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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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Oremos todos para que la sabiduría de Jesús Resucitado presida estas páginas y nos bendiga abundamente.

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viernes, 4 de agosto de 2023

Reza el Vía Crucis, presidido por el Papa Francisco, en la JMJ Lisboa 2023, 4-8-2023 

 


4 de agosto de 2023.- (Camino Católico  La ya famosa ‘Colina del Encuentro’ en el Parque Eduardo VII se ha llenado de 800.000 jóvenes desde primera hora de la tarde para vivir el tradicional Vía Crucis de la JMJ. Francisco, que una vez más ha llegado a bordo del papamóvil, ha escuchado los clamores de un mundo que sufre y ha dirigido un nuevo mensaje a los jóvenes peregrinos y ha rezado junto a ellos.

Video completo de Vatican News de todo el Vía Crucis

El Papa Francisco al inicio del rito les ha dirigido una alocución meditativa en la que ha afirmado: Jesús espera colmar, con su cercanía, nuestra soledad. ¡Qué tristes son los momentos de soledad! Él está ahí, Él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo, mi miedo, esos miedos oscuros los quiere colmar con su consolación, y Él espera a empujarnos, a abrazar el riesgo de amar. Porque ustedes lo saben, lo saben mejor que yo: amar es riesgoso. Hay que correr el riesgo de amar. Es un riesgo, pero vale la pena correrlo, y Él nos acompaña en esto. Siempre nos acompaña. Siempre camina. Siempre, a lo largo de la vida, está junto a nosotros».

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domingo, 23 de septiembre de 2018

Santa Misa y Ángelus presididos por el Papa Francisco en Kaunas, Lituania, 23-9-18

23 de septiembre de 2018.- (Caminocatólico.com)  Ante los 150 mil fieles presentes en el Parque Santakos en la ciudad lituana de Kaunas, durante su homilía en la celebración de la Santa Misa, el Santo Padre hizo una reflexión sobre lo que significa el seguimiento a Jesús, un seguimiento que no está libre de “momentos de prueba y de dolor”. El Papa nos recuerda ésta realidad subrayando como “Jesús en tres ocasiones anunció su pasión”; y como los apóstoles “expresaron tres veces su desconcierto y resistencia”.
También el Santo Padre antes de la bendición final de la misa rezó la oración mariana del Ángelus en la que dijo: “Pidamos a María que nos ayude a plantar la cruz de nuestro servicio, de nuestra entrega allí donde nos necesitan, en la colina donde habitan los últimos, donde es preciso la atención delicada a los excluidos, a las minorías, para que alejemos de nuestros ambientes y de nuestras culturas la posibilidad de aniquilar al otro, de marginar, de seguir descartando a quien nos molesta y amenaza nuestras comodidades”. En el video se visualiza y escucha la Santa Misa y el rezo del Ángelus, traducidos al español.

sábado, 18 de octubre de 2014

El Sínodo de la Familia se clausura este domingo con la beatificación del Papa Montini a la que asistirá Benedicto XVI ¿Por qué es Beato Pablo VI?

18 de octubre de 2014.-(Jesús Colina / Alfa y Omega  / Camino Católico)Este domingo, día de la clausura del Sínodo sobre la Familia, el Papa Francisco proclamará Beato a Pablo VI, el Papa que dirigió la aplicación del Concilio Vaticano II a la vida de la Iglesia, el que instituyó los Sínodos de los Obispos y que pasó a la Historia por ser el Papa de la Humanae vitae. A la ceremonia, en la plaza de San Pedro, asistirá el Papa emérito Benedicto XVI.

viernes, 19 de agosto de 2011

Benedicto XVI a los periodistas en el avión hacia JMJ: "La economía tiene que tener una ética"

* Ofrecemos las respuestas integras de Benedicto XVI en la rueda de prensa en el avión que ayer le llevo a Madrid

* «El hombre tiene que ser el centro de la economía»

19 de agosto de 2011.- El vuelo papal partió de Roma ayer jueves 18 de agosto con unos minutos de retraso. Poco antes de las once de la mañana, el Sumo Pontífice se acerca a la parte trasera de la cabina, donde 56 periodistas esperan a que responda a algunas preguntas presentadas con anterioridad. Ofrecemos la transcripción integra de preguntas y respuestas realizada por el periodista Jesús Colina para la agencia Zenit.

miércoles, 15 de julio de 2009

Eugenia Bonnetti, religiosa: "¿Qué chica sobrevive a cuatro mil encuentros sexuales?"
Es la impulsora de la red mundial de religiosas contra la esclavitud de la prostitución, Talità Kum, y nos cuenta su testimonio
15 de julio de 2009.-Acaba de nacer en Roma Talità Kum. ¡Levántate!, una red internacional de religiosos (sobre todo religiosas) para liberar a personas esclavizadas por la prostitución. Su impulsora, la Hermana Eugenia Bonnetti, advierte de que, ante nuestros propios ojos, suceden tremendas historias. Muchas religiosas abandonan por la noche, la seguridad de sus conventos para acercarse a estas jóvenes, y ofrecerles y mostrarles la puerta de salida de ese infierno.

(Antena Misionera / Alfa y Omega-Jesús Colina / Escuchar la Voz del Señor) La hermana Eugenia Bonetti cuenta como ella fue llevada por el Señor a realizar esta tarea de misericordia:

"Todo empezó a raíz del encuentro con una prostituta. Era un día lluvioso y frío en Turín (Italia), el 2 de noviembre de 1993. Trabajaba en Cáritas desde hacía unos meses, tras mi vuelta de África. Salía para ir a misa y, en ese momento, entró una mujer africana con un certificado médico.

De su comportamiento, y de su modo de vestir, deduje que podía ser una de las mujeres que se ven obligadas a vender su cuerpo. Me sentí incómoda, le respondí cuatro cosas y quise marcharme. Estaba nerviosa. Ella me explicó que era madre de tres niños, que había dejado en Nigeria. Vi que necesitaba ser operada, pero no tenía papeles.

Yo estaba desconcertada y me incomodaba pensar que iba llegar tarde a misa. En aquel momento, la misa era para mí más importante que los problemas de María –ése es su nombre-. Vino conmigo, a la iglesia. Por el camino me di cuenta cómo la gente se sorprendía de ver a una monja acompañada de una prostituta. Se quedó arrodillada en el último banco de la iglesia y se la oía llorar. Me coloqué más adelante y no podía rezar.

Me acordé de la parábola del fariseo y el publicano y pensé con qué frecuencia había pensado que yo, religiosa misionera, era mejor que muchas mujeres obligadas a trabajar en la calle. Aquella noche la pasé en blanco. Me enfrenté a mi misterio pascual. Eugenia ¿dónde está tu hermana? Aquel encuentro cuestionó mi vida, mi vocación y mis valores."

Después de 24 años de trabajo en Kenya, a la Hna Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata, le pidieron volver a Italia. Ella misma explica que "cuando me pidieron dejar Kenya mis sentimientos fueron de rebelión. Me sentía feliz e integrada en el ambiente africano, trabajando en actividades sociales, educativas y pastorales con mujeres y jóvenes africanas. La mujer africana que he conocido tiene un profundo sentido de alegría, de celebración, de hospitalidad, de solidaridad. Sabían afrontar la vida con coraje y determinación, a pesar de vivir en la indigencia y sometidas a una sociedad machista.

Compartir con ellas la lucha para mejorar las condiciones de vida, promover la educación y la emancipación, transmitir un mensaje de esperanza y liberación a aquellas mujeres había dado sentido a mi vida durante muchos años. ¿Qué iba a hacer ahora en Italia?

El encuentro inesperado con María volvió a dar contenido a mi vocación misionera. María se restableció, y no sólo físicamente. Dejó su vida en la calle, empezó a estudiar italiano. Encontró un trabajo y fue ella la que me ayudó a conocer el mundo de la noche."

Misionera de la calle

"Desde hace trece años mi servicio misionero se desarrolla en distintos caminos que bajan de “Jerusalén a Jericó” (ver Lucas 10, 29-37) y me pide inclinarme con amor y compasión hacia tantas mujeres inmigrantes, heridas y privadas de su dignidad, identidad y libertad para ayudarlas a curarse y reencontrar la esperanza de una vida nueva.

Mis días como “misionera de la calle” están repletos de encuentros con personas con rostro, nombre, historias distintas, pero que a la vez tienen elementos comunes que revelan un profundo sufrimiento:"

"* Regina, nigeriana, la traen a Italia con 14 años vendida por su tío a traficantes de seres humanos; obligada a prostituirse en la calle, es detenida por la policía y enviada a una comunidad para menores; pierde el contacto con la familia, pero después de seis años, gracias al trabajo en red de las congregaciones religiosas, reencuentra a su madre y hace 4 años volvió con su familia para celebrar la Navidad, tras siete años de ausencia.

* Gladys sale de Nigeria con otras jóvenes para alcanzar la meta de sus sueños: Europa, donde piensa trabajar para ayudar a su familia; viaja a través del desierto de Sahara sin documentos; el viaje es extenuante y sufre sed, hambre, calor, cansancio y enfermedades; en el viaje ve esqueletos de personas que han muerto en el camino, piensa que ese será su destino.

* Patricia, 19 años, la mayor de ocho hermanos, deja la casa para ayudar a la familia y que sus hermanos pudieran ir a la escuela; durante el viaje es violada y queda embarazada; durante seis trabaja en la calle para pagar una deuda de 8 millones de las antiguas pesetas contraída, sin saberlo, con la organización criminal; nadie sabe de su embarazo; un grupo de ayuda la convence para dejar la calle y es acogida en una casa de familia gestionada por religiosas; acompañada con amor es capaz de aceptar el don de la vida que lleva en su seno.

* Rita, apenas 18 años cumplidos, es detenida en la calle por la policía y enviada un Centro de Estancia Temporal en Roma; en 15 meses ha mandado 55.000 euros a sus tres hermanastras que la enviaron a Italia; en la calle era muy solicitada por los “clientes” dada su corta edad; las religiosas que visitan el Centro consiguen que sea aceptada en una comunidad con un programa de reinserción social.

* Gloria, 22 años, trabaja como prostituta para pagar la gran deuda contraída con los traficantes; en la calle uno de los “clientes” –divorciado de 38 años- se enamora de ella y la quiere llevar a casa; ella lo rechaza; él se venga tirándola desde un puente y su cuerpo sin vida es encontrado al día siguiente."

La hermana Eugenia Bonnetti podría continuar contando casos puesto que cada uno que ha conocido son como los eslabones de una larga cadena que forma la nueva esclavitud del siglo XXI y que tiene prisioneras a tantas personas, mujeres y menores explotadas, fruto de un tráfico sin escrúpulos y sostienen numerosos y rentables negocios.

Una misión que se ha multiplicado

La red Talità Kum. ¡Levántate! está presente en 36 países, e implica a 574 religiosas y a 252 Congregaciones femeninas. La iniciativa había surgido ya en el año 2000, en Italia, donde las religiosas han prestado asistencia, hasta la fecha, a 3.500 mujeres nigerianas, que habían sido traídas a este país para ser utilizadas como prostitutas por las mafias. Las religiosas las acogen en casas, les ofrecen asistencia psicológica y espiritual y preparación profesional, además de un plan de regreso al país de origen. «En muchísimos casos -señala sor Eugenia Bonetti, - han sido los niños los que han salvado a las mamás, dándoles la fuerza de salir del círculo vicioso de esta moderna, innoble y escondida forma de esclavitud».
La labor de estas religiosas ha sido animada por el mismo Benedicto XVI, quien les dirigió un mensaje para animarlas en esta labor. Pero hay otros muchos reconocimientos. La Hermana Eugenia ha sido recientemente galardonada con el Premio Mujer de Coraje, por el Departamento de Estado de Estados Unidos, por sus esfuerzos en combatir el tráfico de personas. El trabajo de la religiosa fue también reconocido en 2004, cuando fue nombrada una de los seis Héroes que Actúan para Acabar con la Esclavitud Moderna, en el informe anual publicado por el Departamento de Estado de ese país.

Sobrevivir al infierno

Primero en Roma, y ahora en todo el mundo, la Hermana Eugenia ha formado a religiosas para que ofrezcan refugio y rehabilitación a mujeres rescatadas de la prostitución. Según la religiosa, las mujeres jóvenes son las únicas castigadas por el delito de la prostitución. «Cuando pido ayuda a la policía, a menudo arrestan a las chicas, y dejan irse a los hombres». A veces, dice, las chicas son arrestadas, metidas en una celda donde pueden ser maltratadas, y después arrojadas fuera de nuevo, mientras que los hombres que las utilizan se van libres. Detrás de ese negocio, a menudo se esconde una sórdida realidad. Las mujeres son compradas y vendidas, objeto de comercio y desechadas, a capricho de los que trafican con ellas y de los que abusan de ellas sexualmente. «Las estadísticas son asombrosas -añade la religiosa-. La esclavitud sexual es problemática en todo el mundo, sucede aquí. Delante de nosotros», aunque a veces no queramos verlo. «Este problema está destruyendo no sólo a muchas mujeres, sino también a las familias de quienes utilizan sus servicios. Cuando veo a un coche pararse con una sillita de niño detrás, sé que este hombre tiene una mujer y un hijo en casa».

Según la Hermana Eugenia, muchas de las mujeres que son compradas y vendidas para el sexo, en Italia y en otros países de Europa vienen con el sueño de un trabajo. «Las chicas son metidas con engaño en esto -denuncia-. Les ofrecen lo que ellas creen que son buenos trabajos. Pero una vez apartadas de los lazos que las unen a su casa, les retiran los documentos y son forzadas a vender sus cuerpos por dinero. Muchas de las chicas son casi adolescentes cuando son forzadas a la prostitución».

Conseguir la libertad no es fácil. «Una chica nigeriana tiene que realizar una promedio de 4.000 encuentros sexuales, antes de ser liberada -dice la religiosa-. ¿Quién puede sobrevivir psicológicamente a eso? Sería un milagro». A pesar de todo, sor Eugenia considera que hay esperanza para estas mujeres. Una vez que están a salvo, muchas se recuperan y aprenden a aceptarse a sí mismas. Las Misioneras de la Consolata proporcionan rehabilitación a chicas lo suficientemente valientes como para dejar a sus explotadores. «Nuestras Hermanas dejan la seguridad de sus conventos por la noche para llegar hasta estas chicas».
Un problema que suelen encontrarse entonces es que, «si una chica deja a sus captores, su familia en su país es a menudo amenazada. Por eso, muchas chicas tienen miedo de dejar a los traficantes. De algún modo, tenemos suerte en Italia, porque nuestras leyes ofrecen cierta protección a estas chicas. Cuando cooperan con las autoridades, reciben otros beneficios y pueden recibir la ciudadanía».
Junto con otras Hermanas religiosas, las Misioneras de la Consolata han establecido una red internacional de refugios entre religiosas de varias denominaciones. «Las religiosas pueden hacer este trabajo -dice sor Eugenia-. Cuando las chicas nos ven, saben que pueden confiar en nosotras. Nos ven como madres, y saben que son amadas. Cuando visito a las chicas, me llaman mamá».

sábado, 4 de abril de 2009

Testimonios de milagros acontecidos en vida de Juan Pablo II por su intercesión
4 de abril de 2009.-Mientras avanza la causa de beatificación de Juan Pablo II, de cuya muerte se acaba de cumplir el cuarto aniversario, ha caído un manto de silencio sobre los posibles milagros atribuidos a su intercesión. La discreción del proceso así lo exige. Pero van saliendo otros milagros realizados en vida, sin ningún valor en su proceso de canonización...

(Jesús Colina / Alfa y Omega)En vísperas del cuarto aniversario de la muerte de Juan Pablo II, varias personas han testimoniado milagros realizados en vida por él. Carecen de valor en el proceso de canonización, que exige que estos fenómenos, científicamente inexplicables, acaezcan tras la muerte.

Uno de los testimonios mas estremecedores es el del cardenal Francesco Marchisano, Presidente de la Oficina del Trabajo de la Sede Apostólica, antiguo arcipreste de la basílica de San Pedro del Vaticano. Conoció a Karol Wojtyla en 1962, y desde entonces se convirtió en su gran amigo italiano. Hace seis años -cuenta-, «me operaron de la carótida, pero después de la operación se me quedó paralizada la cuerda vocal derecha. No podía hablar». Un día, el cardenal fue a ver a Juan Pablo II, ya duramente probado por la enfermedad. «Cuando logré arrodillarme ante el Papa, me acarició durante un buen rato la garganta, me dijo que rezaría por mí y que continuara con el tratamiento». Inmediatamente, recuperó la voz, pero el cardenal Marchisano no considera esto un milagro, sino «un gesto de amor por un amigo». Y añade: «Recuerdo que le di un fuerte abrazo y después dos besos en las mejillas. Él me dijo: Gracias».

La oración venció

El arzobispo Agostino Marchetto (en la fotografia de abajo a la izquierda), actual Secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, a sus 67 años, considera que le debe la vida a la oración, en particular a la de Juan Pablo II. Cuando en los años noventa era nuncio apostólico en Bielorrusia, contrajo un tumor maligno, tras la explosión en la central nuclear de Chernobil. Juan Pablo II le ordenó que regresara a Italia para que pudiera ser atendido médicamente, pero los médicos le dieron un diagnóstico fatal: no había esperanza. «Fui sometido a un año de durísimos tratamientos. Pero la verdadera ayuda fue una cadena de oración: comenzaba con el Papa, pasaba por mi hermana religiosa, hasta mi madre». Hoy ha recogido esta experiencia en el libro El túnel de la esperanza.

Pero no son sólo cardenales y obispos quienes aseguran que experimentaron milagros gracias a Juan Pablo II. Un libro publicado esta semana recoge testimonios de artesanos, o propietarios de tiendas que trabajan junto al Vaticano, entre los que se encuentra el del relojero del Papa. Estos milagros en vida han sido recogidos por el periodista italiano Paolo Mosca, en La zapatilla del Papa y otras historias (Il ciabattino del Papa e altre storie, ed. San Paolo). Y si bien es verdad que no siempre han experimentado milagros, en todo caso, siempre recibieron una sonrisa o una caricia del fallecido Papa, al que hoy recuerdan con alguna lágrima.

El libro permite descubrir, por ejemplo, el caso de Antonio Arellano, conocido como el zapatero del Papa, un artesano peruano afincado en Roma, quien remendaba zapatos tanto a Juan Pablo II como al entonces cardenal Joseph Ratzinger. «En 2001, estando de vacaciones en Perú, mi mujer se cayó en coche de un puente, en el río de Trujillo. Se rompió la cadera, tuvo una hemorragia interna y estuvo durante muchos días en coma. Los médicos creían que moriría». Surgió así una cadena de oración entre los amigos cardenales del zapatero que llegó hasta lo más alto del Vaticano. «Y la oración venció», afirma. Su mujer hoy le ayuda en su taller, que se encuentra a dos pasos del Vaticano.

También testimonia un milagro Arturo Mari (en la fotografia de la derecha), quien fue el primer fotógrafo de los Papas durante 51 años, incluyendo todo el pontificado de Juan Pablo II. «Personalmente, sé que curó a mi cuñada Mercedes», ecuatoriana como su esposa. «Al observar las radiografías llegadas de Ecuador, los médicos italianos le dieron 15 días de vida. Tenemos que rezar, me dijo Wojtyla. Y me dio su pañuelo y su rosario para que lo mandara a Ecuador. Mercedes se puso el pañuelo en el pecho, y el rosario alrededor del cuello. Quince días, ya... Después de seis años sigue viva».

domingo, 29 de junio de 2008

"¡Tú eres Pedro!", invitación a reconciliarse con la Iglesia / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Comentario del padre Cantalamessa al evangelio de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo, 29 de junio, solemnidad de los santos Pedro y Pablo.

* * *
Hechos 12, 1-11; 2 Timoteo 4, 6-8.17-18; Mateo 16, 13-19

¡Tú eres Pedro!

El Evangelio de este domingo es el Evangelio de la entrega de la llaves a Pedro. Sobre él siempre se ha basado la tradición católica para fundamentar la autoridad del Papa sobre toda la Iglesia. Alguno podría decir: pero, ¿qué tiene que ver el Papa con todo esto? Esta es la respuesta de la teología católica. Si Pedro tiene el papel de ser "fundamento" y "roca" de la Iglesia, dado que la Iglesia sigue existiendo, entonces debe seguir existiendo también el fundamento. Es impensable que prerrogativas tan solemnes ("te daré las llaves del Reino de los cielos") se refirieran sólo a los primeros veinte o treinta años de vida de la Iglesia y que terminaran con la muerte del apóstol. El papel de Pedro se prolonga, por tanto, en sus sucesores.

Durante todo el primer milenio, este oficio de Pedro fue reconocido universalmente por todas las Iglesias, si bien se interpretó de manera diferente en oriente y occidente. Los problemas y las divisiones nacieron con el milenio terminado recientemente. Y hoy también nosotros, católicos, admitimos que no todos estos problemas han nacido por culpa de los demás, de los así llamados "cismáticos": primero los orientales y después los protestantes. El primado instituido por Cristo, al igual que todas las cosas humanas, fue ejercido a veces bien y a veces menos bien. Al poder espiritual se le mezcló, poco a poco, un poder político y terreno, y de este modo se dieron abusos. El mismo Papa, Juan Pablo II, en la carta sobre el ecumenismo, Ut unum sint, ha previsto la posibilidad de revisar las formas concretas con las que se ha ejercido el primado del Papa para permitir la concordia de todas las Iglesias a su alrededor. Como católicos, deseamos que se continúe cada vez con más valentía y humildad por este camino de la conversión y de la reconciliación, especialmente incrementando la colegialidad querida por el Concilio.

Lo que no podemos desear es que el ministerio mismo de Pedro, como signo y factor de la unidad de la Iglesia, se desvirtúe. Sería privarnos de uno de los dones más preciosos que Cristo ha hecho a su Iglesia, así como contraponerse a su voluntad precisa. Pensar que a la Iglesia le basta tener la Biblia y el Espíritu Santo para interpretarla, para poder vivir y difundir el Evangelio, es como decir que a los fundadores de los Estados Unidos les hubiera bastado escribir la constitución norteamericana y mostrar en sí mismos el espíritu con que se debía interpretar, sin prever algún gobierno para el país. ¿Existirían todavía los Estados Unidos?

Algo que podemos hacer desde ahora y todos es allanar el camino a la reconciliación entre las Iglesias, comenzando por reconciliarnos con nuestra Iglesia. "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia": Jesús dice mi Iglesia, en singular, no mis Iglesias. Él ha pensado y querido una sola Iglesia, no una multiplicidad de Iglesias independientes, o peor aún, una lucha entre ellas. Mí, además de ser singular, es un adjetivo posesivo. Jesús, por tanto, reconoce la Iglesia como suya; dice mi Iglesia, como un hombre diría: mi mujer, o mi cuerpo. Se identifica con ella, no se avergüenza de ella. En los labios de Jesús la palabra Iglesia no tiene nada de esos significados sutiles negativos que nosotros hemos añadido.

En esa expresión de Cristo, se da un fuerte llamamiento a todos los creyentes a reconciliarse con la Iglesia. Renegar de la Iglesia es como renegar de la propia madre. "No puede tener a Dios por Padre --decía san Cipriano-- quien no tiene a la Iglesia por madre". Sería un hermoso fruto de esta fiesta de los santos Pedro y Pablo aprender a decir también nosotros, al hablar de la Iglesia a la que pertenecemos: "¡mí Iglesia!".

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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]


El Evangelio del domingo 29 de junio, Solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, en vídeo:
Mateo 16, 13-19
Para verlos haz click sobre las imagenes


"Tu eres Pedro" / Video-reflexión: P. Jesús Higueras

domingo, 22 de junio de 2008

Hay que tener temor, pero no miedo / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del domingo.

* * *
XII Domingo del tiempo ordinario
Jeremías 20, 10-13; Romanos 5, 12-15; Mateo 10, 26-33

¡Tened temor, pero no tengáis miedo!

El Evangelio de este domingo ofrece varias sugerencias, pero todas se pueden resumir en esta frase aparentemente contradictoria: "¡Tened temor, pero no tengáis miedo!". Jesús dice: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna". No debemos tener temor ni miedo de los hombres; de Dios debemos tener temor, pero no miedo.

Por tanto hay una diferencia entre miedo y temor; tratemos de comprender por qué y en qué consiste. El miedo es una manifestación de nuestro instinto fundamental de conservación. Es la reacción a una amenaza para nuestra vida, la respuesta a un verdadero o presunto peligro: desde el peligro más grande, que es el de la muerte, a los peligros particulares que amenazan la tranquilidad o la incolumidad física, o nuestro mundo afectivo.

Según se trate de peligros reales o imaginarios, se habla de miedos justificados y de miedos injustificados o patológicos. Como las enfermedades, los miedos pueden ser agudos o crónicos. Los miedos agudos han sido determinados por una situación de peligro extraordinario. Si estoy a punto de ser atropellado por un coche, o comienzo a sentir que la tierra tiembla bajo mis pies a causa de un terremoto, entonces estoy ante miedos agudos. Estos sustos surgen improvisadamente, sin avisar, y así desaparecen al terminar el peligro, dejando quizá un mal recuerdo. Los miedos crónicos son los que conviven con nosotros, se convierten en parte de nuestro ser, e incluso acabamos encariñándonos de ellos. Los llamamos complejos o fobias: claustrofobia, agorafobia, etc.

El evangelio nos ayuda a liberarnos de todos estos miedos, revelando el carácter relativo, no absoluto, de los peligros que los provocan. Hay algo de nosotros que nadie ni nada en el mundo puede quitarnos o dañar: para los creyentes se trata del alma inmortal, para todos el testimonio de la propia conciencia.

Algo muy diferente del miedo es el temor de Dios. El temor de Dios se aprende: "Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor" (Salmo 33,12); por el contrario, el miedo, no tiene necesidad de ser aprendido en el colegio; la naturaleza se encarga de infundirnos miedo.

El mismo sentido del temor de Dios es diferente al miedo. Es un elemento de fe: nace de la conciencia de quién es Dios. Es el mismo sentimiento que se apodera de nosotros ante un espectáculo grandioso y solemne de la naturaleza. Es el sentimiento de sentirnos pequeños ante algo que es inmensamente más grande que nosotros; es sorpresa, maravilla, mezcladas con admiración. Ante el milagro del paralítico que se alza en pie y camina, puede leerse en evangelio, "El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: 'hoy hemos visto cosas increíbles'" (Lucas 5, 26). El temor, en este caso, es otro nombre de la maravilla, de la alabanza.

Este tipo de temor es compañero y aliado del amor: es el miedo de disgustar al amado que se puede ver en todo verdadero enamorado, también en la experiencia humana. Con frecuencia es llamado "principio de la sabiduría", pues lleva a tomar decisiones justas en la vida. ¡Es nada más y nada menos que uno de los siete dones del Espíritu Santo (cf. Isaías 11, 2)!

Como siempre, el evangelio no sólo ilumina nuestra fe, sino que nos ayuda además a comprender nuestra realidad cotidiana. Nuestra época ha sido definida como una época de angustia (W. H. Auden). El ansia, hija del miedo, se ha convertido en la enfermedad del siglo y es, dicen, una de las causas principales de la multiplicación de los infartos. ¿Cómo explicar este hecho si hoy tenemos muchas más seguridades económicas, seguros de vida, medios para afrontar las enfermedades y atrasar la muerte?

El motivo es que ha disminuido, o totalmente desaparecido, en nuestra sociedad el santo temor de Dios. "¡Ya no hay temor de Dios!", repetimos a veces como una expresión chistosa, pero que contiene una trágica verdad. ¡Cuanto más disminuye el temor de Dios, más crece el miedo de los hombres! Es fácil comprender el motivo. Al olvidar a Dios, ponemos toda nuestra confianza en las cosas de aquí abajo, es decir, en esas cosas que según Cristo, el ladrón puede robar y la polilla carcomer (Cf. Lucas 12, 33). Cosas aleatorias que nos pueden faltar en cualquier momento, que el tiempo (¡la polilla!) carcome inexorablemente. Cosas que todos queremos y que por este motivo desencadenan competición y rivalidad. (el famoso "deseo mimético" del que habla René Girard), cosas que hay que defender con los dientes y a veces con las armas en la mano.

La caída del temor de Dios, en vez de liberarnos de los miedos, nos ha impregnado de ellos. Basta ver lo que sucede en la relación entre los padres y los hijos en nuestra sociedad. ¡Los padres han abandonado el temor de Dios y los hijos han abandonado el temor de los padres! El temor de Dios tiene su reflejo y su equivalente en la tierra en el temor reverencial de los hijos por los padres. La Biblia asocia continuamente estos dos elementos. Pero el hecho de no tener temor alguno o respeto por los padres, ¿hace que sean más libres o seguros de sí los muchachos de hoy? Sabemos que no es así.

El camino para salir de la crisis es redescubrir la necesidad y la belleza del santo temor de Dios. Jesús nos explica precisamente en el evangelio que la confianza en Dios es una compañera inseparable del temor. "¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos".

Dios no quiere provocarnos temor sino confianza. Justamente lo contrario de aquel emperador que decía: "Oderint dum metuant" (¡que me odien con tal de que me teman!). Es lo que deberían hacer también los padres terrenos: no infundir temor, sino confianza. De este modo se alimenta el respeto, la admiración, la confianza, todo lo que implica el nombre de "sano temor".

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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]


El Evangelio del domingo 22 de junio en video:
Mateo 10, 26-33
Para ver los videos haz click sobre la imagenes


"No tengáis miedo a los que matan el cuerpo" /
Video-reflexión: P. Jesús Higueras

domingo, 15 de junio de 2008

La Iglesia existe para los cansados y oprimidos / Autor: Raniero Cantalamessa, OFM Cap.

El padre Raniero Cantalamessa comenta la liturgia dominical
Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., predicador de la Casa Pontificia, a la liturgia del próximo domingo.

* * *
XI Domingo del tiempo ordinario
Éxodo 19, 2-6a; Romanos 5, 6-11; Mateo 9, 36-10,8
En el Evangelio de este domingo nos encontramos con la presentación oficial del colegio apostólico: "Los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro...". Se menciona claramente el primado de Pedro en el colegio de los apóstoles. No dice: "Primero Pedro, segundo Andrés, tercero Santiago...", como si se tratara simplemente de una serie. Se dice que Pedro es el primero en el sentido fuerte de que es cabeza de los demás, su portavoz, quien les representa. Jesús especificará más tarde, en el mismo Evangelio de Mateo, el sentido de ser "primero", cuando dirá "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...".


Pero no quería detenerme a analizar el primado de Pedro, sino más bien el motivo que lleva a Jesús a escoger a los doce y a enviarles. Se describe así: "Jesús al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor". Jesús vio la muchedumbre y sintió compasión: esto le llevó a escoger a los doce apóstoles y a enviarles a predicar, a curar, a liberar...

Se trata de una indicación preciosa. Quiere decir que la Iglesia no existe para ella misma, para su propia utilidad o salvación; existe para los demás, para el mundo, para la gente, sobre todo para los cansados y oprimidos. El Concilio Vaticano II dedicó un documento entero, la
Gaudium et spes, a mostrar cómo la Iglesia existe "para el mundo". Comienza con las conocidas palabras: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón".

"Al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor". Los pastores de hoy, desde el Papa hasta el último párroco de pueblo, se presentan, desde esta perspectiva, como los depositarios y continuadores de la compasión de Cristo. El fallecido cardenal vietnamita F.X. Van Thuan, que había pasado trece años en las prisiones comunistas de su país, en una meditación dirigida al Papa y a la Curia Romana, dijo: "Sueño con una Iglesia que sea una 'puerta santa' siempre abierta, que abrace a todos, llena de compasión, que comprenda las penas y los sufrimientos de la humanidad, una Iglesia que proteja, consuele y guíe a toda nación hacia el Padre que nos ama".

La Iglesia debe continuar, tras su ascensión, la misión del Maestro que decía: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso...". Es el rostro más humano de la Iglesia, el que mejor le reconcilia con los espíritus, y que permite perdonar sus muchas deficiencias y miserias. El padre Pío de Pietrelcina llamó al hospital que fundó en San Giovanni Rotondo "Casa de alivio del sufrimiento": un nombre hermosísimo que sin embargo se aplica a toda la Iglesia. Toda la Iglesia debería ser una "casa de alivio del sufrimiento". En parte, hay que reconocer que lo es, a no ser que cerremos los ojos a la inmensa obra de caridad y de asistencia que la Iglesia desempeña entre los más desheredados del mundo.

Aparentemente las muchedumbres que vemos a nuestro alrededor, al menos en los países ricos, no parecen "cansadas y abatidas", como en tiempos de Jesús. Pero no nos engañemos: tras la fachada de opulencia, bajo los techos de nuestras ciudades, hay mucho cansancio, soledad, desesperanza, y a veces incluso desesperación. No parecemos muchedumbres "sin pastor", dado que muchos luchan en todos los países para convertirse en pastores del pueblo, es decir, en jefes y controladores del poder. Ahora bien, ¿cuántos entre ellos están dispuestos a llevar a la práctica el requisito de Jesús: "Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis"?

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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]


El Evangelio del domingo 15 de Junio:
"El Reino de los Cielos está cerca" ( Mateo 9, 36-10, 8)
Para ver los videos haz click sobre las imagenes


"Lo que habéis recibido gratís, dadlo gratís" / Video-reflexión: P. Jesús Higueras

viernes, 13 de junio de 2008

Testimonios de Iván y Mirsa de como el Señor les rescató de la droga

Viven en la casa de Medjugorje de la Comunidad Cenáculo con 80 jóvenes más
Trabajo y oración para salir de la heroína
L. Moreno/M. Velasco (La Razón)
MEDJUGORJE- Aunque la «Casa Madre» de la Comunidad se encuentra sobre la colina de Saluzzo, una ciudad en la provincia de Cúneo (Piemonte), en el noroeste de Italia, aquí, en Medjugorje, cerca de la colina de las apariciones de la Virgen, cuentan con una de las casas más numerosas, en la que conviven 80 jóvenes adictos a la droga. El alma de la comunidad es Sor Elvira Pettrozi, una religiosa italiana que, sin ninguna formación en psiquiatría o en psicología, fundó en 1983 la primera casa de acogida y ha conseguido liberar a cientos de jóvenes drogadictos de su adicción. Trabajo, oración y amistad verdadera es lo que consigue sacar a estos jóvenes de la desesperación, la tristeza y la dependencia. Un horario muy estricto, trabajo y oración: ése es el secreto de sor Elvira.


Uno de estos jóvenes es Iván, que llegó a la comunidad huyendo de la Policía: «Fuera de aquí yo era un esclavo. Tenía mucho dinero y, cuando empezó la guerra, como me daban dinero en casa, me sentía superior a los demás. No estaba a acostumbrado a esforzarme, me hacía muchas preguntas y busqué las respuestas en lugares equivocados, hasta que la heroína fue la respuesta a todo», recuerda.

«No sabía vivir»

«Llegué drogado. Pero nadie me preguntó nada, ni qué drogas había tomado, ni si había matado a alguien, ni de qué religión era. Nadie me juzgó. Sin embargo, todos me abrazaron», recuerda conmovido.

«Cuando llevaba aquí tres meses, me mandaron como trabajo ordeñar dos vacas, a las cuatro y media de la mañana. La primera noche no dormí. Si me quedaba dormido no habría leche para el desayuno, ¡y 80 ex-drogadictos me matarían! Al darme ese trabajo, entendí que confiaban en mí y entonces empecé a mejorar», prosigue Iván.

«Cuando entré me pusieron un ángel (cuidador), que era pesadísimo. Me decía por favor y gracias. Yo no estaba acostumbrado a eso y me ponía enfermo. Dormía en la litera encima de la mía, y hasta venía al cuarto de baño y llamaba a la puerta si tardaba para ver si estaba bien. Comprendí que el problema no era la droga: era que yo no sabía vivir. Aquí he aprendido a vivir. ¡Cristo es el Maestro que te enseña a vivir! El Señor nos ha dado otra oportunidad, ¡...a nosotros!», recalca Iván.

Mirsa, otro joven toxicómano reincidente, llegó a la comunidad cuando apenas tenía 16 años. «Empecé a drogarme muy joven. Mi vida era unos amigos que en realidad eran mis peores enemigos; una novia a la que nunca amé; la heroína y la música. Cuando llegué, yo ya había probado de todo; me había desintoxicado incluso durante dos meses, pero siempre volvía. Aquí me aceptaron como era. Desde que he entrado en la comunidad no he vuelto a pensar en drogarme», asegura Mirsa. «No tenemos chicas, ni tabaco, ni drogas, pero yo he vuelto a la vida. Estaba muerto, pero me han rescatado», asegura.

La fuerza de la oración

La comunidad del Cenáculo propone a los jóvenes que acoge un estilo de vida simple, familiar y disciplinado, basado en el redescubrimiento de la oración y del trabajo («ora et labora»). Una vida de amistad verdadera, sacrificio y fe en Jesús. La espiritualidad de la comunidad es profundamente eucarística y mariana. Se alternan en la jornada momentos de oración (rosario, adoración eucarística, liturgia de las horas) con momentos de trabajo y de ocio. Todo ello compartiendo la vida delante de la Palabra de Dios y de los hermanos. Sor Elvira está convencida de que la vida cristiana, en su simplicidad y plenitud, es la respuesta a toda inquietud del corazón y que el encuentro con Dios hace renacer el hombre a toda esperanza.

miércoles, 4 de junio de 2008

Benedicto XVI: no darse por vencido ante el hambre y la desnutrición


Carta del Papa a la cumbre de la FAO sobre seguridad alimentaria mundial
"Da de comer al que está muriéndose de hambre, si no le das de comer, le habrás matado"

CIUDAD DEL VATICANO,(ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de Benedicto XVI que leyó este martes el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado y jefe de la delegación de la Santa Sede, ante la Conferencia de unos 50 jefes de Estado y de otros representantes nacionales sobre "La seguridad alimentaria mundial: los retos del cambio climático y la bioenergía", que se celebra del 3 al 5 de junio en la sede del Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en Roma.

* * *
Señor presidente de la República italiana,
ilustres jefes de Estado y de Gobierno,
señor director general de la FAO,
señor secretario general de la ONU,
señoras y señores:

Con alegría os presento mi deferente y cordial saludo a todos los que, de diferentes maneras, representáis a los diferentes componentes de la familia humana, reunidos en Roma para concordar soluciones idóneas y afrontar el problema del hambre y de la malnutrición.

He pedido al cardenal Tarcisio Bertone, mi secretario de Estado, que os transmita la particular atención con la que sigo vuestro trabajo y que os asegure que doy una gran importancia a la ardua tarea que os espera. A vosotros se dirige la mirada de millones hombres y mujeres, mientras nuevas insidias amenazan su supervivencia y situaciones preocupantes ponen en peligro la seguridad de sus países. De hecho, la creciente globalización de los mercados no siempre favorece la disponibilidad de alimentos y los sistema productivos con frecuencia están condicionados por límites estructurales, así como por políticas proteccionistas y fenómenos especulativos que dejan a poblaciones enteras al margen de los procesos de desarrollo. A la luz de esta situación, es necesario confirmar con fuerza que el hambre y la malnutrición son inaceptables en un mundo que, en realidad, dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos suficientes para acabar con estos dramas y con sus consecuencias. El gran desafío de hoy consiste en "globalizar no sólo los intereses económicos y comerciales, sino también las expectativas de solidaridad, en el respeto y en la valoración de la contribución de cada miembro de la sociedad" (Discurso a la fundación Centesimus Annus pro Pontifice, 31 de mayo de 2008).

Hago llegar a la FAO y a su director general mi aprecio y gratitud por haber llamado nuevamente la atención de la comunidad internacional sobre lo que obstaculiza la lucha contra el hambre y por haberla invitado a una acción que, para que sea eficaz, tiene que ser unitaria y coordinada.

Con este espíritu, deseo renovar a las personalidades que participan en esta cumbre el auspicio que formulé durante mi reciente visita a la sede de la ONU: es urgente superar la "paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos" (Discurso a la asamblea general de la ONU, 18 de abril de 2008). Además, me permito invitaros a colaborar de manera cada vez más transparente con las organizaciones de la sociedad civil comprometidas en superar la creciente brecha entre riqueza y pobreza. Os exhorto a continuar en esas reformas estructurales que, a nivel nacional, son indispensables para afrontar con éxito los problemas del subdesarrollo, de los que el hambre y la malnutrición son una consecuencia directa. ¡Sé que todo esto es arduo y complejo!

Ahora bien, ¿cómo es posible permanecer insensibles a los llamamientos de quienes, en diferentes continentes, no logran alimentarse suficientemente para vivir? Pobreza y malnutrición no son una mera fatalidad, provocada por situaciones ambientales adversas y por calamidades naturales desastrosas. Por otra parte, las consideraciones de carácter exclusivamente técnico o económico no deben prevalecer sobre los deberes de justicia hacia los que padecen hambre. El derecho a la alimentación "responde principalmente a una motivación ética: 'dar de comer a los hambrientos' (cf. Mt 25,35), que apremia a compartir los bienes materiales como muestra del amor que todos necesitamos [...] Este derecho primario a la alimentación está intrínsecamente vinculado con la tutela y defensa de la vida humana, roca firme e inviolable donde se apoya todo el edificio de los derechos humanos (Discurso al nuevo embajador de Guatemala, 31 de mayo de 2008).

Cada persona tiene derecho a la vida; por eso, es necesario promover de manera eficaz la aplicación de este derecho y ayudar a las poblaciones que sufren por la falta de alimentos a llegar a ser poco a poco capaces de satisfacer las propias exigencias de una alimentación suficiente y sana.

En este momento particular, en el que está amenazada la seguridad alimentaria a causa del encarecimiento de los productos agrícolas, deben elaborarse nuevas estrategias de lucha contra la pobreza y de promoción del desarrollo rural. Esto debe suceder también a través de procesos de reformas estructurales, que permitan afrontar los desafíos de la misma seguridad y de los cambios climáticos; además, es necesario aumentar la disponibilidad de comida, valorando las capacidades de los pequeños agricultores y garantizando su acceso al mercado. Ahora bien, el aumento global de la producción agrícola sólo podrá ser eficaz si va acompañado por la distribución eficaz de esta producción y si se destina primariamente a satisfacer las necesidades esenciales. Se trata de un camino que no es ciertamente fácil, pero que permitiría, entre otras cosas, redescubrir el valor de la familia rural: ésta no se limita a preservar la transmisión, de los padres a los hijos, de los sistemas de cultivo, de conservación y de distribución de los alimentos, sino que es sobre todo un modelo de vida, de educación, de cultura y de religiosidad.

Además, desde el punto de vista económico, asegura una atención eficaz y amorosa a los más débiles y, en virtud del principio de subsidiariedad, puede asumir un papel directo en la cadena de distribución y comercialización de los productos agrícolas destinados a la alimentación, reduciendo los costes de intermediación y favoreciendo la producción a pequeña escala.

Señoras y señores:

Las dificultades actuales muestran cómo las modernas tecnologías, por sí mismas, no son suficientes para superar la carencia alimentaria, así como tampoco lo son las estadísticas o el envío de ayuda en casos de emergencia. Todo esto tiene ciertamente una gran importancia, sin embargo debe ser completado y orientado por una acción política que, inspirada en los principios de la ley natural que están inscritos en el corazón de los hombres, proteja la dignidad de la persona. De este modo, también se respeta el orden de la creación y se tiene "como criterio de orientación el bien de todos" (mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2008, n. 7).

Sólo la tutela de la persona, pues, permite combatir la causa principal del hambre, es decir, esa cerrazón del ser humano hacia sus semejantes que disuelve la solidaridad, justifica los modelos de vida consumista y disgrega el tejido social, preservando e incluso llegando a aumentar el surco de injustos desequilibrios, dejando a un lado las exigencias más profundas del bien. (Cf. Deus Caritas Est, 28).

Por tanto, si se hiciera valer el respeto de la dignidad humana en la mesa de las negociaciones, de las decisiones y de su aplicación, podrían superarse obstáculos que de otro modo son insuperables y se eliminaría, o al menos disminuiría, el desinterés por el bien de los demás. De este modo, sería posible adoptar medidas valientes, que no se rindan ante el hambre y la malnutrición, como si se tratara simplemente de fenómenos endémicos y sin solución. La defensa de la dignidad humana en la acción internacional, también de emergencia, ayudaría además a limitar lo superfluo en la perspectiva de las necesidades de los demás y a administrar de modo justo los frutos de la creación, poniéndolos a disposición de todas las generaciones".

A la luz de estos principios deseo que las delegaciones presentes en esta reunión asuman nuevos compromisos y se propongan llevarlos a cabo con gran determinación. ¡La Iglesia católica, por su parte, desea unirse a este esfuerzo! Con espíritu de colaboración, basándose en la antigua sabiduría, inspirada por el Evangelio, propone un llamamiento firme y sentido, que sigue siendo de gran actualidad para quienes participan en la cumbre: "Da de comer al que está muriéndose de hambre, si no le das de comer, le habrás matado" (Decretum Gratiani, c. 21, d. LXXXVI). Os aseguro que, en este camino, podéis contar con la contribución de la Santa Sede. Ésta, si bien se diferencia de los Estados, se une a ellos en los objetivos más nobles para sellar un compromiso que, por su misma naturaleza, involucra a toda la comunidad internacional: alentar a todo pueblo a compartir las necesidades de los demás pueblos, poniendo en común los bienes de la tierra que el Creador ha destinado a toda la familia humana.

Con estos sentimientos, formulo mis mejores deseos de éxito para la conferencia e invoco la bendición del Altísimo sobre vosotros y sobre cuantos están comprometidos con el auténtico progreso de la persona y de la sociedad.
Vaticano, 2 de junio de 2008
BENEDICTUS PP. XVI

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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]

lunes, 2 de junio de 2008

El centro de la vida es sentir cómo palpita el Corazón de Cristo / Autor: Benedicto XVI

Intervención con motivo del Ángelus

CIUDAD DEL VATICANO, Publicamos la intervención que pronunció Benedicto XVI este domingo al rezar el Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
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Queridos hermanos y hermanas:

En este domingo, que coincide con el inicio de junio, quiero recordar que este mes está tradicionalmente dedicado al Corazón de Cristo, símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención. Y el viernes pasado celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, tercera y última de las fiestas que han seguido al Tiempo Pascual, tras la Santísima Trinidad y el Corpus Christi. Esta sucesión hace pensar en un movimiento hacia el centro: un movimiento del espíritu guiado por el mismo Dios. Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno. En mi primera encíclica sobre el tema del amor, el punto de partida ha sido precisamente la mirada dirigida al costado traspasado de Cristo, del que habla Juan en su Evangelio (Cf. 19,37; Deus caritas est, 12). Y este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados, esperanza que ha sido el tema de mi segunda encíclica.

Toda persona necesita un "centro" para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana. Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo. Os invito, por tanto, a cada uno de vosotros a renovar en el mes de junio su propia devoción al Corazón de Cristo, valorando también la tradicional oración de ofrecimiento del día y teniendo presentes las intenciones que propongo a toda la Iglesia.

Junto al Sagrado Corazón de Jesús, la liturgia nos invita a venerar el Corazón Inmaculado de María. Encomendémonos siempre a ella con gran confianza. Quisiera invocar la materna intercesión de la Virgen una vez más por las poblaciones de China y Myanmar, golpeadas por calamidades naturales, y por quienes atraviesan las numerosas situaciones de dolor, enfermedad y miseria material y espiritual que marcan el camino de la humanidad.

[Al final del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular a los fieles de la Parroquia de San Andrés Apóstol, de Moral de Calatrava. En el día del Señor os invito a escuchar devotamente la Palabra de Dios, a acogerla en vuestro corazón con docilidad y a llevarla a la práctica con solicitud, de modo que vuestra vida se arraigue cada vez más firmemente en la roca de la amistad con Cristo. Feliz domingo a todos.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana]


Para Ver el video del Angelus haz click sobre la imagen

sábado, 24 de mayo de 2008

Corpus Christi: comunión, camino y adoración con Jesús / Autor: Benedicto XVI

Homilía en la misa celebrada ante la Basílica de San Juan de Letrán

Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI en la tarde de este jueves, solemnidad del Corpus Christi, al presidir la celebración eucarística en la plaza de la Basílica de San Juan de Letrán.

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Queridos hermanos y hermanas:

Tras el tiempo fuerte del año litúrgico, que centrándose en la Pascua se extiende durante tres meses --primero los cuarenta días de la Cuaresma, después los cincuenta días del Tiempo Pascual--, la liturgia nos permite celebrar tres fiestas que tienen un carácter "sintético": la Santísima Trinidad, el Corpus Christi, y por último el Sagrado Corazón de Jesús.

¿Cuál es el significado de la solemnidad de hoy, del Cuerpo y la Sangre de Cristo? Nos los explica la misma celebración que estamos realizando, con el desarrollo de sus gestos fundamentales: ante todo, nos hemos reunido alrededor del Señor para estar juntos en su presencia; en segundo lugar, tendrá lugar la procesión, es decir, caminar con el Señor; por último, vendrá el arrodillarse ante el Señor, la adoración que comienza ya en la misa y acompaña toda la procesión, pero que culmina en el momento final de la bendición eucarística, cuando todos nos postraremos ante Aquél que se ha agachado hasta nosotros y ha dado la vida por nosotros.

Analicemos brevemente estas tres actitudes para que sean realmente expresión de nuestra fe y de nuestra vida.

Reunirse en la presencia del Señor

El primer acto es el de reunirse en la presencia del Señor. Es lo que antiguamente se llamaba "statio". Imaginemos por un momento que en toda Roma sólo existiera este altar, y que se invitara a todos los cristianos de la ciudad a reunirse aquí, para celebrar al Salvador, muerto y resucitado. Esto nos permite hacernos una idea de cuáles fueron los orígenes de la celebración eucarística, en Roma y en otras muchas ciudades, a las que llegaba el mensaje evangélico: en cada Iglesia particular había un solo obispo y, a su alrededor, alrededor de la Eucaristía celebrada por él, se constituía la comunidad, única, pues uno era el Cáliz bendecido y uno era el Pan partido, como hemos escuchado en las palabras del apóstol Pablo en la segunda lectura (Cf. 1 Corintios 10,16-17).

Pasa por la mente otra famosa expresión de Pablo: "ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3, 28). "¡Todos vosotros sois uno!". En estas palabras se percibe la verdad y la fuerza de la revolución cristiana, la revolución más profunda de la historia humana, que se experimenta precisamente alrededor de la Eucaristía: aquí se reúnen en la presencia del Señor personas de diferentes edades, sexo, condición social, ideas políticas. La Eucaristía no puede ser nunca un hecho privado, reservado a personas escogidas según afinidades o amistad. La Eucaristía es un culto público, que no tiene nada de esotérico, de exclusivo. En esta tarde, no hemos decidido con quién queríamos reunirnos, hemos venido y nos encontramos unos junto a otros, reunidos por la fe y llamados a convertirnos en un único cuerpo, compartiendo el único Pan que es Cristo. Estamos unidos más allá de nuestras diferencias de nacionalidad, de profesión, de clase social, de ideas políticas: nos abrimos los unos a los otros para convertirnos en una sola cosa a partir de Él. Esta ha sido desde los inicios la característica del cristianismo, realizada visiblemente alrededor de la Eucaristía, y es necesario velar siempre para que las tentaciones del particularismo, aunque sea de buena fe, no vayan en el sentido opuesto. Por tanto, el Corpus Christi nos recuerda ante todo esto: ser cristianos quiere decir reunirse desde todas las partes para estar en la presencia del único Señor y ser uno en Él y con Él.

Caminar con el Señor

El segundo aspecto constitutivo es caminar con el Señor. Es la realidad manifestada por la procesión, que viviremos juntos tras la santa misa, como una prolongación natural de la misma, avanzando tras Aquél que es el Camino. Con el don de sí mismo en la Eucaristía, el Señor Jesús nos libera de nuestras "parálisis", nos vuelve a levantar y nos hace "pro-ceder", nos hace dar un paso adelante, y luego otro, y de este modo nos pone en camino, con la fuerza de este Pan de la vida. Como le sucedió al profeta Elías, que se había refugiado en el desierto por miedo de sus enemigos, y había decidido dejarse morir (Cf. 1 Reyes 19,1-4). Pero Dios le despertó y le puso a su lado una torta recién cocida: "Levántate y come -le dijo--, porque el camino es demasiado largo para ti" (1 Reyes 19, 5.7). La procesión del Corpus Christi nos enseña que la Eucaristía nos quiere liberar de todo abatimiento y desconsuelo, quiere volver a levantarnos para que podamos retomar el camino con la fuerza que Dios nos da a través de Jesucristo. Es la experiencia del pueblo de Israel en el éxodo de Egipto, la larga peregrinación a través del desierto, de la que nos ha hablado la primera lectura. Una experiencia que para Israel es constitutiva, pero que para toda la humanidad resulta ejemplar. De hecho, la expresión "no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Señor" (Deuteronomio 8,3) es una afirmación universal, que se refiere a cada hombre en cuanto hombre. Cada uno puede encontrar su propio camino, si encuentra a Aquél que es Palabra y Pan de vida y se deja guiar por su amigable presencia. Sin el Dios-con-nosotros, el Dios cercano, ¿cómo podemos afrontar la peregrinación de la existencia, ya sea individualmente ya sea como sociedad y familia de los pueblos?

La Eucaristía es el sacramento del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que se pone a nuestro lado y nos indica la dirección. De hecho, ¡no es suficiente avanzar, es necesario ver hacia dónde se va! No basta el "progreso", sino no hay criterios de referencia. Es más, se sale del camino, se corre el riesgo de caer en un precipicio, o de alejarse de la meta. Dios nos ha creado libres, pero no nos ha dejado solos: se ha hecho él mismo "camino" y ha venido a caminar junto a nosotros para que nuestra libertad tenga el criterio para discernir el camino justo y recorrerlo.

Arrodillarse en adoración ante el Señor

Al llegar a este momento no es posible de dejar de pensar en el inicio del "decálogo", los diez mandamientos, en donde está escrito: "Yo, el Señor, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí" (Éxodo 20, 2-3). Encontramos aquí el tercer elemento constitutivo del Corpus Christi: arrodillarse en adoración ante el Señor. Adorar al Dios de Jesucristo, que se hizo pan partido por amor, es el remedio más válido y radical contra las idolatrías de ayer y hoy. Arrodillarse ante la Eucaristía es una profesión de libertad: quien se inclina ante Jesús no puede y no debe postrarse ante ningún poder terreno, por más fuerte que sea. Nosotros, los cristianos, sólo nos arrodillamos ante el santísimo Sacramento, porque en él sabemos y creemos que está presente el único Dios verdadero, que ha creado el mundo y lo ha amado hasta el punto de entregar a su unigénito Hijo (Cf. Juan 3, 16).

Nos postramos ante un Dios que se ha abajado en primer lugar hacia el hombre, como el Buen Samaritano, para socorrerle y volverle a dar la vida, y se ha arrodillado ante nosotros para lavar nuestros pies sucios. Adorar el Cuerpo de Cristo quiere decir creer que allí, en ese pedazo de pan, se encuentra realmente Cristo, quien da verdaderamente sentido a la vida, al inmenso universo y a la más pequeña criatura, a toda la historia humana y a la más breve existencia. La adoración es oración que prolonga la celebración y la comunión eucarística, en la que el alma sigue alimentándose: se alimenta de amor, de verdad, de paz; se alimenta de esperanza, pues Aquél ante el que nos postramos no nos juzga, no nos aplasta, sino que nos libera y nos transforma.

Por este motivo, reunirnos, caminar, adorar, nos llena de alegría. Al hacer nuestra la actitud de adoración de María, a quien recordamos particularmente en este mes de mayo, rezamos por nosotros y por todos; rezamos por cada persona que vive en esta ciudad para que pueda conocerte e ti, Padre, y a Aquél que tú has enviado, Jesucristo. Y de este modo tener la vida en abundancia. Amén.
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(Traducción del italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana)


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