martes, 30 de abril de 2019
Nora, austriaca, era atea, anoréxica y dependiente de fármacos y tuvo un encuentro con Cristo que la sanó en la Comunidad Cenáculo
domingo, 21 de abril de 2019
Dimitri Conejo Sanz, ruso y de padres alcohólicos, fue abandonado, sufrió hambre violencia y desprecio: «En el orfanato no valíamos nada. Allí, Dios me escuchó»
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domingo, 17 de diciembre de 2017
Cristóbal Muñoz, adicto a las drogas, al alcohol y al juego, conoció a Cristo en la cárcel y en los Cursillos de Cristiandad: «Las cadenas que me esclavizaban, las rompió Jesús de un plumazo»
sábado, 2 de diciembre de 2017
Sebastina Tigga es india y pese a que la querían casar es monja y acude a 111 aldeas en bicicleta para atender a niños desnutridos: «Mi vida iba a dedicarse a Dios»
viernes, 25 de noviembre de 2016
Enrique Cabrera nació en una familia comunista, vivió una juventud de alcohol y robos y hoy es sacerdote en Madrid
* «Sin tener ni idea comencé a leer los evangelios con Mateo 1 y recuerdo que el momento clave fue el de las Bienaventuranzas, entonces me derrumbé porque sentía a Jesucristo a mi lado abrazándome… Sentía que realmente había alguien a mi lado, que no estaba solo. Sentía de manera indudable que había junto a mí una presencia buena. Fue lo que me desarmó así que me puse de rodillas, pedí perdón y me alegré como nunca lo había hecho»
25 de noviembre de 2016.- (Camino Católico) Enrique Cabrera es de esos sacerdotes que encontraron su vocación tras experimentar una fuerte conversión. De hecho, este madrileño venía de una familia comunista y no creyente en la que el nombre de Jesús nunca se pronunciaba en casa. El 5 de noviembre de 2016 este cura bromista y jovial ofreció su testimonio durante la Vigilia Asalto al Cielo que organiza el padre Álvaro Cárdenas en su parroquia de Colmenar de Arroyo (Madrid).
domingo, 20 de noviembre de 2016
Joseph William Tobin era un sacerdote alcohólico, recibió el «Evangelio del adicto recuperado» y hoy es cardenal
sábado, 12 de noviembre de 2016
Tato Sainz Quintana salió de la droga y ahora ayuda a los que están en ella: «Me dije: Yo tengo un problema, Dios lo puede resolver. Voy a confiar en Él»
domingo, 24 de julio de 2016
La familia Wolski acoge en su jardín a 300 jóvenes en la JMJ: La muerte de Juan Pablo II les cambió la vida y rescató al esposo de un alcoholismo que bordeó la muerte
* «Lo que nos acercó más a la Iglesia y el uno al otro fue mi alcoholismo. Llegué a pesar 46 kilos, y mi hígado no funcionaba. Una vez, me ingresaron con tanto alcohol en sangre que necesité tres semanas, recibiendo transfusiones, para desintoxicarme. Los médicos decían que no había ninguna esperanza»
martes, 12 de agosto de 2014
La vida de comedia de Robin Williams termina en tragedia y su suicidio nos recuerda el infinito valor de cada vida humana
viernes, 30 de agosto de 2013
Nalo Enrique Quiroz, adicto y asesino temido: “Fue el Señor quien me dio el amor a la oración del Padre Nuestro, que repetido sin descanso me regaló la gracia de cambiar”
“Dios no me dejaba tranquilo y comenzó a cambiar mi forma de vida, y yo, a dejar lo vicios; lloraba mucho y le pedía arrepentido, de corazón, que llenara mi vida, me transformara. No quería seguir siendo esclavo de la droga y con ese odio que mantenía. El Señor pudo aparecer y cambiarme. Me dio esa paz interior, esa fortaleza. No fue fácil, fue una lucha constante, de mucho tiempo, de días, meses para dejar mis adicciones, pidiéndole a Dios”
José Namuncurá, analfabeto y alcohólico cambió en un retiro de conversión: “Por gracia de Dios comprendí que uno es más feliz sin alcohol en su sangre”
“Cometí errores y gracias al perdón a través de la confesión, sentí la presencia de Dios. Mi vida antes era un caos”
martes, 27 de agosto de 2013
Sal, ex-estrella pornográfica, testifica sobre las consecuencias destructivas de la pornografía y da “gracias a Dios por haber estado siempre a mi lado”
martes, 12 de julio de 2011
La Comunidad Cenáculo ha abierto la primera casa en España para recuperar jóvenes drogadictos y con dificultades con oración, trabajo y amistad
12 de Julio de 2011.- (Escuchar la Voz del Señor / Camino Católico.org) José Ángel Saiz Meneses, obispo de Terrassa, Catalunya, presidió la misa en la parroquia de San Cristóbal de Fogars de Montclús con motivo de la apertura en la misma de la primera casa de la Comunidad Cenáculo en España para hombres el sábado día 2 de julio. Concelebraron entre otros el padre Ignacio Fuster, rector de la parroquia y el Padre Stefano, miembro de la Comunidad Cenáculo. Más de cien personas de los Amigos del Cenáculo en España asistieron al acto.
El responsable de la fraternidad de la Comunidad Cenáculo en San Cristóbal de Fogars de Montclús es el madrileño Juan García de 39 años que explica en el vídeo que publicamos cómo se vive diariamente en el Cenáculo y los requisitos necesarios para poder realizar una experiencia. Debe tenerse en cuenta que la Comunidad Cenáculo no sigue ningún programa con profesionales y terapias para recuperar a las personas de sus fracasos vitales, sino que únicamente se convive en el trabajo, la amistad y la oración de forma cotidiana.
Actualmente en la fraternidad española de la diócesis de Terrassa de San Cristóbal de Fogars de Montclús han empezado a vivir 12 chicos. Los jóvenes de España que deseen realizar una experiencia de vida en la Comunidad Cenáculo serán destinados durante algunos meses a la casa de Lourdes en Francia, puesto que el primer objetivo es consolidar la fraternidad aquí en España con los primeros 12 muchachos que han llegado para luego poder iniciar progresivamente la acogida de otros. Leer más y ver vídeo...
viernes, 18 de febrero de 2011
Pamela, siciliana: De atea, alcohólica y drogadicta a convertirse a Cristo en la Comunidad Cenáculo
18 de febrero de 2011.- (Pamela / Comunidad Cenáculo) Tengo veintiséis años, me llamo Pamela y soy de Sicilia. Aunque soy de una familia cristiana por tradición, antes de entrar en la Comunidad Cenáculo era atea, no creía en nada, sólo en mis fuerzas humanas. Soy la mayor de cuatro hermanas y desde pequeña era introvertida y tímida. Vivía con una mamá muy aprensiva y un padre poco presente. Los dos trabajaban para que no nos faltara nada. Gracias a Dios estaba mi abuela, los recuerdos más lindos de mi infancia están relacionados con ella, cuando pasábamos el verano en su casa, estaba siempre atenta a nuestros requerimientos y fue la primera que me habló de Jesús.
Con los años el clima en mi casa se hizo pesado por los problemas económicos y las discusiones entre mis padres; dentro de mí crecía el sentimiento de culpa y la ansiedad: me sentía responsable de todo lo que pasaba entre ellos. En la escuela vivía un sentimiento de inferioridad al comparar mi familia con la de mis compañeros, vivía la rabia de la humillación y llamaba la atención para que me aceptaran. Leer más...
domingo, 27 de junio de 2010
Tres sacerdotes de Burundí dan testimonio de su perdón a quienes mataron a 40 compañeros seminaristas
* Presenciaron los asesinatos en la contienda civil entre Hutus y Tutsis y vieron como quienes morían decían ‘Dios: perdónalos porque no saben lo que hacen’
* Esta experiencia fue contada el miércoles por la tarde en el aula Pablo VI en un encuentro denominado Sacerdotes hoy, previo a la clausura del año sacerdotal, en el que intervinieron otros presbíteros que hablaron de la superación de momentos difíciles de soledad, de vicios y de enfermedades
27 de junio de 2010.- Sacerdotes que han descubierto y cultivado su vocación en medio de la guerra, hombres que han dejado atrás una vida dedicada al vicio. Hombres que han descubierto su vocación en medio de la crisis de fe del país secular al que pertenecen o en medio de una enfermedad… Estos fueron los testimonios de algunos sacerdotes que compartieron ante los miles de asistentes que estuvieron presentes ayer en la tarde en el aula Pablo VI en un encuentro denominado Sacerdotes hoy, previo a la clausura del año sacerdotal.
El encuentro fue promovido por los sacerdotes del movimiento de los Focolares y del movimiento Shoenstatt, en colaboración con la Renovación Carismática Católica Internacional y otros movimientos eclesiales de Europa y América Latina. Igualmente contó con el apoyo de la Congregación para el Clero y participaron 4.000 sacerdotes de 70 países. Publicamos un reportaje de los testimonios y un vídeo-síntesis de varios de ellos.
Los primeros en compartir la historia de su vocación fueron tres sacerdotes de Burundi (África), Ildephonse Niyogabo, Pasteur Manirambona -en la fotografía de la izquierda- y Marc Bigirindavyi. El primero de ellos contó que entró en el seminario en 1992 y al poco tiempo estalló una guerra civil en su país. Las tropas invadieron el seminario menor de Buta, donde él hacía su formación. Leer más y ver vídeo..
jueves, 31 de diciembre de 2009
Austin Replay, el escritor de novelas policiacas que salvó del alcohol a cientos de sacerdotes
sábado, 9 de agosto de 2008
Juan Carlos Muñoz da testimonio de como oró para recuperar a su hermano del alcohol
miércoles, 16 de julio de 2008
Testimonio: "Jesús me rescató del pozo en el que me ahogó el alcohol " / Autor: José Antonio Godina
Hace unos 18 años mi vida dependía única y exclusivamente del alcohol. Tenía un buen empleo, una familia y no me daba cuenta de que cada día necesitaba beber más para desarrollar mi trabajo. Lo que empezó como eso que llaman “bebida social”, terminó haciéndome esclavo de la barra de los bares.
Me parecía que si dejaba de beber sería incapaz de hacer las cosas más sencillas, que la vida no tendría ningún sentido y que aquello de tomar copas era parte consustancial a mi existencia.
La convivencia matrimonial se fue deteriorando, no en un día, si no a lo largo de interminables meses; la falta de respeto a la vida familiar, mis continuas discusiones y mis borracheras hacían de mi hogar un verdadero infierno.
Trabajaba como jefe de área en una multinacional y mi tarea consistía en hacer visitas en el ámbito de gerencia. Naturalmente mis jefes se dieron cuenta de mi progresiva dependencia a la bebida y no tuvieron más remedio que cesarme en el puesto de trabajo. Yo, como casi todos los que beben en demasía, no me enteraba de la triste impresión que producía en los demás. Al poco tiempo me abandonó mi esposa.
Durante un año estuve dando tumbos, emborrachándome de buena mañana y llegando a la noche en condiciones deplorables. Mi única ilusión era conseguir una botella de vino. La meta más importante de mi vida era conservar la borrachera y vivir entre los vapores del alcohol. Si alguien dice que la bebida ahoga las penas yo puedo asegurarle que no es así. Las penas y los problemas flotan en cualquier copa de vino.
Poco a poco fui perdiendo a los amigos. El desmoronamiento en el que estaba inmerso me hacía imposible el conseguir algún empleo. Es más, tampoco lo buscaba. La bebida tiene una tremenda capacidad para ocultarte el porvenir. Si hoy has conseguido tu ración diaria de copas el mañana no existe. Ante este engaño te despreocupas de las cosas más necesarias.
Un buen día me cortaron la luz por falta de pago. Al cabo de poco tiempo, el agua. Más adelante se llevaron el teléfono. Debía ya unos cuantos recibos del alquiler. A todo esto mi familia no sabía nada de mi situación y yo, por un falso orgullo mal entendido, no les pedí ayuda.
En mi casa andaba con velas y por la noche bajaba hasta la calle para llenar un par de cubos de agua en una fuente pública. Me acostaba pensando de dónde sacaría cien pesetas para conseguir un litro de vino peleón... Esa era la meta de mi vida, ninguna otra. Había perdido la familia, el trabajo, las relaciones sociales y el respeto a mí mismo. Y tengo que decir que no pisaba una iglesia desde hacía más de veinte años.
Una noche llegué borracho a mi casa, como de costumbre. Encendí una de las velas y mirando a mí alrededor me di cuenta, por primera vez en muchos meses, de mi lamentable estado. Aquel día estaba desesperado.
Tenía un crucifijo en mi habitación, lo miré y aquella noche me arrodillé y llorando le dije: “¡Si tú no me sacas de este pozo yo no puedo salir!”
Unos días más tarde, mientras estaba en un bar de mi barrio, se acercó una mujer a la que conocía vagamente. Yo seguía tomando mis copas y ella, después de hablar de otras cosas, me dijo: “Jesús te ama”. Naturalmente me la tomé a broma. “¿Cómo puede Jesús quererme a mí, con la vida que llevo y riéndome de todas esas cosas de iglesia?” Y pedí otra copa.
Nos fuimos viendo, ella hablándome de Dios y yo siguiendo con la bebida. Un día me habló de un grupo de oración, en una iglesia cercana; me invitó a conocerlo. Me negué en redondo. Pero otro día y alguno más, insistió. Al fin, para quitármela de encima y no parecer un mal educado, acudí a aquel grupo de oración de la Renovación Carismática Católica. La primera impresión que saqué es que todas aquellas personas estaban locas. Levantaban las manos, cantaban. Pero algo había allí. La oración era sencilla pero directa. Parecía que el Señor estuviera sentado, acompañándoles, en cualquiera de aquellos bancos. Volví otras veces. En uno de aquellos días, intuyendo mi situación, se presentó en mi casa aquella mujer que me había invitado al grupo. Me traía comida. Naturalmente yo no había contado a nadie mi situación personal, pero no era difícil entenderla.
Empecé a trabajar en algunos empleos de corta duración y todavía seguía bebiendo. Algunos meses más tarde uno de los hermanos del grupo me proporcionó un empleo estable en un parquing. En el grupo yo no habría la boca, no cantaba y me sentaba lo más cerca posible de la puerta...
Un día me confesé, después de tantos años. Pero no podía comulgar, no me había perdonado a mí mismo. Más tarde ya lo hice. Volví poco a poco a la iglesia, participaba un poco más en el grupo y mi vida iba normalizándose.
Recuperé la luz, el agua, el teléfono y hasta me compré un coche de segunda mano... Pero todavía tenía el hombre viejo en mí. No había dejado totalmente el alcohol. Llevaba dos años trabajando cuando un día caí al suelo y no podía levantarme. Aquello pasó, pero unos días más tarde sucedió lo mismo. Me llevaron al hospital y después de una noche de exploraciones me dijo el médico de guardia: “Tienes un agujero en el pulmón como un puño, el hígado hecho polvo y una polineuritis”. Y se quedó tan tranquilo. Tenía, pues, una tuberculosis y todo lo demás.
Cuando todo parecía que iba viento en popa llegaba la enfermedad. Estuve ingresado en el hospital en situación verdaderamente grave.
Pues, bien, le doy gracias a Dios por ello, porque me sirvió de palanca para dejar definitivamente la bebida y para ver la vida bajo otro prisma. Estuve casi siete meses sin poder andar, sentado en un sillón, viendo cambiar el color de las hojas de los árboles.
Gracias a la oración de los hermanos mi curación fue, según los médicos del hospital que me trataban, espectacular. La tuberculosis quedó completamente curada, la polineuritis ha desaparecido, ando perfectamente, y en los controles hepáticos todo es normal.
Siendo importante la curación física creo que lo más importante ha sido mi sanación espiritual, porque ésta trae como consecuencia la otra. Todavía me queda mucho camino por recorrer, pero después de mi experiencia del poder salvador de Jesús el camino se hace más fácil.
Hace ya 18 años que no pruebo ni una sola gota de alcohol. Y no es mérito propio. El Señor quiso que pudiera entrar en todos los bares del mundo sin que me apeteciera tomar una sola copa. Y sigo en el Grupo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, de Barcelona, en el Santuario del mismo nombre, y veo que el Señor actúa en nuestras vidas diariamente, en las pequeñas cosas, como un amigo al que siempre se puede acudir.
Éste es mi testimonio, para mayor gloria de Dios.
El Señor está vivo entre nosotros y a Él le debo que me sacara del pozo en el que había caído. Y animo a los que tengan problemas con la bebida a que acudan al médico que puede curarles: Jesús.
miércoles, 11 de junio de 2008
Testimonio: "Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendiamos nada" / Autora: Madre Elvira, fundadora de la Comunidad Cenáculo
Cuando a nuestros jóvenes les piden que hablen de la Comunidad comienzan a hablar de su propia vida: de las tinieblas a la Luz. Es lo que voy a hacer yo.
Deseo contarles sobre la Misericordia de Dios en mi familia cuando yo era pequeña, en los años ’40. Durante la guerra mi papá fue llamado al frente. Nosotros vivíamos en el sur. . . . y tenía que presentarse en Piemonte. Ni siquiera sabíamos qué era el Piemonte. Así es que mi papá le dijo a mi madre que nos íbamos todos con él. Éramos siete niños, llenos de hambre, de frío, de todo lo que no tendría que tener un niño. Pero teníamos una mamá fuerte, capaz de soportar el peso de de todos. ¿Por qué les digo esto? Porque mirando posteriormente mi historia he comprendido que en esos momentos la Misericordia abundaba.
Luego, mi papá se hizo alcohólico, bebía. Nosotros no sabíamos, éramos chicos y veíamos a nuestro padre transformado, nervioso, con rabia. Durante muchos años, mis hermanos, lo juzgaron: “¡Qué padre que tuvimos! ¡Qué familia que éramos!” Se avergonzaban. Hoy, a la Luz de mi encuentro con Dios , cuando los encuentro les digo: “Se avergüenzan de nuestro padre porque no han podido transformar con la fe esas llagas profundas que teníamos en el corazón .” En un momento de mi camino de fe comprendí que en mi vida la Misericordia ya estaba en ese momento, que el Espíritu Santo guiaba a mis padres hacia la fortaleza, en la humillación, porque vivimos muchas humillaciones, mucha marginación.
Nadie quería a los del sur, nos dieron una casa que era casi un gallinero ¡no nos querían en ningún lado porque éramos muchos hijos! Sin embargo hoy, luego de haber encontrado al Señor, leo esta historia con nuevos ojos y eso le propongo a los jóvenes: no avergonzarse de su propia historia porque justamente está sostenida por la Misericordia que la transforma en amor.
Hoy, las llagas sangrantes se volvieron puertas y ventanas abiertas para darle a todos misericordia, amor, justicia, para dar mucho, mucho de mí misma. Hay que vivir la Misericordia en lo concreto de la propia historia para poder expresar: “Lo pude asimilar en mi propia carne.” Reconozco que el Señor fue muy bueno conmigo, desde chica me fue preparando para lo que Él sabía que yo iba a vivir en mi vida…
Me puse de novia con un joven bueno, que me quería, pero en un momento me dije: “Toda la vida solo con este chico, con esta cara, con estas palabras…no. . . jamás podré.” Sentía que mi corazón estaba dilatado al máximo, y en ese momento, en esa elección lo encaucé.Ya habíamos programado tener quince, veinte hijos, pero eran pocos. Veinte hijos ¿y después? ¿Después?
Después la Misericordia me alcanzó en la pobreza, en la humillación. Es una Misericordia que se mezcló con mi carne, con mis sentimientos, con mi amor. Y es por eso que hoy estoy aquí con un “equipo” de jóvenes.Tenemos muchas casas de jóvenes que vienen de todas partes del mundo, sabiendo que la nuestra es una Comunidad exigente. Nuestro amor, que es todo, total, incondicional, es un amor exigente porque ellos deben sentir que les tenemos confianza a pesar de su fragilidad y debilidad. Ellos ya no eran personas, eran pedazos rotos. Pero creo que tienen derecho no a los caramelos para hacerlos sentir bien, sino a la fuerza de una propuesta educativa.
En cuanto llegan, lo primero que les enseñamos – para no engañarlos, pues anteriormente todo fue engaño - es la oración. Afortunadamente, nuestros obispos, cada vez que abro una Comunidad, cuando de rodillas les pido que nos den la Eucaristía, siempre han dicho que sí. Nuestras capillas a veces todavía no tienen los bancos, pero ahí vamos, de rodillas, en el piso, día y noche con Jesús Eucaristía. Se hacen turnos, siempre con Jesús: y somos felices. No tenemos nada… ¿no tenemos nada?
¡Tenemos todo! Pero no hemos aceptado el dinero del Estado sino que hemos creído en el amor de Dios Padre. También creímos en el amor del hombre y, en efecto, a nosotros no nos falta nada porque todo se vuelve Providencia y nosotros la podemos contemplar en las personas que llegan. Los jóvenes desean comer una buena pasta y no hay salsa de tomate, quince minutos antes de la comida llega una señora con el marido y descargan una gran cantidad de “pumarola”. ¡Así es todo, todo!!
En veinticinco años que hace que recibimos a estos jóvenes, jamás fui a hacer las compras. Cuando algo falta, falta: lo echamos de menos pero así experimentamos que no son las cosas las que nos hacen felices, sino la amistad, la paz…
Comencé con mi historia desde que era niña porque quiero que cuando estemos tristes, o todavía no hayamos abrazado al papá o a la mamá, lo digo sobretodo por ustedes, chicos y chicas de la Comunidad: “Aprendamos a perdonar, a perdonar a nuestros padres por cualquier equivocación que hayan tenido. Ellos fueron más castigados que nosotros cuando eran chicos.”Luego de estar un tiempo en la Comunidad, nuestros jóvenes van a su casa para hacer la verífica. Yo siempre les digo: “Cuando veas a tu padre, desde lejos, corre, corre, corre hacia él y abrázalo. Y mientras lo abrazas, debes contar, sin soltarlo, hasta siete.” Y verás que tu papá llora: ¡todos se ponen a llorar! Ya no podemos decirle “¡Hola, papá! “ e irnos.
¿ Quieres detenerte un momento? Porque tu papá debe hacer memoria y recordar que cuando eras pequeña o pequeño, no te quiso, no dialogó, ni te miraba. En un punto cuando el hijo lo abraza, el “hijo pródigo” es realmente el padre, quien se da cuenta de que es padre. Estos jóvenes que hoy están rebosantes de oración, de compasión, de amor, nunca más pueden tener un gesto que no entre en el corazón, en sus vísceras , en las de sus padres. Cuando regresan de la verifica me dicen: “Elvira, en cuanto lo vi a mi papá me dije, si no voy ahora no voy más.” Se puso a correr, abrazó al papá hasta que los dos se confundieron en el llanto.
Debemos ser más humanos, más amantes del amor. El amor es vida, gestos concretos, sacrificio, humillaciones, a veces hambre: primero hay que vivirlo y luego entregarlo a todos. Dios es amor y nosotros elegimos a Dios. Más bien, es Él quien nos eligió ¡y estamos felicísimos de haberlo encontrado!(. . .)¿Cómo se hace para vivir con jóvenes que vienen de tantas experiencias del mal? El cómo siempre es difícil pero hay Alguien que te lo va enseñando por dentro. Cada minuto es una novedad, también para nuestros jóvenes. ¿Cómo se hace para reprenderlos, amarlos, abrazarlos, castigarlos, sonreírles y jugar con ellos? Son todos momentos de amor.
Pero recordé lo que una vez aprendí en mi infancia. Tenía una madre santa, exigente. Especialmente recuerdo una oración que ella decía todos los días y varias veces al día: “¡Santa Cruz de Dios , no nos abandones!” Ella lo decía en su dialecto del sur, yo soy del sur, de Sora, cerca de Frosinone.Mi padre muchas veces perdía su trabajo porque faltaba, pero ella no le pedía al Señor un nuevo trabajo para su marido, ¡no!! : ¡La Cruz! Ella amó la cruz, la abrazó.. Por eso les he propuesto a los jóvenes el encuentro con la Cruz de Jesús, con el crucifijo…
¿Cómo hice para vivir con los jóvenes? No fui yo a vivir con ellos sino que fue la Misericordia: ese rostro del Padre que se empeña en hacer florecer la misericordia junto a la miseria. Ellos llegan ya sin más dignidad, sin más rostro, sin más palabras, sin más esperanza . Vienen y confían: no sé cómo hacen para confiar pero confían, también para mí es un milagro. Y nosotros les proponemos el “camino” de la oración, de la fe viviéndola junto a ellos, porque los jóvenes hoy no necesitan tantas palabras sino vida. A los jóvenes las cosas le entran por los ojos, no más por los oídos: entienden con los ojos porque mira, observan si nosotros no hacemos lo que decimos. La coherencia , con ellos es muy importante la coherencia. . .
Comenzamos durmiendo en el piso, porque no había nada en esa villa que nos habían dado en comodato. Pero nunca pensé en eso: ¡teníamos de más! Cuando no teníamos nada más, ¡había de más! Porque había de más solidaridad, amor, sonrisas, había de más lágrimas a veces, pero no importa, la vida es así: con luces y sombras, hecha de coraje y de miedo, de fortaleza y de debilidad, y nosotros se la enseñamos tal cual es, también a través de nuestra vida.Ahora debo agradecer a la Virgen, que luego de algunos años nos mandó sacerdotes, seminaristas, hermanas consagradas que ya están en las distintas misiones. Yo no pensaba en todo esto, pero Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendíamos nada ha dado todo para que se lo donemos a los demás.
Gracias por haberme escuchado.
Cardenal Schonborn: “Una vez le pregunté a Madre Elvira: ¿Pero, cómo se hace para abrazar la Cruz? Espontáneamente ella me respondió: abrazando el crucifijo.”
Madre Elvira: “Es verdad, no les propuse la cruz sino que les dije a ellos: “abracemos el crucifijo”. Abrazándolo nos volvemos más fuertes en nuestras cruces. Abrazándolo , también sentimos los clavos. La cruz sin Jesús es un oprobio. Nosotros abrazamos al Salvador, El que nos ha salvado en esa cruz victoriosa.”
domingo, 1 de junio de 2008
Testimonio de la familia Pachano - Sanchez: del pecado y el rompimiento al fruto del Amor
Eduardo (padre): se dedica a trabajar la refrigeración. Yrama(madre): se dedica a estudiar enfermería (5to semestre). Eduardo (hijo): trabaja en PDVSA y tiene 4 Hijos, Nos hizo abuelos antes de los 40 años. Esther: tiene 23 años, le consagró su vida al Señor el 9 de Diciembre del año pasado en la congregación de las hermanas Carmelitas Descalzas de Barquisimeto Edo. Lara. Eugenia: T.S.U. en enfermería. Al igual que su esposo Ronny, Trabajan en la misma clínica y pronto tendrán su primer hijo, si Dios lo permite. Eliécer: técnico medio en electro instrumentación, recién casado con Maryori. Enmanuel: Es bachiller y espera entrar en la universidad, trabaja ocasionalmente. Eunice: Es el regalo que el Señor nos dio cuando Esther se fue al convento, tiene cinco años y esta en PRE escolar.
El Señor nos rescató del pecado y la muerte, desde entonces le estamos sirviendo en la parroquia y en la R.C.C. Eduardo coordina el grupo de oración y el ministerio de música parroquial que está integrado por niños y jóvenes.También somos sub. coordinadores del grupo de parejas “Familia de Nazareth”, donde hemos aprendido mucho de otras parejas.
¿Qué se siente Tener una Hija Consagrada?:
Yrama: Siento la gracia y la misericordia del Señor.
Durante su infancia no lo esperábamos, ella era muy traviesa, vivía trepada en los árboles, le gustaba correr, patinar y bañarse en la lluvia. Cuando hizo la confirmación le regalamos el libro de Santa Teresita del Niño Jesús titulado “Historia de un Alma”, y la lectura de ese libro despertó en ella su inquietud vocacional contemplativa. Para Eduardo, al igual que María la de Lc 10,42, Esther ha elegido la mejor parte que no le será quitada. Para Yrama, Esther tiene muy buen sentido del humor, es madura, dedicada a su santificación a través de la contemplación al Señor. Su consagración es para la familia como una lluvia de bendiciones, nos ha unido como familia por su oración de intersección. Cuando tenemos problemas de salud propios, de familiares o amigos, se los contamos y ella junto con las otras hermanas Carmelitas oran por esa intención. Hemos sido testigos de la misericordia del Señor para con nuestra familia y otras personas.
Para educar a los hijos en la fe, lo primero: la eucaristía. Desde hace diez años jamás hemos faltado a la eucaristía dominical, hemos sido constantes en la preparación para los diferentes tiempos litúrgicos. Desde que los hijos eran niños rezábamos el rosario con ellos y a cada uno lo poníamos a hacer un misterio. También el sacramento de la confesión nos ha ayudado a crecer como pareja y como padres siguiendo los consejos de los sacerdotes, ya que el Señor nos habla a través de ellos.
La Renovación Carismática en el Espíritu fue la corriente de gracia que el Señor utilizó para salvarnos, le debemos nuestra formación. Son muy buenas las escuelas y retiros que dictan porque nos hacen ver lo pecadores que somos y al mismo tiempo que es mas grande el amor que Dios nos tiene. A través de la R.C.C. e Señor nos ha regalado carismas para el crecimiento propio y de los hermanos. Bendito y alabado sea el Señor por esta corriente de gracia.
¿Han pertenecido a otros movimientos? ¿Cuál ha sido la experiencia? Eduardo: a los 16 años entré al camino Neocatecumenal, donde aprendí a leer la palabra de Dios y a vivir en comunidad, pero la comunidad se desintegró. Después en el año 87 Yrama y yo, hicimos un Cursillo de Cristiandad, donde tuvimos nuestro primer encuentro con el Señor. Aprendimos a profundizar en la palabra de Dios y algunos documentos de la Iglesia. Peor nos pasó como dice el Señor en Mt 13,20:21, la semilla cayó en terreno pedregoso y sucumbimos ante las primeras pruebas. Consideramos que cada grupo de apostolado es un Don del Señor , ninguno es mejor que otro. Todos están conformados por pecadores y lo que hay de bueno en los grupos es pura gracia de Dios.
¿Cómo está la parroquia?, ¿el Párroco?, ¿la Comunidad?, ¿El grupo de Oración?, ¿Los lideres?.
Opinamos que el nuevo intinerario catequético ha servido para unir y hacer crecer a los diferentes grupos de apostolado; ya que nos hemos formado y trabajamos juntos, respetando la espiritualidad de cada quien. El Párroco, muy activo y empujando a sus feligreses con su admirable conocimiento de la palabra de Dios. Lo vamos a extrañar mucho porque se nos va a España. La Comunidad, con mucha hambre de Dios. El Grupo de Oración: para la gloria de Dios, creciendo en número y conocimiento de la palabra de Dios, se han manifestado algunos carismas. Tenemos pocos líderes, quizás por temor al compromiso que absorbe y deja poco tiempo para compartir en familia.
¿Cuáles son sus metas a mediano y largo plazo?
A mediano plazo y largo plazo, ir creciendo en la fe, a través de la oración y la perseverancia, cuando se presenten las pruebas. Educar a nuestra hija menor, llegar a viejo juntos y ver nuestros biznietos, es lo que le pedimos al Señor.
Aconsejar: A todos los padres y encargados de la educación de niños, que les motiven a la vida sacerdotal y religiosa. Rezando con ellos el rosario y pidiendo a la Virgen una vocación. Eso lo hicieron nuestros padres con nosotros y la vocación se dio en los nietos que es Esther.