* “Era el Papa San Juan Pablo II. Y él en ese momento no dice nada, sólo felicita la Navidad en cada idioma. Pero cuando él habló algo pasó en mí. Yo me decía: «¿Quién es este hombre que tiene tanta influencia sobre mí, que me revoluciona interiormente?» En ese momento, Dios empieza a actuar, pasa toda una película por mi cabeza. En un instante yo veo y reconozco todos mis pecados. Reconozco que Dios existe. Por primera vez, tengo una certeza absoluta, y que es Jesucristo. Y que yo todo lo que había hecho era buscar amor, pero muy equivocadamente. Y que era Jesucristo ese amor que yo buscaba”
“Nunca había pensado en ser sacerdote, eso no estaba en mi radar. Yo me resistí, era un territorio que no conocía. La razón por la que quise ser sacerdote es porque quise predicar, ser parte de la vida de la gente, compartirles esta maravillosa buena nueva de que Dios nos ama”