres años de predicación revelando la Verdad, dando testimonio del Padre, prometiendo el Espíritu Santo y haciendo toda clase de milagros de amor.

Tres horas en la cruz, desde la cual perdona a los verdugos, abre el Paraíso al ladrón, nos da a su Madre y, finalmente, su Cuerpo y su Sangre después de habérnoslos dado místicamente, en la Eucaristía. Le quedaba la divinidad.

Su unión con el Padre, la dulcísima e inefable unión con Él, que lo había hecho tan potente en la tierra, como Hijo de Dios, y aún en la cruz mostraba su realeza, este sentimiento de la presencia de Dios, debía ir desapareciendo en el fondo de su alma, hasta no sentirlo más; separarlo de algún modo de Aquel del que dijo que era una sola cosa con Él: "El Padre y yo somos una sola cosa" (Jn 10, 30). En Él, el amor estaba anulado, la luz apagada; la sabiduría callaba.

Se hacía nada, entonces, para hacernos partícipes del Todo; gusano de la tierra (Salmo 22, 7), para hacernos hijos de Dios. Estábamos separados del Padre. Era necesario que el Hijo, en el que todos nos encontrábamos, probara la separación del Padre. Tenía que experimentar el abandono de Dios para que nosotros nunca más nos sintiéramos abandonados. Él había enseñado que nadie tiene mayor caridad de quien da la vida por los amigos. Él, la Vida, daba todo de sí. Era el punto culminante, la expresión más bella del amor.

Su rostro está detrás de todos los aspectos dolorosos de la vida; cada uno de ellos es Él.

Sí, porque Jesús que grita el abandono es la figura del mudo: ya no sabe hablar.

Es la figura del ciego: no ve; del sordo: no oye.

Es el cansado que se queja.

Roza la desesperación.

Es el hambriento de unión con Dios.

Es la figura del desilusionado, del traicionado, parece haber fracasado.

Es miedoso, tímido, desorientado.

Jesús abandonado es la tiniebla, la melancolía, el contraste, la figura de todo lo que es raro, indefinible, que parece monstruoso, porque es un Dios que pide ayuda. Es el solitario, el desamparado. Parece inútil, un descartado, trastornado. Lo podemos ver en cada hermano que sufre. Acercándonos a los que se parecen a Él, podemos hablarles de Jesús abandonado.

A los que se descubren semejantes a Él y aceptan compartir su suerte, Él se convierte, para el mudo, la palabra; para quien no sabe, la respuesta; para el ciego, la luz; para el sordo, la voz; para el cansado, el descanso; para el desesperado, la esperanza; para el separado, la unidad; para el inquieto, la paz. Con Él, las personas se transforman y lo absurdo del dolor adquiere sentido.

Él había gritado el por qué, al que nadie había dado respuesta, para que tuviéramos la respuesta a cada porqué.

El problema de la vida humana es el dolor. Cualquier tipo de dolor, por más terrible que sea, sabemos que Jesús lo ha hecho suyo y transforma, por una alquimia divina, el dolor en amor.

Por experiencia puedo decir que apenas nos alegramos de un dolor, para ser como Él y luego seguimos amando haciendo la voluntad de Dios, el dolor, si es espiritual desaparece, y si es físico se convierte en yugo suave.
Nuestro amor puro en contacto con el dolor, lo transforma en amor; en cierto modo lo diviniza, casi continuando en nosotros --si así podemos decir-- la divinización que Jesús hizo del dolor.

Y después de cada encuentro con Jesús abandonado, amado, encuentro a Dios de un modo nuevo, más cara a cara, más evidente, en una unidad más plena.

La luz y la alegría vuelven y, con la alegría, la paz que es fruto del Espíritu.

La luz, la alegría, la paz que nacen del dolor amado impactan y conquistan a las personas más difíciles. Clavados en la cruz se es madre y padre de almas. La máxima fecundidad es el efecto.

Como escribe Olivier Clément «el abismo, que por un instante abrió aquel grito, se ve colmado por el gran soplo de la resurrección».

Se anula cualquier tipo de desunión, la separación y las rupturas son sanadas, resplandece la fraternidad universal, da lugar a milagros de resurrección, nace una nueva primavera en la Iglesia y en la humanidad.

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En fiesta de San José: Trabajo debe ser iluminado por la moral, destaca Cardenal italiano

ROMA, (ACI).- El Cardenal Angelo Bagnasco, Arzobispo de Génova y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, precisó que el trabajo debe portar consigo "un resultado ideal y moral" sin el cual se convierte en "presa de la lógica del mercado" que no considera la centralidad de la persona que trabaja.

Así lo expresó el Purpurado en la homilía pronunciada ayer por la tarde en la Misa de la Fiesta de San José, celebrada en la Catedral de San Lorenzo.

"Si el trabajo no porta junto al resultado económico para los sujetos y para la hacienda; también un resultado ideal y moral; éste pierde una gran parte de su eficacia para todos", porque se "convierte solo en presa de la lógica del mercado, lógica que no considera la centralidad de la persona que trabaja y que vive en una serie de relaciones humanas", dijo el Cardenal.

"La Iglesia se interesa en el mundo del trabajo porque no puede no interesarle todo lo que respecta al bien del hombre, su vida". De hecho "la fe en la vida eterna no oscurece el presente ni disminuye las responsabilidades terrenas: al contrario, ofrece perspectivas y motivos ulteriores para construir un mundo más justo", prosiguió el Arzobispo.

Para el Cardenal Bagnasco, el trabajo "no es solo un medio de sustento", sino también un modo "para colaborar con los otros a construir una sociedad mejor, no solo por los evidentes resultados económicos para todos, sino también y en primer lugar para el mundo de los valores espirituales y morales que cada trabajo exige".

Finalmente comentó que el trabajo "debe ser fruto de una visión ideal de la vida, la familia, la sociedad, un modo de concebir el bienestar y la economía".

Tu Cruz / Video, oración y meditación sobre la muerte de Jesús

Ruego / Un video para meditar, orar e interceder

Psiquiatras ingleses reconocen que aborto puede llevar a enfermedad mental

LONDRES, (ACI).- Un año después que una prometedora artista británica se suicidara porque no soportó haber abortado a los gemelos que esperaba, el Colegio Real de Psiquiatras del Reino Unido advirtió que las mujeres que se someten a un aborto pueden acabar sufriendo problemas mentales.

Según informó The Sunday Times, el Colegio considera que no debería permitirse a las mujeres someterse a un aborto sin recibir una advertencia sobre el grave riesgo que corre su salud mental.

La advertencia se hizo pública en medio del debate sobre la posibilidad de reducir el plazo legal para practicar un aborto "por motivos sociales" de 24 semanas a 20 semanas de gestación.

Según un sondeo publicado por el periódico, el 59 por ciento de las mujeres apoya la reducción del plazo.

Lo curioso es que más del 90 por ciento de los 200 mil abortos realizados al año en Gran Bretaña responden a que los médicos creen que continuar con el embarazo podría causarle a la mujer un mayor estrés mental.

En febrero del año 2007, la sociedad inglesa quedó conmovida por la trágica historia de Emma Beck, una prometedora artista de 30 años de edad, que se ahorcó porque no pudo el dolor espiritual que le causó el aborto de sus gemelos. La joven se sometió a un aborto a las ocho semanas de gestación porque su novio no quería a los niños.

"Nunca debí haberme sometido a un aborto. Ahora veo que habría sido una buena madre. Le dije a todo el mundo que no quería hacerlo, hasta en el hospital. Estaba asustada, ahora es demasiado tarde. Morí cuando mis bebés murieron. Quiero estar con ellos; nadie más que ellos me necesita", escribió Beck en una nota antes de suicidarse.

El poder de Dios es el amor explica Benedicto XVI en la celebración del Domingo de Ramos

BBC presentará serie que exonera de culpa a Judas, Pilatos y Caifás

LONDRES, (ACI).- La cadena televisiva BBC de Londres, conocida por su talante anti-católico, presentará una miniserie sobre la última semana de la vida de Cristo en la que exonera de responsabilidad en la muerte de Jesús a Judas, Poncio Pilatos y Caifás.

En esta producción se ve a un Judas que se angustia entre sus lealtades a Jesús y Caifás; un Pilatos que lucha por manejar las aspiraciones sociales de su esposa y su carrera mientras trata de mantener a raya las tensiones en Jerusalén.

Los creadores de "The Passion", nombre de la miniserie que será transmitida en cuatro episodios, consideran que lo único que hacen es "tratar de entender las motivaciones de los personajes".

Para Frank Deasy, el escritor, este programa devela los motivos de Judas. "Siempre he tenido un problema con Judas en las historias sobre la Pasión en las que de pronto y sin explicación traiciona a Jesús. Quería desarrollar una realidad psicológica en el perfil de Judas".

En opinión de Nigel Stafford-Clark, productor de "The Passion", el objetivo fue colocar las acciones de los personajes en contexto "para que se pueda ver desde su punto de vista y todos se den cuenta de que lo que hicieron lo sentían legítimo".

En una entrevista concedida a Radio Times, Stafford-Clark comentó que "con tales hechos en el tiempo, Caifás fue reconocido como un hombre justo y un buen sacerdote. Era un hombre hacienda un trabajo difícil y lo hizo bien".

De otro lado, un vocero de la BBC ha respondido a las críticas indicando que "no buscamos subvertir o rescribir la narrativa del Evangelio: solo estamos contándola nuevamente para darle vida para una audiencia contemporánea".

Esta producción, que curiosamente emitirá su último capítulo en el Domingo de Pascua, cuenta con la participación de los actores Paul Mawle, quien interpreta a Jesús; Paul Nicholls, quien hace de Judas; James Nesbitt, quien da vida a Pilatos; entre otros.

viernes, 14 de marzo de 2008

Cardenal Bergoglio lavará los pies a doce jóvenes drogadictos

En el año 2006 el Cardenal Jorge Bergoglio lavó los pies a 12 niños enfermos (Fotografia de la izquierda)


BUENOS AIRES, / (ACI).- Este Jueves Santo el Arzobispo de Buenos Aires y Primado de Argentina, Cardenal Jorge Bergoglio, lavará los pies a doce jóvenes que se encuentran en rehabilitación por su adicción a las drogas.

"Como cada año, y repitiendo el gesto que realizó Jesús en la Última Cena con los Apóstoles, nuestro Arzobispo nos enseña la actitud que como Iglesia debemos tener hacia los más desprotegidos del Pueblo de Dios. Se nos invita por medio del servicio, a ser las lámparas que lleven la luz de Cristo al mundo", explica el Arzobispado en nota de prensa.

Este gesto del Arzobispo se realizará en la Parroquia Virgen de Luján, tras la inauguración del Centro de Día San Alberto Hurtado, programada para las 18:30 (hora local).

Bajo la advocación de este santo chileno; el proyecto Hogar de Cristo da su primer paso con un centro de día abocado a la recuperación de chicos adictos a las drogas provenientes de la Villas 21-24 y del barrio Zabaleta.

Se indicó además que en los próximos meses, el Hogar de Cristo inaugurará en la localidad de Malvinas Argentinas la Casa para chicos Madre Teresa de Calcuta y; en la Villa 21-24, el Hogar Hermana Pilar.

«La letra mata; el Espíritu da vida» / Autor. Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap.

IV Meditación de Cuaresma al Papa y a la Curia

«Viva y eficaz es la Palabra de Dios» (Hebreos, 4, 12) es el tema de las meditaciones que siguen esta Cuaresma Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia por el predicador de la Casa Pontifica. La preparación al Sínodo de los obispos (del 5 al 26 de octubre) orienta también estas reflexiones.

Ante el Papa, el padre Raniero Cantalamessa O.F.M. Cap. ha pronunciado este viernes la cuarta y última de ellas, cuyo contenido ofrecemos íntegramente.


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Cuaresma 2008 en la Casa Pontificia

Cuarta predicación

«LA LETRA MATA; EL ESPÍRITU DA VIDA»

La lectura espiritual de la Biblia

1. La Escritura divinamente inspirada

En la segunda carta a Timoteo se contiene la célebre afirmación: «Toda la Escritura es inspirada por Dios» (2 Tm 3, 16). La expresión que se traduce: «inspirada por Dios», o «divinamente inspirada», en la lengua original es una palabra única: theopneustos, que contiene los dos vocablos de Dios (Theos) y de Espíritu (Pneuma). Tal palabra tiene dos significados fundamentales: uno muy conocido, el otro en cambio habitualmente descuidado, si bien no menos importante que el primero.

El significado más conocido es el pasivo, evidenciado en todas las tradiciones modernas: la Escritura es «inspirada por Dios». Otro pasaje del Nuevo Testamento explica así este significado: «Hombres [los profetas] movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios» (2 P 1,21). Es, en resumen, la doctrina clásica de la inspiración divina de la Escritura, aquella que proclamamos como artículo de fe en el Credo, cuando decimos que el Espíritu Santo «habló por los profetas».

Podemos representarnos con imágenes humanas este evento en sí misterioso de la inspiración: Dios «toca» con su dedo divino -esto es, con su energía viva que es el Espíritu Santo-- ese punto recóndito donde el espíritu humano se abre al infinito y desde ahí ese toque -en sí sencillísimo e instantáneo como es Dios que lo produce-- se difunde como una vibración sonora en todas las facultades del hombre -voluntad, inteligencia, fantasía, corazón--, traduciéndose en conceptos, imágenes, palabras.

El resultado que en tal modo se obtiene es una realidad teándrica, esto es, plenamente divina y plenamente humana: las dos cosas íntimamente unidas, auque no «confundidas». El Magisterio de la Iglesia -encíclicas Providentissimus Deus de León XIII y Divino afflante Spiritu de Pío XII-- nos dice que los dos datos, divino y humano, se han mantenido intactos. Dios es el autor principal porque asume la responsabilidad de lo que está escrito, determinándose el contenido con la acción de su Espíritu; sin embargo el escritor sagrado es también él autor, en el sentido pleno de la palabra, porque ha colaborado intrínsecamente en esta acción mediante una normal actividad humana, de la que Dios se ha servido como de un instrumento. Dios -decían los Padres-- es como el músico que, tocándola, hace vibrar las cuerdas de la lira; el sonido es todo obra del músico, pero no existiría sin las cuerdas de la lira.

De esta obra maravillosa de Dios se saca a la luz, habitualmente, casi sólo un efecto: la inerrancia bíblica, o sea, el hecho de que la Biblia no contiene error alguno, si entendemos correctamente el «error» como ausencia de una verdad posible humanamente, en un determinado contexto cultural, teniendo en cuenta el género literario utilizado y, por lo tanto, exigible de quien escribe. Pero la inspiración bíblica funda mucho más que la simple inerrancia de la palabra de Dios (que es algo negativo); funda, positivamente, su inagotabilidad, su fuerza y vitalidad divina y aquello que san Agustín llamaba la mira profunditas, la maravillosa profundidad [1].

Así ya estamos preparados a descubrir el otro significado de la inspiración bíblica. Por sí, gramaticalmente, el participio theopneustos es activo, no pasivo. La tradición misma ha sabido captar en ciertos momentos este significado activo. La Escritura, decía san Agustín, es theopneustos no sólo porque es «inspirada por Dios», sino también por que «respira a Dios», ¡emana a Dios! [2].

Hablando de la creación, san Agustín dice que Dios no hizo las cosas y después se fue, sino que aquellas, «venidas de Él, permanecen en Él» [3]. Igual ocurre con las palabras de Dios: venidas de Dios, permanecen en Él y Él en ellas. Después de haber dictado la Escritura, el Espíritu Santo es como si se hubiera encerrado en ella, la habita y la anima sin descanso con su soplo divino. Heidegger dijo que «la palabra es la casa del Ser»; nosotros podemos decir que la Palabra (con mayúsculas) es la casa del Espíritu.

La constitución conciliar Dei Verbum recoge también este movimiento de la tradición cuando dice que las Sagradas Escrituras «inspiradas por Dios (¡inspiración pasiva!) y escritas de una vez para siempre, comunican inmutablemente la palabra del mismo Dios, y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en las palabras de los Profetas y de los Apóstoles» (¡inspiración activa!) [4].

2. Docetismo y ebionismo bíblico

Pero ahora debemos tocar el problema más delicado: ¿cómo acercarnos a las Escrituras de manera que «liberen» de verdad para nosotros el Espíritu que contienen? He mencionado que la Escritura es una realidad teándrica, esto es, divino-humana. Ahora bien: la ley de toda realidad teándrica (como son, por ejemplo, Cristo y la Iglesia) es que no se puede descubrir en ella lo divino más que pasando a través de lo humano. No se puede descubrir en Cristo la divinidad más que a través de su concreta humanidad.

Quienes en la antigüedad pretendieron actuar de manera distinta cayeron en el docetismo. Despreciando, de Cristo, el cuerpo y las características humanas como simples «apariencias» (dokein), perdieron también su realidad profunda y, en lugar de un Dios vivo hecho hombre, se encontraron en sus manos con una idea distorsionada de Dios. De igual forma, no se puede, en la Escritura, descubrir el Espíritu más que pasando a través de la letra, esto es, a través del revestimiento concreto humano que la palabra de Dios asumió en los diferentes libros y autores inspirados. No se puede descubrir en ellos el significado divino más que partiendo del significado humano, aquél intentado por el autor humano, Isaías, Jeremías, Lucas, Pablo, etc. En ello encuentra su plena justificación el inmenso esfuerzo de estudio e investigación que rodea el libro de la Escritura.

Pero éste no es el único peligro que corre la exégesis bíblica. Ante la persona de Jesús no existía sólo el riesgo del docetismo, o sea, de descuidar lo humano; existía también el peligro de quedarse ahí, de no ver en Él más que lo humano y no descubrir la dimensión divina de Hijo de Dios. En resumen, existía el peligro del ebionismo. Para los ebionitas (que eran judeo-cristianos) Jesús era, sí, un gran profeta, el mayor profeta, si se quiere, pero no más. Los Padres les llamaron «ebionitas» (de ebionim, los pobres) para decir que eran pobres de fe.

Así sucede también para la Escritura. Existe un ebionismo bíblico, esto es, la tendencia a quedarse en la letra, considerando la Biblia un libro excelente, el más excelso de los libros humanos, si se quiere, pero un libro sólo humano. Lamentablemente corremos el riesgo de reducir la Escritura a una sola dimensión. La ruptura del equilibrio, hoy, no es hacia el docetismo, sino hacia el ebionismo.

La Biblia se explica por muchos estudiosos intencionadamente sólo con el método histórico-crítico. No hablo de los estudiosos no creyentes, para los que ello es normal, sino de estudiosos que se profesan creyentes. La secularización de los sagrado en ningún caso se ha revelado tan aguda como en la secularización del Libro Sagrado. Ahora bien: pretender comprender exhaustivamente la Escritura estudiándola con el único instrumento del análisis histórico-filológico ¡es como pretender descubrir el misterio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía basándose en un análisis químico de la ostia consagrada! El análisis histórico-crítico, aunque se llevara al máximo de la perfección, no representa, en realidad, más que el primer escalón del conocimiento de la Biblia, el relativo a la letra.

Jesús afirma solemnemente en el Evangelio que Abrahán «vio su día» (Cf. Jn 8,56), que Moisés había «escrito de Él» (Cf. Jn 5,46), que Isaías «vio su gloria y habló de Él» (Cf. Jn 12,41), que los profetas y los salmos y todas las Escrituras hablan de Él (Cf. Lc 24,27.44; Jn 5,39), pero hoy día cierta exégesis científica duda en hablar de Cristo, ya prácticamente no lo entrevé en ningún pasaje del Antiguo Testamento o, al menos, teme decir que lo percibe ahí, por la cuestión de desacreditarse «científicamente».

El inconveniente más grave de cierta exégesis exclusivamente científica es que cambia completamente la relación entre el exegeta y la palabra de Dios. La Biblia se convierte en un objeto de estudio que el profesor debe «dominar» y ante el cual, como se dice a cualquier hombre de ciencia, debe permanecer «neutral». Pero en este caso único no está permitido permanecer «neutral» y no es dable «dominar» la materia; más bien hay que dejarse dominar por ella. Decir de un estudioso de la Escritura que él «domina» la palabra de Dios, pensándolo bien, es decir casi una blasfemia.

La consecuencia de todo ello es el cierre y «replegamiento» de la Escritura sobre sí misma; vuelve a ser el libro «sellado», el libro «velado», porque -dice san Pablo-- ese velo «sólo en Cristo desaparece», cuando existe la «conversión al Señor», o sea, cuando se reconoce, en las páginas de la Escritura, a Cristo (Cf. 2 Co 3,15-16). Sucede, en la Biblia, como en ciertas plantas sensibilísimas que cierran sus hojas en cuanto las tocan cuerpos extraños, o como ciertos moluscos que se pliegan para proteger la perla que contienen. La perla de la Escritura es Cristo.

No se explican de otro modo las muchas crisis de fe de estudiosos de la Biblia. Cuando surge la cuestión de por qué la pobreza y aridez espiritual que reinan en algunos seminarios y lugares de formación, no se tarda en descubrir que una de las causas principales es el modo en que se enseña en ellos la Escritura. La Iglesia ha vivido y vive de lectura espiritual de la Biblia; truncado este canal que alimenta la vida de piedad, el celo, la fe, entonces todo se agosta y languidece. Ya no se comprende la liturgia, que está toda construida en un uso espiral de la Escritura, o bien se vive como un momento desprendido de la verdadera formación personal y desmentido por lo que se ha aprendido antes en clase.

3. El Espíritu da la vida

Un signo de gran esperanza es que la exigencia de una lectura espiritual y de fe de la Escritura empieza ya a advertirse precisamente por algunos eminentes exégetas. Uno de ellos escribió: «Es urgente que cuantos estudian e interpretan la Escritura se interesen de nuevo en la exégesis de los Padres para redescubrir, más allá de sus métodos, el espíritu que les animaba, el alma profunda que inspiraba su exégesis; en la escuela de ellos debemos aprender a interpretar la Escritura, no sólo desde el punto de vista histórico y crítico, sino igualmente en la Iglesia y para la Iglesia» (I. de la Potterie). El P. H. de Lubac, en su monumental historia de la exégesis medieval, evidenció la coherencia, la solidez y la extraordinaria fecundidad de la exégesis espiritual practicada por los Padres antiguos y medievales.

Pero hay que decir que los Padres no hacen, en este campo, más que aplicar (con los instrumentos imperfectos que tenían a disposición) la pura y sencilla enseñanza del Nuevo Testamento; no son, en otras palabras, los iniciadores, sino los continuadores de una tradición que tuvo entre sus fundadores a Juan, Pablo y al propio Jesús. Estos no sólo practicaron todo el tiempo una lectura espiritual de las Escrituras, o sea, una lectura con referencia a Cristo, sino que también dieron la justificación de tal lectura, declarando que todas las Escrituras hablan de Cristo (Cf. Jn 5,39), que en ellas era ya «el Espíritu de Cristo» que estaba a la obra y se expresaba a través de los profetas (Cf. 1 P 1,11), que todo, en el Antiguo Testamento, está dicho «por alegoría», esto es, en referencia a la Iglesia (Cf. Ga 4,24), o «para nuestro aviso» (1 Co 10,11).

Por ello decir lectura «espiritual» de la Biblia no significa decir lectura edificante, mística, subjetiva, o peor aún, fantasiosa, en oposición a la lectura científica que sería, en cambio, objetiva. Aquella, al contrario, es la lectura más objetiva que existe porque se basa en el Espíritu de Dios, no en el espíritu del hombre. La lectura subjetiva de la Escritura (la que se basa en el libre examen) se ha difundido precisamente cuando se ha abandonado la lectura espiritual y allí donde tal lectura se ha dejado de lado más claramente.

La lectura espiritual es por lo tanto algo bien preciso y objetivo; es la lectura realizada bajo la guía, o a la luz, del Espíritu Santo que ha inspirado la Escritura. Se basa en un evento histórico, esto es, en el acto redentor de Cristo que, con su muerte y resurrección, cumple el proyecto de salvación, lleva a cabo todas las imágenes y las profecías, desvela todos los misterios ocultos y ofrece la verdadera clave de lectura de toda la Biblia. El Apocalipsis expresa todo esto con la imagen del Cordero inmolado que toma en la mano el libro y rompe sus siete sellos (Cf. Ap. 5,1ss.)

Quien quisiera, después de Él, continuar leyendo la Escritura prescindiendo de este acto, se asemejaría a uno que sigue leyendo una partitura musical en clave de fa después de que el compositor ha introducido en el pasaje la clave de sol: cada nota expresaría, desde ahí, un sonido falso y desentonado. Así, el Nuevo Testamento llama a la clave nueva «el Espíritu», mientras que define a la clave vieja «la letra», diciendo que la letra mata, pero que el Espíritu da la vida (2 Co 3, 6).

Contraponer entre sí «letra» y «Espíritu» no significa contraponer entre sí Antiguo y Nuevo Testamento, casi como si el primero representara sólo la letra y el segundo sólo el Espíritu. Significa más bien contraponer entre sí dos modos distintos de leer tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento: el modo que prescinde de Cristo y el modo que juzga, en cambio, todo a la luz de Cristo. Por esto la Iglesia puede valorar uno y otro Testamento, dado que ambos le hablan de Cristo.

4. Lo que el Espíritu dice a la Iglesia

La lectura espiritual no se refiere sólo al Antiguo Testamento; en un sentido distinto también tiene que ver con el Nuevo Testamento; también éste debe leerse espiritualmente. Leer espiritualmente el Nuevo Testamento significa leerlo a la luz del Espíritu Santo derramado en Pentecostés en la Iglesia para conducirla a toda la verdad, o sea, a la plena comprensión y actuación del Evangelio.

Jesús explicó Él mismo, anticipadamente, la relación entre su palabra y el Espíritu que enviaría (aunque no debemos pensar que lo haya hecho necesariamente en los términos precisos que utiliza, al respecto, el evangelio de Juan). El Espíritu -se lee en Juan-- «os enseñará y os recordará» todo lo que Jesús ha dicho (Cf. Jn 14,25 s.), o sea, lo dará a entender a fondo, con todas su implicaciones. Él «no hablará de sí mismo», esto es, no dirá cosas nuevas respecto a las que dijo Jesús, sino -como dice Jesús mismo-- recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros (Jn 16,13-15).

En ello es posible ver cómo la lectura espiritual íntegra sobrepasa la lectura científica. La lectura científica conoce una sola dirección, que es la de la historia; explica en efecto lo que viene después, a la luz de lo que viene antes; explica el Nuevo Testamento a la luz del Antiguo que le precede, y explica la Iglesia a la luz del Nuevo Testamento. Buena parte del esfuerzo crítico en torno a la Escritura consiste en ilustrar las doctrinas del Evangelio a la luz de las tradiciones veterotestamentarias, de la exégesis rabínica, etc.; consiste, en resumen, en la investigación de las fuentes (sobre este principio se basa el Kittel y tantos otros apoyos bíblicos).

La lectura espiritual reconoce plenamente la validez de esta dirección de investigación, pero a ella añade otra inversa. Consiste en explicar lo que viene antes a la luz de lo que llega después, la profecía a la luz de la realización, el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo y el Nuevo Testamento a la luz de la Tradición de la Iglesia. En ello la lectura espiritual de la Biblia encuentra una singular confirmación en el principio hermenéutico de Gadamer de la «historia de los efectos» (Wirkungsgeschichte), según el cual para comprender un texto hay que tener en cuenta los efectos que ha producido en la historia, introduciéndose en esta historia y dialogando con ella [5].

Sólo después de que Dios ha realizado su plan, se entiende plenamente el sentido de aquello que lo ha preparado y prefigurado. Si todo árbol, como dice Jesús, se reconoce por sus frutos, la palabra de Dios no se pude conocer plenamente antes de haber visto los frutos que ha producido. Estudiar la Escritura a la luz de la Tradición es un poco como conocer el árbol por sus frutos. Por ello Orígenes decía que «el sentido espiritual es lo que el Espíritu da a la Iglesia» [6]. Esto se identifica con la lectura eclesial o incluso con la Tradición misma, si entendemos por Tradición no sólo las declaraciones solemnes del Magisterio (que se refieren, por lo demás, a poquísimos textos bíblicos), sino también la experiencia de doctrina y de santidad en donde la palabra de Dios se ha como encarnado nuevamente y «se ha explicado» en el curso de los siglos por obra del Espíritu Santo.

Lo que se necesita no es por lo tanto una lectura espiritual que ocupe el lugar de la actual exégesis científica, con un retorno mecánico a la exégesis de los Padres; es más bien una nueva lectura espiritual que se corresponda al enorme progreso registrado desde el estudio de la «letra». Una lectura, en síntesis, que tenga el aliento y la fe de los Padres y, al mismo tiempo, la consistencia y la seriedad de la actual ciencia bíblica.

5. El Espíritu que sopla a los cuatro vientos

Ante la extensión de huesos secos, el profeta Ezequiel oyó la pregunta: «¿Podrán estos huesos revivir?» (Ez 37,3). La misma cuestión nos planteamos hoy nosotros: ¿podrá la exégesis, agostada por el prolongado exceso de filologismo, reencontrar el impulso y la vida que tuvo en otros momentos de la historia de la Iglesia? El padre de Lubac, después de haber estudiado la larga historia de la exégesis cristiana, concluye más bien tristemente, diciendo que nos faltan, a los modernos, las condiciones para poder volver a suscitar una lectura espiritual como la de los Padres; nos falta esa fe llena de impulso, ese sentido de plenitud y de unidad que tenían ellos, por lo que pretender hoy imitar su audacia sería exponerse casi a la profanación, al faltarnos el espíritu del que procedían aquellas cosas [7].

Sin embargo no cierra del todo la puerta a la esperanza y dice que «si se quiere reencontrar algo de aquello que fue en los primeros siglos de la Iglesia la interpretación espiritual de las Escrituras, hay que reproducir sobre todo un movimiento espiritual» [8]. A distancia de algunas décadas, con el Concilio Vaticano II de por medio, me parece hallar, en estas últimas palabras, una profecía. Ese «movimiento espiritual» y ese «impulso» comenzaron a reproducirse, pero no porque los hombres los hubieran programado o previsto, sino porque el Espíritu se puso a soplar de nuevo, inesperadamente, a los cuatro vientos sobre los huesos secos. Contemporáneamente a la reaparición de los carismas, se asiste a una reaparición de la lectura espiritual de la Biblia y es, también esto, un fruto, de los más exquisitos, del Espíritu Santo.

Participando en encuentros bíblicos y de oración, me quedo sorprendido al oír, a veces, reflexiones sobre la palabra de Dios del todo análogas a las que hacían en su tiempo Orígenes, Agustín o Gregorio Magno, si bien en un lenguaje más sencillo. Las palabras sobre el templo, sobre la «tienda de David», sobre Jerusalén destruida y reedificada tras el exilio, se aplican, con toda sencillez y pertinencia, a la Iglesia, a María, a la propia comunidad o a la propia vida personal. Lo que se narra de los personajes del Antiguo Testamento induce a pensar, por analogía o por antítesis, en Jesús, y lo que se narra de Jesús se aplica y actualiza en referencia a la Iglesia y al creyente.

Muchas perplejidades respecto a la lectura espiritual de la Biblia nacen de no tener en cuenta la distinción entre explicación y aplicación. En la lectura espiritual, más que pretender explicar el texto, atribuyéndole un sentido ajeno a la intención del autor sagrado, se trata, en general, de aplicar o actualizar el texto. Es lo que vemos en acto ya en el Nuevo Testamento ante las palabras de Jesús. A veces se constata que, de una misma parábola de Cristo, se realizan aplicaciones distintas en los sinópticos, según las necesidades y los problemas de la comunidad para la que cada uno escribe.

Las aplicaciones de los Padres y las de hoy no tienen evidentemente el carácter canónico de estas aplicaciones originarias, pero el proceso que conduce a ellas es el mismo y se basa en el hecho de que las palabras de Dios no son palabras muertas, «para conservar en aceite», diría Péguy; son palabras «vivas» y «activas», capaces de desplegar sentidos y virtualidades escondidas en respuesta a cuestiones y situaciones nuevas. Es una consecuencia de la que he llamado la «inspiración activa» de la Escritura, esto es, del hecho de que ella no es sólo «inspirada por el Espíritu», sino que «emana» también el Espíritu y lo hace continuamente, si se lee con fe. «La Escritura -dijo san Gregorio Magno-- cum legentibus crescit, crece con aquellos que la leen» [9]. Crece, permaneciendo intacta.

Concluyo con una oración que oí una vez a una señora, después de que se había dado lectura al episodio de Elías quien, subiendo al cielo, deja a Eliseo dos tercios de su espíritu. Es un ejemplo de lectura espiritual en el sentido que acabo de explicar: «Gracias, Jesús, porque ascendiendo al cielo no nos dejaste sólo dos tercios de tu Espíritu, ¡sino todo tu Espíritu! Gracias por que no lo dejaste a un solo discípulo, ¡sino a todos los hombres!».

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[Traducción del original italiano por Marta Lago]

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[1] Textos en H. de Lubac, Histoire de l'exégése médiévale, I,1, Paris, Aubier 1959, pp. 119 ss.

[2] S. Ambrosio, De Spiritu Sancto, III, 112.

[3] S. Agustín, Conf . IV, 12, 18.

[4] Dei Verbum, 21.

[5] Cf. H.G. Gadamer, Wahrheit und Methode, Tubingen 1960.

[6] Orígenes, In Lev. hom. V, 5.

[7] H. de Lubac, Exégèse médiévale, II, 2, p. 79.

[8] H. de Lubac, Storia e spirito, Roma 1971, p. 587.

[9] S. Gregorio Magno, Commento morale a Giobbe, 20,1 (CC 143A, p. 1003).