24 de febrero de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, sábado de la 1ª semana de Cuaresma, presidida por el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Dios es Amor.Hacernos participes de ese Amor no es una cuestión menor. Se necesita tiempo de escucha y de silencio interior.Sólo una escucha diaria y comprometida nos irá conduciendo en nuestro crecimiento personal en el Amor de Dios. Por eso este blog, sencillamente quiere compartir nuestra experiencia cotidiana de escucha de la voluntad de Dios para cada momento de la vida y de aquellos hechos que nos preocupan, conmueven y nos hacen clamar a Dios por mediación de Jesucristo, el Señor.
Evangelio: San Mateo 5, 43-48:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Vídeo del testimonio de Loli Merino en Obras Misionales Pontificias
Camino Católico.- Loli Merino tenía 29 años y una hija de un año cuando recibió su diagnóstico: tenía una lesión medular y no iba poder mover la parte inferior de su cuerpo nunca más. Han pasado ya 37 años desde que su vida cambió. “Desde aquel momento el Señor toco mi corazón porque la verdad es que no pregunté ni por qué, ni me hundí, ni nada; sino que me dio como una fuerza especial”, explica en un video de Obras Misionales Pontificias. Es una de los Enfermos Misioneros que ofrecen su dolor por la evangelización del mundo, a los que se les recuerda especialmente este domingo, Jornada Mundial del Enfermo.
* «Hay muchas oportunidades que no debemos desperdiciar si también nosotros queremos ser molidos para convertirnos en harina de Dios, y cada uno debe identificar y santificar las ocasiones que se le ofrecen en su lugar de servicio. Mencionaré sólo una o dos de ellas que creo que son válidas para todos. Una oportunidad es aceptar que nos contradigan, renunciar a justificarse y querer tener siempre la razón, cuando la importancia del asunto no lo exige. Otra es aguantar a alguien cuyo carácter, forma de hablar o de actuar nos pone de los nervios, y hacerlo sin irritarnos interiormente, pensando, más bien, que quizás nosotros también somos esa persona para alguien»
Vídeo en ESPAÑOL del primer sermón de Cuaresma 2024 del Cardenal Raniero Cantalamessa
La palabra de Jesús para recibir hoy, 23 de febrero, dice el cardenal Cantalamessa, “es la que Jesús dirigió a Zaqueo que había subido a un sicómoro para verlo. Pasando por allí, Jesús levantó la mirada y – en tono de invitación, no de reproche – le dijo: ‘¡Zaqueo, baja enseguida, porque hoy quiero venir a tu casa!’ .
“Zaqueo soy yo que hablo y Zaqueo eres tú que escuchas. ‘Quiero ir a tu casa’, dicho a nosotros, significa: ‘Quiero entrar en la intimidad de tu vida’. No me basta encontrarte entre la multitud, y tampoco en la Iglesia.
Recordemos la invitación del Papa Francisco al inicio de su Evangelii Gaudium: ‘Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso’.
¿En qué consiste este famoso ‘encuentro personal’ con Cristo? Yo digo que es como encontrarse con una persona en vivo, después de haberla conocido durante años sólo en fotografía. Ayuda a entender la diferencia de aquello que sucede en el ámbito humano, cuando se pasa de conocer a una persona a enamorarse de ella. Si eres un joven o una joven, puedes entender esto mejor que nadie. Sólo el enamoramiento cambia verdaderamente la vida. Tanto aquella natural como la del espíritu. ¡Y Jesús es un enamorado que no decepciona jamás!”
Evangelio: San Mateo 5, 20-26:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «necio», merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».
Evangelio: San Mateo 16, 13-19:
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo»
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
La palabra de Jesús para recibir hoy, 22 de febrero, dice el cardenal Cantalamessa, «es la que dirigió a la adúltera, después de que sus acusadores se habían marchado: ‘Mujer, ¿nadie te ha condenado?’ ‘Nadie, Señor’. ‘Yo tampoco te condeno, y en adelante, no peques más’”.
“Cada uno de nosotros, si nos examinamos bien, nos daremos cuenta de que, junto a los muchos pecados que cometemos, hay uno que es diferente de los demás. Es ese pecado al que estamos secretamente un poco apegados, que confesamos, pero sin una verdadera voluntad de decir ¡basta!.
San Agustín, en las Confesiones describe su lucha por liberarse del pecado de la sensualidad. Hubo un momento en el que rezaba a Dios diciendo: ‘Concédeme castidad y continencia’. Sin embargo, una vocecita añadía: “¡No inmediatamente, Señor!” Llegó un momento en que se dijo a sí mismo: ‘¿Por qué mañana?’, ‘mañana’ que en latín se dice ‘cras’. ¿Por qué este cuervo dice cras? ¿Por qué no ahora? Bastó que dijera ese ‘¡basta!’ para sentirse libre.
¿Qué hay que hacer concretamente? Ponerse por un momento ante la presencia de Dios y decirle: ‘Señor, tú conoces bien mi fragilidad. Confiando, pues, únicamente en tu gracia, te digo que, desde ahora, quiero decir basta a esa satisfacción, a esa libertad, a esa amistad, a ese rencor, a ese subterfugio financiero, en resumen, basta a ese pecado que tú y yo conocemos bien. Vengo a recibir tu perdón sacramental’. Podrías también recaer, pero para Dios algo ha cambiado: tu libertad se ha alineado con Él. Ahora son dos luchando contra el mismo enemigo. Verás cuánto es más hermoso vivir libre de la esclavitud del pecado, en paz con Dios y con uno mismo».
En su tercera reflexión correspondiente al miércoles, 21 de febrero, el Cardenal Cantalamessa plantea: “La palabra a ‘masticar’ hoy es la pregunta que le hizo Jesús a la hermana de Lázaro, delante de la tumba de su hermano muerto: “¿Crees?” (Jn 11, 26)».
«Deja de lado por un momento todo lo que has aprendido de memoria en el catecismo y que repites en el Credo. Entra en ese ámbito secreto, donde sólo estás tú y Dios. Pregúntate: ¿Yo creo? ¿He creído realmente alguna vez, personalmente, y no ‘a través de un intermediario’, aunque fuera la Iglesia universal?
San Pablo escribe que ‘con el corazón se cree y con la boca se hace la profesión de fe’ (Romanos 10, 10): ¿mi profesión de fe realmente sale del corazón? La fe abre horizontes nuevos, es la única capaz de dar una respuesta a las preguntas eternas del hombre y de la mujer: «¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy?».
La era electrónica nos ofrece una imagen inédita de la fe: la conexión a Internet. ¡Abres la página de Google y estas conectado! Todo el mundo virtual se abre ante ti. Algo similar se obtiene con la fe. Sin cables, sin costes. Una breve oración, un simple movimiento del corazón, una mirada a la imagen de Jesús, que tienes quizás delante, sobre la mesita, ¡y ya estás conectado! Conectado a un mundo no virtual, sino real. El único verdaderamente real, porque es eterno: ¡porque es el mundo de Dios!”.
Evangelio: San Lucas 11, 29-32:
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».