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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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domingo, 20 de diciembre de 2015

El Papa aprueba el milagro de la recuperación instantánea de un coma y decreta la canonización de Madre Teresa de Calcuta

El cirujano entró en la habitación y se encontró al paciente despierto y asintomático. «¿Qué estoy haciendo aquí?», preguntó. Sucesivos exámenes confirmaron el restablecimiento definitivo de su patología cerebral, y poco después pudo volver a su trabajo y a su vida diaria habitual. ¿Qué había sucedido? La esposa de este hombre, devota de la Madre Teresa, pidió a sus conocidos, que invocaran su intercesión para obtener su curación. «Decid a Madre Teresa que lo cure», pedía

martes, 5 de septiembre de 2023

Oración a santa Teresa de Calcuta para ser antorchas de Cristo y atender a los “descartados” de este mundo / Por P. Carlos García Malo

 «Pequeña de estatura y grande de corazón. Santa Teresa de Calcuta no pasó inadvertida a los hombres y mujeres de su tiempo. Escuchaste al maestro en tu corazón:  “ven y sé mi luz, no puedo ir solo”. Desde ese momento la antorcha de Cristo no dejó de iluminar la India ni el mundo. Madre Teresa, mujer Santa, intercede por nosotros para que, no mirándonos tanto a nosotros mismos, veamos la pobreza humana, que puede estar en la puerta de al lado, y a imitación tuya podamos llevar la antorcha de Cristo y aliviar aunque sólo sea un poco la soledad y abandono de aquellos que se sienten “descartados” de este mundo»

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jueves, 8 de noviembre de 2007

Nuestro gusto es servirles / Autor: Jaime Nubiola

Hace unas pocas semanas en un pequeño y acogedor restaurante de Bogotá, al despedirme de la encargada agradeciéndole lo bien que nos habían atendido, llamó mi atención su respuesta: "Nuestro gusto es servirles", me dijo con una sonrisa amable. Lo decía con un tono tan verdadero que persuadía de que no se trataba de una mera frase hecha, sino que –como habíamos podido comprobar– quienes llevaban aquel restaurante disfrutaban realmente si conseguían que sus clientes estuvieran a gusto. Dándole vueltas en mi cabeza a aquella frase, caí en la cuenta de que en nuestro país no está de moda la palabra "servicio", aunque a todos nos encante –como me pasó a mí en aquel restaurancito al pie de los cerros de Bogotá– encontrarnos con personas serviciales.

Hasta no hace mucho la gente mayor –al menos en las zonas rurales– respondía a la pregunta de "¿quién es?" por el interfono del portero automático con un sonoro "servidor" o "servidora", sin que advirtieran en el empleo de aquella expresión nada peyorativo, sino más bien el resultado de una buena educación, unos buenos modales. Hoy en día me parece que se contesta casi universalmente al interfono con un estentóreo "yoooo". Un pequeño cambio semántico que quizá refleja un giro importante en el foco de la atención.

Cuando a principios de los ochenta la British Airways quería relanzar su actividad, el consejo de administración contrató para dirigir la compañía a Colin Marshall, procedente de Sears, precisamente porque, aunque no tenía experiencia en el negocio aéreo, sostenía que la clave estaba en el servicio. De hecho, fue él quien acuñó aquel hermoso lema de la British Airways, To fly, to serve, "Volar para servir", ahora ya en desuso. En este mismo sentido, me pasaba ayer un colega unas sabias declaraciones del ex presidente de Hewlett Packard en España, Juan Soto, encabezadas por el titular –extraído de sus palabras– "Liderar es querer servir", que es una versión más general de aquel antiguo lema de la compañía aérea.

El servicio es cosa de todos

Me parece que la palabra "servicio" no está ya en boga, porque el servicio ha sido malentendido como servilismo, como aquella actitud pasiva y complaciente del esclavo, del siervo de la gleba, manipulado despóticamente por su amo. "Más vale morir de pie que vivir de rodillas", repite por doquier el grito revolucionario. Sin embargo, la igual dignidad de todos los ciudadanos, la igualdad ante la ley de todos los españoles –que, por supuesto, son valores democráticos inalienables– no tienen relación ninguna con la necesidad de que en nuestras organizaciones sociales y empresariales y, muy en particular, en la vida familiar, nos sirvamos unos a otros. Las comunidades humanas sólo funcionan bien, sólo logran su fin, cuando cada uno, comenzando por los que están más arriba, pone lo propio, lo personal, al servicio de la comunidad, al servicio de quienes de ellos dependen o de quienes simplemente están a su lado.

No se trata de pedir a todos el heroísmo de la Madre Teresa de Calcuta, pero sí que ha de poder exigírsenos a cada uno el buen ejercicio de nuestro trabajo, con eficiencia y buenos modales, con una sonrisa amable para todos. A fin de cuentas, el servirse unos a otros es una traducción práctica del mandamiento cristiano del amor, pero es también la condición vital del desarrollo de una genuina sociedad democrática. Sólo puede una sociedad florecer si sus miembros en sus diferentes ámbitos y funciones se sirven unos a otros. Basta con pensar en la propia comunidad de vecinos para persuadirse de que esto es así. Cuando en una cuestión debatida un vecino aporta lealmente su experiencia profesional suele ser fácil que se adopte pronto una decisión satisfactoria. Si, en cambio, los vecinos rehúyen comprometerse en la gestión del bien común, los problemas fácilmente se eternizan y las relaciones personales con frecuencia se deterioran.

En el ámbito familiar

Para un profesor universitario resulta fácil entender la importancia del servicio, pues nuestro trabajo tiene tradicionalmente "tres patas": docencia, investigación y servicio. Por servicio se entienden todas aquellas tareas que no son docencia ni investigación y que ocupan a menudo tantas horas de nuestra jornada. Van desde la participación en órganos de gobierno y comités de todo tipo, hasta la evaluación del trabajo de nuestros colegas y el servicio a la comunidad extrauniversitaria, pasando por todas aquellas tareas que quizá parecen menores y que consisten básicamente en ayudar y acompañar a unos y a otros.

La actitud permanente de servicio es todavía más esencial en las familias. Realmente una familia es aquel ámbito en el que sus miembros se sirven unos a otros sin reclamar nada a cambio; es un espacio en el que lo natural, lo normal, es servir. Las familias en las que marido y mujer, padres, hijos y abuelos, se sirven unos a otros crecen indefectiblemente. Habrá altibajos e incluso conflictos, pero la cohesión que crea el mutuo servicio es difícilmente destructible.

Sin embargo, el punto que quería destacar es que al servicio realizado ha de corresponder siempre la expresión de un agradecimiento verdadero: no basta con el simple pago de la cantidad convenida, ni siquiera aunque vaya acompañado de una buena propina. Hemos de aprender a regalarnos unos a otros siempre la gratitud por el servicio prestado, pero todavía es mejor –como hacía la encargada de aquel restaurante de Bogotá– descubrir que realmente nuestro gusto es servir a los demás.

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Fuente: Fluvium.org

jueves, 23 de agosto de 2007

Meditaciones sobre el verdadero "Amor" / Autora: Teresa de Calcuta


Cuanto menos tenemos, más damos.

Parece absurdo,

pero ésta es la lógica del amor.


* Cuando una joven señora de la alta sociedad opta por ponerse al servicio de los pobres, se produce una auténtica revolución, la mayor de todas, la más difícil: la revolución del amor.

* Resulta conmovedor leer que antes de ponerse a explicar la palabra de Dios, antes de pronunciar las Bienaventuranzas a la multitud, Jesús sintió compasión de ella y la alimentó (cfr. Mt. 5).

Sólo una vez que estuvieron saciados se puso a enseñarles .

* El verdadero amor hace sufrir:

Jesús, para darnos una muestra de su amor, murió en la Cruz.

Una madre, para dar a luz a su hijo, tiene que sufrir.

Si de verdad os amáis unos a otros, no podréis evitar tener que sacrificaros.


* Los pobres no tienen necesidad de nuestras actitudes paternalistas ni de nuestra compasión.

Sólo necesitan nuestro amor y nuestra ternura.

* Para mí, Jesús es la Vida que quiero vivir,
la Luz que quiero reflejar,
el Camino que me guía al Padre,
el Amor que quiero manifestar,
la Alegría que quiero compartir,
la Paz que quiero sembrar a mi alrededor.

Para mí, Jesús lo es todo.

* Si escasea la fe es porque hay demasiado egoísmo en el mundo.

La fe, para ser auténtica, tiene que ser generosa y disponernos para dar.

Amor y fe van de la mano.

* Hoy día las naciones están dedicando demasiados esfuerzos a defender sus fronteras.

Sin embargo, ¡qué poco saben las naciones sobre la pobreza y sufrimiento que hacen que los seres humanos que habitan detrás de sus fronteras se sientan tan solos!

Si por el contrario se preocupasen de dar un poco de alimento a esos seres indefensos, algún cobijo, un poco de sanidad, vestidos, no cabe duda de que el mundo se trocaría en un lugar más feliz y habitable.


* Suelo decir a mis Hermanas que cada vez que servimos con amor a Cristo en los pobres, no lo hacemos cual si fuéramos asistentas sociales.

Lo hacemos en calidad de almas contemplativas en el mundo


* Alguien me dijo en cierta ocasión que ni por un millón de dólares se atrevería a tocar a un leproso.

Yo le contesté:

—Tampoco yo lo haría. Si fuese por dinero, ni siquiera lo haría por dos millones de dólares. Sin embargo, lo hago de buena gana, gratuitamente, por amor de Dios.


* No presto atención a las estadísticas.

Lo que importa son las personas.

Yo me fijo en una persona a la vez.

Sólo hay uno: Jesús.

* Jamás me cansaré de repetirlo: lo que más necesitan los pobres no es compasión sino amor.

Necesitan ver respetada su dignidad humana, que no es menor ni diferente de la dignidad de todo ser humano.

* Para hacernos acreedores al cielo, Cristo nos puso una condición que, en la hora de la muerte, vosotros y yo, independientemente de quiénes hayamos sido (cristianos o no cristianos, puesto que todo ser humano ha sido creado por la mano amorosa de Dios, a su imagen y semejanza), nos encontraremos delante de Dios y seremos juzgados por cómo nos hemos comportado con los pobres (cfr. Mt. 25, 40).

* Viendo el ejemplo de Cristo, que murió por nosotros en la Cruz, tenemos la posibilidad de confirmar definitivamente el hecho de que el sufrimiento puede transformarse en un gran amor y en una generosidad extraordinaria.

* Amar y servir a los pobres supone algo que nada tiene que ver con darles lo que nos sobra, o pasarles el alimento que no nos gusta.

Tampoco tiene nada que ver con darles los vestidos que renunciamos a llevar porque están pasados de moda o simplemente porque no nos gustan.

¿Es esto compartir la pobreza de los pobres?

Por supuesto que no.

* Hay miles—¡millones!—de personas que mueren por falta de pan.

Hay miles—¡millones!—de seres humanos que crecen débiles por carencia de afecto, ya que quisieran ser reconocidos, por lo menos un poco.

Jesús se vuelve débil y muere con ellos.

* Una vez más, hoy como ayer, Jesús viene a los suyos y los suyos no lo acogen (cfr. Jn. 1, 11).

Viene en los cuerpos rotos de los pobres.

Viene igualmente en los ricos que se ahogan en la soledad de sus propias riquezas.

Viene en los corazones solitarios, cuando no hay quien les ofrezca un poco de amor.


* Lo que nosotros decimos carece de importancia.

Lo que importa de verdad es lo que Dios dice a las almas por nuestro medio.

* Las buenas obras son aros que forman una cadena de amor.

* Todas las enfermedades son susceptibles de curación.

La única que no puede ser curada es la enfermedad de no sentirse amados.

Me atrevo a invitar a todos aquellos que aprecian nuestra misión a que dirijan una mirada a su alrededor y que ofrezcan su amor a todos aquellos que no son amados y que les ofrezcan sus servicios.

¿No somos nosotras acaso, por definición, mensajeras de amor?


* El amor es un producto de todas las estaciones.


* Hemos sido creados para amar y para ser amados.

Un joven estaba muriéndose; pese a ello, durante tres días luchó para prolongar su vida.

La Hermana que lo atendía le preguntó:

—¿Por qué prolongas esta lucha?

—No puedo morir sin pedir antes perdón a mi padre—contestó.

Cuando su padre acudió, se fundieron ambos en un abrazo y el joven le pidió que le perdonase.

A las dos horas, el joven expiró lleno de paz.


* No tengáis miedo de amar hasta que os cueste sacrificio, hasta que os duela.

El amor de Jesús por nosotros lo llevó hasta la muerte.


* Dios aprecia nuestro amor.

Ninguno de nosotros es indispensable.

Dios tiene medios para hacerlo todo y para prescindir de la tarea del ser humano más competente.

Podemos llevar nuestro esfuerzo hasta la extenuación .

Podemos emborracharnos a trabajar.

Si lo que hacemos no está permeado de amor, nuestro trabajo será inútil a los ojos de Dios.


* Cuando visité China en 1989, un dirigente del Partido Comunista me preguntó:

—Madre Teresa, ¿qué es un comunista para usted?

Yo le contesté:

—un hijo de Dios, un hermano mío.

—¡Vaya! Tiene usted una opinión elevada de nosotros. ¿De dónde la ha sacado?

—De Dios mismo—le contesté—. Fue Él quien dijo: «Os aseguro que lo que habéis hecho a uno de los más pequeños entre mis hermanos, a Mí me lo hicisteis» (Mt. 25, 40).


* Cuando abrimos nuestra primera casa en Nueva York, su Eminencia el Cardenal‑Arzobispo Terence Cooke parecía muy preocupado por la provisión del mantenimiento de las Hermanas y decidió asignar una cantidad mensual a este fin.

(Puedo asegurar que el Cardenal Cooke nos quería mucho.)

No quería ofenderle, pero al mismo tiempo tenía que explicarle que nosotras dependemos de la Divina Providencia, que jamás nos ha fallado.

Al término de la conversación tuve la impresión de que había dado con la respuesta justa y le dije medio en broma:

—Eminencia, ¿acaso piensa que va a ser justamente en Nueva York donde Dios tenga que declararse en quiebra?


* En todo lo que se refiere a medios materiales, nosotras dependemos por completo de la Divina Providencia.


* Dios no pretende de mí que tenga éxito. Sólo exige que le sea fiel.

A los ojos de Dios no son los resultados lo que cuenta.

Lo importante para Él es la fidelidad.


* Los leprosos, los moribundos, los hambrientos los enfermos de sida: todos son Jesús.

Una de nuestras novicias lo sabía muy bien. Acababa de ingresar en la Congregación, tras finalizar los estudios en la Universidad.

Al día siguiente tenía que acompañar a otra Hermana a la Casa del Moribundo que tenemos en Kalighat.

Antes de irse, les recordé:

—Habéis visto durante la Misa con qué delicadeza el sacerdote tocaba el Cuerpo de Cristo. No olvidéis que ese mismo Cristo es el que vosotras tocáis en los pobres.

Las dos Hermanas fueron a Kalighat.

A las tres horas estaban de vuelta.

Una de ellas, la joven novicia, llamó a mi puerta.

Me dijo, llena de gozo:

—Madre, durante tres horas he estado tocando el Cuerpo de Cristo.

Su rostro estaba radiante.

—¿Qué es lo que hiciste?—le pregunté.

—Nada más llegar nosotras—contestó—trajeron a un hombre cubierto de llagas. Lo habían sacado de entre unos escombros. Tuve que ayudar a que le curaran las heridas. Nos llevó tres horas. Es por lo que le digo que estuve en contacto con el cuerpo de Cristo durante ese tiempo. ¡Estoy segura: era Él!

La joven novicia había comprendido que Cristo no nos puede engañar cuando afirma: «Estaba enfermo y me curasteis» (Mt. 25, 36).


* «Os he dicho estas cosas para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa» (In 15, 119.

Hablamos aquí de la alegría que viene de la unión con Dios, de vivir en su presencia, porque vivir en su presencia nos llena de alegría.

Cuando yo hablo de alegría, no me refiero a risas sonoras ni a griterío.

No consiste en eso la auténtica felicidad.

Más bien, a veces esas actitudes pueden ocultar otras cosas.

Cuando yo hablo de felicidad, me refiero a una paz íntima y profunda que se refleja en los ojos, en las actitudes, en los gestos, en nuestra disponibilidad y prontitud.


* Una vez estaba yo hablando con un sacerdote sobre el tema de las amistades que alejan de Dios.

Él me confesó:

—Madre, para mí Jesús lo es todo. No me queda tiempo ni espacio en mi vida para otros afectos.

Tuve entonces la explicación al hecho de que aquel sacerdote llevaba a tantas almas a Dios: estaba unido a Él.


* En 1976, por invitación del entonces presidente de México, inauguramos nuestro primer centro en los arrabales de la Capital Federal.

Todas las zonas que las Hermanas visitaban por las afueras eran extremadamente pobres.

Las peticiones de la gente produjeron mucha sorpresa en las Hermanas.

Lo primero que pedían no era ropa, medicinas o alimentos. Se limitaban a pedir:

—Hermanas, háblennos de Dios.


* Dios mismo asegura a quienes creen en Él que serán capaces de hacer cosas mayores que las que Él hizo (cfr. Jn. 14, 12).

* Estoy persuadida de que en tanto las Hermanas permanezcan fieles a la pobreza y a la Eucaristía, pero también a los pobres, la Congregación no correrá peligro alguno.


* Tal como Cristo demostró con su muerte, el amor es el mayor de los regalos.


* Jamás permitáis que la pobreza se adueñe de tal suerte de vuestro espíritu que os lleve a olvidar la alegría de Cristo resucitado.

Todos anhelamos el cielo, pero a todos se nos brinda la oportunidad de disfrutarlo ya desde aquí.

No tenemos sino que sentirnos felices con Cristo, aquí y ahora.


* Me llegó una carta de un brasileño muy rico.

Me decía que había perdido la fe; pero no sólo la fe en Dios sino también la fe en los hombres.

Estaba harto de su situación y de todo lo que lo rodeaba, y había adoptado una decisión radical: suicidarse.

Un día, mientras iba de paso por una abarrotada calle del centro, vio un televisor en el escaparate de una tienda.

El programa que estaba transmitiendo en aquel momento había sido rodado en nuestro Hogar del Moribundo Abandonado de Calcuta.

Se veía a nuestras Hermanas cuidando a los enfermos y moribundos.

El remitente me aseguraba que, al ver aquello, se sintió empujado a caer de rodillas y rezar, tras muchos años en que no había hecho ninguna de ambas cosas: orar arrodillado.

A partir de aquel día recobró su fe en Dios y en la humanidad, y se convenció de que Dios lo seguía amando.

* Dios nos ha creado para que realicemos pequeñas cosas con un gran amor.

Yo creo en ese gran amor, que viene, debería venir, de nuestros corazones, que debería empezar manifestándose en el hogar con mi familia, con mis vecinos de calle, con los que viven en el piso de enfrente.

Este amor debería alcanzar a todos.

* Todos tenemos tanto de bueno como de malo en nosotros mismos.

Que nadie se gloríe de sus propios éxitos, sino que los atribuya a Dios.

Jamás debemos considerarnos indispensables.

Dios tiene sus propios designios: pero Él quiere nuestro amor.

Podemos matarnos para realizar nuestra tarea: si no está impregnada de amor, será inútil.

Dios no tiene necesidad de nuestro trabajo.

En el juicio no nos preguntará cuántos libros hemos leído, cuántos milagros hemos hecho, sino sólo si hemos hecho lo que hemos podido por su amor.


* Jesús adelantó cuáles han de ser los criterios del juicio final de nuestras vidas: seremos juzgados por nuestro amor.

Seremos juzgados por el amor que hayamos manifestado a los pobres con los que Cristo se identifica: « ...conmigo lo hicisteis» (Mt. 25, 40).

* Es más lo que nos dan los pobres que lo que pueden recibir de nosotros.

Para servir mejor a los pobres, debemos comprenderlos, y para comprender su pobreza, no hay como experimentarla.

* Debemos amar a los que tenemos más cerca, en nuestra propia familia.

De allí el amor se expande hacia quienquiera que nos necesite.

Debemos tratar de descubrir a los pobres de nuestro propio entorno, porque sólo si los conocemos podemos comprenderlos y ofrecerles nuestro amor.

Y sólo cuando los amamos, nos sentimos dispuestos a ofrecerles nuestro servicio de amor.

* Hay muchas personas en derredor nuestro, y por todo el mundo, que están dispuestas a compartir su vida con los pobres.


* Decimos que amamos a Dios, a Cristo...

¿Cómo lo amamos?

No hay mejor manera de hacerlo que prestar servicio amoroso y gratuito a los pobres más pobres.


* Nuestro amor al prójimo debe ser igual que el que sentimos por Dios.

No tenemos necesidad de ir en busca de oportunidades para cumplir este mandato.

Se nos ofrecen a cada momento, durante las veinticuatro horas del día, dondequiera que nos encontremos.


* Debemos tratar de ser amables y corteses los unos con los otros, y ser conscientes de que no es posible amar a Cristo si no lo amamos en el prójimo.


* Es fácil amar a los que viven lejos.

No siempre lo es amar a quienes viven a nuestro lado.

Es más fácil ofrecer un plato de arroz para saciar el hambre de un necesitado que confortar la soledad y la angustia de alguien que no se siente amado dentro del hogar que con él mismo compartimos .


* Si los pobres no nos aceptasen, no seríamos nada.

Deberíamos estarles inmensamente agradecidos, porque nos brindan la posibilidad de amar y servir en ellos a Jesús.

* No es tarea nuestra indagar cómo nuestros asistidos han podido contraer una enfermedad.

Ante nuestros ojos todos son iguales: todos son hijos de Dios.

* El amor de los pobres más pobres viendo en ellos a Jesús mantendrá limpios nuestros corazones .


* La Eucaristía y los pobres: dos realidades que los cristianos no podemos separar.


* Ya lo sé: hay millones y millones de pobres.

Yo pienso en uno a la vez.

Jesús no es más que uno.

Nosotras nos ocupamos de las personas individualmente.

A los hombres no se los puede salvar más que de uno en uno.

* Los pobres nos brindan lecciones auténticas.

Es siempre más lo que ellos nos dan a nosotros que lo que nosotros les damos a ellos.

* Los contemporáneos de Jesús no lo quisieron aceptar porque su pobreza contrastaba con la ambición que ellos tenían de enriquecerse.


* Dios no ha creado la pobreza.

La hemos creado nosotros con nuestro egoísmo.

* Es muy hermosa una costumbre bengalí según la cual, antes de ponerse a comer, se toma un cazo de arroz para dárselo a los pobres.

* Si pudiéramos llevar el amor al interior de las familias, el mundo cambiaría.

* El hogar está allí donde está la madre.

* Sin Jesús, nuestras vidas carecerían de sentido, resultarían incomprensibles.

Jesús es su explicación.

Para tener paz en nuestros corazones nos conviene hablar más con Él y menos

* Jesús no necesitó muchas palabras para explicarnos cómo tenemos que amar al prójimo.

Se limitó a decir:

—Amaos como yo os he amado.

* No se puede amar a Dios más que a expensas de uno mismo


* ¿Me queréis de veras?

Comprometeos a tener un corazón lleno de amor.

* La amistad de Jesús es fiel y personal, y nos permite intimar con Él en la ternura y en el amor.

* Me hubiera gustado dedicarme a la contemplación: permanecer todo el día en compañía de Jesús, no hablar más que con Él.

* No es importante lo que nosotros decimos.

Lo que importa es lo que Dios nos dice y dice a través de nosotros.

* El amor es un fruto de todas las estaciones, de todas las épocas y al alcance de todos.

Todos pueden recoger este fruto a manos llenas, sin fijación previa de cupos.


* En nuestros centros, especialmente en los de la India, hay de todo: hindúes, musulmanes, sijs, cristianos.

A nadie le preguntamos por su religión, y respetamos la de todos.

Respetar la religión de los demás es una condición de paz.

Mirando a la Cruz podemos comprobar cuánto nos amó Jesús.

jueves, 27 de septiembre de 2007

«Christopher Hitchens y el final de la evolución» / Autor: Raniero Cantalamessa OFMcap






Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa OFMcap, predicador de la Casa Pontificia, al ensayo difundido por el periodista anglo-estadounidense Christopher Hitchens bajo el título «Dios no es grande – La religión envenena todo».




CHRISTOPHER HITCHENS Y EL FINAL DE LA EVOLUCIÓN

Hace tiempo un anónimo benefactor se preocupó de hacerme llegar como regalo, de parte del editor, el ensayo del conocido periodista anglo-estadounidense Christopher Hitchens titulado «Dios no es grande»; el subtítulo es: «La religión envenena todo» («God is not great. How religion poisons everything», Nueva York 2007). Pienso que no lo hizo con afán polémico, sino con el deseo de ayudarme a salir del engaño en el que, en su opinión, me encuentro como creyente y como comentarista del Evangelio en televisión.

Quiero decir enseguida que estoy agradecido a este desconocido amigo. Muchos reproches que Hitchens dirige a los creyentes de todas las religiones (el islam no recibe en el libro un trato mejor que el cristianismo, cosa que revela una buena dosis de valor por parte del autor) son fundados y hay que tomarlos en consideración para no repetir los mismos errores del pasado. El Concilio Vaticano II afirma que la fe cristiana puede y debe sacar provecho también de las críticas de quienes la combaten, y éste es ciertamente uno de los casos.

Pero Hitchens mete todo en el mismo saco. Dice atenerse al criterio evangélico de juzgar el árbol por sus frutos, pero del árbol de la religión él considera sólo los frutos podridos, nunca los frutos buenos. Los santos, los genios y los benefactores dados a la humanidad por la fe, o alimentados de ella, no cuentan nada. Con los mismos criterios, esto es, considerando sólo el lado oscuro de una institución, se podría escribir un libro negro de todas las grandes realidades humanas: de la familia, de la medicina (recuérdese para qué servía la medicina en Auschwitz), del psicoanálisis (¡de él se ha escrito recientemente, de hecho, un «libro negro»!), del propio periodismo que ejerce el autor (¡cuántas veces ha estado, y está, a servicio de los tiranos y de los intereses de grupos de poder!).

De su crítica no se salva nadie. ¿Francisco de Asís? ¡«Un mamífero que creía hablar a los pájaros»! ¿La Madre Teresa de Calcuta? «Una ambiciosa monja albanesa», hecha famosa por el libro «Algo bello para Dios», escrito sobre ella por Malcom Muggeridge. En otras palabras, ¡un producto como tantos otros de la era mediática!

Pascal concluye el relato de su descubrimiento del Dios vivo con las palabras: «Alegría, alegría, lágrimas de alegría», y C. S. Lewis describe su conversión como haber sido «sorprendido por la alegría»; pero para Hitchens «hay algo sombrío e incongruente» en estos dos autores, una fundamental ausencia de felicidad como en todos los creyentes («¿Por qué una creencia así no hace felices a sus seguidores?»).

Dostoiewski fue uno de los principales testigos de cargo de la religión, pero de él se toman en consideración mucho más los argumentos puestos en boca del rebelde y del ateo Iván que los del devoto Aliocha, el cual, como se sabe, refleja bastante más de cerca el pensamiento del escritor.

Tertuliano se convierte en un «padre de la Iglesia» de manera que su «credo quia absurdum», «creo porque es absurdo», pueda presentarse como el pensamiento de todo el cristianismo, mientras se sabe que, cuando escribe tales palabras (interpretadas, aparte de todo, fuera del propio contexto y de modo inexacto), Tertuliano está considerado por la Iglesia como un hereje. Extraña, además, esta crítica a Tertuliano, porque si existe un apologeta al que Hitchens se parezca espectacularmente, en la cara opuesta, es precisamente este africano: la misma capacidad dialéctica, la misma voluntad de triunfar del adversario, sepultándolo bajo una masa de argumentos aparentemente, pero sólo aparentemente, indiscutibles: la cantidad sustituyendo a la calidad de los argumentos.

Un recensor inglés ha comparado al autor del libro con un desafiante púgil que en el gimnasio lanza puñetazos furiosos contra un saco de arena inerte, ignorando que el verdadero campeón que hay que abatir está en otro sitio. Él no derriba la verdadera fe, sino su caricatura. A mi la lectura del libro me ha traído a la memoria el deporte de tiro al plato: se lanzan al aire blancos artificialmente confeccionados que el tirador, sin esfuerzo, hace añicos con disparos precisos.

Hitchens combate los distintos integrismos religiosos con otro de signo opuesto. «El de Hitchens –observaba Renzo Guolo en "La Repubblica"— se asemeja al manifiesto militante de un mundo que parece polarizado entre los inquietantes partidarios del fundamentalismo, con sus locos proyectos de nuevos, totalitarios, estados éticos, y los proclives a un neosecularismo integral que minusvalora la búsqueda de sentido de muchos en el tiempo del final de las "grandes narraciones"».

Hitchens da prueba de integrismo también en otro sentido. Aún con intenciones opuestas, él lee las Escrituras exactamente como lo hacen ciertos representantes del fundamentalismo bíblico de corte evangélico americano, esto es, a la letra, sin esfuerzo alguno de contextualización y de hermenéutica histórica. Esto le permite hablar de «la pesadilla del Antiguo Testamento».

Pero Christopher Hitchens es una persona inteligente. Ha previsto que la religión sobrevivirá también a su ataque, como ha sobrevivido a muchísimos otros que le han precedido, y se ha preocupado de dar una explicación a este embarazoso hecho: «La fe religiosa --escribe-- es inextirpable porque somos criaturas en evolución. No se extinguirá nunca, o al menos, no se extinguirá mientras no venzamos el miedo a la muerte, a lo oscuro, a lo desconocido y a los demás». La religión no es más que un estadio intermedio provisional, ligado a la situación del hombre que es un «ser en evolución».

De esta forma el autor se atribuye tácitamente el papel de quien ha roto tal barrera, anticipando solitariamente el final de la evolución e, igual que el Zaratustra nietzschiano, vuelve a la tierra para iluminar sobre las realidades de las cosas a los pobres mortales.

Repito: no se puede dejar de admirar la extraordinaria cultura del autor y la pertinencia de ciertas críticas suyas. Lástima que haya preferido vencer clamorosamente, renunciando así a convencer, incluso cuando podría haberlo hecho en provecho de la sociedad y de la propia religión.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Dolor / Autor: P. Jesús Higueras


Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque quien se averguence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles. Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte hasta que vean el Reino de Dios. Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías, sin saber lo que decía. Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle. Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto. (Lc 9, 25-36)

Dice un cuento de niños, que las avestruces, cuando ven acercarse algún peligro, esconden la cabeza debajo del suelo, pensando que si no lo ven deja de existir. Así hacemos nosotros, en nuestro tiempo, con todo el misterio del sufrimiento humano. Es verdad que cuando los telediarios o las revistas nos muestran imágenes de dolor, el recurso más fácil es volver la cara, cambiar de canal o incluso decir: “¡Dios mio, que espanto!”, y poco más.

Sin embargo, en nuestra sociedad, el sufrimiento está muy presente, bien en personas cercanas, bien en tantos hermanos de otros paises y culturas. Y ante esto, no podemos dar la espalda. Muchas veces buscamos un camino para dar sentido y razón al dolor, algo por lo que merezca la pena no desesperanzarse, no arrepentirse ni de ser humano ni de tener fe en un Dios que es Padre y es Creador.

Este no querer volver la espalda al sufrimiento es lo que Jesucristo nos enseña con la Transfiguración: Él acababa de decir a sus discípulos que subía a Jerusalén para padecer y ser ejecutado y, como sabe que le van a ver crucificado, quiere llenarles de esperanza y les enseña su lado más bello. Porque solo aquél que sabe descubrir la belleza o el lado mas bello de cada ser humano, es capaz después de seguir amándolo aunque ese ser humano quede deformado o transformado por el sufrimiento.

Es lo que decía la madre Teresa de Calcuta cuando recogía a los enfermos o a los moribundos por las calles, y sabía descubrir en ellos la misma belleza del rostro de Cristo, pero sumergido en el dolor.

¿Cuál es nuestra actitud ante el sufrimiento? Ante las personas que cerca, dentro de la familia, padecen una enfermedad, ¿les damos la espalda o afrontamos la situación?. Dice el Evangelio que estaban en una nube contemplando el verdadero ser de Cristo, lo que de verdad se esconde tras las apariencias. Queremos profundizar en la razón por la cual Dios permite todavía hoy el sufrimiento humano. Por eso, más allá de la primera máscara del dolor desfigurada, existe en cada ser humano que sufre, un fondo de belleza, de transfiguración: un fondo único e irrepetible.

Y sólo cuando sabemos reconocer esa dignidad humana, aceptamos al sufriente y aceptamos al que nos hace sufrir. No tenemos que mirar el dolor, que en sí, no tiene ningun sentido sino a la persona que lo sobrelleva, en la cual se asienta ese dolor y que por más que quiera, nunca le quitará una gota de dignidad humana. Deberíamos todos acercarnos un poco más al mundo del dolor, y saber descubrir en cada persona que está sufriendo, ese verdadero rostro transfigurado de Cristo. Podría preguntarme cómo está siendo mi limosna, no tanto la limosna material sino la limosna de mi tiempo, de mi cariño, con quien sufre a mi lado. ¿Sé encararme con el dolor y descubrir ese rostro transfigurado que hay dentro de cada ser humano? Entonces sí: comprenderemos que Cristo se transfiguró para que sus apóstoles soportaran el escándalo de la pasión, sabiendo que detrás de ese hombre crucificado existía un hombre hermoso.También nosotros necesitaremos de muchas transfiguraciones para sobrellevar el escándalo del sufrimiento de las personas más amadas, para descubrir que es su belleza la que nos sostiene en el amor.

domingo, 22 de julio de 2007

Una llamada a la Adoración Eucaristica Perpetua


Publicamos el tríptico de la Adoración Eucarística Perpetua de Toledo, que nos ha enviado su coordinador Eufemio Romano. Creemos de un profundo interés su contenido para que se conozca la gracia que muchas personas reciben en la Iglesia, una forma de Escucha permanente del Señor:

La Adoración Eucarística Perpetua consiste en adorar al Santísimo Sacramento día y noche durante todo el año. De esta manera respondemos a la fidelidad y eternidad del amor de Jesús que se ha quedado entre nosotros en el Santísimo Sacramento.
Jesús dijo a Sta. Margarita Mª Alacoque. (su apóstol del Sagrado Corazón): “Ardo de sed, mi sed es la de ser honrado por los hombres en el Santísimo Sacramento”.

El Santo Padre Juan Pablo II dijo que el mejor modo, más efectivo y seguro para traer la paz duradera a la tierra es a través del gran poder de la Adoración Eucarística. La Eucaristía trae la paz a los corazones.
En su carta “Sobre el Misterio y Culto de la Eucaristía” (1980) escribió: “La Iglesia y el mundo tienen gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor” […] “…Seamos generosos con nuestro tiempo al ir a encontrarlo en la adoración y contemplación, llenos de fe y listos para hacer reparación por las grandes faltas y crímenes del mundo. Que nuestra adoración nunca cese”. En la oración durante la inauguración de la Capilla Perpetua de San Pedro –en el Vaticano- el Papa rezó para que todas las parroquias del mundo tengan Adoración Perpetua.

Su Santidad Benedicto XVI ha afirmado con mucha claridad: “Imploremos al Señor que despierte en nosotros la alegría en Su presencia y podamos adorarle una vez más. Sin adoración no hay transformación del mundo”.

A la Madre Teresa de Calcuta le preguntaron qué es lo que salvaría el mundo y ella dijo: “Mi respuesta es la oración. Necesitamos que cada parroquia se ponga ante el Señor Jesús en el Santísimo Sacramento en santas horas de oración”.

(Intervención de Mon. Charles Maung BO, S.D.B.,, Arzobispo de Yangon, ante el Sínodo de los Obispos 07-10-2005):
“En verdad, hasta que la Iglesia no grite fuerte que Jesús en el Santísimo Sacramento tiene que ser objeto de Adoración Perpetua por todo lo que ha hecho por nuestra salvación, seguirá siendo derrotada por sus enemigos.
La mejor manera, la más segura y la más eficaz, de establecer la PAZ eternamente sobre la tierra es la de recurrir al gran poder de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento”.


La Adoración Eucarística Perpetua se consigue encontrando a personas que quieran adorar al Señor comprometiéndose a ofrecer al menos 1 hora fija a la semana. De este modo se forma una cadena de adoradores, relevándose hora a hora, las 24 h del día.
Cuando adoramos la presencia Eucarística, además de recibir las gracias que necesitamos, Él nos consuela, nos da paz, nos alivia de todas nuestras penas, sosiega nuestro espíritu, nos libra de los temores, nos da fortaleza, nos ilumina, orienta nuestras vidas…

Por medio de la adoración, la Eucaristía se vuelve el centro de la vida del creyente, teniendo una relación personal con Cristo.
Más de 2.500 parroquias del mundo tienen Adoración Eucarística Perpetua: Estados Unidos, Filipinas, Irlanda, Corea del Sur, India, Sri Lanka, Myanmar…

ADORACIÓN EUCARÍSTICA PERPETUA EN ESPAÑA
MADRID: Parroquia de la Encarnación del Señor
, C/ Hnos. García Noblejas, 49, Tf.913040308 y 616186965, Autobuses: Líneas 4, 28, 38, 48, 70, 105, y 109, Metro: Líneas 5 (Ciudad Lineal) y 7 (García Noblejas)

Parroquia de CANCELADA, (Málaga) Tf. 952886196 y 639948196
SEVILLA: Capilla San Onofre, PL Nueva (Junto a Telefónica) Tf 608851211
TALAVERA DE LA REINA: Convento S. José c/ Charcón, Tf 925805668
OVIEDO Capilla de las Esclavas, c/Toreno, Frente Campo de S. Francisco

PAN DE VIDA

RADIO SANTA MARÍA DE TOLEDO
PROGRAMA DEDICADO A LA EUCARISTÍA
TODOS LOS JUEVES A LAS 20 HORAS
(FM 102.5 TOLEDO, 100.5 LA MANCHA Y 103.6 TALAVERA)
REPETICIÓN: VIERNES A LAS 01. DOMINGOS A LAS 09 Y LUNES 03
CORREO ELECTRÓNICO: pandevidatoledo@gmail.com

INVITACIÓN A LA ADORACIÓN PERPETUA: Es el mismo Jesús quien te invita a que pases una hora, un día a la semana, con Él y ante Él. ¿Dispones de una hora para Quien HA DADO SU VIDA POR TI? ÉL ES LA VIDA y te la da entera. Busca tu hora, conságrasela. No tengas dudas en comprometerte con ÉL. Si estás dispuesto: llámanos y te informaremos.

TELÉFONOS DE TOLEDO: Eufemio R. (925 22 71 84). Francisco R. (925 22 17 31). Pedro G. (925 25 49 59). Mª José M. (925 22 30 45) Mª Carmen S. (925 22 31 22)

sábado, 11 de abril de 2009

"El Señor es Dios; ¡Él nos alumbra!"
/ Autores: Conchi Vaquero y Arturo López
"El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
–¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar".

(Juan 20, 1-9).

Jesús resucitó hace casi dos mil años. Los cristianos, que se supone intentamos seguirle, poniendo en práctica el mensaje del evangelio, que nos revela toda la historia de la salvación contenida en la Biblia, con asiduidad repetimos la escena de María Magdalena en muchas ocasiones y exclamamos:

–¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!

Eso sucede en nuestras vidas cuando vivimos momentos de dificultad ante los cuales no podemos hacer nada, sólo estar quietos esperando la resurección, la solución al problema que nos provoca desaliento, desesperanza, depresión, angustia y miedo. Estamos como Jesús en el sepulcro: con una gran losa, una piedra muy pesada, atados e inmóviles. Sólo el Amor de Dios Padre puede apartar esas dificultades de nuestra vida y restablecernos de manera providencial. Pese a que, en decenas de ocasiones, hemos vivido como de repente toda losa era quitada, todo camino allanado, no nos acabamos de creer la promesa de Jesús resucitado que prometió acompañarnos siempre.

Y hemos constatado todos lo que nos sucede: el problema ya no existe, ha desaparecido. Pero, la oscuridad, el miedo, la angustía y la depresión persisten. Nos preguntamos: ¿Es verdad o es un espejismo de mi mente? Cuando María Magdalena fue al sepulcro era oscuro y vió con sus propios ojos que Jesús no estaba. Entonces, no recuerda la promesa del Señor que resucitaría, el miedo le hace pensar que se han llavado el cuerpo. Hemos escuchado tantas veces estas Palabras de Vida del evangelio de Juan y en cambio no las sabemos vivir al mínimo tropiezo.

Pero eso no es todo, el discípulo amado se va con Simón Pedro al Sepulcro, ve las vendas desde fuera y no se atreve a entrar: el miedo le paraliza. Es como si pensará: "Bastante hemos sufrido ya, sólo falta que nos suceda algo más". Esto también lo vivimos nosotros cuando acompañamos a alguien en el dolor y sufrimiento: "A ver si no voy saber estar a la altura de las circunstancias".

Én todas las variantes en que la resurrección de Cristo no es actualizada en nuestras vidas seguramente es que necesitamos crecer dejándonos guiar por el auténtico resucitado: Jesús el Señor. Para ver la luz de Cristo sólo hace falta que nos acerquemos a Él con confianza, en todo el estado deplorable en que nos encontremos y reconozcamos que sólo Él tiene Palabras de Vida.

Como los apóstoles, muchas veces vivimos en la dispersión -ellos la experimentaron con la muerte de Jesús- y no entendemos las Escrituras porque no escuchamos la voz suave del Salvador que clama continuamente: "no tengaís miedo. Soy yo el que os hace caminar pese a vuestra debilidad". A cada uno de nosotros como toda respuesta sólo se nos ocurre gritar como Pedro cuando debía andar sobre las aguas: "Señor que me hundo!!!." Hasta ese grito es humano y positivo hacerlo porque nos muestra nuestra debilidad y el tener que depender de la providencia del Altísimo.

Claro que, a veces o casi siempre, y ese es el mayor de los problemas, los cristianos no comprendemos las Escrituras porque nos fabricamos una interpretación a nuestra medida de la Palabra de Dios. Realmente Cristo ha Resucitado!!! Aleluya!!! ¿Pero, donde está escrito que se nos quitarían las dificultades y los problemas que tenemos como consecuencia del pecado y del espiritu del mundo por la resurrección de Jesús? El oró al Padre para que fueramos preservados del maligno en medio del mundo y nos aseguró acompañarnos en todo momento hasta el fin del mundo por el don del Espíritu Santo. El Espíritu de la verdad es quien debe enseñarnos todo, entre otras cosas como afrontar el mal cogidos de la mano de Jesús resucitado.

Como el discípulo amado corrió delante de Simón Pedro, nosotros nos soltamos de la mano de Jesús para ver y discernir con ojos humanos lo que nos está pasando hasta quedar paralizados por el miedo. Dejemos que el Señor nos indique el camino y aunque sea angosto a primera vista oremos para poder saber a que ritmo debemos andar, para poder escuchar paso a paso la voz de Cristo que nos habla al corazón: "Soy yo. La paz este contigo."

Uno de los ejemplos contemporáneos de cuanto hemos explicado es la Madre Teresa de Calcuta. De la obra realizada por ella no dudan ni los cristianos, ni los creyentes de otras religiones, ni los mismos ateos o laicistas. Actualmente conocemos que Teresa de Calcuta vivió momentos de gran sequedad y oscuridad. Ninguna explicación intelectual, ni sicológica puede justificar que una mujer sóla iniciara a contracorriente y sin posibilidad de volver atrás la atención a tantos moribundos, pobres, enfermos y desesperados. Si a los problemas que supone atender humanamente con pocos medios a los más desprotegidos sumamos la sequedad espiritual y la oscuridad, sería imposible la consolidación de las Misioneras de la Caridad si no es porque la obra estuvo cimentada fuertemente en la creencia que Cristo estaba resucitado, a su lado, enseñándole el camino para construir sobre roca una obra que da gloria a Dios porque sólo Él la ha podido realizar.

Aclamemos la resurección de Cristo con el salmo 118 (117):

"Dad gracias al Señor, porque él es bueno,
porque su amor es eterno.
Digan los israelitas:
“El amor del Señor es eterno.”
Digan los sacerdotes:
"El amor del Señor es eterno.”
Digan los que honran al Señor:
“El amor del Señor es eterno.”

En mi angustia llamé al Señor;
él me escuchó y me dio libertad.
El Señor está conmigo; no tengo miedo.
¿Qué me puede hacer el hombre?
El Señor está conmigo; él me ayuda.
¡He de ver derrotados a los que me odian!
Es mejor confiar en el Señor
que confiar en el hombre.
Es mejor confiar en el Señor
que confiar en grandes hombres.

Todas las naciones me rodearon,
pero en el nombre del Señor las derroté.
Me rodearon por todas partes,
pero en el nombre del Señor las derroté.
Me rodearon como avispas,
pero su furia se apagó como fuego de espinos;
¡en el nombre del Señor las derroté!
Me empujaron con violencia, para que cayera,
pero el Señor vino en mi ayuda.
Yo canto al Señor, que me da fuerzas.
¡Él es mi salvador!

En las casas de los hombres fieles
hay alegres cantos victoriosos:
“¡El poder del Señor alcanzó la victoria!
¡El poder del Señor es extraordinario!
¡El poder del Señor alcanzó la victoria!”
¡No moriré, sino que he de vivir
para contar lo que el Señor ha hecho!
El Señor me ha castigado con dureza,
pero no me ha dejado morir.

¡Abrid las puertas del templo,
que quiero entrar a dar gracias al Señor!

Esta es la puerta del Señor,
y por ella entrarán los que le son fieles".

Te doy gracias, Señor, porque me has respondido
y porque eres mi salvador.
La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.
Esto lo ha hecho el Señor,
y estamos maravillados.
Este es el día en que el Señor ha actuado:
¡estemos hoy contentos y felices!

Por favor, Señor, ¡sálvanos!
Por favor, Señor, ¡haz que nos vaya bien!

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
Os bendecimos desde el templo del Señor.
El Señor es Dios; ¡él nos alumbra!
Comentad la fiesta y llevad ramas
hasta los cuernos del altar.

Te doy gracias y alabo tu grandeza,
porque tú eres mi Dios.
Dad gracias al Señor, porque él es bueno,
porque su amor es eterno.

Feliz Pascua de Resurrección!
Que la Luz de Cristo os llene de su Paz!
Alegraos con este vídeo

jueves, 7 de febrero de 2008

Benigno Blanco firma con George Weigel, Carlo Casini o sor Nirmala, pedir a la ONU una petición de moratoria sobre el aborto

(VERITAS) El presidente del Foro Español de la Familia (FEF), Benigno Blanco, anunció hoy, miércoles 6 de febrero, que rubrica la petición de moratoria sobre el aborto, planteada a la Organización de Naciones Unidas (ONU) por iniciativa del periódico italiano con tendencia izquierdista, “Il Foglio”.

El Santo Padre expresó el pasado 7 de enero, poco después de que la ONU aprobara la moratoria sobre la pena de muerte, su deseo de que este acontecimiento estimulara el debate público sobre el carácter sagrado de la vida humana. Al día siguiente, 8 de enero, Giuliano Ferrara, director del Il Foglio, recogía esta petición y lanzaba una propuesta de moratoria del aborto que ha sido firmada ya por destacadas personalidades del ámbito internacional.

Entre las personas que se han adherido, se encuentran el antropólogo, miembro de la Academia Francesa, René Girard; el miembro de la Cámara de los Lores, Lord David Alton; el teólogo y biógrafo de Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, George Weigel; el profesor emérito de Filosofia en la Universidad de Munich, Robert Spaemann; la superiora de las Misioneras de Madre Teresa de Calcuta, sor Nirmala Joshi; el presidente del Movimiento por la Vida italiano, Carlo Casini; o el hermano de Terri Schiavo, Bobby Schindler.

Al sumarse a la petición de la Moratoria sobre el aborto, Blanco, ha manifestado: “ojalá la izquierda española tomase ejemplo de la mejor izquierda italiana y se deshiciese de los prejuicios que le impiden comprometerse en la defensa del más indefenso de todos, el no nacido, y apoyar una política progresista de solidaridad con la mujer embarazada para evitar el drama del aborto”.

En la petición de la Moratoria, los firmantes consideran que “el aborto selectivo y la manipulación selectiva in vitro son la forma principal de discriminación entre los seres humanos por razones eugenésicas, raciales o sexuales. Es la misma persona humana que las Naciones Unidas amparan en el artículo 6 de su carta de los derechos”.

Finalmente, creen que “a los sesenta años de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es necesario renovar nuestra fuente principal de inspiración humanitaria enmendando el artículo 3” y hacen “un llamamiento a los gobiernos para que respeten escrupulosamente los derechos humanos y, el primero de estos derechos es el derecho inviolable a la vida”.

lunes, 4 de enero de 2016

“The letters” la película sobre “la noche oscura” de la Madre Teresa de Calcuta

4 de enero de 2016.- (13 TV  / Camino católico)  En el día de su 79 cumpleaños, el Papa Francisco aprobó el milagro por el que la beata Teresa de Calcuta será proclamada santa. 18 años después de su fallecimiento, subirá a los altares la "madre de los pobres”, tal y como la llamo San Juan Pablo II. Una vida extraordinaria que ha sido llevada a la gran pantalla en muchas ocasiones. Sin embargo, "The letters” es la primera película que se centra en "la noche oscura” de la religiosa. 

lunes, 1 de octubre de 2007

Oración Tengo Sed de Ti

"Mira que estoy a la puerta y llamo..."
(Apocalipsis 3, 20)

Es verdad. Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche. Aún cuando no estás escuchando, aún cuando dudes que pudiera ser yo, ahí estoy: esperando la más pequeña señal de respuesta, hasta la más pequeña sugerencia de invitación que Me permita entrar.

Y quiero que sepas que cada vez que me invitas. Yo vengo siempre, sin falta. Vengo en silencio e invisible, pero con un poder y un amor infinitos, trayendo los muchos dones de Mí Espíritu. Vengo con Mi misericordia, con Mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor hacia ti que va más allá de tu comprensión. Un amor en cada detalle, tan grande como el amor que he recibido de Mi Padre ("Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a mí..." (Jn 15,10). Vengo deseando consolarte y darte fuerza, levantarte y vendar todas tus heridas. Te traigo Mi luz, para disipar tu oscuridad y todas tus dudas. Vengo con Mi poder, que me permite cargarte a ti: con Mi gracia, para tocar tu corazón y transformar tu vida. Vengo con Mi paz, para tranquilizar tu alma.

Te conozco como la palma de mi mano, sé todo acerca de ti, hasta los cabellos de tu cabeza he contado. No hay nada en tu vida que no tenga importancia para mí. Te he seguido a través de los años y siempre te he amado, hasta en tus extravíos. Conozco cada uno de tus problemas. Conozco tus necesidades y tus preocupaciones y, si, conozco todos tus pecados. Pero te digo de nuevo que Te amo, no por lo que has hecho o dejado de hacer, Te amo por tí, por la belleza y la dignidad que mi Padre te dio al crearte a Su propia imagen. Es una dignidad que muchas veces has olvidado, una belleza que has empañado por el pecado. Pero te amo como eres y he derramado Mi Sangre para rescatarte. Si sólo me lo pides con fe, Mi gracia tocará todo lo que necesita ser cambiado en tu vida: Yo te daré la fuerza para librarte del pecado y de todo su poder destructor.

Sé lo que hay en tu corazón, conozco tu soledad y todas tus heridas, los rechazos, los juicios, las humillaciones, Yo lo sobrellevé todo antes que tú. Y todo lo sobrellevé por tí, para que pudieras compartir Mi fuerza y Mi victoria. Conozco, sobre todo, tu necesidad de amor, sé que tan sediento estás de amor y de ternura. Pero cuántas veces has deseado satisfacer tu sed en vano, buscando ese amor con egoísmo, tratando de llenar el vacío dentro de tí con placeres pasajeros, con el vacío aún mayor del pecado. ¿Tienes sed de amor?

"Vengan a Mí todos los que tengan sed..." (Jn 7, 37). Yo te saciaré y te llenaré. ¿Tienes sed de ser amado?, te amo más de lo que te puedes imaginar.... hasta el punto de morir en la cruz por tí.

TENGO SED DE TI. Si, esa es la única manera en que apenas puedo empezar a describir mi amor. TENGO SED DE TI. Tengo sed de amarte y de que tú me ames. Tan precioso eres para mí que TENGO SED DE TI. Ven a Mí y llenaré tu corazón y sanaré tus heridas. Te haré una nueva creación y te daré la paz aún en tus pruebas. TENGO SED DE TI. Nunca debes dudar de Mi Misericordia, de mi deseo de perdonarte, de Mi anhelo por bendecirte y vivir Mi vida en tí, y de que te acepto sin importar lo que hayas hecho. TENGO SED DE TI. Si te sientes de poco valor a los ojos del mundo, no importa. No hay nadie que me interese más en todo el mundo que tú. TENGO SED DE TI. Ábrete a Mí, ven a Mí, ten sed de Mí, dame tu vida. Yo te probaré qué tan valioso eres para Mi Corazón.

¿No te das cuenta de que Mi Padre ya tiene un plan perfecto para transformar tu vida a partir de este momento? Confía en Mí. Pídeme todos los días que entre y que me encargue de tu vida y lo haré. Te prometo ante Mi Padre en el Cielo que haré milagros en tu vida. ¿Por qué haría Yo esto? PORQUE TENGO SED DE TI. Lo único que te pido es que te confíes completamente a Mí. Yo haré todo lo demás.

Desde ahora, ya veo el lugar que Mi Padre te ha preparado en Mi Reino. Recuerda que eres peregrino en esta vida viajando a casa. El pecado nunca te puede satisfacer ni traerte la paz que anhelas. Todo lo que has buscado fuera de Mí sólo te ha dejado más vacío, así que no te ates a las cosas de este mundo; pero, sobre todo, no te alejes de Mí cuando caigas. Ven a mí sin tardanza porque cuando me das tus pecados, me das la alegría de ser tu Salvador. No hay nada que yo no pueda perdonar y sanar, así que ven ahora y descarga tu alma.

No importa cuánto hayas andado sin rumbo, no importa cuántas veces me hayas olvidado, no importa cuántas cruces lleves en esta vida, hay algo que quiero que siempre recuerdes y que nunca cambiará. TENGO SED DE TI, tal y como eres...No tienes que cambiar para creer en Mi Amor, ya que será tu confianza en ese Amor la que te hará cambiar. Tú te olvidas de Mí y, sin embargo. Yo te busco a cada momento del día y estoy ante las puertas de tu corazón, llamando. ¿Encuentras esto difícil de creer? Entonces, mira la Cruz, mira Mi Corazón que fue traspasado por tí. ¿No has comprendido Mi Cruz?, entonces escucha de nuevo las palabras que dijo en ella, te dicen claramente por qué Yo soporté todo esto por ti: ".... TENGO SED" (Jn 19, 28). Sí, TENGO SED DE TI. Como el resto del salmo que Yo estaba rezando dice de Mi:
"... esperé compasión inútilmente, esperé alguien que me consolara y no le hallé." (Salmo 69:20). Toda tu vida he estado deseando tu amor. Nunca he cesado de buscarlo y de anhelar que me correspondas. Tú has probado muchas cosas en tu afán por ser feliz. ¿Por qué no intentas abrirme tu corazón, ahora mismo, abrirlo más de lo que lo has hecho antes?

Cuando finalmente abras las puertas de tu corazón y finalmente te acerques lo suficiente entonces Me oirás decir una y otra vez, no en meras palabras humanas sino en espíritu: "no importa qué es lo que hayas hecho, te amo por ti mismo. Ven a Mí con tu miseria y tus pecados, con tus problemas y necesidades, y con todo tu deseo de ser amado. Estoy a la puerta de tu corazón y llamo... ábreme, porque TENGO SED DE TI...."

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Jesús es Dios, por lo tanto Su Amor y Su Sed son infinitos. El, Creador del universo, pidió el amor de sus criaturas. Tiene sed de nuestro amor.... Estas palabras:
"Tengo sed"
¿Tienen un eco en nuestra alma?"

Madre Teresa de Calcuta

jueves, 13 de diciembre de 2007

Dios ha «desposado» nuestra humanidad / Autor: Benedicto XVI

Intervención en la oración mariana del Angelus

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 16 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que pronunció Benedicto XVI este domingo al introducir la oración mariana del Ángelus ante varios miles de fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro en el Vaticano.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

«Gaudete in Domino semper - Estad siempre alegres en el Señor» (Flp 4,4). Con estas palabras de san Pablo se abre la Santa Misa del III domingo de Adviento, que por ello se llama domingo «gaudete». El Apóstol exhorta a los cristianos a alegrarse porque la venida del Señor, esto es, su retorno glorioso, es seguro y no tardará. La Iglesia hace propia esta invitación, mientras se prepara a celebrar la Navidad y su mirada se dirige cada vez más hacia Belén. En efecto, aguardamos con esperanza cierta la segunda venida de Cristo porque hemos conocido la primera. El misterio de Belén nos revela al Dios-con-nosotros, al Dios cercano a nosotros, no sencillamente en sentido espacial y temporal; Él está cerca de nosotros porque ha «desposado», por así decirlo, nuestra humanidad; ha tomado sobre sí nuestra condición, eligiendo ser en todo como nosotros, menos en el pecado, para hacer que nos convirtamos como Él. La alegría cristiana brota por lo tanto de esta certeza: Dios está próximo, está conmigo, está con nosotros, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, como amigo y esposo fiel. Y esta alegría permanece también en la prueba, en el sufrimiento mismo, y permanece no superficialmente, sino en lo profundo de la persona que se entrega a Dios y confía en Él.

Algunos se preguntan: ¿pero todavía hoy es posible esta alegría? ¡La respuesta la dan, con sus vidas, hombres y mujeres de toda edad y condición social, felices de consagrar su existencia a los demás! ¿Acaso no fue la beata Madre Teresa de Calcuta, en nuestro tiempo, un testimonio inolvidable de la verdadera alegría evangélica? Vivía a diario en contacto con la miseria, la degradación humana, la muerte. Su alma conoció la prueba de la noche oscura de la fe; sin embargo, dio a todos la sonrisa de Dios. Leemos en un escrito suyo: «Esperamos con impaciencia el paraíso, donde está Dios, pero tenemos en nuestro poder estar en el paraíso ya desde aquí y desde este momento. Ser felices con Dios significa: amar como Él, ayudar como Él, dar como Él, servir como Él» (La gioia di darsi agli altri, Ed. Paoline, 1987, p. 143). Sí, la alegría entra en el corazón de quien se pone al servicio de los pequeños y de los pobres. En quien ama así, Dios hace morada, y el alma está en la alegría. Si en cambio se hace de la felicidad un ídolo, se yerra de camino y es verdaderamente difícil encontrar la alegría de la que habla Jesús. Es ésta, lamentablemente, la propuesta de las culturas que sitúan la felicidad individual en el lugar de Dios, mentalidades que tienen su efecto emblemático en la búsqueda del placer a toda costa, en la difusión del consumo de drogas como huída, como refugio en paraísos artificiales, que se revelan después completamente ilusorios.

Queridos hermanos y hermanas: también en Navidad se puede equivocar el camino, cambiar la verdadera fiesta con la que no abre el corazón a la alegría de Cristo. Que la Virgen María ayude a todos los cristianos, y a los hombres que buscan a Dios, a llegar a Belén para encontrar al Niño que ha nacido por nosotros, por la salvación y la felicidad de todos los hombres.

[Al término del rezo del Ángelus, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español dijo:]

Saludo con afecto a los fieles de lengua española. Queridos hermanos: Siguiendo la invitación de la liturgia de este domingo de Adviento, os aliento a vivir con alegría la cercanía del Señor, que viene a nuestro encuentro, para que, llenos de esperanza y confianza en su amor, prosigáis vuestra preparación espiritual para la Navidad meditando la Palabra divina, e intensificando la oración y las obras de caridad. ¡Feliz domingo!

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Traducción del original italiano realizada por Marta Lago.

jueves, 25 de octubre de 2007

La familia: signo de la felicidad de Dios / Autora: Madre Teresa de Calcuta

Hoy en día hay muchos problemas en el mundo y yo creo que la mayoría de ellos comienzan en casa. El mundo está sufriendo tanto porque no hay paz. Y no hay paz, porque no hay paz en la familia. Debemos hacer de nuestras casas centros de compasión y perdonar sin cesar, y así habrá paz.

Ustedes deben ser una familia; ser la presencia de Cristo el uno para el otro. Dios ha instituido la familia para que sea Su Amor. Ámense los unos a los otros con ternura como Jesús los ama a cada uno de ustedes. Jesús siempre está allí, para amar, para compartir, para ser la alegría de nuestra vida.

El amor de Jesús para nosotros es incondicional, es tierno, siempre perdona, es completo. Sólo deja que la gente vea a Jesús en ti: que vea como rezas, que vea como llevas una vida pura, que vea como tratas a tu familia, que vea cuanta paz hay en tu familia.

La consideración hacia los demás es el punto de partida para una gran santidad. Si aprendes ese arte de la consideración, te harás más y más parecido a Cristo, porque Su corazón era manso y El siempre pensaba en las necesidades de los demás. Si tenemos esa consideración los unos por los otros, nuestras casas realmente se convertirnos en el hogar del Seor Altísimo.

¿Conoces primero a los pobres de tu propia casa?. Tal vez en tu casa haya alguien que se siente solo, no muy acogido, no muy amado. Tal vez tu esposo o tu esposa o tu hijo se siente solo. ¿Sabes eso? Hoy ni siquiera tenemos tiempo de mirarnos el uno al otro, de hablarnos, de divertirnos en la compañía de otros . . . Y as, cada vez estamos menos en contacto el uno con el otro. El mundo está perdido por falta de dulzura y amabilidad. La gente siente una gran hambre de amor porque todo el mundo tiene tanta prisa.

Sean felices... y dedíquense muy especialmente a ser un signo de la felicidad de Dios. La alegría se refleja en los ojos; es evidente cuando uno habla y camina. No la podemos encerrar dentro de nosotros mismos. Cuando la gente encuentre en tus ojos esa felicidad habitual, entenderán que ellos son los hijos amados de Dios. La alegría es muy contagiosa. Nunca sabremos todo el bien que una simple sonrisa puede causar. Sean fieles en las cosas pequeñas. Sonrían el uno al otro. Tenemos que vivir bellamente.

Si introducimos la oración dentro de la familia, la familia quedara unida. Se amarán los unos a los otros. Reúnanse por sólo cinco minutos. Es de allí de donde vendrá su fuerza. El tiempo que pasamos teniendo nuestra audiencia diaria con Dios es la parte mas preciosa de todo el día. Quiero que ustedes llenen sus corazones con un gran amor.

Hagan de sus casas y de sus familias otro Nazaret, donde el amor, la paz, la alegría y la unidad reinen. Porque el amor comienza en el hogar. ¡Que Dios los bendiga!

viernes, 14 de septiembre de 2007

"Amar hasta que duela", fundamento de toda comunidad cristiana / Autores: Conchi y Arturo


Profundizamos hoy en otras actitudes sin las cuales cualquier tipo de comunidad cristiana, parroquia, grupo, asociación de fieles laicos o familia, dejará de crecer en el Amor de Dios. Nos fijaremos únicamente en una de las afirmaciones que se hace en los hechos de los Apóstoles 2, 42: "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles". Estas palabras pueden ser interpretadas como escucharlas palabras y homilías del Santo Padre, Cardenales, Obispos y Diáconos si se consideran desde la visión de la sucesión apostólica.

La Palabra de Dios nunca se contradice. Está bien escuchar y debemos hacerlo a todos los presbíteros, sea cual sea su responsabilidad pastoral. Ellos nos darán Palabras de Vida y de sabiduría de Dios que nos harán crecer como comunidad cristiana. San Pablo nos enseña en Colosenses 3, 16-17, que la llamada para enseñar y a la vez aprender es mutua y para todos: "La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre".

En el Evangelio de Juan, 15, 12-17, se nos confirma de nuevo con claridad la Voluntad de Dios: "Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros."

Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús a los apóstoles. Hoy, aquí y ahora, el Señor nos la dice personalmente a todos y cada uno de nosotros. Él nos ha elegido para Amar con nuestras palabras y obras, siendo luz para los demás en crecimiento diario en el Amor de Dios. Además nos ha elegido para dar nuestra vida escuchando y aprendiendo lo que Dios quiere enseñarnos, utilizando a las personas que se cruzan en nuestro camino día a día.

La expresión utilizada por la Madre Teresa de Calcuta "Amar hasta que
duela"
es la que define con precisión lo que Dios nos pide. Sólo si Amamos hasta que nos duela daremos frutos individuales y comunitarios que permanezcan.

Sólo podemos abrir nuestro corazón herido y todo nuestro ser al Señor, cada día, implorando que nos enseñe a Amar como Él nos Ama a nosotros. Su Amor es fiel y permanente aunque lo igmnoremos, nos desanimemos, lo neguemos o nos cansemos de seguir sus pasos temporal o definitivamente.

Conocemos profundamente a unos amigos que sienten en su corazón la llamada de Dios a servirle en comunidad. Su primera comunidad es su familia, matrimonio e hijos. Todos acuden asiduamente a la parroquia a servir los hermanos de distintas formas. Su corazón siente en su interior una llamada profunda a la evangelización y a la dedicación total de su vida a Dios.

Oran para que el Señor les guíe en toda su vida para ir dando pasos de crecimiento en el seguimiento de Jesús. Esta familia a pedido a personas de la comunidad católica de distintas partes del mundo que intercedan para obtener diariamente la sabiduría para hacer en todo la Voluntad de Dios.

Esta familia son personas con licenciaturas y estudios, con nivel cultural, pero han llegado a la certeza interior que por lo único que tiene sentido sufrir es para hacer crecer el Reino de Dios amando a las personas más desvalidas, prestando atención a sus necesidades materiales, emocionales, afectivas y espirituales.

Muchas personas interceden y han ido confirmando el camino espiritual de la familia y el Señor va delante de ellos como Buen Pastor.Hay algunas de las personas más amadas por la familia y con quienes han vivido profundos crecimientos en la espiritualidad, que les han desconcertado muchas veces con el paso de los años. En realidad, ellos son conscientes que esos desconciertos han sido sucesivos episodios
de "Amar con dolor" por gracia de Dios y sólo con el deseo de seguir su Voluntad.

Las personas con quienes han vivido las experiencias de Amor más dolorosas han sido realmente "AMIGOS/AS" dispuestos a dar la vida mutua y recíprocamente. A veces, de repente, esas personas han tenido reacciones incomprensibles sino fueran observadas con la mirada de Dios. Han pasado de estar presentes a ausentarse, como hermanos que caminan a tu lado. Han compartido la Palabra de Dios con celo y ardor y sin más el miedo de vivir el Evangelio los ha paralizado. Han decidido dar pasos en fe y sin quererlo se han encontrado implorando seguridad. El señor ha mostrado su poder a través de dones únicos y ellos se han asustado y no han querido ponerlos al servicio de su comunidad para no perder el prestigio. Han estado en comunión y luego se han encerrado en si mismas. Han elegido llenar los días de de relaciones superficiales, comidas, películas, teatro y distracciones, para no afrontar las heridas de su corazón y los problemas que provocan esas reacciones.

La familia que nos ha compartido estas vivencias no se quejan de sus AMIGOS. Les Aman con un dolor profundo en el corazón: "Amar hasta que duela". Ellos han interiorizado que lo que hacen no es un esfuerzo humano sino una gracia
de Dios para hacerlos crecer en comunidad. A esta familia le gustaría hacer tantas cosas con esos amigos que Dios les regaló hace años, que cuando los ven pasar por esas situaciones de oscuridad espiritual no saben como actuar. Ellos nos cuentan que "sólo podemos estar. Hablar con Dios de nuestro dolor por nuestros amigos. Aunque el dolor permanece, el Amor por ellos crece". Sólo desde el seguimiento de la Palabra y la Voluntad de Dios vivimos la práctica del AMOR: "Amaros los unos a los otros como Yo os he amado"

Eso es acudir diariamente a la enseñanza de los apóstoles. Hemos escuchado la versión y las vivencias espirituales de esa familia. Desconocemos la versión de los amigos que viven en esos vaivenes. Estamos seguros que también han crecido y han aprendido en esa relación de Amor, fundamentada en instaurar el Reino de Dios. No dudamos que a esas personas les duele Amar en medio de sus convulsiones interiores. No obstante, lo más importante, es que el Señor de estas relaciones ha hecho crecer
frutos que han perdurado. La familia que nos ha contado su experiencia no tienen dudas que esos frutos perduraran para siempre.

Nos ha contado esta misma familia, que en muchas ocasiones, en reuniones comunitarias parroquiales, de grupos, movimientos o proyectos pastorales, cuando existen problemas de relación o diferencias de opinión entre los asistentes, ellos son partidarios de orar, para que el Señor muestre la forma más adecuada de actuar y dar frutos por el de del Espíritu Santo. Todo discernimiento comunitario debe producirse en la Paz de Cristo y en la unidad, asumiendo que nuestra misión, la de todos, es llevar a las personas a los pies de Cristo Resucitado, no a nosotros como personas con una forma concreta de actuar.

Nuestros interlocutores han trabajado pastoralmente en varios grupos, parroquias y movimientos de la iglesia. "Amar hasta que duela" ha sido para ellos escuchar de religiosos, laicos comprometidos, diáconos y sacerdotes frases como: "-Es que existe un teléfono directo con el Espíritu Santo?. A ver si nos dais el número. Aquí hacemos lo que crea la mayoría y ya está". Ellos, al oír palabras como estas o similares han optado por callar y orar. Luego, el señor en todas las ocasiones ha mostrado claramente su Voluntad a todos con corazón unánime.

La comunidad cristiana en cualquiera de sus formas debe construirse cada día. Como dice San Pablo cuando un miembro sufre es todo el cuerpo que sufre. Y no olvidemos que estamos llamados a formar parte real del Cuerpo de Cristo. Jesús, cabeza del Cuerpo, nos ha Amado hasta dolerle no sólo la salvación de todos y cada uno en la Cruz. También se conmueve cada vez que nos hemos paralizado, que le hemos negado, que hemos tenido miedo de seguirlo.

Danos la gracía Padre Santo de tener la sabiduría de escuchar las Palabras de Vida pronunciadas por nuestros hermanos en la fe en Tu Nombre. Capacitanos para ponerlas en práctica y hacer crecer Tu Reino en todo el mundo. Haznos crecer en el Amor que da la Vida. Enseñanos a Amar como Tú Amas. Que nuestra valentía sea empleada para pronunciar Palabras de Vida salidas de Tu corazón de misericordia para el crecimiento nuestro y de la comunidad. Queremos ser discípulos t apóstoles de Tu Amor. Amén.

viernes, 7 de diciembre de 2007

«Jesús de Nazaret, ¿"uno de los profetas"?» / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.


Primera predicación de Adviento del padre Raniero Cantalamessa OFM Cap /
Adviento 2007 en la Casa Pontificia


CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 7 diciembre 2007 ( ZENIT.org ).- Publicamos la primera predicación de Adviento que, en presencia de Benedicto XVI, ha pronunciado el padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia. Eje de estas meditaciones es el tema «Nos ha hablado por medio del Hijo» (Hebreos 1, 2); asisten también a este camino de preparación de la Navidad, en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano, colaboradores del Santo Padre.

* * *


1. La «tercera investigación»

«Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas: en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos; el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Hb 1, 1-3).

Este impulso de la Carta a los Hebreos constituye una síntesis grandiosa de toda la historia de la salvación. Está formada por la sucesión de dos tiempos: el tiempo en que Dios hablaba por medio de los profetas y el tiempo en que Dios habla por medio de su Hijo; el tiempo en que hablaba «por persona intermedia» y el tiempo en que habla «en persona». El Hijo, en efecto, es «resplandor de su gloria e impronta de su sustancia», esto es, como se dirá más tarde, de la misma sustancia del Padre.

Existe continuidad y salto de calidad a la vez. Es el mismo Dios quien habla, la misma revelación; la novedad es que ahora el Revelador se hace revelación; revelación y revelador coinciden. La fórmula de introducción de los oráculos es la mejor demostración de ello: ya no «Dice el Señor», sino «Yo os digo».

A la luz de esta poderosa palabra de Dios que es Hebreos 1,1-3, busquemos, en esta predicación de Adviento, hacer un discernimiento de las opiniones que circulan actualmente sobre Jesús, fuera y dentro de la Iglesia, a fin de poder, en Navidad, unir sin reservas nuestra voz a la de la liturgia que proclama su fe en el Hijo de Dios venido a este mundo. Somos continuamente reconducidos al diálogo de Cesarea de Filipo: ¿para mí Jesús es «uno de los profetas» o es el «Hijo del Dios vivo»? (v. Mt 16,14-16).

En el campo de los estudios históricos sobre Jesús, se está viviendo la llamada «tercera investigación». Se denomina así para distinguirla tanto de la «antigua investigación» histórica de inspiración racionalista y liberal que dominó desde finales del siglo XVIII todo el siglo XIX, como de la llamada «nueva investigación histórica» que empezó hacia mediados del siglo pasado en reacción a la tesis de Bultmann que había proclamado el Jesús histórico inalcanzable y sobre todo irrelevante para la fe cristiana.

¿En qué se diferencia la «tercera investigación» de las precedentes? Ante todo en la convicción de que podemos saber del Jesús de la historia gracias a las fuentes, mucho más de cuanto en el pasado se admitía. Pero sobre todo la tercera investigación se diferencia en los criterios para alcanzar la verdad histórica sobre Jesús. Si antes se pensaba que el criterio fundamental de certificación de la verdad de un hecho o de un dicho de Jesús era que hubiera estado en contraste con cuanto se hacía o se pensaba en el mundo judaico contemporáneo a Él, ahora se ve, al contrario, en la compatibilidad de un dato evangélico con el judaísmo del tiempo. Si antes el sello de autenticidad de un dicho o de un hecho era su novedad e «inexplicabilidad» respecto al ambiente, ahora es, al contrario, su explicabilidad a la luz de nuestros conocimientos del judaísmo y de la situación social de la Galilea del tiempo.

Son evidentes algunas ventajas de esta nueva aproximación. Se reencuentra la continuidad de la revelación. Jesús se sitúa en el interior del mundo judaico, en la línea de los profetas bíblicos. Hace sonreír la idea de que hubo un tiempo en que se creía poder explicar todo el cristianismo con el recurso a influencias helenísticas.

El problema es que se ha llevado tan allá esta conquista que se ha convertido en pérdida. En muchos representantes de esta tercera investigación, Jesús acaba por diluirse completamente en el mundo judaico, sin distinguirse ya más que en algún detalle y por alguna interpretación particular de la Torá. Uno de los profetas judíos, o como gusta decir, de los «carismáticos itinerantes». Significativo el título de un ensayo famoso, el de J. D. Crossmann: «El Jesús histórico. La vida de un campesino judío del Mediterráneo».

Sin llegar a estos excesos, también el autor más conocido y, en cierto sentido, iniciador de la tercera investigación, E. P. Sanders, se encuentra en esta línea [1]. Encontrada de nuevo la continuidad, se ha perdido la novedad. La divulgación, también entre nosotros, en Italia, ha hecho el resto, difundiendo la imagen de un Jesús judío entre judíos, que no hizo casi nada nuevo, pero del que se sigue diciendo (no se sabe cómo) que «cambió el mundo».

Se continúa reprochando a las generaciones de estudiosos del pasado haberse construido cada vez una imagen de Jesús según la moda o los gustos del momento, y no se percibe que se prosigue en la misma línea. Esta insistencia en el Jesús judío entre judíos, de hecho, depende al menos en parte del deseo de reparar los errores históricos cometidos contra este pueblo y de favorecer el diálogo entre judíos y cristianos. Un óptimo objetivo que se persigue, como veremos enseguida, con un medio (por el modo en que se utiliza) equivocado. Se trata en efecto de una tendencia sólo aparentemente filo-judaica. En realidad se termina por cargar al mundo judaico con una responsabilidad más: la de no haber reconocido a uno de ellos, uno cuya doctrina era perfectamente compatible con cuanto el mismo creía.

2. El rabino Neusner y Benedicto XVI

Quien ha evidenciado lo iluso de esta aproximación con la finalidad de un verdadero diálogo entre judaísmo y cristianismo ha sido precisamente un judío, el rabino americano Jacob Neusner. Quien haya leído el libro del Papa Benedicto XVI sobre Jesús de Nazaret sabe ya mucho sobre el pensamiento de este rabino, con quien dialoga en uno de los capítulos más apasionantes del libro. Lo reevoco en sus puntos principales.

El conocidísimo estudioso judío escribió un libro titulado «Un rabino habla con Jesús». En él imagina ser un contemporáneo de Cristo que un día se suma a la multitud que le sigue y escucha el sermón de la montaña. Explica por qué, aún fascinado por la doctrina y por la persona del Galileo, al final comprende, a su pesar, que no puede hacerse discípulo suyo y decide permanecer como discípulo de Moisés y seguidor de la Torá.

Todos los motivos de su decisión al final se reducen a uno solo: para aceptar lo que este hombre dice ha que reconocerle la misma autoridad de Dios. Él no se limita a «cumplirla», sino que sustituye la Torá. Impresionante el intercambio de ideas que el rabino, desde el encuentro con Jesús, tiene con su maestro en la sinagoga:

Maestro: «¿Ha descuidado algo [de la Torá] tu Jesús?»
Rabino Neusner: «Nada»
Maestro: «¿Entonces ha añadido algo?»
Rabino Neusner: «Sí, a sí mismo»

Interesante coincidencia: es la misma respuesta que san Ireneo daba en el siglo II a quienes se preguntaban qué había traído Cristo de nuevo, al venir al mundo. «Ha traído --escribía-toda novedad, trayéndose a sí mismo»: «omnem novitatem attulit semetipsum afferens» [2].

Neusner ha sacado a la luz la imposibilidad de hacer de Jesús un judío «normal» de su tiempo, o uno que se aparta de aquél sólo en puntos de importancia secundaria. Tuvo también otro grandísimo mérito: mostrar la inanidad de todo intento de separar al Jesús de la historia del Cristo de la fe. Hace ver cómo la crítica puede quitar del Jesús de la historia todos los títulos: negar que se haya (o que le hayan) atribuido, en su vida terrena, el título de Mesías, de Señor, de Hijo de Dios. Después de que se le haya quitado todo lo que se quiera, lo que permanece en los evangelios es más que suficiente para demostrar que no se consideraba un simple hombre. Igual que basta con un fragmento de cabello, una gota de sudor o de sangre para reconstruir el ADN completo de una persona, también basta con un dicho, tomado casi por casualidad, del evangelio para demostrar la conciencia que Jesús tenía de actuar con la misma autoridad de Dios.

Neusner, como buen judío, sabe qué quiere decir: «El Hijo del hombre es señor también del sábado», porque el sábado es la «institución» divina por excelencia. Sabe qué implica decir: «Si quieres ser perfecto ven y sígueme»: quiere decir sustituir el antiguo paradigma de santidad, que consiste en la imitación de Dios («Sed santos porque yo, vuestro Dios, soy santo»), con el nuevo paradigma que consiste en la imitación de Cristo. Sabe que sólo Dios puede suspender la aplicación del cuarto mandamiento como hace Jesús cuando pide a uno que renuncie a sepultar a su padre. Comentando estos dichos de Jesús, Neusner exclama: «Es el Cristo de la fe el que habla aquí» [3].

En su libro el Papa responde ampliamente y, para un creyente, de forma convincente e iluminadora, a la dificultad del rabino Neusner. Su respuesta me hace pensar en la que Jesús mismo dio a los que envió donde Juan el Bautista a preguntarle: «¿Eres tú quien debe venir o debemos esperar a otro?». Jesús, en otras palabras, no sólo reivindicó para sí una autoridad divina, sino que también dio señales y garantías de ello: los milagros, su propia enseñanza (que no se agota en el sermón de la montaña), el cumplimiento de las profecías, sobre todo aquella pronunciada por Moisés de un profeta semejante o superior a él; después su muerte, su resurrección y la comunidad nacida de Él que realiza la universalidad de la salvación anunciada por los profetas.

3. «Exhortaos mutuamente»

Sería necesario, en este punto, observar algo: el problema de la relación entre Jesús y los profetas no se plantea sólo en el contexto del diálogo entre cristianismo y judaísmo, sino también dentro de la propia teología cristiana, donde no han faltado intentos de explicar la personalidad de Cristo con el recurso a la categoría de profeta. Estoy convencido de la radical insuficiencia de una cristología que pretenda aislar el título de profeta y refundar sobre él todo el edificio de la cristología.

Además, este intento no es en absoluto nuevo. Lo propuso en la antigüedad Pablo de Samosata, Fotino y otros en términos a veces casi idénticos. Entonces, en una cultura de orientación metafísica, se hablaba del mayor profeta; actualmente, en una cultura de orientación histórica, se habla de profeta escatológico. ¿Pero es tan distinto escatológico de supremo? ¿Puede uno ser el mayor profeta sin ser también el profeta definitivo, y puede el profeta definitivo no ser asimismo el mayor de los profetas?

Una cristología que no va más allá de la categoría de Jesús como «profeta escatológico» constituye, sí, como está en las intenciones de quien la propone, una actualización del dato antiguo, pero no del dato definido por los concilios, sino del dato condenado por los concilios.

Sobre este problema no insisto, que lo traté en años pasados en esta misma sede [4]. Más bien desearía pasar inmediatamente a alguna aplicación práctica de las reflexiones hechas hasta ahora que nos ayude a hacer del Adviento un tiempo de conversión y de despertar espiritual.

La conclusión que la Carta a los Hebreos saca de la superioridad de Cristo sobre los profetas y sobre Moisés no es una conclusión triunfalista, sino parenética; no insiste en la superioridad del cristianismo, sino en la mayor responsabilidad de los cristianos ante Dios. Dice:

«Por tanto, es preciso que prestemos mayor atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos. Pues si la palabra promulgada por medio de ángeles obtuvo tal firmeza que toda trasgresión y desobediencia recibió justo castigo, ¿cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan gran salvación?» (Hb 2, 1-3). «Antes bien, exhortaos mutuamente cada día mientras dure este "hoy", para que ninguno de vosotros se endurezca seducido por el pecado» (Hb 3, 13).

Y en el capítulo 10 añade: «Si alguno viola la ley de Moisés, es "condenado a muerte" sin compasión, "por la declaración de dos o tres testigos". ¿Cuánto más grave castigo pensáis que merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios, y tuvo como profana "la sangre de la alianza" que le santificó, y ultrajó al Espíritu de la gracia?» (Hb 10, 28-29).

La palabra con la que, recogiendo la invitación del autor, deseamos exhortarnos mutuamente es la que la liturgia nos ha hecho escuchar el pasado domingo y que da el tono a toda la primera semana de Adviento: «¡Velad!». Es interesante observar algo. Cuando se retoma en la catequesis apostólica después de Pascua, esta palabra de Jesús se encuentra casi siempre dramatizada: no velad, sino despertad, ¡espabilaos del sueño! Del estado de vigilia se pasa al acto de despertarse.

Existe en la base la constatación de que en esta vida estamos crónicamente expuestos a recaer en el sueño, o sea, en un estado de suspensión de las facultades, de adormecimiento y de inercia espiritual. Las cosas materiales tienen un efecto narcotizante en el alma. Por eso Jesús recomienda: «¡Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida!» (Lc 21, 34).

Puede servirnos de útil examen de conciencia volver a escuchar la descripción que san Agustín hace de este estado de duermevela en las Confesiones: «El fardo del mundo me oprimía como en un deleitoso sueño; y los pensamientos que de Ti me venían eran como esos intentos por despertar que a veces tenemos y que son vencidos por la pesadez del sueño [...]. Así tenía yo por cierto que es mejor entregarme a tu amor que ceder a mis apetitos; pero si tu amor me atraía no llegaba a vencerme, y el apetito, porque me agradaba, me tenía vencido. No tenía respuesta que darte cuando me decías: "¡Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo!" (Ef 5,14). Y mientras tú me rodeabas con la verdad por todas partes y de ella estaba totalmente convencido, no tenía para responderte sino lentas palabras llenas de sueño: "Si, ya voy, ahora voy; pero, ¡aguárdame un poquito!". Y mientras tanto pasaba el tiempo» [5] .

Sabemos cómo el santo salió al final de este estado. Se encontraba en un jardín en Milán, lacerado por esta lucha entre la carne y el espíritu; oyó las palabras de un canto: «Tolle, lege, tolle, lege». Las tomó como una invitación divina; tenía consigo el libro de las cartas de Pablo; lo abrió decidido a tomar como palabra de Dios para él el primer pasaje sobre el que cayera. Y fue sobre el texto que hemos escuchado el domingo pasado, en la segunda lectura de la Misa:

«Ya es ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada; el día se avecina; despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestios más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias» (Rm 13, 11-14). Una luz de serenidad atravesó el cuerpo y el alma de Agustín y comprendió que, con la ayuda de Dios, podía vivir casto.

4. «Dame castidad y continencia»

El caso de Agustín me lleva a introducir en mi reflexión una nota de actualidad. La semana pasada se emitió en «Rai Uno» un espectáculo del cómico Roberto Benigni que registró una audiencia elevadísima. Se trató, en momentos, de una lección de altísima comunicación religiosa, además de artística y literaria, de la que tanto tendríamos que aprender los predicadores: capacidad de dar voz al sentido de lo eterno del hombre, la maravilla frente al misterio, al arte, a la belleza y al simple hecho de existir.

Lamentablemente, sobre un punto, tal vez no premeditado, el cómico lanzó un mensaje que podría ser muy peligroso para los jóvenes y que hay que rectificar. Para apoyar su invitación a no tener miedo de las pasiones, a experimentar el vértigo del amor también en su aspecto carnal, citó la frase de Agustín que dice: «Dame la castidad y la continencia, pero no ahora» [6] . Como si antes hubiera que probar de todo y después, quien sabe si ya ancianos, cuando no cuesta esfuerzo, practicar la castidad.

No dijo el cómico hasta qué punto Agustín se tuvo que arrepentir después de haber hecho, siendo joven, aquella plegaria, y cuántas lágrimas le costó arrancarse la esclavitud a la que se había entregado. No recordó la oración con la que el santo sustituyó la otra, una vez reconquistada la libertad: «Tú me mandas que sea casto; pues bien: dame lo que me pides y pídeme lo que quieras» [7].

No creo que los jóvenes de hoy necesiten ánimos para «lanzarse», para «experimentar», para romper límites (todo les empuja directamente en esta dirección con los trágicos resultados que conocemos). Tienen necesidad de que se les den motivaciones válidas, no ciertamente a temer su cuerpo y el amor, sino a tener miedo de destruir uno y otro.

En el canto del Infierno que el cómico comentó admirablemente, Dante brinda una de estas motivaciones profundas, sobre la que, sin embargo, se ha pasado de largo. El mal es someter la razón al instinto, en lugar del instinto a la razón. «Supe que a un tal tormento / sentenciados eran los pecadores carnales / que la razón al deseo sometieron». El deseo tiene su función si es regulado por la razón; en caso contrario se convierte en el enemigo, no en el aliado, del amor, llevando a los crímenes más brutales de los que las crónicas recientes nos han dado ejemplos.

Pero vayamos más directamente a nuestra reflexión. La vida espiritual no se reduce ciertamente sólo a la castidad y a la pureza; sin embargo es verdad que sin ellas todo esfuerzo en otras direcciones resulta imposible. Se trata, verdaderamente, como la llama Pablo en el texto citado, un «arma de la luz»: una condición para que la luz de Cristo se difunda alrededor de nosotros y a través de nosotros.

Hoy se tiende a contraponer entre sí los pecados contra la pureza y los pecados contra el prójimo, y se tiende a considerar verdadero pecado sólo aquél contra el prójimo; se ironiza, a veces, sobre el culto excesivo dado en el pasado a la «bella virtud». Esta actitud, en parte, es explicable; la moral había acentuado demasiado unilateralmente, con anterioridad, los pecados de la carne hasta crear, a veces, auténticas neurosis, en perjuicio de la atención a los deberes hacia el prójimo y también en perjuicio de la misma virtud de la pureza que era, de tal manera, empobrecida y reducida a virtud casi sólo negativa, la virtud de saber decir no.

Pero ahora se ha pasado al exceso opuesto y se tiende a minimizar los pecados contra la pureza en beneficio (frecuentemente sólo verbal) de una atención al prójimo. Es iluso creer que se puede armonizar un auténtico servicio a los hermanos --que requiere siempre sacrificio, altruismo, olvido de sí y generosidad-- y una vida personal desordenada, toda orientada a complacerse a uno mismo y a las propias pasiones. Se acaba, inevitablemente, por instrumentalizar a los hermanos, como se instrumentaliza el propio cuerpo. No sabe decir «sí» a los hermanos quien no sabe decir «no» a uno mismo.

Una de las «excusas» que más contribuyen a favorecer el pecado de impureza, en la mentalidad de la gente, y a descargarlo de toda responsabilidad es que, total, no hace mal a nadie, no viola los derechos ni las libertades de los demás, a menos --se dice-- que se trate de violencia carnal. Pero aparte del hecho de que viola el derecho fundamental de Dios de dar una ley a sus criaturas, esta «excusa» es falsa también respecto al prójimo. No es verdad que el pecado de impureza se quede en quien lo comete.

En el «Talmud» judaico se lee un apólogo que ilustra bien la solidaridad que existe en el pecado y el daño que cada pecado, incluso personal, acarrea a los demás: «Algunas personas se encontraban a bordo de una barca. Una de ellas tomó un taladro y empezó a hacer un agujero. Los demás pasajeros, al verlo, le dijeron: - ¿Qué heces? - Él respondió: - ¿Qué os importa? ¿Acaso no es bajo mi asiento donde estoy perforando? - Pero ellos replicaron: - ¡Sí, pero el agua entrará y nos anegará a todos!». ¿No es lo que está ocurriendo en nuestra sociedad? También la Iglesia sabe algo del mal que se puede ocasionar a todo el Cuerpo con los errores personales cometidos en este terreno.

Uno de los acontecimientos espirituales de mayor relevancia de estos últimos meses ha sido la publicación de los «escritos personales» de la Madre Teresa de Calcuta. El título elegido para el libro que los reúne es la palabra que Cristo le dirigió en el momento de llamarla a su nueva misión: «Come, be my light»; Ven, sé mi luz en el mundo. Es una palabra que Jesús dirige a cada uno de nosotros y que, con la ayuda de la Virgen Santísima y la intercesión de la beata de Calcuta, queremos recibir con amor y procurar poner en práctica este Adviento.

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[1] E.P. Sanders, Jesus and Judaism, London 1985, trad. italiana Gesù e il giudaismo, Marietti 1992.
[2] S. Ireneo, Adv. Haer. IV,34,1
[3] J. Neusner, op. cit. 84.
[4] V. Meditaciones de Adviento de 1989 recogidas en el libro Gesú Cristo, il Santo di Dio, cap. VII, Edizioni San Paolo 1999.
[5] S. Agustín, Confesiones, VIII, 5,12.
[6] S. Agustín, Confesiones, VIII, 6,17.
[7] Ib. X, 29:

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Traducción del original italiano por Marta Lago