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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

escucharlavoz@yahoo.es

Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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viernes, 5 de julio de 2013

El Papa Francisco firma el decreto para que Juan XXIII y Juan Pablo II sean santos y para beatificar a Álvaro del Portillo

5 de julio de 2013.- (Camino CatólicoJuan Pablo II y Juan XXIII serán santos, tal vez antes de que acabe el año. Durante el encuentro que se ha llevado a cabo esta mañana con el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los Santos, el Papa Francisco ha firmado los decretos para la canonización de los dos Papas. Será un Consistorio el que decida la fecha de la ceremonia, pero, según el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, los dos Papa podrían ser declarados santos oficialmente “antes de que termine el año”.
Además, el Papa ha aprobado un milagro realizado por intercesión de Álvaro del Portillo, primer sucesor del fundador del Opus Dei. El decreto permite que sea beatificado en los próximos meses. También  ha aprobado la beatificación de 42 mártires de la Guerra Civil española. Leer más...

domingo, 21 de octubre de 2012

Benedicto XVI habla de Carmen Sallés en la homilía de la canonización de los siete nuevos santos


21 de octubre de 2012.- (13 TV / Camino Católico) Benedicto XVI durante la homilía de la Eucaristía de canonización de siete nuevos santos en la plaza de San Pedro ha descrito la vida de cada uno de ellos. En el vídeo se visualizan las palabras del Papa referidas a la nueva santa catalana Carmen Sallés, fundadora de las Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza. Benedicto XVI ha dicho:
«Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti». Con estas palabras, la liturgia nos invita a hacer nuestro este himno al Dios creador y providente, aceptando su plan en nuestras vidas. Así lo hizo Santa María del Carmelo Sallés y Barangueras, religiosa nacida en Vic, España, en 1848. Ella, viendo colmada su esperanza, después de muchos avatares, al contemplar el progreso de la Congregación de Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza, que había fundado en 1892, pudo cantar junto a la Madre de Dios: «Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación». Su obra educativa, confiada a la Virgen Inmaculada, sigue dando abundantes frutos entre la juventud a través de la entrega generosa de sus hijas, que como ella se encomiendan al Dios que todo lo puede.
Benedicto XVI

Benedicto XVI canoniza a 7 nuevos santos, entre ellos la catalana Carmen Sallés


21 de octubre de 2012.- (13 TV / Camino Católico) En el vídeo se visualiza el momento de la ceremonia en el que Benedicto XVI canoniza a siete nuevos santos en la plaza de San Pedro: Jacques Berthieu, sacerdote jesuita y mártir, Pedro Calungsod, catequista laico y mártir; Giovanni Battista Piamarta, sacerdote, fundador de la Congregación Sagrada Familia de Nazaret; la catalana Maria Carmen Sallés, fundadora de la Congregación de las Hermanas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza; Marianne Cope, religiosa de la Congregación del as hermanas terciarias de la orden de San Francisco de Siracusa; Kateri Tekakwitha, laica y Anna Shäffer, laica. La canonización ha sido pedida por tres veces al papa por el cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, que ha estado acompañado de los Postuladores de las Causas.

domingo, 14 de octubre de 2012

“Mr. Klevra”, un ingeniero de 34 años, ha pintado 300 Grafitis sobre Jesús, la Virgen y los santos, en las calles de Roma y Florencia, para que se hable de Dios


14 de octubre de 2012.- (Romereports.com / Camino Católico) Al hablar de grafitis, algunos piensan en vandalismo, frases agresivas o suciedad. Pero ¿puede el arte urbano hablar de Dios? En Roma un artista está dispuesto a conseguirlo. Por eso pueden encontrarse imágenes de la Virgen María, Jesús o santos en los muros de la ciudad.
Tiene 34 años y se hace llamar “Mr. Klevra”. Trabaja como ingeniero pero dedica su tiempo libre a diseñar pósters religiosos. Dice que la iconografía bizantina es su estilo favorito: “Actualmente el arte callejero es muy directo, violento y agresivo. Pero estas imágenes son limpias y sencillas”. Leer más...

miércoles, 28 de diciembre de 2011

¡Feliz nacimiento! 10 partos con milagros modernos oficialmente aprobados por la Iglesia por intercesión de santos de lo más variado

Casos asombrosos del siglo XX y XXI, médicamente acreditados ante la Congregación para la Causa de los Santos, que implican a madres y bebés en la era de la tecnología pre-natal y las ecografías


28 de diciembre de 2011.- Como el Nacimiento del portal de Belén no se conoce ningún otro, y sin duda es el más asombroso en los anales de la ciencia obstétrico-ginecológica. Pero también en tiempos modernos, de nacimientos medicalizados, supervisados y con ecografías, se han dado partos en los que la medicina se declaró impotente y sólo pudo ser testigo y acompañante de hechos inexplicables. Recogemos diez nacimientos con final feliz que han sido reconocidos oficialmente como milagros por la Iglesia Católica, al estudiarlos dentro de causas de canonización o beatificación. Leer más...

lunes, 1 de noviembre de 2010

Para compartir la herencia de Todos los Santos hay que morir a nuestro egoísmo / Por P. J. Mª Prats

1 de noviembre de 2010.- Todos los años, con motivo de la fiesta de Todos los Santos, organizamos en la parroquia una experiencia muy bonita con los padres de los niños de primer año de catequesis. Además de preparar la habitual castañada, proponemos y discutimos un tema de actualidad que ponemos en relación con esta fiesta.

Este año era evidente que teníamos que hacernos eco de la visita del Santo Padre que, como apuntábamos hace un momento, viene a hablarnos de la familia y del respeto por la vida de todo ser humano desde el momento de su concepción hasta su final. Algunas madres también manifestaban su preocupación por el maltrato de los niños, que tiene consecuencias devastadoras para su desarrollo.

Y hablando de estos temas, yo les decía que la postura de la Iglesia que el Santo Padre nos viene a recordar ha sido la misma a lo largo de sus 2000 años de historia. Podríamos sintetizar esta postura en dos principios básicos:

1) El matrimonio es una institución sagrada e indisoluble porque participa de la alianza eterna e incondicional entre Jesucristo y su Iglesia. Es típico de los enamorados preguntarse una y otra vez: «¿me amarás siempre?». Y es que ellos tienen la profunda intuición de que el verdadero amor es para toda la vida.

2) La dignidad del ser humano no procede de su mayor o menor grado de desarrollo o de sus capacidades físicas o psíquicas sino del hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por ello el ser humano es un fin en sí mismo que no puede subordinarse a ningún otro fin por muy razonable y deseable que parezca. Y de ahí se sigue el rechazo absoluto al aborto, a la eutanasia y al maltrato físico o psíquico. Leer más...

miércoles, 9 de junio de 2010

Periodistas santos y mártires con coraje: Lolo, Kolbe, T. Brandsma, N. Gross y Francisco de Sales

El totalitarismo nazi aportó al santoral varios comunicadores, laicos o clérigos, por la vía del martirio
9 de junio de 2010.-
El periodista andaluz Manuel Lozano Garrido, «Lolo», será beatificado este sábado en Linares (Jaén). Es el único periodista moderno en los altares que no ha sido mártir. De él se destaca el coraje y alegría con que afrontó durante muchos años su durísima situación médica. Tampoco les faltó el coraje a otros periodistas que subieron a los altares por la «vía rápida», el martirio. Ni carecían de valor «periodistas» más antiguos. Leer más...

domingo, 2 de noviembre de 2008

Testimonio de conversión de Eduardo Verástegui: "Todos somos llamados a ser Santos"
2 de noviembre de 2008 .- Testimonio de conversión de Eduardo Verástegui, luego de alcanzar fama y reconocimiento internacional se dió cuenta que todo lo que habia obtenido era nada seguía igual de vacío pero descubíó el verdadero sentido de la vida está en descubrir a ese Dios amante del hombre que lo busca para hacerlo feliz. Ver vídeos...

sábado, 26 de julio de 2008

Testimonios de gracias obtenidas por la intercesión de Ceferino Namuncurá

Consigue trabajo
Por un problema cardíaco mi hijo no fue aceptado en un trabajo. Grande fue nuestra desazón ante la necesidad de trabajar. Posteriormente se presentó a otra entrevista laboral, volviéndole a hacer los exámenes físicos, estando todos seguros que lo rechazarían por la misma razón. Recé con mucha fe pidiendo que Ceferino interceda. Mi hijo fue tomado en el trabajo. Ahora le resta continuar con su diagnóstico y posible tratamiento ya que no sabemos si tiene o no algún problema de salud. ¡Estoy segura que fue la intervención de nuestro Beato ante el Altísimo!

Cristina Pérez
Rosario – Prov. de Santa Fe


Recuperó el habla
Un hijo de siete años de una familia amiga tuvo un accidente grave lo que le ocasionó que, debido al gran susto, quedara sin habla. Al enterarme, comencé una novena a Ceferino. Al terminarla de rezar –un 11 de mayo, día de su fallecimiento- llamo a la familia y me encuentro con la grata noticia que hacía tres días el niño había recuperado el habla. Quería compartir esta alegría con ustedes. Para mi tuvo que ver la intervención de Ceferino.

Marta M. De Bufa
Roberts – Prov. de Buenos Aires


Mejoró su visión
Mi mujer tenía un grave problema de visión. Invocamos a Ceferino y comenzó a mejorar constantemente. Fuimos a Chimpay a agradecer a Ceferino por su intercesión. Cada día es notable su mejoría.

Alberto Enrique Acevedo
Rivadavia – Prov. de Mendoza

Un aliado a la distancia
Mi familia vive desde 1986 en Estados Unidos. Mi papá tiene un hermano, José, que tiene un cierto nivel de discapacidad mental. Puede cocinar, lavarse, y hacer muchas de las actividades diarias de una persona normal, pero nunca ha podido trabajar ni manejar dinero, asuntos legales, etc.

Desde que falleció su hermano, José vive solo. Ahora que ya tiene unos setenta y cinco años, su salud se va deteriorando y su habilidad de cuidarse, mantener la casa limpia, etc disminuye. Tampoco acepta ayuda doméstica, por razones de su carácter y también por malas experiencias en el pasado. Por razones legales, no puede venir a vivir a los Estados Unidos, pero tampoco quiere dejar su patria y sus afectos a esta altura de su vida. Mi papá, en varios viajes visitándolo, trató de averiguar de algún lugar de confianza donde mi tío José pudiera vivir contenido. Pero mi tío no quería mudarse pasara lo que pasara. Decimos rezar un novena pidiendo al Beato Ceferino, al cual mi abuelita de Mar del Plata tenía mucha devoción, que intercediera para una solución que fuera la mejor para él. Al cabo de la novena, mi papá nos contó que mi tío José le había pedido a un primo que lo llevara a ver un hogar de ancianos a cargo de sacerdotes. Aunque todavía no ha decidido mudarse, ya se van abriendo posibilidades. Agradecemos la intercesión de Ceferino y seguimos pidiendo para que la situación de mi tío se soluciones definitivamente.

Elisabeth Martínez
Dallas, Texas


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Fuente: Revista Ceferino Misionero

lunes, 25 de febrero de 2008

P. Daniel Ange: «Escuelas de Evangelización», «escuelas de divinización»; según uno de sus fundadores / Autor: Robert Cheaib

Intervención del iniciador de «Jeunesse Lumière» en un encuentro con jóvenes en Florencia

FLORENCIA, lunes, 25 febrero 2008 (ZENIT.org).- El Espíritu Santo es «el iconógrafo» que restaura el icono, la imagen de Dios en el hombre, explica el padre Daniel Ange.

En una jornada de formación para jóvenes, celebrada el 17 de febrero pasado en Florencia, y organizada por «Centinelas de la Mañana de Pascua», el padre Ange, fundador de la escuela de Evangelización «Jeunesse Lumière», propuso una reflexión titulada «Los santos del año 2000, ¿por qué no despertarlos?».

Hablando de la Iglesia como terreno para crecer en santidad, el sacerdote recordó que la Iglesia está hecha de «tres continentes diversos pero relacionados entre sí: la Iglesia en la tierra, en el purgatorio y en el cielo».

El padre Ange explicó que «la Iglesia de la tierra es el lugar de Pentecostés donde el Espíritu fabrica a los santos», «el purgatorio es la Iglesia de la cuaresma, de la última purificación»; y por último «la Iglesia del cielo es la Iglesia de la Pascua eterna».

«La Iglesia en la tierra está en la noche, pero su cielo está constelado de estrellas que son los santos --añadió--. El purgatorio no es ya la noche sino la aurora. Y el cielo es el sol de mediodía de Jesús resucitado».

Considerando a la Iglesia en su misterio añadió: «La Iglesia no tiene inicio ni fin porque la Iglesia prototipo es la santa Trinidad que existe desde siempre, y será la Jerusalén del cielo. La Iglesia es eterna sin inicio ni fin».

Pasando a hablar de los santos, afirmó que «los santos son las estrellas que iluminan la noche de la tierra mostrándonos nuestro futuro, el lugar hacia el que vamos, y que apuntan hacia el Oriente, el lugar donde se eleva el Sol».

«Los santos están en la eterna juventud de Jesús»
y «no son ya hombres y mujeres de ayer, sino al contrario son siempre hombres y mujeres del mañana, del porvenir evangélico de la Iglesia».

«Los santos son la realización de la belleza que Dios ha soñado para Adán y Eva, porque Dios ha creado al hombre y la mujer para transfigurarse en la belleza de los Tres», añadió.

«Tras el terremoto del pecado, Jesús ha venido para derramar su sangre para restituirnos toda la gloria de Dios, y los santos nos dan la prueba de que la obra de Jesús no ha sido un fracaso», «que la sangre de Jesús ha producido su fruto», afirmó.

«Un santo es un rostro de Jesús. Y todos los santos juntos forman el único inmenso rostro de Jesús».

Pero, al mismo tiempo, «cada santo es una obra maestra del Espíritu Santo --añadió--, el cual es como un iconógrafo que viene a restaurar el icono viviente de Jesús en nosotros».

Recordando el ejemplo de Juan Pablo II, el padre Daniel Ange recordó la invitación incesante que el pontífice dirigía a los jóvenes a ser «los santos del tercer milenio», y recordó que «las gracias de santidad son donadas sólo a una Iglesia de oración».

«Nosotros somos ya santos y todo el problema es el de llegar a ser lo que ya soy. Toda nuestra vida nos es donada para esto: desarrollar nuestro código genético bautismal», explicó.

«Cuando Jesús dice que sólo los niños entran en el reino de los cielos, quiere decir que toda mi vida es un crecimiento hacia mi nueva infancia, mi infancia eterna --añadió--. Dios se ha hecho un niño pequeño para donarme su infancia».

«¿Y cómo se ha hecho niño? --se preguntó--, ¡en el seno de María! Por tanto también yo, elijo crecer en la infancia divina allí donde Dios mismo creció en su vida humana», y «recibo la vida divina donde Jesús mismo recibió la vida humana», dijo destacando la importancia de María en el camino hacia la santidad.

Hablando por último de las Escuelas de Evangelización, explicó que en el fondo son «escuelas de divinización» porque la vida fraterna «es un camino extraordinario de santidad, porque se aprende la mirada profética de unos sobre otros, porque se estrecha un pacto de confianza recíproca, porque soy celoso de la santidad de los hermanos, porque no se va al cielo solos sino todos juntos».

Daniel Ange fundó en 1984 «Jeunesse Lumière», la primera escuela católica internacional de oración y evangelización en Europa (junto a la Comunidad del Emmanuel en Paray Le Monial). La escuela fue reconocida canónicamente por el arzobispo de Albi, como asociación privada de fieles en 1994. Ha sido además reconocida ‘de facto' por el Consejo Pontificio para los Laicos.

«Los Centinelas de la Mañana de Pascua» son un grupo de jóvenes, con diversos estados de vida, nacido tras el llamamiento de Juan Pablo II en la Jornada Mundial de la Juventud de Roma, en 2000, en la que invitaba a los jóvenes a ser los primeros testigos hacia los propios coetáneos, los «centinelas de la mañana» en el nuevo milenio que estaba comenzando.

El grupo tiene una estrecha relación con «Jeunesse Lumière» y nació tras la participación durante tres años de un joven, Gianni Castorani, hoy seminarista, en tal escuela. A su regreso a Italia, Gianni contó la propia experiencia al cardenal Ennio Antonelli que lo animó a poner en marcha una experiencia similar en Florencia. Así se formó un núcleo de chicos y chicas que se mostraron disponibles al Señor y a la diócesis para hacerse evangelizadores de sus coetáneos, con el objetivo también de estimular el renacimiento de una nueva sensibilidad misionera entre los jóvenes de la Iglesia de Florencia.

El 1 de noviembre de 2005, en la solemnidad de Todos los Santos, 15 jóvenes confirmaron esta disponibilidad en las manos del cardenal Antonelli con promesas temporales de pobreza con alegría, castidad con alegría y obediencia con alegría, según las exigencias de la común vocación cristiana. Un año después, 18 jóvenes renovaron o emitieron por primera vez las mismas promesas.

[Más información en los siguientes enlaces: http://www.sentinelledipasqua.it/ y http://www.scuoladievangelizzazione.it/]

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Traducido del italiano por Nieves San Martín

martes, 5 de febrero de 2008

¿Cuál debe ser nuestra respuesta a los terribles escándalos en la Iglesia? / Autor: P. Roger J. Landry

La nota de ocho columnas la semana pasada no se la llevo el patriótico desfile del Super Bowl ni quien sería el mariscal de campo, Drew o Tom, ni tampoco en el discurso del Presidente al Estado de la Unión y su comentario de que hay muchos operativos de Al-Qaeda en los Estados Unidos que constituyen verdaderas "bombas de tiempo". Nada de esto fue la noticia principal.

Los encabezados fueron capturados por la muy triste noticia de que quizá hasta setenta sacerdotes en la Arquidiócesis de Boston abusaron de jóvenes a quienes estaban consagrados a servir. Es un escándalo mayúsculo, uno que muchas personas que durante largo tiempo han tenido aversión a la Iglesia a causa de alguna de sus enseñanzas morales o doctrinales lo están usando como pretexto para atacar a la Iglesia como un todo, tratando de implicar que después de todo ellos tenían razón.

Muchas personas se han acercado a mí para hablar del asunto. Muchas otras hubieran querido hacerlo, pero creo que por respeto y por no querer sacar a relucir lo que consideran malas noticias, se abstuvieron; pero para mí era obvio que estaba en su mente. Y por eso, hoy, quiero atacar el asunto de frente. Ustedes tienen derecho a ello. No podemos fingir como si no hubiera sucedido. Y yo quisiera discutir cual debe ser nuestra respuesta como fieles católicos a este terrible escándalo.

Lo primero que necesitamos hacer, es entenderlo a la luz de nuestra fe en el Señor. Antes de elegir a sus primeros discípulos, Jesús subió a la montaña a orar toda la noche. En ese tiempo tenía muchos seguidores. Él habló a Su Padre en oración acerca de a quienes elegiría para que fueran sus doce apóstoles, los doce que Él formaría íntimamente, los doce a quienes enviaría a predicar la Buena Nueva en Su nombre. Él les dio el poder de expulsar a los demonios. Les dio el poder para curar a los enfermos. Ellos vieron como Jesús obro incontables milagros. Ellos mismos obraron en Su nombre numerosos milagros.

Doce elegidos y un traidor

Pero, a pesar de todo, uno de ellos fue un traidor. Uno, que había seguido al Señor, uno, a quien el Señor le lavo los pies, que lo vio caminar sobre las aguas, resucitar a personas de entre los muertos y perdonar a los pecadores, traiciono al Señor. El Evangelio nos dice que él permitió que Satanás entrara en él y luego vendió al Señor por treinta monedas en Getsemaní, simulando un acto de amor para entregarlo. "¡Judas!" le dijo Jesús en el huerto de Getsemaní, "con un beso entregas al Hijo del hombre" Jesús no eligió a Judas para que lo traicionara. Él lo eligió para que fuera como todos los demás. Pero Judas fue siempre libre y uso su libertad para permitir que Satanás entrara en él y, por su traición, terminó haciendo que Jesús fuera crucificado y ejecutado.

Así que desde los primeros doce que Jesús mismo eligió, uno fue un terrible traidor. A VECES LOS ELEGIDOS DE DIOS LO TRAICIONAN. Este es un hecho que debemos asumir. Es un hecho que la primera Iglesia asumió. Si el escándalo causado por Judas hubiera sido lo único en lo que los miembros de la primera Iglesia se hubieran centrado, la Iglesia habría estado acabada antes de comenzar a crecer. En vez de ello, la Iglesia reconoció que no se juzga algo por aquellos que no lo viven, sino por quienes sí lo viven.

En vez de centrarse en aquel que traiciono a Jesús, se centraron en los otros once, gracias a cuya labor, predicación, milagros y amor por Cristo, nosotros estamos aquí hoy. Es gracias a los otros once -todos los cuales, excepto San Juan, fueron martirizados por Cristo y por el Evangelio, por el cual estuvieron dispuestos a dar sus vidas para proclamarlo- que nosotros llegamos a escuchar la palabra salvífica de Dios, que recibimos los sacramentos de la vida eterna.

Hoy somos confrontados por esa misma realidad. Podemos centrarnos en aquellos que traicionaron al Señor, aquellos que abusaron en vez de amar a quienes estaban llamados a servir, o, como la primera Iglesia, podemos enfocarnos en los demás, en los que han permanecido fieles, esos sacerdotes que siguen ofreciendo sus vidas para servir a Cristo y para servirlos a ustedes por amor. Los medios casi nunca prestan atención a los buenos "once", aquellos a quienes Jesús escogió y que permanecieron fieles, que vivieron una vida de silenciosa santidad. Pero nosotros, la Iglesia , debemos ver el terrible escándalo que estamos atestiguando bajo una perspectiva auténtica y completa.

San Francisco de Sales y Lutero

El escándalo desafortunadamente no es algo nuevo para la Iglesia. Hubo muchas épocas en su historia, cuando estuvo peor que ahora. La historia de la Iglesia es como la definición matemática del coseno, es decir, una curva oscilatoria con movimientos de péndulo, con bajas y altas a lo largo de los siglos. En cada una de esas épocas cuando la Iglesia llegó a su punto más bajo, Dios elevo a tremendos santos que llevaran a la Iglesia de regreso a su verdadera misión. Es casi como si en aquellos momentos de oscuridad, la Luz de Cristo brillará más intensamente. Yo quisiera centrarme un poco en un par de santos a quienes Dios hizo surgir en esos tiempos tan difíciles, porque su sabiduría realmente puede guiarnos durante este tiempo difícil.

San Francisco de Sales fue un santo a quien Dios hizo surgir justo después de la Reforma Protestante. La Reforma Protestante no brotó fundamentalmente por aspectos teológicos, por asuntos de fe -aunque las diferencias teológicas aparecieron después-sino por aspectos morales.

Había un sacerdote agustino, Martín Lutero, quien fue a Roma durante el papado más notorio de la historia, el del Papa Alejandro VI. Este Papa jamás enseño nada contra la fe -el Espíritu Santo lo evitó- pero fue simplemente un hombre malvado. Tuvo nueve hijos de seis diferentes concubinas. Llevo a cabo acciones contra aquellos que consideraba sus enemigos. Martín Lutero visitó Roma durante su papado y se preguntaba como Dios podía permitir que un hombre tan malvado fuera la cabeza visible de Su Iglesia. Regreso a Alemania y observo toda clase de problemas morales.

Los sacerdotes vivían abiertamente relaciones con mujeres. Algunos trataban de obtener ganancias vendiendo bienes espirituales. Privaba una inmoralidad terrible entre los laicos católicos. El se escandalizó, como le hubiera ocurrido a cualquiera que amara a Dios, por esos abusos desenfrenados. Así que fundó su propia iglesia.

Eventualmente Dios hizo surgir a muchos santos que combatieran esta solución equivocada y trajeran de regreso a las personas a la Iglesia fundada por Cristo. San Francisco de Sales fue uno de ellos. Poniendo en riesgo su vida, recorrió Suiza, donde los calvinistas eran muy populares, predicando el Evangelio con verdad y amor. Muchas veces fue golpeado en su camino y dejado por muerto. Un día le preguntaron cuál era su postura con relación al escándalo que causaban tantos de sus hermanos sacerdotes. Lo que él dijo es tan importante para nosotros hoy como lo fue en aquel entonces para quienes lo escucharon. El no se anduvo con rodeos.

Dijo: "Aquellos que cometen ese tipo de escándalos son culpables del equivalente espiritual a un asesinato, destruyendo la fe de otras personas en Dios con su pésimo ejemplo". Pero al mismo tiempo advirtió a sus oyentes: "Pero yo estoy aquí entre ustedes hoy para evitarles un mal aún peor. Mientras que aquellos que causan el escándalo son culpables de asesinato espiritual, los que acogen el escándalo -los que permiten que los escándalos destruyan su fe- son culpables de suicidio espiritual. Son culpables" dijo él "de cortar de tajo su vida con Cristo, abandonando la fuente de vida en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía ". San Francisco de Sales anduvo entre la gente de Suiza tratando de prevenir que cometieran un suicidio espiritual a causa de los escándalos. Y yo estoy aquí hoy para predicarles lo mismo a ustedes.

San Francisco de Asis como ejemplo

¿Cuál debe ser entonces nuestra reacción? Otro gran santo que vivió en tiempos particularmente difíciles también puede ayudarnos. El gran San Francisco de Asís vivió alrededor del año 1200, que fue una época de inmoralidad terrible en Italia central. Los sacerdotes daban ejemplos espantosos. La inmoralidad de los laicos era aun peor. San Francisco mismo, siendo joven, había escandalizado a otros con su manera despreocupada de vivir. Pero eventualmente se convirtió al Señor, fundo a los Franciscanos, ayudo a Dios a reconstruir Su Iglesia y llegó a ser uno de los más grandes santos de todos los tiempos.

Una vez, uno de los hermanos de la Orden de Frailes Menores le hizo una pregunta. Este hermano era muy susceptible a los escándalos. "Hermano Francisco" le dijo, "¿que harías tú si supieras que el sacerdote que esta celebrando la Misa tiene tres concubinas a su lado? Francisco, sin dudar un solo instante, le dijo muy despacio: "Cuando llegara la hora de la Sagrada Comunión , iría a recibir el Sagrado Cuerpo de mi Señor de las manos ungidas del sacerdote."

¿A donde quiso llegar Francisco? Él quiso dejar en claro una verdad formidable de la fe y un don extraordinario del Señor. Sin importar cuan pecador pueda ser un sacerdote, siempre y cuando tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia -en Misa, por ejemplo, cambiar el pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo, o en la confesión, sin importar cuan pecador sea él en lo personal, perdonar los pecados del penitente- Cristo mismo actúa en los sacramentos a través de ese ministro.

Ya sea que el Papa Juan Pablo II celebre la Misa o que un sacerdote condenado a muerte por un crimen celebre la Misa , en ambos casos es Cristo mismo quien actúa y nos da Su cuerpo y Su sangre. Así que lo que Francisco estaba diciendo en respuesta a la pregunta de su hermano religioso al manifestarle que él recibiría el Sagrado Cuerpo de Su Señor de las manos ungidas del sacerdote, es que no iba a permitir que la maldad o inmoralidad del sacerdote lo llevaran a cometer suicidio espiritual.

Cristo puede seguir actuando y de hecho actúa incluso a través del más pecador de los sacerdotes. ¡Y gracias a Dios que lo hace! Y es que si siempre tuviéramos que depender de la santidad personal del sacerdote, estaríamos en graves problemas. Los sacerdotes son elegidos por Dios de entre los hombres y son tentados como cualquier ser humano y caen en pecado como cualquier ser humano. Pero Dios lo sabía desde el principio. Once de los primeros doce apóstoles se dispersaron cuando Cristo fue arrestado, pero regresaron; uno de los doce traicionó al Señor y tristemente nunca regresó. Dios ha hecho los sacramentos esencialmente "a prueba de los sacerdotes", esto es, en términos de su santidad personal. No importa cuan santos estos sean o cuan malvados, siempre y cuando tengan la intención de hacer lo que hace la Iglesia , entonces actúa Cristo mismo, tal como actuó a través de Judas cuando Judas expulsó a los demonios y curó a los enfermos.

Así que, de nuevo, les pregunto: ¿Cuál debe ser la respuesta de la Iglesia a estos actos? Se ha hablado mucho al respecto en los medios. ¿Tiene la Iglesia que trabajar mejor, asegurándose que nadie con predisposició n a la pedofilia sea ordenado? Absolutamente. Pero esto no seria suficiente.

Apoyo a las vicitmas

¿Tiene la Iglesia que actuar mejor para tratar estos casos cuando sean reportados? La Iglesia ha cambiado su manera de abordar estos casos y hoy la situación es mucho mejor de lo que fue en los años ochentas, pero siempre puede ser perfeccionada. Pero aun esto no seria suficiente. ¿Tenemos que hacer más para apoyar a las victimas de tales abusos? ¡Sí, tenemos que hacerlo, tanto por justicia como por amor! Pero ni siquiera esto es lo adecuado. El Cardenal Law ha hecho que la mayoría de los rectores de las escuelas de medicina en Boston trabajen en el establecimiento de un centro para la prevención del abuso en niños, que es algo que todos nosotros debemos apoyar. Pero ni siquiera esto es una respuesta suficiente.

¡La única respuesta adecuada a este terrible escándalo, la única respuesta auténticamente católica a este escándalo -como San Francisco de Asís reconoció en 1200, como San Francisco de Sales reconoció en 1600 e incontables otros santos han reconocido en cada siglo- es la SANTIDAD ! ¡Toda crisis que enfrenta la Iglesia , toda crisis que el mundo enfrenta, es una crisis de santidad! La santidad es crucial, porque es el rostro auténtico de la Iglesia.

Siempre hay personas -un sacerdote se encuentra con ellas regularmente, ustedes probablemente conocen a varias de ellas también- que usan excusas para justificar por que no practican su fe, por que lentamente están cometiendo suicidio espiritual. Puede ser porque una monja se portó mal con ellos cuando tenían 9 años. O porque no entienden las enseñanzas de la Iglesia sobre algún asunto particular. Indudablemente habrá muchas personas estos días -y ustedes probablemente se encontraran con ellas – que dirán: "¿Para que practicar la fe, para que ir a la Iglesia , si la Iglesia no puede ser verdadera, cuando los así llamados elegidos son capaces de hacer el tipo de cosas que hemos estado leyendo?" Este escándalo es como un perchero enorme donde algunos trataran de colgar su justificación para no practicar la fe. Por eso es que la santidad es tan importante.

Estas personas necesitan encontrar en todos nosotros una razón para tener fe, una razón para tener esperanza, una razón para responder con amor al amor del Señor. Las bienaventuranzas que leemos en el Evangelio de hoy son una receta para la santidad. Todos necesitamos vivirlas más. ¿Tienen que ser más santos los sacerdotes? Seguro que sí. ¿Tienen que ser más santos los religiosos y religiosas y dar un testimonio aun mayor de Dios y del Cielo? Absolutamente. Pero todas las personas en la Iglesia tienen que hacerlo, ¡incluyendo a los laicos! Todos tenemos la vocación de ser santos y esta crisis es un llamado para que despertemos.

Bienaventurados cuando os persigan

Estos son tiempos duros para ser sacerdote hoy. Son tiempos duros para ser católicos hoy. Pero también son tiempos magníficos para ser un sacerdote hoy y tiempos magníficos para ser católicos hoy. Jesús dice en las bienaventuranzas que escuchamos hoy: "Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes."

Yo he experimentado de primera mano esta bienaventuranza, al igual que otros sacerdotes que conozco. A principios de esta semana, cuando termine de hacer ejercicio en un gimnasio local, salía yo del vestidor con mi traje negro de clérigo. Una madre, apenas me vio, inmediata y apresuradamente aparto a sus hijos del camino y los protegió de mí mientras yo pasaba. Me miro cuando pase y cuando me había alejado lo suficiente, respiro aliviada y soltó a sus hijos. ¡Como si yo fuera a atacarlos a mitad de la tarde en un club deportivo!

Pero mientras que todos nosotros quizá tengamos que padecer tales insultos y falsedades por causa de Cristo, de hecho debemos regocijarnos. Es un tiempo fantástico para ser cristianos hoy, porque es un tiempo en el que Dios realmente necesita de nosotros para mostrar Su verdadero rostro. En tiempos pasados en Estados Unidos, la Iglesia era respetada. Los sacerdotes eran respetados. La Iglesia tenía reputación de santidad y bondad. Pero ya no es así.

Uno de los más grandes predicadores en la historia estadounidense, el Obispo Fulton J. Sheen, solía decir que él prefería vivir en tiempos en los que la Iglesia sufre en vez de florecer, cuando la Iglesia tiene que luchar, cuando la Iglesia tiene que ir contra la cultura. Esas épocas para que los verdaderos hombres y las verdaderas mujeres dieran un paso al frente y contaran. "Hasta los cadáveres pueden flotar corriente abajo," solía decir, señalando que muchas personas salen adelante fácilmente cuando la Iglesia es respetada, "pero se necesita de verdaderos hombres, de verdaderas mujeres, para nadar contra la corriente."

¡Que cierto es esto! Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para mantenerse a flote y nadar contra la corriente que se mueve en oposición a la Iglesia. Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para reconocer que cuando se nada contra la corriente de las críticas, estamos más seguros que cuando permanecemos adheridos a la Roca sobre la que Cristo fundo su Iglesia. Este es uno de esos tiempos. Es uno de los grandes momentos para ser cristianos.

Algunas personas predicen que en esta región la Iglesia pasará tiempos difíciles y quizá sea así, pero la Iglesia sobrevivirá, porque el Señor se asegurará que sobreviva. Una de las más grandes réplicas en la historia sucedió justamente hace unos 200 años. El emperador francés Napoleón engullía con sus ejércitos a los países de Europa con la intención final de dominar totalmente el mundo. En aquel entonces dijo una vez al Cardenal Consalvi: "Voy a destruir su Iglesia" "Je detruirai votre eglise!" El Cardenal le contesto: "No, no podrá". Napoleón, con sus 1.50 de altura, dijo otra vez: "Je detruirai votre eglise!" El Cardenal dijo confiado: "No, no podrá. ¡Ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo!"

Si los malos papas, los sacerdotes infieles y miles de pecadores en la Iglesia no han tenido éxito en destruirla desde su interior -le estaba diciendo implícitamente al general ¿cómo cree que Ud. va a poder hacerlo? El Cardenal apuntaba a una verdad crucial. Cristo nunca permitirá que Su Iglesia fracase. Él prometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre Su Iglesia, que la barca de Pedro, la Iglesia que navega en el tiempo hacia su puerto eterno en el cielo, nunca se volcara, no porque aquellos que van en ella no cometan todos los pecados posibles para hundirla, sino porque Cristo, que también está en la barca, nunca permitirá que esto suceda. Cristo sigue en la barca y Él nunca la abandonará.

La magnitud de este escándalo podría ser tal, que de ahora en adelante ustedes encuentren difícil confiar en los sacerdotes de la misma manera como lo hicieron en el pasado. Esto puede suceder y podría no ser tan malo. ¡Pero nunca pierdan la confianza en el Señor! ¡Es Su Iglesia! Aún cuando algunos de Sus elegidos lo hayan traicionado, Él llamará a otros que serán fieles, que los servirán a ustedes con el amor que merecen ser servidos, tal como ocurrió después de la muerte de Judas, cuando los once apóstoles se pusieron de acuerdo y permitieron que el Señor eligiera a alguien que tomara el lugar de Judas y escogieron al hombre que terminó siendo San Matías, quien proclamó fielmente el Evangelio hasta ser martirizado por él.

Sed santos

¡Este es un tiempo en el que todos nosotros necesitamos concentrarnos aún más en la santidad! ¡Estamos llamados a ser santos y cuanto necesita nuestra sociedad ver ese rostro hermoso y radiante de la Iglesia ! Ustedes son parte de la solución, una parte crucial de la solución. Y cuando caminen al frente hoy para recibir de las manos ungidas de este sacerdote el Sagrado Cuerpo del Señor, pídanle a Él que los llene de un deseo real de santidad, un deseo real de mostrar Su auténtico rostro.

Una de las razones por las que yo estoy aquí como sacerdote para ustedes hoy es porque siendo joven, me impresionaron negativamente algunos de los sacerdotes que conocí. Los veía celebrar la Misa y casi sin reverencia alguna dejaban caer el Cuerpo del Señor en la patena, como si tuvieran en sus manos algo de poco valor en vez de al Creador y Salvador de todos, en vez de a MI Creador y Salvador. Recuerdo haberle dicho al Señor, reiterando mi deseo de ser sacerdote: "¡Señor, por favor, déjame ser sacerdote para que pueda tratarte como Tú mereces!" Eso me dio un ardiente deseo de servir al Señor.

Quizá este escándalo les permita a ustedes hacer lo mismo. Este escándalo puede ser algo que los conduzca por el camino del suicidio espiritual o algo que los inspire a decir, finalmente, "Quiero ser santo, para que yo y la Iglesia podamos glorificar tu nombre como Tú lo mereces, para que otros puedan encontrarte en el amor y la salvación que yo te he encontrado." Jesús esta con nosotros, como lo prometió, hasta el final de los tiempos. Él sigue en la barca.

Tal como a partir de la traición de Judas, Él alcanzó la más grande victoria en la historia del mundo, nuestra salvación por medio de Su Pasión, muerte y Resurrección, también a través de este episodio Él puede traer y quiere traer un nuevo renacimiento de la santidad, para lanzar unos nuevos Hechos de los Apóstoles en el siglo 21, con cada uno de nosotros -y esto te incluye a TI- jugando un papel estelar. Ahora es el tiempo para que los verdaderos hombres y mujeres de la Iglesia se pongan de pie. Ahora es el tiempo de los santos. ¿Cómo vas a responder tú?


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RECONOCIMIENTO
P. Roger J. Landry. "What our response should be to terrible scandals in the Church"
Traducida al español y reproducida con el permiso del P. Roger J. Landry.

EL AUTOR
El P. Roger J. Landry fue ordenado sacerdote por la Diócesis de Fall River, MA, por el Obispo Sean O'Malley, OFM Cap., en 1999. Después de obtener la licenciatura de biología por la Universidad de Harvard, el P. Landry hizo sus estudios para el sacerdocio en Maryland, Toronto, y durante varios años en Roma. Después de su ordenación sacerdotal, el Obispo O'Malley lo envió de regreso a Roma para concluir sus estudios de graduación en teología moral y bioética. Actualmente es vicario parroquial en la Parroquia del Espíritu.
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Fuente:'The Wanderer'

Subastan "restos humanos" de santos en Internet

domingo, 27 de enero de 2008

Quiero Ser Santo

Una incomprensión inicial / Autor: Alfonso Aguiló

El que tiene la verdad en el corazón
no debe temer jamás que a su lengua
le falte fuerza de persuasión.

John Ruskin


— Entiendo que muchas veces es natural que haya una inicial resistencia por parte de los padres. El hijo debe convencerlos con la madurez de su comportamiento y con la perseverancia en su determinación.

Es verdad que también los padres necesitan a veces un poco tiempo para asimilar la vocación de sus hijos. Pero la madurez y la rectitud en el comportamiento debe estar presente por parte de todos.

Así sucedió, por ejemplo, con San Francisco de Sales. Había decidido entregarse a Dios, pero su padre, Francisco de Boisy, le tenía preparado un magnífico partido a su hijo: una joven llamada Francisca de Veigy, hija del consejero del Duque de Saboya. Al pequeño Francisco le costaba mucho contrariar a su padre, pero un día del año 1593 finalmente le hizo saber sus propósitos y estalló la tormenta: "Pero, ¿quién te ha metido esa idea en la cabeza?", gritaba su padre. "¡Una elección de ese tipo de vida exige más tiempo que el que tú te tomas!", tronaba furioso. Francisco contestaba que había tenido ese deseo desde la niñez. Y así una vez y otra. De vez en cuando, su madre intentaba ayudarle, sin que se notase que estaba de su parte, y sugería tímidamente: "Ay, será mejor permitirle a este hijo que siga la voz de Dios...". Finalmente, el Señor de Sales, después de un tiempo, cedió: "Pues adelante, hijo mío, haz por Dios lo que dices que Él te inspira."

Los padres se pueden tomar con más o menos entusiasmo la llamada


Aunque no todos los padres que ponen dificultades tienen ese carácter ardoroso y rompedor. Los señores Beltrán, una de las mejores familias de Valencia, no querían en absoluto interferir en la vocación de su hijo Luis. Solo querían "orientarla". Estaban acostumbrados a que su hijo les obedeciera en todo, y por eso, se quedaron desconcertados cuando les dijo que tenía unos planes diferentes a los que habían previsto: quería irse de casa y entregarse a Dios como fraile dominico. ¡Qué locura! No tenía salud suficiente, no sabía lo que hacía. Y empezaron su batalla. Aceptaban que se fuera, pero ahora no. Quizá en un futuro. No pasaba nada por esperar. Debía comprenderlo, su postura era razonable. Pero el joven Luis obró con la misma libertad que hubiese pedido en el caso de elegir una mujer que no hubiera agradado a sus padres. Escuchó sus consejos, y luego actuó con la libertad que sus padres decididamente le denegaban. Así que, un buen día del año 1544, en vista de la rotunda negativa paterna, decidió no volver a casa. Tenía dieciocho años. Estalló el escándalo familiar, una pequeña tragedia que se repite con frecuencia, con rasgos parecidos, siglo tras siglo, en algunos hogares en los que un alma decide dejarlo todo por Dios. Ni lo podían ni lo querían entender. Si hubieran vivido en nuestra época, habrían dicho que a su hijo "le habían comido el coco". Afortunadamente, la historia acabó como la gran mayoría de estas pequeñas tragedias familiares: con la aceptación de la vocación por parte de sus padres, que finalmente comprendieron que Dios quería ese camino para su hijo, que acabó siendo un gran santo de la Iglesia, San Luis Beltrán. Aquel hijo suyo, de cuya salud se preocupaban tanto, evangelizó durante bastantes años las regiones selváticas más difíciles, aprendió a hablar en los idiomas de los indígenas y convirtió miles de indios desde Panamá hasta el Golfo de Urabá. Aseguran las crónicas que bautizó a más de quince mil, que hizo numerosos milagros y que sirvió eficazmente y sin desfallecer a la Iglesia. Cuando su padre estaba en el lecho de muerte, sus últimas palabras fueron: "Hijo mío, una de las cosas que en esta vida me han dado más pena ha sido verte fraile, y lo que hoy más me consuela es que lo seas."

El valor de entregar los hijos

San Bernardo de Claraval consolaba en una de sus cartas a los padres de un joven del siglo XII, Godofredo, que había decidido entregarse a Dios en Claraval, y les decía: "Si a vuestro hijo, Dios se lo hace suyo, ¿qué perdéis vosotros en ello y qué pierde él mismo? Si le amáis, habéis de alegraros de que vaya al Padre, y a tal Padre. Cierto, se va a Dios; mas no por eso creáis perderlo; antes bien, por él adquirís muchos otros hijos. Cuantos somos aquí en Claraval, y cuantos somos de Claraval, al recibirle a él como hermano, os tomamos a vosotros como padres. Pero quizá teméis que le perjudique el rigor de nuestra vida. Confiad, consolaos: yo le serviré de padre y le tendré por hijo, hasta que de mis manos lo reciba el Padre de las misericordias y el Dios de toda consolación."

Es un lamento que se repite de siglo en siglo. En el siglo XIX, Bernardette, la vidente de Lourdes, escribió una carta al padre de una amiga suya, M. Mouret, que no entendía la vocación de su hija. Bernardette le pedía que la dejase ir con ella: "Sea generoso con Dios –le decía– que nunca se deja vencer en generosidad. Algún día estará usted contento de haberle dado su hija, a quien no puede dejar en mejores manos que las del Señor. Quizás haría usted grandes sacrificios para confiarla a un hombre al que no conoce y que puede hacerla desgraciada, y, no obstante, ¿quiere negarla al que es el rey del cielo y de la tierra? ¡Oh, no, señor! Tiene usted muy buenos sentimientos para obrar de esa manera. En cambio yo creo que debe dar gracias a Dios por el beneficio que le concede...".

Oposiciones de todos los colores

Por aquella misma época, un joven ecuatoriano llamado Miguel Febres desea ingresar en el noviciado de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Le encanta la enseñanza y desea dedicar a ella su vida. Sus padres se oponen frontalmente, pues pertenecen a la alta sociedad y en cambio aquellos religiosos viven muy austeramente y se dedican a la educación de niños pobres. Para disuadirle lo envían a otro instituto, pero allí enferma y tiene que volver a casa. Finalmente, cuando el chico tiene catorce años, en 1868, su madre accede a que sea religioso. Su padre cede inicialmente, pero no deja de presionar para que abandone ese camino y, por ejemplo, no escribe a su hijo ni una sola línea en cinco años. Aquel chico pronto destaca como un profesor muy querido y valorado. Posee una gran cultura, domina cinco idiomas y escribe numerosos textos escolares que pronto se difunden por todo el país. Demuestra una enorme capacidad de querer y de hacerse querer, adquiere una gran confianza con sus alumnos y logra grandes mejoras en las personas. Cuando muere, en 1910, su fama de santidad se extiende por numerosos países de Europa y América. Sin su constancia para superar la oposición familiar inicial, no tendríamos hoy a San Miguel Febres, que la Iglesia propone como modelo de hombre culto, pero sencillo y humilde, totalmente entregado a la obra de la evangelización a través de la enseñanza.

En abril de 1949, pidió la admisión en el Opus Dei un estudiante latinomericano llamado Juan Larrea. Su familia no veía con agrado su decisión, tal vez por desconocimiento de lo que realmente era el Opus Dei, o acaso porque tal decisión desbarataba planes e ilusiones familiares. "Por entonces –contaba el propio Juan Larrea– mi padre era embajador de Ecuador ante la Santa Sede y me dijo que consultase el caso con Mons. Montini, Sustituto de la Secretaría de Estado. Hablé con Mons. Montini, contándole mi historia, y después de larga y cariñosa conversación, Mons. Montini me dijo: tendré una palabra de paz para su padre. Días después recibió a mi padre diciéndole que había hablado con Pío XII y que le había dicho: "Diga Vd. al embajador que en ningún sitio estará mejor su hijo que en el Opus Dei". Veinte años más tarde, siendo yo obispo, visité a Mons. Montini, que era entonces el Papa Pablo VI, y me recordó con amabilidad la audiencia antes descrita".

Pero alegría posterior

Son testimonios diversos que confirman el gozo de tantos padres que inicialmente se opusieron tenazmente a la vocación de sus hijos, pero que, al final, comprendieron su decisión. El gozo de los padres que han sido generosos con la vocación de sus hijos no acabará aquí en la tierra. Los padres de las almas entregadas a Dios los querrán aún más en la otra vida, y contemplarán, con toda su grandeza, el influjo espiritual de la vida de sus hijos en miles y miles de almas.

Podemos imaginar el gozo de Luis Martín, al ver desde el cielo los grandes frutos que ha supuesto la entrega de su hija Santa Teresa de Lisieux. O la alegría de la madre de San Juan Bosco al contemplar el crecimiento de aquel hogar espiritual que nació gracias a su esfuerzo. O la satisfacción de Juan Bautista Sarto al comprobar cómo él, un pobre alguacil, contribuyó sin saberlo a enriquecer la Iglesia contemporánea de un modo profundísimo con la aportación de San Pío X.

También podemos imaginarnos a Teodora Theate, a Monna Lapa, a Juan Luis Beltrán, a Ferrante Gonzaga, a la madre de Juan Crisóstomo, a Pietro Bernardone y a tantos y tantos otros. También ellos gozarán al ver las maravillas que ha hecho Dios por medio de sus hijos. Y darán gracias porque, pese a sus lamentos, sus amenazas y "pruebas", sus hijos no les hicieron demasiado caso. Si hubieran llegado a hacerlo, la Iglesia y la humanidad no contarían ni con Santo Tomás de Aquino, ni con Santa Catalina de Siena, ni con San Luis Beltrán, ni con San Luis Gonzaga, ni con San Juan Crisóstomo, ni con San Francisco de Asís. La Iglesia habría sufrido enormes pérdidas, en el ámbito de la teología, del papado, de la evangelización, de la espiritualidad, de la doctrina.

La vocación de la familia

Gracias a Dios, sus hijos fueron fieles a su vocación, y las palabras de Jesús adolescente en el Templo resonaron en sus oídos con más fuerza que las de sus padres: "¿No sabíais que yo debo ocuparme en las cosas de mi Padre?". Con esas palabras, Jesús Niño quiso dejar su propio testimonio para dar fortaleza a quienes debían seguirle en el futuro. Y dejó también una referencia para los padres, pues María y José no protestaron, sino que supieron buscar, aun en lo inicialmente incomprensible y doloroso, la voluntad de Dios.

"Este episodio evangélico –comentaba Benedicto XVI– revela la más auténtica y profunda vocación de la familia: la de acompañar a cada uno de sus miembros en el camino del descubrimiento de Dios y del proyecto que Él ha dispuesto para ellos. María y José educaron a Jesús ante todo con su ejemplo: en sus padres, Él conoció toda la belleza de la fe, del amor por Dios y por su Ley, así como las exigencias de la justicia, que halla pleno cumplimiento en el amor. De ellos aprendió que en primer lugar hay que hacer la voluntad de Dios, y que el vínculo espiritual vale más que el de la sangre. La Sagrada Familia de Nazaret es verdaderamente el prototipo de cada familia cristiana, que está llamada a llevar a cabo la estupenda vocación y misión de ser célula viva no solo de la sociedad, sino de la Iglesia, signo e instrumento de unidad para todo el género humano."

Pero a veces no entienden

Porque no todas las cosas son siempre fáciles de entender. Dice el Evangelio que María guardaba todas estas cosas, ponderándolas en su corazón. Y a la Virgen no le faltaba inteligencia, ni buena disposición, ni cercanía a Dios. Pero recibía contestaciones que le resultaban un tanto misteriosas, no fácilmente comprensibles, y que, sin embargo, aceptaba y meditaba en su corazón. "María y José –explicaba Juan Pablo II– le habían buscado con angustia, y en aquel momento no comprendieron la respuesta que Jesús les dio (...) ¡Qué dolor tan profundo en el corazón de los padres! ¡Cuántas madres conocen dolores semejantes! A veces porque no se entiende que un hijo joven siga la llamada de Dios (...); una llamada que los mismos padres, con su generosidad y espíritu de sacrificio, seguramente contribuyeron a suscitar. Ese dolor, ofrecido a Dios por medio de María, será después fuente de un gozo incomparable para los padres y para los hijos."

Para quienes están en el proceso de discernimiento de su propia vocación, o para sus padres, meditar la vida de la Virgen siempre resultará enriquecedor. Todos obtendremos nueva luz si ponderamos en nuestro corazón esas escenas, contemplando, por ejemplo, el momento del Nacimiento, con su esperanza alegre y su calor humano; o la huída a Egipto, en los momentos duros de la fe o de la vocación; o su vida en Nazaret, para que lo cotidiano de nuestra vida no se tiña de rutina mala. La Virgen es siempre un modelo de la disposición con que debemos escuchar a Dios, de confianza para preguntar lo que no entendemos, de generosidad y de diligencia en la respuesta, de humildad, de perseverancia en las horas malas, de fidelidad a la misión recibida.

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Fuente: Interrogantes.net